El uso del tiempo y la tecnología

Sin duda alguna, la tecnología es algo que, durante todo el trayecto de la historia humana, nos ha ayudado a utilizar mejor nuestro tiempo. La tecnología es la principal razón que nos permite disfrutar las vidas que hoy tenemos. Es el motor detrás de la prosperidad de nuestra civilización.

Y aún así, la tecnología tan solo es una herramienta que amplifica los más profundos deseos humanos. Son estos deseos, lo que determinará no solo el tipo de tecnologías que crearemos, sino que como utilizamos la tecnología que ya tenemos disponible.

Y con esto vuelvo al uso de nuestro tiempo que, para el propósito de este post, es lo mismo que el uso que le damos a la tecnología. En este mundo hiper-conectado en que vivimos hoy nuestra calidad de vida, más que nunca antes, depende de cómo decidimos usar la tecnología y por ende como usamos nuestro tiempo.

Por ejemplo, estamos afuera y tenemos 10 minutos que esperar. ¿Qué escogemos hacer con nuestra conexión a toda la información del mundo? ¿Nos endormecemos con el scroll infinito de las redes sociales o leemos un articulo que nos ayude a crecer?

Nos sentimos quemados de tanto trabajar. ¿Dejamos que nuestra adicción a la pantalla nos mantenga pegados al email del trabajo hasta las 3:00am o streameamos una meditación que nos ayude a dormir mejor? Estamos aburridos y no hay nadie alrededor. ¿Vemos vídeos que se burlan de personas que tuvieron accidentes en YouTube o buscamos un tutorial que nos ayude a desarrollar alguna habilidad para crecer nuestros ingresos? Estamos con sobre peso. ¿Celebramos que ahora es prácticamente inmediato pedir comida chatarra por el teléfono o creamos y seguimos un plan de perdida de peso con una de las más de 1,000 aplicaciones gratuitas que existen?

Las herramientas sin duda alguna están ya disponibles. La más grande pregunta que afrontamos cómo especie es que vamos a hacer con ellas. Los invito a escoger sabiamente.

Cuando no es fácil, vale más

Hacer lo que se debe hacer cuando se tienen las ganas de hacerlo es fácil. Los verdaderos profesionales hacen lo que deben hacer incluso cuando no tienen las ganas de hacerlo. En ellos no pueden nacer las excusas. Esto es lo que hace los hace únicos. Los hace de cierta manera, mejores.

La constancia y compromiso con cumplir, independiente de el nivel de motivación que se pueda tener, es lo que diferencia a las personas exitosas de los demás. Son estas personas, aquellas que logran vencer la comodidad, las que logran llegar más lejos en el camino de la vida.

De cierta manera todo lo bueno que tenemos hoy a nuestro alrededor se ha construido gracias a la perseverancia y tenacidad de unos cuantos. Para poder haber llegado a donde estamos, sin duda alguna, muchas personas hicieron miles de cosas aun cuando no tenían las ganas de hacerlo. ¿Qué mejor manera de honrarlas que nosotros haciendo lo mismo?

Lo más difícil de aceptar

Lo más difícil de aceptar también resulta ser lo más cercano que tenemos. No, no es nuestra familia ni nuestra forma de caminar. Es algo que es aún mucho más personal que eso. Es algo tan íntimo que nos causa mucha ansiedad y sufrimiento las 24 horas de cada día.

Es algo que es más sólido que el titanio pero a la vez más maleable que la plasticina. Esto es algo que no se puede poner en palabras y en su ausencia no podemos estar realmente en paz.

Cada mañana luchamos por esconder a este prisionero ya que si logrará salir nos condenaría a morir. Constantemente cuidamos nuestras espaldas ante el hecho de que pudiera escapar. Nos aterra que pudiera salir y nos llegara a desnudar.

