Entender el problema (el examen en el que todos sacamos cero)

Cuando la situación apremia, resolver se convierte en un imperativo. Esto es usualmente cierto, aún cuando aún no se sabe cómo resolver la situación. En estos momentos, encontrar una solución se vuelve más importante que entender el problema.

Lo paradójico es que para poder encontrar una solución primero se debe entender cuál es el problema que se quiere resolver. La única manera de poder resolver un problema que no se entiende a fondo es contar con una cantidad desmesurada de suerte. En eso no se puede depender.

Todo esto me lleva a recordar un examen que hice en el colegio. Recuerdo que prácticamente todos sacamos una nota de cero. El examen era largo, muy largo. Nadie lo pudo terminar. Ya ni recuerdo de qué materia era. Lo que sí recuerdo fue la explicación que nos dio el profesor de por qué todos sacamos cero.

Empezó por preguntarnos si alguien había leído las instrucciones al inicio del examen. Toda la “manada” de mentirosos respondimos que sí. Y en esa mentira estaba el gran cero que todos nos merecidamente nos ganamos.

Después de hacernos la pregunta leyó en voz alta las instrucciones que nadie había leído. Las instrucciones claramente decían que no se respondiera ninguna pregunta exceptuando la última (la cual nadie llegó a responder).

El examen era ridículamente largo precisamente para que nadie llegara a esa ultima pregunta. Resulta ser que todas las demás preguntas solo eran señuelos, distracciones. Ninguna de ellas era el problema que realmente había que resolver. ¡Cuánto esfuerzo desperdiciado tratando de resolver el problema equivocado!

Para rematar, la última pregunta era tan fácil de responder. Si tan solo hubiéramos entendido cuál era el problema que teníamos que resolver. Pero no, todos empezamos a buscar una solución sin antes entender cuál era el problema que realmente había que resolver.

Recapacitando, nos ganamos ese gran cero que nos pusieron pero que gran lección la que recibimos.

La solución está frente a tus narices. La historia del cable de red

El problema de los problemas es que rara vez entendemos cuál es el verdadero problema. Hay algo que resolver y ahí vamos, cuales aves de presa tras la solución. No pensamos con claridad y lo único que importa es hacer algo, lo qué sea, para así poder sentir que estamos siendo productivos. Déjenme les cuento como esto me acaba de suceder.

Ayer el cable operador incrementó la velocidad de mi servicio de Internet a 150 MBPS. ¡Bien! En cuanto recibí la notificación lo primero que hice fue hacer las pruebas de velocidad respectivas. Resultado, 95 MBPS. Exactamente lo mismo que tenía antes de que se hiciera el supuesto incremento. Bueno, hay que hacer algo, ¿no?

Mi primer acción fue llamar al cable operador para confirmar que las configuraciones realmente estuvieran aplicadas. Después de muchas pruebas se comprobó que estaban correctamente aplicadas.

Al final de la larga llamada se concluyó que el Router del cable operador probablemente estaba mal y que un técnico tendría que venir en un par de días para revisarlo. Lo más seguro es que tendrían que cambiarlo para poder alcanzar la nueva velocidad.

Así que un poco desilusionado me fui a tratar de dormir. Ya un poco más tranquilo sin la “necesidad” de tener que hacer algo de inmediato seguí pensando en qué podría estar pasando.

Al cabo de unos minutos se me “prendió el foco”. Algo pasa con las redes al llegar a los 100 MBPS. Este es el tope de velocidad de muchos switches y cables. Rápidamente pensé en que mi router WiFi (Eero) soporta Gigabit Ethernet (hasta 1,000 MBPS). Eso está bien, ese no es el problema.

“Pero el Eero está conectado por cable al router del cable operador”, pensé inmediatamente después. Ajá! Ese cable ha de ser el problema, tan solo ha de soportar hasta 100 MBPS. Abrí una vez más la aplicación del Eero en donde rápidamente vi que la velocidad de conexión del cable era de 100 MBPS.

Me dirigí al closet en dónde están todas las cajas de la tecnología que está rondando por acá en la casa. Abrí la caja del Eero y confirmé mi sospecha de que ahí había un cable de red, probablemente uno que si soportará 1,000 MBPS.

