La dificultad de empezar

Al igual que la parte más difícil de mover un objeto es empezar, la mayor dificultad de echar a andar un proyecto es arrancarlo. Es tan fácil olvidar que un viaje de mil millas siempre empieza con un solo paso.

Parece ser que hay una cierta inercia que se debe romper para dar inicio a un proyecto. Esta inercia a menudo está acompañada de una dramática exageración sobre la dificultad del trabajo por hacer. Los dragones a vencer parecen ser mucho más feroces de lo que en realidad son.

El primer paso es el más difícil de dar. También es el más importante ya que después de dar ese primer paso el resto del camino es cuesta abajo. Una vez se vence la inercia inicial, todo fluye con mayor facilidad.

Este proceso es bastante engañoso y si no se tiene cuidado el inicio de cualquier proyecto se postergará innecesariamente por el simple hecho de que no se quiere empezar. Podrán haber mil justificaciones falsas pero la verdadera razón de por qué no se ha empezado es porque no se ha logrado romper la inercia inicial.

Al sobrepasar la dificultad de empezar el proyecto estará en movimiento y cuando hay movimiento todo camina mejor. Lo más importante es estar en constante movimiento y no detener la marcha hasta llegar al final.

Precio o calidad

Si se evalúan los productos y servicios que se ofrecen actualmente, no nos equivocaríamos al decir que muchos de ellos son, en el mejor de los casos, mediocres. Alguna vez hasta los podríamos describir como desechables.

Esto es consecuencia de un mercado que mayormente recompensa un costo bajo y no valora la calidad. Esto a su vez ha incentivado la creación de empresas que seden a esta presión sacrificando cualquier tipo de calidad para mantener precios bajos.

Hasta cierto punto esto ha creado un tipo de cultura en donde buscar atajos y seguir al pie de la letra la ley del mínimo esfuerzo está bien. Se está olvidando el arte de hacer un buen trabajo. Un trabajo del que todos en la empresa se puedan sentir orgullosos.

Pero esto no tiene que ser así. Estoy convencido que todavía hay lugar en el mercado para empresas que quieran maravillar a sus clientes con productos y servicios de la más alta calidad. Aún hay personas que valoran un trabajo hecho con dedicación.

La decisión de si una empresa va a competir por precio o calidad es fundamental para forjar la cultura de la empresa. Facilita la mayoría de toma de decisiones que se deban hacer. Por ejemplo, si para garantizar el proceso de control de calidad y entregar el servicio prometido a tiempo se debe pagar tiempo extra, la empresa que va a competir con calidad pagará el tiempo extra. La que va a competir por precio, correrá el riesgo de tener fallas en el servicio y ahorrarse ese costo.

La falta de cariño por lo que se produce está bajando la calidad de los productos que se producen. Es importante volver a invertir en en crear productos y servicios de clase mundial. Puede que esta no sea la ruta más fácil a seguir pero sí les puedo garantizar que será la más gratificante.

Trabaja en algo de lo que te sientas orgulloso de decir: yo hice eso.

Menos fricción es mejor

Hay fricción para encontrar tu producto. Hay fricción para comprar tu producto. Hay fricción para usar tu producto. Hay fricción para compartir tu producto. Hay fricción en cada punto de contacto que tu producto tiene con tus clientes. Menos fricción es mejor. Siempre.

Si tu producto tiene claramente definido para quien está diseñado, será más fácil encontrar compradores. El costo de adquisición será menor.

Si tu producto es fácil de usar, tus usuarios tendrán que usar menos esfuerzo para poder aprovecharlo. El valor agregado será mayor.

Si tu producto es fácil de compartir con otros usuarios, será más fácil llegar a una masa crítica de usuarios. El alcance del producto será mucho mayor.

Si obtener soporte para tu producto es una buena experiencia, tus usuarios se sentirán más cercanos a tu empresa. El posicionamiento de marca será mejor.