Estoy hablando de nuestro auténtico ser. De ese ser humano único, vulnerable y maravilloso que se esconde detrás de la falsa construcción mental que hemos desarrollado para poder sentir seguridad. De esa alma eterna que está muerta en vida por qué queremos fingir ante los demás que somos algo mejor. De acá es que nace el impulso a dedicar todo nuestro tiempo a fingir ser aquello que creemos que los demás quieren admirar.

Por alguna razón nos cuesta tanto aceptarnos tal y como somos. Es algo tan incómodo que dedicamos la mayoría de nuestro tiempo y energía a construir y presentarnos como alguien más. Alguien que consideramos que es suficiente para los demás. Si tan solo nos detenemos a pensar cómo vivimos en realidad nos daremos cuenta de lo ridícula que es la situación.

Nos despertamos y estamos preocupados que pensarán los demás de como está nuestro pelo hoy. Manchamos nuestra camisa antes de una reunión y el mundo se acabó. Viene el verano y o nos matamos por vernos bien en traje de baño (por qué eso es lo que realmente queremos, nunca queremos bajar de peso) o empezamos a hacer planes para noaparecernos en la piscina. Alguien nos pregunta algo y mentimos antes de decir no sé por qué queremos aparentar ser más inteligentes o capaces. La verdad que es una mentira tras otra todo el bendito día.

¡Esto no tiene por qué ser así!

Aquello que es lo más difícil de aceptar es a su vez el regalo más grande que tendremos en todas nuestras vidas. Soltemos el miedo y abramos ese regalo que está clamando por dejarse mostrar.

ps. Un muy buen amigo que me ha ayudado en este camino de aceptación me envió hoy la foto que acompaña este post. ¡Gracias por ayudarme llegar hasta acá y poder escribir sobre el tema!

Interpretación y verdad

Hoy pasé por una televisión en donde estaban dando una película de Harry Potter. La película tenía el audio y los subtítulos en español prendidos al mismo tiempo. Por si alguien no supiera, todo el material de la serie de Harry Potter se generó originalmente en inglés. ¡Qué problema!

No vi más de 3 minutos. Tampoco puedo recordar exactamente cuales fueron las palabras que confundieron mi cerebro. Lo que sí tengo muy presente es que las palabras que estaba escuchando no eran las mismas palabras que estaba leyendo. ¿Cuales son las palabras correctas? ¿Cuales debo tomar como “verdad”?

Si no hubieran estado prendidos los subtítulos, ni siquiera me lo hubiera cuestionado. En ese caso hubiera asumido —como lo hacemos con casi todo en nuestras vidas— que esa es la única y “verdadera” narración que existe. Pero al tener los subtítulos al mismo tiempo que el audio surge la duda.

Qué se acerca más a lo que JK. Rowling quiso decir, ¿los subtítulos o el doblaje? Quién será mejor traductor, ¿el que subtituló o el que dobló? ¿Que versión es mejor? Estás son todas preguntas sin respuestas. Todo es un juego de interpretación. Lo que sí queda muy claro es que ninguno de los dos pudo replicar de manera exacta lo que J.K. Rowling quiso decir en sus libros originales.

Este fenómeno no solo ocurre con la traducción de películas. Ocurre en la traducción y edición de libros. Ocurre cuando una persona le cuenta a otra lo que alguien más dijo. Ocurre cuando un publicista comunica lo que un político dijo. Ocurre cuando le contamos una historia a alguien. La comunicación no es perfecta y debemos tener mucho cuidado con lo que decidimos hacer con ella.

¿Qué hacer? La única salida sensata a este enredo es saber que no tenemos acceso directo a la verdad absoluta. Todo lo que vivimos es solo una interpretación personal de una realidad que es tan compleja que simplemente no podemos experimentar de manera directa. En todo momento estamos corriendo nuestro proceso personal de interpretación.

Ahora, volviendo al tema de Harry Potter. Seguro que la persona que dobló la película vio exactamente la misma película que la que vio la persona que la subtituló. Lo único que pasó es que cada una de ellas interpretó de manera distinta lo que vio y esa interpretación quedó plasmada en el doblaje y en los subtítulos respectivamente.