Tomé el cable original que venía con el Eero y lo cambié por el que estaba puesto. Un vistazo más a la aplicación del Eero y la velocidad de conexión cableada: 1,000 MBPS. Otra prueba de velocidad, resultado: 162 MBPS.

¡Problema resuelto! Pronto llamé al cable operador a cancelar la visita del técnico. Ya no era necesaria, el router está bien. La solución estaba frente a mis narices. Tan solo tenía que cambiar un cable de red.

Soluciones y responsabilidad

Problemas que resolver siempre hay. Situaciones que se puedan solventar para que un equipo esté mejor nunca faltan. Oportunidades para tomar la batuta y decir “yo me encargo” abundan. Lo que escasea en el mundo empresarial de hoy son personas que digan “yo lo hago, yo agarro la responsabilidad”.

La persona que propone y busca soluciones cada vez que ve un problema se vuelve indispensable. Aquel que toma la responsabilidad tiene el control. La persona que juega el rol de sirena de alertas pero rara vez toma la iniciativa de resolver pierde relevancia. Aquel que busca limitar su responsabilidad pronto dejará de existir.

Las soluciones son el producto del trabajo de personas responsables. Resolver un problema primero requiere que alguien decida adueñarse de la situación. A las personas que se adueñan de los problemas se les conoce como “responsables”. Cuando un persona responsable y comprometida ve un problema, podemos estar seguros de que el problema se resolverá.

Muchas veces le huimos a la responsabilidad. Cargar con el peso de ser nosotros los que vamos a resolver puede ser incómodo. Decir “yo” da miedo. Pero ser una responsable es el camino más seguro que hay. Decir “yo” es la mejor manera de asegurar que las cosas salgan como queremos. Cuando nosotros agarramos la responsabilidad de resolver lo peor que puede pasar es que después de mucho trabajo finalmente logremos solucionar.

El problema a resolver para vender mucho más

Para poder tener éxito en el mercado una empresa necesita entender y resolver las necesidades de sus clientes. Una empresa exitosa logra solucionar de una manera eficiente aquellos problemas que aún no tienen solución.

Es por esto que es es tan importante que como emprendedores entendamos cuales son los dos tipos de problemas que nuestros clientes pueden principalmente tener:

  1. Problemas externos: Estos son usualmente los problemas que nuestros productos resuelven directamente. Son resueltos por los productos o servicios que una empresa vende u ofrece. La solución a los problemas externos son cosas como computadoras, carros, muebles, consultorías, pizzas, software, etc. Por ejemplo, necesito una computadora entonces busco a Dell o a Apple. Si necesito una taza de café busco a Starbucks o Café Barista, etc.
  2. Problemas internos: Estos problemas tienen que ver con cómo se sienten los clientes, con las preocupaciones que tienen. No tienen nada que ver con la necesidad externa que todos vemos sino tienen que ver con la frustración que sienten los clientes al no poder solucionar sus problemas externos. Por ejemplo, necesito un consultoría (problema externo) porque siento que no soy capaz de lograr las metas de facturación y tengo miedo de que la empresa quiebre (problema interno).

En este momento quiero hacer énfasis en el error más grande que hacemos los emprendedores cuando tratamos de vender nuestros productos o servicios:

Nos enfocamos en tratar de vender soluciones a problemas externos pero los clientes siempre quieren comprar soluciones para sus problemas internos.

Nadie compra un Mercedes para ir de aquí para allá (problema externo). Ese problema lo resuelve cualquier otro carro. Las personas pagan bastante más por un Mercedes para resolver un problema interno: poder sentirse exitosos, presentar un cierto tipo de imagen. ¿Por qué algunas personas pagan el doble por una computadora Apple? No es porque la computadora sea el doble de buena. Es porque comprar Apple estas personas se sienten más creativas.

En fin, las personas siempre están buscando resolver sus problemas internos. Los problemas externos no son más que una fachada. La probabilidad de cerrar una venta es mucho mayor cuando nuestra marca ofrece resolver un problema interno, no uno externo.

