730 posts en 730 días: lecciones aprendidas, misión cumplida

Hace exactamente dos años empecé un experimento. Como sucede con todo experimento, no sabía qué iba a pasar. Ni siquiera sabía si lo iba a poder terminar. El camino se veía largo y para ser totalmente honesto, algo tenebroso.

Pues bien, acá estoy hoy aún de pie, un 7 de Mayo 2022, para compartir los resultados de mi experimento y todo lo que aprendí escribiendo 730 posts en 730 días.

La verdad es que hay muchas cosas que aprendí. Algunas son acerca de mí. Otras son cerca del proceso de cumplir una meta grande y ambiciosa. También aprendí acerca del arte y disciplina de escribir. Finalmente, también aprendí qué en el Internet hay mucha gente buena que está buscando mejorar sus vidas. Es un gusto poder interactuar con cada uno de ustedes.

Sí, este experimento dejó muchísimos aprendizajes, valió mucho la pena haberlo hecho.

Saben, cuando una está parado ante una meta grande, que incluso puede llegar a verse cómo inalcanzable, hay cierto temor que surge en lo más profundo del corazón. Aprendí qué es este miedo, y no la dificultad de lo que estamos por empezar a hacer, lo que muchas veces nos detiene y mata nuestros sueños.

Estas metas ambiciosas son las que transforman nuestras vidas. Creanme, estoy tan lejos de ser la misma persona que era hace dos años cuando empecé esto que hay aspectos de quién era que hoy ya ni siquiera puedo reconocer.

Perseguir proyectos grandes nos transforma. Para poderlos lograr tenemos que cambiar. Nos tenemos que convertir en el tipo de persona que los puede hacer. Proponernos este tipo de retos es transformacional. No es lo más cómodo del mundo pero siempre es un esfuerzo que paga los mejores dividendos. Al final, no importa si logramos el objetivo, el proceso siempre nos transforma. Eso es lo importante.

Todos los proyectos, sin importar qué tan grandes, largos o complejos sean, se pueden segmentar en pequeños pasos que son realizables. La única manera de talar un bosque es cortando un árbol a la vez. No te intimides por el bosque, siempre manten tu vista en el árbol que tienes enfrente. Como a menudo me dice una muy buena amiga, la meta se tiene que sentir incómoda e inalcanzable, tu siguiente paso siempre se debe sentir cómodo y fácil de lograr.

Lo más difícil es el principio. Romper la inercia es lo más duro. Después de unos cuantos meses uno empieza a cambiar. Las habilidades se empiezan a desarrollar. El momentum empieza a jugar favor y lo que una vez era difícil se empieza a sentir, con cada día que pasa, un poco más fácil. Con cada 24 horas que pasan, la fortaleza interna crece. Los obstáculos empiezan a desaparecer.

No hay nada más poderoso que la convicción. Cuando una persona está convencida de que quiere lograr algo, no importa cuántos fracasos encuentre en el camino, eventualmente logrará su cometido. Durante estos 730 días tuve días en que “la vida”, e incluso “la muerte”, quisieron jugar en mi contra. La convicción de querer lograr completar el experimento fue lo único que me permitió llegar hasta el final.

Escribir es algo que realmente me apasiona. Esta fue una de las principales hipótesis que quería probar cuando empecé este experimento. Desde los días que me sentaba a lamentar acerca de mi vida por medio de escribir obscuros poemas o las letras para las canciones de Kalhua, siempre me he sentido muy inspirado al momento de escribir. Hoy puedo decir que me considero un escritor, que lo hago bastante bien y que el siguiente paso es empezarlo a hacer de manera profesional.

730 días, 2 años, es una larga cantidad de tiempo. Se pueden aprender muchísimas cosas en un período de tiempo tan largo. Me llevo muchísimos aprendizajes más de los que les he compartido hoy. Creo que este post no es el lugar para compartirlos todos. Este es un día para festejar.