Millones de personas han visto la versión doblada y millones de personas han visto la versión subtitulada —cada una siendo una película totalmente distinta. Cada persona que ha visto la película, sea cual sea la versión que haya visto, la ha interpretado de manera única e irrepetible. Es complejo. Muy complejo.

Y aún así nos esmeramos en pelear a la muerte por defender algo que leímos en Internet o algo que creemos que es cierto por qué alguien más nos dijo que es verdad.

Cuidado, todo es una interpretación.

Prisión

Prisión no es un lugar al que alguien más te puede llevar para privarte de tu “libertad”. Prisión no es un lugar físico del que tu cuerpo no puede salir. Prisión no es a donde los “culpables” van a pagar por sus infracciones. No, nada de esto es una prisión.

Prisión es no poder escapar de los impulsos de tu cuerpo. Prisión es ser esclavo de una adicción. Prisión es la incapacidad de poder cambiar tu manera de pensar. Prisión es creer que tu manera de ver el mundo es lo mismo que la realidad. Prisión es sacrificar lo más sagrado una y otra vez por no poder vencer ese miedo que no te deja vivir.

La prisión nunca es algo que está allá afuera. La verdadera prisión siempre está dentro de ti.

Los amigos del colegio

Justo ayer escribí sobre algunos recuerdos que vinieron a mi mente. Los recuerdos eran acerca del tiempo de vacaciones de fin de año cuando no estaba en el colegio. Hoy no puedo dejar de pensar en las amistades que desarrollé en el colegio. Me acabo de dar cuenta por qué he estado pensando tanto en eso.

Actualmente estoy realizando entrevistas buscando nuevo talento para Ubiquo. Me gusta mucho seguir el marco de referencia Who para realizar las entrevistas. Una de las preguntas principales de la entrevista Who es: “¿Cuales fueron los puntos altos que recuerda en secundaria?

Sin excepción alguna TODOS los candidatos me han mencionado historias relacionadas con sus amigos del colegio. La gran mayoría aseguran que se siguen relacionando con sus amigos del colegio, en algunos casos, hasta 25 años después. Los mejores momentos en el colegio de todos tuvieron que ver con us amigos.

Subconscientemente creo que he estado pensando en esa época del colegio gracias a la constante referencia de todas estas personas que he estado entrevistando. No solo eso, las referencias tan cariñosas que han compartido conmigo sin duda alguna resuenan con mis propias experiencias.

Los amigos que hacemos en el colegio son muy especiales. Pasamos tanto tiempo juntos y nos acompañamos los unos a los otros en las primeras búsquedas de nuestra identidad. Nos ayudamos a encontrarnos como personas y crecemos juntos. Nos apoyamos y nos hundimos al mismo tiempo. Eso sí, cuando realmente nos necesitábamos, siempre estábamos ahí para ayudarnos.

Nos molestamos a morir pero también sabíamos que no podíamos vivir el uno sin el otro. Podíamos pasar semanas sin hablarnos pero siempre sabíamos que al rato volveríamos como que si nada hubiera pasado. Tal vez en el momento no lo supimos pero estábamos con la mejor compañía del mundo, estábamos con nuestros amigos del colegio.

Frío y las vacaciones del colegio

Está empezando la época de frío. Con ella llegan algunos recuerdos de mi niñez. Principalmente el inicio de las vacaciones del colegio —momentos que en ese momento parecían ser eternos.

Recuerdo que era tiempo de salir de casa con el sol y regresar bajo el obscuro manto de el anochecer. ¿Qué tanto hacíamos con los amigos de la vecindad? No les puedo decir con certeza pero las horas se hacían agua entre nuestras manos.

Sé que había mucho deporte en nuestra rutina. Juegos interminables de futbol y carreras de bicicletas. ¿Quién podría olvidar lo intensa que era la famosa carrera de “La Vuelta a Vista Hermosa”? También nos perdíamos por horas en los barrancos cercanos en donde explorábamos, entre ríos de agua negra, las maravillas de la naturaleza.