Reducir fricción no es fácil. Requiere de mucha planeación, atención al detalle, comunicación con los clientes y constante iteración. Es muy fácil caer en la trampa de “ya funciona” o “ya tenemos bastantes clientes”. Tener fricción funciona hasta que llega un competidor y lo empieza a hacer mejor que tú. Los usuarios siempre queremos menos fricción. Si tu producto no llena las expectativas, el de alguien más si lo hará.

El problema internos es que reducir fricción es menos atractivo que lograr una gran innovación. Reducir fricción es un trabajo de hormiga —constante y muchas veces tedioso. Requiere de infinitos ciclos de cambio, medición y ajuste. Está basado en escuchar a los usuarios. No hay una sola acción que reduzca la fricción para cualquier punto de contacto del producto. Eliminar fricción es el resultado de cientos de pequeños ajustes hechos en un área especifica del producto.

Si un producto ya tiene tracción en el mercado es muy probable que su crecimiento a partir de ese punto dependa de reducir fricción. Sí, es posible que también sea necesario expandir las funcionalidades o la propuesta de valor, pero la consolidación del producto en el mercado en este momento requerirá de tener menos fricción que la competencia.

Reducir fricción es el trabajo de todo el equipo de trabajo en una empresa. No es responsabilidad de una sola persona o un solo equipo. Todos deben participar. Es importante que esta idea de reducir fricción empuje la mayor cantidad de decisiones que sean posibles dentro de una empresa. Es casi como que sí “reducir fricción” debiera ser un valor principal de las empresas que quieren ganar.

¿Por qué contratar un barreno?

Entender que problema realmente está resolviendo un producto o servicio es vital. Sin entender esto una empresa no tiene nada más que falsas ilusiones. Si las cosas van bien bien es por pura casualidad y el éxito no podrá ser replicado. Si las cosas van mal no se podrán identificar los cambios de rumbo necesarios.

Para entender esta idea un poco mejor pensemos en un barreno. Cuando alguien utiliza un barreno, ¿para qué está contratando al barreno? 8 de 10 personas responden que para hacer un agujero. ¿Tú qué piensas? Date unos minutos para pensar tu respuesta antes de seguir leyendo.

Después de un poco de consideración es obvio que muy pocas personas lo quieren del barreno es un agujero. ¿Qué vas a hacer con un montón de agujeros? En realidad algunas personas lo que quieren es colgar un cuadro de su familia en la sala, otras personas quieren poner una puerta, etc. Los agujeros simplemente son cómo el barreno va a ayudar a su usuario a lograr lo que realmente quiere. El verdadero trabajo a realizar usualmente involucra un componente emocional.

El trabajo por hacer de una tienda de conveniencia no es ofrecer víveres 24 horas de manera accesible y rápida. El trabajo en realidad es ahorrarle tiempo al cliente para que, por ejemplo, pueda llegar antes a su casa y pasar más tiempo con su familia.

Los productos exitosos nacen como ideas que resuelven un problema existente. Muy pocas de estas ideas escalan o son sostenibles en el tiempo precisamente por qué los emprendedores no descubren de fondo el trabajo que realmente están haciendo sus productos. Muchas veces creemos que estamos vendiendo agujeros en la pared cuando realmente estamos ayudando a nuestros usuarios a remodelar sus hogares. Poder hacer esta distinción es crucial.

¿Cuál es el trabajo está realizando tu producto?

Contratación de gerentes en empresas en crecimiento

Hay una muy fuerte tendencia en el mundo del emprendimiento que dice que cuando se van a contratar gerentes para una “startup” se deben seleccionar candidatos que puedan hacer el trabajo que la empresa requerirá en 2 a 3 años.

La idea va a algo así. La empresa está creciendo muy rápido. Si se contrata a alguien que no tenga las capacidades necesarias para tener éxito dentro de la empresa en 12 a 24 meses para que contratarlo. Hay que anticipar. De lo contrario habrá que volver a contratar en poco tiempo.