Hoy me llevo un Manolo cambiado, un Manolo mucho mejor. Un Manolo que sin duda alguna va a seguir escribiendo todos los días aunque de una manera diferente. Lo más probable es que no siga publicando todos los días.

Tengo la idea de trabajar sobre el material que ya he generado para hacer un libro. Esto requiere de un tipo de trabajo diferente que no involucra publicar todos los días. También quiero trabajar en mejorar el blog y hacer que los más de 1,000 posts que ya he escrito estén organizados de mejor manera y que el contenido sea más fácil de encontrar.

Finalmente quiero trabajar en hacer que mis ideas le lleguen a mucho más personas y eso implica aprender a utilizar mejor las redes sociales y la publicidad en linea. Así es que no se preocupen si mañana no ven un nuevo post. Todo está bien, solo estoy probando algo nuevo. Algo diferente. Algo un poco más ambicioso.

A todos ustedes que han estado leyendo todos los días, un millón de gracias por haberme acompañado en este proceso. Sé que todo crecimos mucho juntos.

Gracias.

A todo vapor

Decidir hacer algo y luego no hacerlo de la mejor manera posible es un pecado. Este comportamiento no es más que un homenaje a la mediocridad. Si algo nos está limitando a nivel de empresas, gobierno, país y humanidad es la falta de compromiso con aquello a lo que ya le hemos dicho “sí”.

Ninguno de nosotros está forzado a hacer algo que no quiere. Nadie tiene por qué decirle que sí a algo que no le interesa. Saber decir no es una parte importante del proceso. Antes de decirle que si a un nuevo proyecto o compromiso, por favor, pensémoslo bien. En el caso de que no estemos comprometidos con ir a todo vapor, mejor digamos que no. Y si ya estamos metidos en algo por lo que no estamos dispuestos a morir, mejor dejarlo al lado.

Decir que no le abre espacio, le inyecta energía y le da vida a todos los “sí” que queremos perseguir. Ir a todo vapor requiere de enfoque, energía y dedicación. Tener muchos “tal vez” en el calendario diluye los “sí”. El primer paso es podar todo aquello que está ensuciando el jardín de lo que en el fondo sabemos que son las prioridades que queremos en nuestras vidas.

Y pues lo único que queda es echar toda la leña al fuego. Quemar los barcos. Es dejarlo todo en el campo por aquellos “sí” por los que hemos decidido luchar. Es dejar la mediocridad y hacer lo que hemos decidido hacer, sin importar que jodidos sea, a lo mejor de nuestra capacidad.

Vamos a todo vapor. !Nada nos puede detener!

El secreto para lograr tu metas más incómodas

Recientemente he estado pensando mucho en cómo mejorar el proceso que utilizo para lograr mis metas. He leído bastante al respecto y he tenido varias pláticas al respecto con mi Coach. Estoy descubriendo estrategias muy interesantes, acá les comparto una que me parece fenomenal.

Al momento de definir una meta, se deben buscar metas que nos hagan sentir incómodos. Las metas que nos incomodan por definición son grandes y ambiciosas. Nos hacen crecer y nos convierten en mejores personas. Una meta que no nos reta no nos mueve hacia adelante de manera significativa.

Una vez que la meta incómoda ha sido definida, es momento de encontrar confianza y comodidad para poder empezar a ejecutar con precisión y diligencia. Es momento de listar los siguientes pasos inmediatos que moverán la meta hacia adelante. Estos siguientes pasos deben ser lo suficientemente alcanzables para hacernos sentir cómodos de que los podemos ejecutar.

Una meta ambiciosa está compuesta por una serie de siguientes pasos que se deben cumplir. Disectar una meta que nos incómoda en pequeños siguientes pasos alcanzables que nos hacen sentir cómodos es una estrategia infalible.