Ya más cerca del final del año el frío se intensificaba y los días se hacían más cortos señalando la cercanía de la quema del diablo. Recuerdo que unas semanas antes de cada 7 de diciembre salíamos todos los días con nuestras bicicletas a buscar y recolectar basura para la tradicional fogata.

Conforme las montañas de basura crecían con los días, el olor a pólvora se empezaba a apoderar de las calles. La quema de cohetes, “volcancitos” y “canchinflines” había arrancado.

¡Qué momentos aquellos! Hoy, con este frío que desciende sobre mí, los recuerdos están más vivos que nunca. Hoy recuerdo viejos amigos, olor a pólvora, frío y vacaciones.

Lo que todos queremos

Nadie quiere una vida llena de dolor y miseria. Nadie quiere cometer un error tras otro. Nadie quiere destruir las relaciones que le dan sentido a su ser. Nadie quiere cargar las cruz del enojo y la ansiedad. Nadie quiere sentir temor y temblar en su interior.

Todos queremos ser felices. Queremos sentirnos bien y pertenecer. Queremos relaciones significativas y experimentar paz interior. Queremos saber qué lo que hacemos es importante y que estamos utilizando bien el tiempo que se nos dá. Queremos estar cerca de las personas que nos importan y dejar de sentir miedo en el corazón.

Lo único que todos queremos es estar bien.

Desuso de cuerpo, mente y alma

Este mundo en el que vivimos está a favor del balance. Si algo se utiliza demasiado, se arruina. Si algo no se utiliza, también se arruina.

El caso del uso excesivo es muy natural y lo tenemos más presente. “Si hago demasiado ejercicio, me dolerá el cuerpo e incluso me puedo lesionar”. “Si revoluciono el carro hasta el máximo por mucho tiempo, puedo fundir el motor”. “Si trabajo demasiado tiempo seguido, me puedo quemar.”

El caso de el desuso es un poco más engañoso. Creo que puede ser derivado de lo arraigado que tenemos la idea de que la sobre-utilización causa daño pero creemos que no usar algo puede ser bueno. Es innegable, el descanso es necesario, es algo bueno. Pero el exceso de descanso o desuso puede ser muy dañino. Atrofia, debilita y deteriora.

Cuando una persona pierde movilidad por tiempo prolongado, sus músculos pierden fuerza y flexibilidad. Al recuperar movilidad el cuerpo se deberá rehabilitar. También se sabe que la mejor manera de prevenir el Alzheimer es mantener una mente activa y leer bastante. Una mente muy pasiva es más propensa a esta enfermedad. Cuando un carro no se usa en mucho tiempo, cuesta que arranque.

Todo esto me vino a la mente ayer que saqué un pantalón para ponerme. Para ser honesto no he usado pantalones de vestir durante toda la pandemia. Han sido meses desde que los he voteado a ver. Pueden ver la foto del pantalón arriba. Todos mis pantalones están igual.

La imagen del pantalón lleno de moho me invitó a pensar en el desuso de nuestra mente, cuerpo y alma. Pude, de manera muy clara, visualizar mi mente llena de moho igual que el pantalón. Y el interior de mi cuerpo. Y mi alma! No, no podemos dejar que esto nos suceda como seres humanos. Pandemia o no debemos usar para bien lo más preciado que tenemos: todo nuestro ser.

pd. Ya aprendí que un poco de vinagre ayuda a remover el moho de la ropa.

Cuando menos es más

Hay ocasiones en las que pocas palabras dicen más que cientos de oraciones. Hay veces cuando incluso el silencio retumba más recio que la guerra. La cantidad no lo es todo.

Cuando queremos decir algo importante es mejor ir directo al grano. Evitemos el impulso de querer adornar lo que queremos decir. Todo el mundo nos lo va a agradecer.