“Totalmente equivocado”, nos dice Ben Horowitz en su obra maestra The Hard Thing About Hard Things. Horowitz resalta varias fallas importantes en la lógica de este argumento.

Primero que nada, traer hoy a un gerente experimentado que pueda hacer el trabajo que se requiera cuando la empresa tenga 100 personas es una locura. Asumamos que hoy la empresa tiene 12 personas y el perfil de esta persona puede ser que sea el adecuado para dentro de un año. ¿Cuál es el problema? Que el perfil NO es el adecuado hoy.

Por definición una persona experimentada en gerenciar dentro de empresas más grandes se especializa en dar resultados trabajando por medio de un equipo. Lo que se requiere en una empresa de 12 personas son contribuidores multidisciplinarias que hagan lo que haga falta para sobrevivir ahora. Que se arremanguen las mangas. Por buscar un match de perfil a futuro, se comprometen las necesidades del equipo ahora.

Otro tema importante a tomar en cuenta es el impacto en presupuesto y costos laborales. Un gerente capaz de manejar empresas grandes requerirá de presupuesto para construir su equipo. Es la manera en que sabe operar par dar resultados. La contratación probablemente hará que los números empiecen a crecer bastante rápido.

¿Que recomienda Horowitz? Buscar personas que puedan hacer el trabajo hoy y muestren la capacidad de poder mantener el ritmo para crecer con la empresa. Que puedan aprender muy rápido. Reconoce que hay una buena probabilidad de que estas personas hagan un buen trabajo inicialmente pero que no mantengan el ritmo. Si este es el caso hay que reemplazarlas de inmediato con alguien nuevo que pueda operar en el nuevo nivel en el que se encuentra la empresa. Corre y va de nuevo.

Para siempre quedar bien

Te dicen que si completas el trabajo te pagaran $50. Si al terminar el trabajo te pagan $45 te sentirás defraudado. Si al terminar el trabajo te pagan $55 te sentirás contento.

Por la manera en que los seres humanos manejamos nuestras expectativas, el grado de “dolor” que experimentarías por recibir $5 menos será bastante más grande que la gratificación que sentirías al recibir $5 de más. El dolor de perder siempre es más grande que el beneficio de ganar.

Una vez anclamos una expectativa en nuestras mentes cualquier cambio que notemos versus la expectativa generará una fuerte reacción emocional. Tan solo piensa que pasa si alguien te dice que pasará a las 7:00 pm por ti y llega hasta las 8:00pm. ¿Qué pasa cuando piensas que ibas a sacar un 65 en el examen y al ver el papel ves un 80? Expectativas versus realidad.

Casi todo lo que tiene que ver con nuestras reacciones emocionales tiene que ver con las expectativas que nos hemos construido.

Ya sea que estés interactuando como persona individual (freelancer) o en nombre de una empresa, la mejor manera de deleitar a un cliente es anclar expectativas bajas y superarlas con un buen resultado.

Debes colocar la barra justo en un nivel en el cual el cliente se siente cómodo con lo que estás ofreciendo y a la vez sepas que puedes exceder las expectativas que estás ofreciendo. Cualquier otra cosa no funcionará.

En crisis, enfoque

Cri-sis: un tiempo intenso de dificultad, problemas o peligro.

Está de más decir que el día de hoy la palabra crisis es prácticamente un sinónimo de pandemia. Estamos enfrentando crisis de salud, económicas y políticas. Todas al mismo tiempo.

Las crisis y su manejo no son nada nuevo. Estas situaciones han existido durante toda la historia de la humanidad y afortunadamente tenemos a nuestra disposición las lecciones aprendidas por muchas personas. Debemos aprender de ellas.