Encuentren al culpable

Cuando algo sale mal en un equipo deportivo o en una empresa el impulso inicial, en la mayoría de casos, es buscar a el culpable. Esto no tiene beneficio alguno y tan solo es un gasto innecesario de energía para todos los involucrados.

La única razón por la cual puede tener sentido querer buscar a un “culpable” es para pedirle información relevante para solventar el problema —pedirle que ayuda a rectificar la situación. Fuera de esto, culpar a alguien tan solo es una evasión de responsabilidad y una perdida de tiempo.

Del otro lado dela moneda lo que sucede es que la persona responsable de la falla, debido a la cultura opresiva en que opera, esconde su falla y no la comparte con el resto del equipo. Esto previene que la organización pueda encontrar una solución inmediata al problema y los efectos de la falla se multiplican.

Como es obvio, una cultura que le gusta estar buscando culpables crea un circulo vicioso que perpetua la mediocridad y previene la solución efectiva de problemas. El costo de culpar es extremadamente caro y hay un sin fin de empresas y equipos que han llegado a su fin por estar adictos a la caserías de brujas.

El costo de resolver el problema equivocado

Existe una historia que se cuenta mucho entre los ingenieros de la NASA para ilustrar el costo de resolver el problema equivocado. La historia va algo así:

Muchas de las barreras que habían impedido que los cohetes llegaran al espacio habían sido superadas y había mucha emoción en el ambiente. El primer cohete estaba por ir al espacio y como buenos científicos los ingenieros de la NASA querían registrar todo lo que iba a pasar allá arriba. Así que se dieron a la tarea de inventar un lapicero que se pudiera utilizar en cero gravedad. Después de todo, es difícil hacer que la tinta baje hacia el papel cuando no hay gravedad.

Luego de hacer una inversión de varios millones de dólares y no haber podido encontrar una solución satisfactoria alguien se enteró de cómo los rusos habían resuelto el problema —usaron lápices.

Realmente no sé si la historia sea verdadera o sea más una leyenda urbana pero al final del día no importa. Ilustra de una manera fenomenal el costo de resolver un problema equivocado.

El problema que los ingenieros estaban tratando de resolver era “¿Cómo hacemos un lapicero que pueda escribir de cabeza en cero gravedad?” Cuando lo que realmente tenían que resolver era “¿Qué podemos hacer para escribir en el espacio?”

Antes de empezar a trabajar y desperdiciar tus recursos tómate el tiempo para pensar y asegúrate de que estás resolviendo el problema correcto.

Mente y opciones

La mente tranquila y centrada siempre puede encontrar el camino. No el camino que se cree que es el correcto sino que el camino que deber ser.

La mente tranquila puede ver más opciones que la mente agitada. La mente agitada es defensiva y gasta muchas de sus energías en defenderse. La mente tranquila se mantiene en paz y puede reservar todas sus energías para encontrar soluciones creativas.

Ante cualquier situación determinada hay infinitas opciones posibles. Cuantas se puedan identificar está determinado por el estado de la mente. ¿Es positiva? ¿Tiene miedo? ¿Hay optimismo? ¿Está centrada? Para identificar la mayor cantidad de posibilidades la primer orden del día es calmar la mente.

Las mejores opciones se encuentran en el ahora. No están ni en el futuro ni en el pasado. Están acá. La mente inquieta o está fantaseando en el futuro o se está lamentando por el pasado. Esto es inútil, ahí no hay nada. El único lugar en donde se puede encontrar la calma necesaria par resolver cualquier situación es en el momento presente. No hay respuestas en ningún otro lugar.

Mantenerse centrado libera a la mente de tener que estar resolviendo problemas internos. Cuando la mente ya no tiene que estarse preocupando por los conflictos internos, entonces se puede enfocar en resolver los problemas externos. Ha quedado libre para actuar.

Puede parecer contradictorio pero así es que funciona. La mente agitada ve pocas opciones. Esto a su vez genera más preocupación en la mente y crea intranquilidad. Luego se regresa al principio del ciclo y se reduce aún mas la cantidad de opciones que la persona identifica. ¿La solución? No escuchar a la mente en este momento, silenciar la voz interna que está causando toda la conmoción y escuchar el silencio interior.

