Hay veces que nos damos el tiempo de detenernos y es entonces que podemos ver el mundo desde un punto de vista diferente. Pausamos la carrera y realmente apreciamos todo aquello que nos rodea. Tal vez, tan solo tal vez, es entonces cuando podemos ver la realidad un poco mas cerca a como realmente es. Es en estos preciados momentos que conectamos con algo tan personal que tan solo se podría describir como conectar con nosotros mismos.
Esto fue lo que recientemente experimenté al pasar 2 días en Petén, majestuoso departamento ubicado al norte de Guatemala, cuna de la gran civilización Maya y la imponente ciudad de Tikal. Fueron 48 horas llenas de una profunda sensación de pertenencia a algo mas grande que yo mismo, introspección, cuestionamiento y sobre todo una alegría muy intensa que vino de estar rodeado de tan solo mi familia y la simpleza que la naturaleza trae sobre la a veces innecesaria complejidad que tantas veces forzamos sobre nuestras vidas.
Estos son los aprendizajes de vida que Tikal me regaló en tan solo 48 horas.
Respeto a la Naturaleza.
Prácticamente todas las interacciones que tuve con cada una de las personas en Petén dejaron una marca en mi y me llevaron a cuestionar las cosas a las que les doy mayor importancia en mi vida. Primer ejemplo, la simpleza y humildad del guardia de seguridad del hotel que nos acompañó en nuestra caminata al biotopo me mostró, a travez de su apreciación por la naturaleza, que no se necesita de mucho para estar bien con nosotros mismos.
Esta humilde persona, cuyo trabajo como guardia de seguridad es acompañar a los turistas en sus caminatas y enseñarles las maravillas de la naturaleza que encontrarán en su camino, me ayudó a sentirme de nuevo parte del mundo. Me recordó, a través de su profunda conexión a cada planta y animal que vimos, que somos parte de algo mas grande a lo que TODOS pertenecemos y que ello proveerá todo lo que necesitamos, eso si, siempre y cuando lo sepamos buscar.
Fue una historia tras otra, como aquel relato de la persona que vivió 125 años al solo comer nuez de Ramón; o la anécdota en la cual nos compartió la vez en que su tío sobrevivió la mordedura de una serpiente Barba Amarilla con un coctel, de si mal no recuerdo, Achiote. La cristalina convicción con que cada palabra fue pronunciada en esa caminata entre la jungla petenera me ayudó a entender que realmente podemos estar bien con nosotros mismos y que también tenemos la opción de ser extremadamente felices con mucho menos de lo que ahora creemos ser necesario.
La naturaleza de por si ya nos da todo lo que necesitamos. Tan solo tenemos que estar presentes y darnos cuenta de todo lo que ya existe a nuestro alrededor. Creo que para eso debemos empezar por aprender, por medio de contacto directo, sobre todas las maravillas que la naturaleza nos regala y entonces luego podremos llegar a respetarla para luego finalmente poder dejar ir todos nuestros apegos a tanta complejidad material que constantemente estamos buscando.
Sentido de Pertenencia, Maestría y Agradecimiento
Oscar, el guía de turismo que nos compartió tanta sabiduría en las 5 horas que estuvimos con el en el parque nacional Tikal, es probablemente una de las personas mas apasionadas que he conocido en mi vida. Apasionado por su trabajo, apasionado por sus orígenes y apasionado el lugar donde vive, Oscar aparenta llevar por dentro lo que muchos describiríamos como “la vida de mis sueños”. Déjenme contarles.
Oscar tiene 53 años de edad y ha trabajado en el parque Tikal desde los 16 años, edad en la que llegó a Petén desde Jalapa, lugar en donde nació. Oscar empezó trabajando como guardia del parque hace 37 años dando rondas de 24 horas asegurando el perímetro de 12 kilómetros de jungla alrededor del parque.
La parte de esta historia que me llamó la atención fue la cantidad de veces que Oscar mencionó estar profundamente agradecido por la oportunidad que tuvo de arriesgar su vida para cuidar este patrimonio de la humanidad por qué de no haber sido así, nunca hubiera podido dar el salto a convertirse en guía turístico y haber podido aprender la manera de pensar de los Mayas, toda su sabiduría y por ende estar tan felizmente como ahora lo está.
Y creanme, por lo menos desde mi punto de vista, Oscar es feliz, muy feliz! Después de haber conocido una buena parte de Tikal con el creo que su felicidad viene de los siguientes aspectos que vi bastante marcados en el:
- Un profundo sentido de pertenencia a la cultura Maya (para los Guatemaltecos, nuestros antecesores). Cada explicación de cada piedra o detalle arquitectónico que se nos presentó fue acompañado de un chispa en los ojos que gritaba “miren lo que nuestros –abuelos– construyeron, ¿no les parece formidable?
- Una maestría en lo que se estaba haciendo que pocas veces he visto. Es natural que después de hacer la misma cosa después de 37 años uno la pueda dominar. Lo que al menos para mi no es natural es que una persona siga buscando aprender y disfrute tanto de hacer la misma actividad una y otra vez después de tanto tiempo. El hecho que Oscar nos agradeciera por tomar el Tour con el para que con esto el pudiera volver una vez mas, un 23 de Diciembre, a ver el parque me pareció tan admirable que por eso decidí escribir este artículo.
- Una alegría por compartir lo que sabe para que los demás se unan a su visión de como debiese ser el mundo. Es cierto, todos siempre estamos vendiendo algo. Y eso está bien. Oscar a mi me pareció estar vendiendo la sabiduría de generaciones pasadas a personas del presente que de alguna manera u otra pudiéramos haber perdido nuestro camino. Me pareció que el está luchando por mantener viva una filosofía de vida y siglos de aprendizaje con el fin de que esta magia no se olvide en medio de la jungla petenera y que todos podamos llevarla en nuestros corazones.
- Todo tiene su lado positivo y su lado negativo. En el camino de regreso veníamos platicando sobre lo apacible y maravilloso que me había parecido Petén, y en particular Tikal. Le comentaba a Oscar como me molesta el tráfico y lo agitada que por momentos parece ser mi vida. El , con su característica sonrisa, me contestó que todo tiene su lado bueno y su lado malo y que la verdadera felicidad viene de saber equilibrar las cosas. “Acá no tenemos los hospitales que ustedes tienen en la capital”, me dijo. “Si, nosotros no tenemos el tráfico, pero tampoco tenemos muchas de las cosas que ustedes tienen allá. De igual manera ustedes no se pueden despertar y caminar a ver los templos y las pirámides.” Me quedó claro que somos nosotros los que debemos encontrar el balance y el equilibrio ya que no todo puede estar en el mismo lugar y al mismo tiempo. Somos nosotros los que escogemos.
Y es con esto es con lo que me quedó. Con la ilusión de buscar este nuevo balance en mi vida. Después de haber conocido tanto que no sabía que existía quiero explorar nuevas maneras de vivir mi vida. Quiero mas. Quiero seguir buscando que otras posibilidades que aún no he visto para poder tener una vida mas plena. Quiero conocerme mejor para encontrar ese sentido de pertenencia, maestría, balance y agradecimiento que conocí en Tikal.