Las situaciones que me molestan

Mientras he ido avanzando en el camino de conocerme más he aprendido a manejar de mejor manera aquellas situaciones que me molestan. Debo ser sincero, muchas de estas situaciones se pueden considerar como triviales y algunas de ellas hasta como ridículas. Hay tanto que me molesta.

Sin embargo, conforme he pasado más y más tiempo analizando y haciendo mucha introspección sobre aquello que me molesta me he dado cuenta de que las situaciones que me afectan dicen más acerca de mí que de lo que está pasando.

Poco a poco estoy aprendiendo a experimentar mi reacción como algo personal e independiente a lo que está sucediendo. Si algo me molesta no es por qué lo que está sucediendo sea intrínsecamente molesto, es por qué yo he decidido, por alguna razón, que eso es algo que me debiera molestar. Considero este reconocimiento como una gran avance.

Esta nueva descubierta habilidad de poder detenerme al momento de enfrentar una situación que considero como incómoda o molesta y poder preguntarme “¿Por qué esto me está molestando?” es la puerta a un nuevo mundo lleno de posibilidades.

Aunque aún no pueda responder la pregunta de por qué algo me molesta con total claridad, el poder detenerme y hacer la pregunta me ha dado una perspectiva del mundo radicalmente diferente. Me resulta muy difícil poner en palabras exactamente qué es lo que cambia con la pausa y la pregunta. Lo que sí sé es que aunque hay muchas situaciones que me siguen molestando, de cierta manera me siento un poco más ajeno y distante a ellas. Creo que voy por el camino correcto.

La lucha por bajar de peso (mental)

Al escuchar “bajar de peso” inmediatamente pensamos en dietas, ejercicio y ropa apretada. Creanme, yo he estado ahí. Al día de hoy he bajado 130 libras desde que alcance mi peso máximo de 300 libras. Hoy peso 170 libras. Esa batalla ya fue ganada.

Ahora les digo que ganar la lucha por bajar peso corporal es difícil. Requiere de disciplina, autocontrol y constancia. Pero con todo esto, que es bastante, bajar peso corporal es un juego de niños comparado a bajar peso psicológico.

Sí, “bajar de peso” no solo aplica al cuerpo. También aplica para la mente. El peso de pensamientos negativos, miedos, angustias, remordimientos, apegos, dudas, etc. que cargamos con nosotros día tras día es lo más difícil de vencer.

El cuerpo se acostumbra a ciertos hábitos de alimentación y ejercicio. Cuando los hábitos son dañinos, el cuerpo se reciente y en muchas ocasiones sube de peso. De igual manera, la mente se acostumbra a ciertos patrones de pensamiento e interpretación que cuando son destructivos hacen que nuestra experiencia de vida sea pesada y mayormente negativa.

Al igual que cuidamos nuestro cuerpo, debemos cuidar la mente. De esto depende nuestra felicidad. El problema es que, a diferencia de lo que sucede con el cuerpo, con la mente ni siquiera nos damos cuenta que necesitamos bajar peso. Al principio nos resulta imposible ver que estamos mal y que necesitamos cambiar. Tomamos nuestra situación actual como “normal”.

Y no estoy hablando de desordenes psicológicos o psiquiátricos extremos. Estoy hablando de la experiencia diaria que todos tenemos viviendo nuestras vidas. Seamos honestos. Nuestras experiencia no es tan “ligera” que digamos.

Vivimos adictos a la aprobación de otras personas y cualquier rechazo nos desarma por días a la vez. Nuestras mentes están constantemente fabricando historias de horror que nos mantienen ahogados en miedos que nunca llegan. Los errores del pasado jamás nos liberan de culpas que no existen. Nuestras relaciones están manchadas con enojos y envidias. Sufrimos por creer que necesitamos esto o aquello para ser felices. Esto no es cierto. Esta no es manera de vivir.

Bajar peso psicológico requiere que despertemos, que aceptemos que no estamos bien y que deseemos vivir nuestras vidas más cerca de la realidad. Esto resulta ser difícil. Muy difícil. La programación que hemos recibido desde pequeños luchará contra nosotros hasta el final.

Cambiar nuestra psicología es bastante más difícil que bajar 130 libras. De hecho, no podemos bajar 130 libras sin antes cambiar nuestra manera de pensar. Es ahí en donde debemos trabajar primero.

Pero vale la pena. La recompensa de la liberación mental es bastante más gratificante que bajar cualquier cantidad de peso corporal.

El menú para niños

Ahhh, los famosos deditos de pollo frito. Ya sea en McDonalds o en cualquier restaurante as formal esta es la comida que siempre nos saca de apuros como padres de niños pequeños. Hago énfasis en que me incluyo dentro de este grupo.

Lo mismo va con el iPad. ¿Por qué no juegas el mismo juego que has jugado mil veces? O, ¿por qué no miras la misma película que has visto las últimas 1,00 veces?

Los deditos de pollo tan solo son un síntoma. Si nunca queremos experimentar algo nuevo, si nunca queremos probar comidas nuevas o comer algo que no nos gusta, si nunca queremos interactuar con alguien con quien estamos en desacuerdo, pues los deditos de pollo son un excelente lugar por donde empezar.

Lo “nuevo” es un hábito que le podemos enseñar a nuestros hijos. Y también es un hábito que nosotros mismo podemos aprender. Trata de ir a pensar en ese parque que nunca has visitado, trata de llevar una dieta vegetarian unos 3 días, trata de afiliarte a un foro donde todos piensan distinto de ti.

Recuerda, el menú para niños siempre estará disponible pero eso no quiere decir que sea una buena  idea.

Seth Godin acaba de escribir sobre esto en su blog y me puso mucho a pensar. Entiendo que los niños aprenden a través de la repetición y práctica constante. ¿Que tal si les enseñamos a que piensen y practiquen adoptar cosas nuevas?

Mañana empiezo.