Recuerda:

  1. Establece metas incómodas
  2. Siempre ten un siguiente paso cómodo disponible
  3. Alcanza todo lo que quieres en tu vida

El ingrediente principal para alcanzar tus metas

Ninguna meta se alcanza por casualidad. Lograr una meta requiere seguir un proceso metódico y de mucha intencionalidad. Cada meta que se cumple tiene mucho trabajó tras bambalinas. Sí, alcanzar metas es un proceso que necesita de mucha disciplina.

“Disciplina” es un término confuso ya que su uso ha sido bastante trillado. Para efectos prácticos, “disciplina” en este artículo se definirá de acuerdo a lo que Wikipedia define como Auto-Disciplina 1:

La autodisciplina se refiere a la capacidad de la persona para llevar a cabo una determinada tarea o para adoptar un determinado comportamiento, incluso si esa persona preferiría estar haciendo otra cosa. Por ejemplo, esforzarse por (y lograr) sustituir un hábito perjudicial (para esa persona o para los demás) por cualquier actividad (placentera o no) que contribuya a la mejora de su calidad de vida (o la de los demás) es una muestra de autodisciplina.

La autodisciplina es, en cierta medida, un sustituto de la motivación, cuando utiliza la razón para determinar el mejor curso de acción que se opone a los deseos de uno. Sin embargo, la autodisciplina puede originar dos tipos de comportamientos:

  • Comportamiento virtuoso: las motivaciones están alineadas con los objetivos, hacer lo que uno sabe que es mejor y hacerlo con mucho gusto.
  • Comportamiento contingente, por el contrario, es cuando uno hace lo que sabe que es lo mejor, pero debe hacerlo oponiéndose a las motivaciones propias.

Trasladarse de un comportamiento contingente a un comportamiento virtuoso requiere de entrenamiento y de autodisciplina.

Así es que si alcanzar metas fuera una receta, la disciplina sería el ingrediente principal. Alcanzar una meta es algo complejo y muchas cosas se deben cumplir para lograrlo. Pero todo empieza con la disciplina.

Recuerda, sin disciplina, no hay manera consistente de alcanzar tus metas.

Desarrolla tu disciplina y alcanza todo lo que quieres en tu vida.

Un buen panel de control

Todos usamos distintos paneles de control todos los días. Créanme, sin ellos no llegaríamos muy lejos. El microondas nos dice cuánto tiempo falta para que nuestra comida esté lista. El carro nos dice a qué velocidad vamos, cuánta gasolina nos queda y cuál es la temperatura del aceite. Operar cualquiera de estas simples máquinas sería prácticamente imposible sin tener la retroalimentación adecuada en un panel de control visible.

Ahora, parece ser que en algunos casos mientras más compleja sea la situación que se quiere administrar, menos datos se tienen a la mano. Es cierto que crear un panel de control útil, limpio, intuitivo y simple es difícil. Pero esto no es razón para no hacerlo. “Lo que no se mide se puede gestionar”, decía el gran Peter Drucker. Conforme más compleja sea la situación que se quiere gestionar, mejores paneles de control se deberán tener.

Conforme la complejidad de algo crece la necesidad de tener información simple y en tiempo real para administrarlo también crece. Tal ves un microondas se pudiera llegar a manejar sin un buen panel de control pero este no es el caso para un avión. Mucho menos para gestionar una empresa o para un emprendedor que está buscando obtener los mejores resultados de su equipo. Lograr los ambiciosos objetivos que tenemos en nuestras vidas no es fácil. Para alcanzarlos, primero necesitamos un buen panel de control.

Miedo y claridad: El secreto para lograr mejores resultados en la empresa

Muchas personas tienen miedo de comprometerse al cumplimiento de metas y objetivos. Sin duda alguna este fenómeno es una epidemia muy esparcida en el mundo empresarial. El resultado: metas muy ambiguas y una falta de seguimiento que rinden resultados sub óptimos.