La mente siempre tiene la solución. Tan solo debemos aprender a escuchar.

El arte de empezar de nuevo

No importa cual sea la situación. Puede ser un corte de electricidad que cause que pierdas todos los avances que no habías guardado por horas en tu videojuego favorito, puede ser ese disco duro que muere completamente justo en el momento que estabas terminando la tesis de la universidad o puede ser la salida inesperada de un trabajo. Lo que sea.

Cuando algo así te suceda básicamente tendrás 2 opciones frente a ti: detenerte ante el obstáculo (pared de ladrillo) que tienes enfrente o utilizar ese obstáculo (pared de ladrillo) para catapultarte a un mejor lugar.

Opción 1, ser detenido por el obstáculo.

Esto prácticamente quiere decir ver el obstáculo cómo un problema sin solución. Y una vez que ves una situación cómo un problema sin solución, prácticamente le has dado el poder a tu problema de ser invencible. Fin del juego. Nunca volverás a empezar de nuevo.

Opción 2, utilizar el obstáculo como catapulta.

¿Pero que pasa si ves el problema cómo una oportunidad? Y no solo lo ves cómo una oportunidad sino que como un regalo sin el cual nunca podrías hacer tu mejor trabajo, un regalo sin el cual nunca te podrías convertir en tu mejor versión.

Debes recordar que sin importar cual sea el problema, claro, exceptuando la muerte, siempre tienes la oportunidad de aprender algo de él. De ver algo que no habías visto antes. De entender cómo funciona algo que antes no entendías. De empezar de nuevo con mente fresca y un corazón lleno de ilusión. Tan solo debes buscar.

Empezar de nuevo siempre es una opción. Siempre. Y es una opción que te garantiza el éxito. Por qué lo peor que puedes pasar al empezar de nuevo es que vuelvas a fallar. Y si vuelves a fallar recuerda que también puedes volver a empezar de nuevo sabiendo un poco más, siendo un poco más fuerte y con más experiencia que la vez anterior.

Cuando tengas una pared de ladrillos enfrente que no te deje pasar, recuerda para que están esas paredes ahí (los obstáculos): Tan solo están ahí para separar a las personas que medio quieren alcanzar sus objetivos de aquellas que realmente los quieren alcanzar y están dispuestos a derrumbar esas paredes para lograrlos.

Este es el arte de empezar de nuevo.

El efecto mariposa y la resolución de problemas complejos

Cuando una nueva idea o empresa está emprendiendo, seguro se deberán de resolver problemas bastante complejos. Esto es de igual manera cierto para empresas de todo tamaño que ya han sido establecidas. Conforme la complejidad de los problemas o retos a resolver va creciendo, también crece la ansiedad y la incertidumbre de las personas o equipos tratando de resolverlos.

Conforme el involucramiento en la resolución del problema se va haciendo mayor es muy fácil perder la perspectiva y se empieza a crear un vínculo lineal muy fuerte entre la complejidad del problema siendo resuelto y la “supuesta” complejidad de la solución al problema. Se piensa que si el problema es complejo, la solución debe ser difícil o complicada.

Pienso que en la mayoría de los casos esto no es cierto y que la raíz de un 99.9% de todos los problemas es algo bastante simple de resolver, siempre y cuando se tenga un entendimiento profundo de la verdadera causa. Acá es donde quiero citar desde Wikipedia lo que es el efecto mariposa:

“El efecto mariposa es un concepto de la teoría del caos. La idea es que, dadas unas condiciones iniciales de un determinado sistema caótico, a la más mínima variación en ellas puede provocar que el sistema evolucione en ciertas formas completamente diferentes. Sucediendo así que, una pequeña perturbación inicial, mediante un proceso de amplificación, podrá generar un efecto considerablemente grande a mediano o corto plazo de tiempo.”

Es de suma importancia para que un emprendimiento tenga éxito que los líderes del mismo y todas las personas en puestos clave de la organización entiendan que hasta los problemas más complejos que se deben resolver para lograr las metas deseadas usualmente pueden ser resueltos realizando pequeños cambios y encontrando soluciones a situaciones bastante simples.