En toda situación hay 2 grandes categorías de cosas en las que nos podemos enfocar: 1) las que podemos controlar y 2) las que no podemos controlar. Por su naturaleza, durante una crisis, la cantidad de cosas que podemos controlar es baja. Hay incertidumbre.

Es por esto que el primer paso para actuar efectivamente en una crisis es identificar todas aquellas cosas —por pocas que puedan ser— que sí están bajo nuestro control. El otro lado de la ecuación es, naturalmente, no gastar recursos tratando de controlar todo lo que está fuera de nuestro control.

Veamos algunos ejemplos enfocados en nuestra realidad actual. No puedo controlar que el mercado haya cambiado y mi producto ahora tenga menos demanda. Si puedo controlar analizar cómo está el mercado ahora y modificar mi producto a las necesidades actuales. No puedo controlar que tan rápido se va a esparcir el virus pero sí puedo rápidamente implementar un sistema de trabajo remoto. No puedo controlar que las ferreterías no puedan abrir pero sí puedo controlar cambiar mi inventario para calificar como Supermercado (Cemaco).

Todas las variables están en juego durante una crisis. La incertidumbre es alta. Muchas cosas que no se pueden controlar nos distraen — ¿Cuándo va a abrir el país?, etc.

Encuentra que es lo que puedes controlar y enfoca toda tu atención y recursos en ello. Luego, actúa decisivamente.

Impaciente con las acciones, paciente con los resultados

Naval Ravikant probablemente tiene una de las cuentas de Twitter más valiosas que hay. Sus tweets son ideas muy poderosas expresadas en pequeñas frases muy simples de asimilar.

“Impaciente con las acciones, paciente con los resultados”, es el tweet de Naval sobre el cual quiero reflexionar hoy.

Impaciente con las acciones se refiere a que hay que estar en constante movimiento. Actuar hoy es mejor que actuar mañana. Es importante estar activos todo el tiempo para así poder probar más alternativas. Incansable acción es el único camino hacia adelante.

Paciente con los resultados significa no desesperar cuando las cosas no salen como se desea. Los buenos resultados tardan tiempo en llegar. Sino pregúntenle a cualquier bebé que está empezando a aprender a hablar o caminar. Seguramente muchas de las acciones que se tomen no darán los resultados esperados inmediatamente y eso está bien. Las acciones que se toman se pueden controlar, los resultados no.

Ahora, unamos las dos partes de la idea. Es importante mantenerse constantemente activos mientras pacientemente se avanza hacia los resultados que se esperan lograr. No se debe tolerar la inactividad o la postergación del actuar. Hay que actuar ahora. Al mismo tiempo se debe tener presente que lograr los resultados que se buscan es un maratón, no un sprint. No se debe perder inercia antes los fracasos o cambio de planes. Debe practicarse la paciencia. Lo importante es que pase lo que pase, se debe seguir actuando.

Perdido en un número

Los indicadores tienen un puesto muy privilegiado dentro del mundo de la productividad. Son de las herramientas favoritas de las personas y empresas más que están en constante búsqueda de la eficiencia.

Déjenme decirles que yo también creo mucho en los indicadores y cualquier otra manera que facilite la medición. Pero debemos ser cautelosos de no perder el rumbo. Les cuento por qué.

Durante esta cuarentena he incrementando el tiempo que estoy utilizando para leer. Realmente lo que he hecho es cambiar el tiempo que pasaba en el tráfico por tiempo de lectura. Como en otros años, estoy utilizando Goodreads para completar un Reading Challenge anual. El Reading Challenge no es nada más que definir un objetivo de cuántos libros uno quiere leer en el año y darle seguimiento a la cantidad de libros que se leen en el año.

Hace un par de semanas cumplí con mi número de libros a leer en el año. He leído otro par de libros desde entonces. Hoy justo terminé de leer uno de ellos y fue en ese momento que me di cuenta de que me estoy perdiendo en un número.