La buena noticia es que este es solo un caso más de confusión. El secreto para resolver el problema es entender por qué el compromiso a cumplir un objetivo le pudiera causar miedo a una persona. Para poder desenvolver eso es necesario antes entender que las personas sentimos miedo cuando nos falta información o hay algo que no sabemos. Entonces, ¿Por qué tantas personas sienten miedo de comprometerse a cumplir un objetivo? Simple, porque no tienen claridad y les falta información respecto a cualquier de las siguientes especificaciones del objetivo o el proceso de evaluación:

  • El objetivo no está claramente definido, por ende no saben que es lo que deben lograr.
  • No tienen claro cómo se ve el éxito una vez que cumplan el objetivo. Es decir, no tienen una visión clara que alcanzar.
  • No saben cómo serán evaluados.
  • No saben qué pasará si fallan.
  • No saben que pasará si tienen éxito.
  • No saben claramente cómo serán evaluados.
  • No entienden el proceso para presentar sus resultados.
  • No entienden la importancia relativa del objetivo contra el resto de sus responsabilidades.

Esta lista podría seguir y seguir. Pero por hoy la podemos dejar ahí y hacer énfasis en que si como líderes queremos inspirar a nuestros equipos a lograr los objetivos que la organización quiere alcanzar es muy importante ayudar a que nuestros equipos no tengan miedo de comprometerse a trabajar muy duro en ellos. ¿Y cómo hacemos esto? Siendo lo más claros y específicos que podamos para comunicar qué son los objetivos que queremos que logren y como estaremos evaluando el avance y los resultados de su trabajo.

El propósito detrás del objetivo

Tener un objetivo es bueno. Los objetivos claros nos dan dirección y nos mantienen encaminados. Cuando no tenemos un objetivo bien definido nos sentimos perdidos, sin dirección. Cuando una persona tiene un objetivo claro que quiere alcanzar puede empezar a medir sus avances. La energía incrementa al igual que el enfoque. Mucho del esfuerzo de la persona se empieza a utilizar para alcanzar el objetivo.

Pero, ¿Qué pasa cuando las cosas cambian, el tiempo pasa y el objetivo deja de ser relevante e insistimos en perseguirlo? He estado pensando mucho en estos últimos días. Tengo la leve sospecha de que estoy persiguiendo algunos objetivos por el simple hecho de lograrlos aunque lograrlos ya no me aporta ningún valor.

Claro, ser disciplinados y hacer todo lo que podemos para alcanzar nuestros objetivos es una gran virtud. Per sí y solo sí el objetivo que perseguimos tiene un propósito atrás. No debemos olvidar que lo que queremos alcanzar (nuestros propósitos) cambia con las circunstancias y el paso del tiempo.
Es una buena idea detenernos de vez en cuando a evaluar si los objetivos que estamos persiguiendo siguen siendo relevantes para nosotros hoy. Si la respuesta es un “no” sincero pues lo mejor es buscar un nuevo objetivo que esté más alineado con nuestros propósitos actuales.

Organizar antes de hacer

Hacer se siente bien. Nos da la sensación de que estamos siendo productivos. El problema es que a menudo estamos haciendo las cosas erróneas y la sensación de productividad se queda solo en eso, en un sensación.

Por el otro lado, organizar nuestros pensamientos y clarificar que es lo qué realmente queremos hacer es algo intangible y no se siente tan bien. La sensación no es tan agradable pero siempre que nos tomamos el tiempo para pensar y organizar qué es lo que vamos a hacer resultamos siendo bastante más productivos.

Creo que tomarse unos momentos de silencio a solas para organizar nuestros pensamientos siempre es algo que pagará muy buenos dividendos. Especialmente cuando estamos por empezar a trabajar en algo que es importante. La acción no siempre lo es todo. La acción bien dirigida a un plan debidamente organizado SÍ lo es todo.

Antes de empezar a trabajar en tu siguiente actividad te recomiendo que te tomes unos minutos para organizar tus pensamientos. El resultado final de tu proyecto te lo agradecerá, siempre.