Escogí un nuevo libro para empezar a leer que me ha llamado mucho la atención desde hace ya mucho tiempo. El encontronazo con la realidad vino cuando me di cuenta que estaba pensando no leerlo por qué tiene 541 páginas. El pensamiento exacto que pasó por mi cabeza fue “Ala gran! Me voy a tardar demasiado en leer este libro y voy a leer menos libros en el año. Mejor busco otro más corto”.

Realmente estoy muy agradecido con los avances que estoy haciendo con la meditación ya que cada vez estoy más consciente de lo que estoy pensando. Este fue uno de esos casos. Lo agarré en el instante. Claro que voy a leer el libro.

Las métricas y las mediciones están para servirnos a nosotros. Nosotros no debemos servirle a las métricas y cumplirlas por cumplir. Debemos recordar que medimos para lograr un objetivo y que este objetivo es más importante que el número que usamos para cuantificar nuestro progreso.

Libertad para planear

Hoy para muchas empresas está terminando el segundo trimestre del año. Esto significa que el plan del tercer trimestre ya debe estar listo para empezarse a ejecutar. En las últimas semanas estuve hablando con varios amigos emprendedores y después de varias horas de plática encontré un patrón muy interesante.

Para ser honesto, no sabía que iba a resultar de las pláticas pero lo que encontré no me sorprendió para nada. Encontré que muchos de los procesos de planeación están resultando bastante más difíciles de lo normal. Incluso, pareciese ser que algunos están un poco retrasados —nosotros no somos la excepción.

Considero que esto hasta cierto punto es normal. La situación global de la pandemia ha introducido bastante incertidumbre al sistema y, ya después de más de 3 meses de restricciones, el panorama económico es desalentador.

A más incertidumbre, más difícil planear, ¿correcto? Este es el postulado que ha estado ocupando mi mente durante la mayor parte de los últimos 3 días. ¿Por qué se siente tanto riesgo planear cuando la incertidumbre es grande?

La respuesta es bastante obvia. Planear en un ambiente incierto incrementa las probabilidades de que el plan no se cumpla. No cumplir nuestros planes se siente muy mal. Se interpreta muchas veces como fracaso. Pero no se debe olvidar que el hecho de que un plan no se cumpla NO es lo mismo que fracasar.

¿Qué pasa si vemos nuestros planes como una propuesta que le hacemos al mundo de que es lo que creemos que es el mejor curso de acción a tomar dadas las condiciones actuales? Nada más que eso. ¿Qué pasa si quedamos abiertos a cambiar los planes si las condiciones más importantes cambian lo suficiente? ¿Qué pasa si en lugar de sentirnos encadenados a un plan, liberamos nuestra creatividad para afrontar retos futuros? Realmente creo que incrementamos las probabilidades de lograr nuestros objetivos.

El enfoque debe centrarse en estar constantemente haciendo experimentos. Un plan fácilmente puede verse como un experimento. Si resulta, genial! Si no pues más de algo se aprendió del experimento y se debe tomar en cuenta para la siguiente iteración.

Finalmente, es importante hacer la aclaración de que estoy definiendo plan como la secuencia de pasos a seguir para cumplir un objetivo previamente definido. Muchas veces se confunden los objetivos a lograr en el trimestre con el plan de cómo se van a lograr. Mucho del tiempo de planeación se usa para definir las metas u objetivos.

Claro, en condiciones muy drásticas los objetivos van a cambiar —pensemos en ferreterías que ahora están funcionando como supermercados. Pero realmente las metas del trimestre, aún en condiciones de alta incertidumbre debieran cambiar poco. Más cuando ya se ha pasado cierto tiempo en condiciones similares.

Así que la moraleja de la historia es fijar metas lo más cercanas posible a lo que se quiere lograr. Inmediatamente después empezar a correr experimentos (planes) para encontrar el camino correcto para lograr esa metas. Iterar y corregir rumbo de acuerdo a condiciones cambiantes.

Siéntanse libres para planear.