Antes de poder alcanzar cualquier meta hay que estar dispuestos…

La mayoría de personas alcanzan sus metas solo después de que están dispuestas a hacer lo que haga falta para lograrlas. ¿Por qué es esto? Porque para cumplir la mayoría de metas se requiere sobrepasar obstáculos, algo que por naturaleza requiere de convicción, es decir, esa fortaleza interna que permite a los seres humanos no darse por vencidos hasta lograr su cometido.

Todos los grandes logros de la humanidad tienen como origen un breve instante en el cual alguien, en algún lugar, tomó la decisión de terminar el trabajo sin importar que adversidades pudieran surgir en el camino. En ese momento decisivo, al inicio del camino, créanlo o no, es cuando ocurre toda la magia. El resto del camino es extremadamente importante pero es una travesía que es imposible de recorrer si no se tiene una sólida convicción desde el inicio.

Todos hemos estado ahí. Mañana, muy temprano, tenemos una reunión muy importante. Ponemos el despertador y desde el momento en que nos acostamos sabemos (estamos convencidos) de que en el segundo en qué suene el despertador nos vamos a levantar. Ahora bien, usualmente esto no funciona así cuando ponemos el despertador para hacer ejercicio el fin de semana. A veces nos despertamos y a veces no. ¿Por qué? Porque la mayoría de veces cuando nos vamos a acostar no estamos 100% convencidos de que nos vamos a levantar independientemente de cómo nos sintamos cuando suene el despertador.

Este trivial ejemplo ejemplifica el poder de la convicción, de ese casi olvidado arte de estar dispuestos a terminar el trabajo. En realidad no importa el tamaño de la meta que se esté persiguiendo. Todo empieza con la disposición de hacer lo que se requiera. Si un ser humano está convencido de que puede hacer algo, usualmente lo logra.

Amigos de responsabilidad

La persona más fácil de engañar eres tu mismo. Como juez y parte, siempre saldrás ganando. Es cierto, a muchos les compramos excusas, pero con nosotros mismos arrasamos con todo lo que esté en oferta. No es sorpresa que sea tan difícil responsabilizarse a sí mismo.

Del otro lado de la moneda existe el concepto da la presión social. Usualmente la presión social se presenta en un tono negativo —el joven empezó a fumar por la presión de sus amigos. La presión social al final del día es una herramienta cultural que ha ayudado a sobrevivir a la humanidad por cientos de miles de años. Al igual que cualquier otra herramienta, se puede utilizar para bien o para mal.

¿Cómo se podría ver la presión social utilizada para bien? Imagina un grupo de Whatsapp que has creado con 4 ó 5 de las personas que más admiras dentro de tu circulo de conocidos. Este grupo de Whatsapp solo tiene un objetivo: Hacer compromisos serios hacia los demás miembros del grupo y reportar si los compromisos se cumplieron o no. Eso es todo.

Esta idea no es nada nuevo y no es algo que yo me esté inventando. Lo que si les puedo decir es que es una herramienta que utilizo todos los días de mi vida y he logrado un sinfín de cosas que no hubiera logrado de no tener este grupo de apoyo. Mis compañeros también han logrado bastante. No somos diferente a los demás y somos muy vulnerables a comprarnos excusas y no ser responsables ante nosotros mismos. Para lograr más, nos necesitamos.

El nombre que se le da tradicionalmente a este tipo de iniciativas —sean en Whatsapp o cualquier otro medio— es el de “Amigos de responsabilidad”. Para que una iniciativa de amigos de responsabilidad funcione se necesita:

  • Admiración y respeto entre todos los miembros del grupo.
  • Un compromiso serio de cumplimiento por cada persona que se une al grupo.
  • Baja tolerancia a cualquiera que no cumpla sus compromisos. Estándares altos.
  • Deseo colectivo de superación. Ganas de crecer y de ver a los demás crecer también.

La presión social puede ser algo maravilloso cuando se utiliza para bien. Si realmente quieres lograr todo aquello que aún no has logrado, da el paso y haz el compromiso. Crea tu grupo de amigos de responsabilidad y empieza ya. No te. arrepentirás.