Luz interior

Cada uno de nosotros tiene una luz interior que con el paso del tiempo cambia de color. Al cabo de unos cuantos años, la luz interior con que nacemos es irreconocible de la luz que le presentamos a los demás.

Esta luz natural, quien realmente somos, lentamente abre paso a una luz artificial que trata de dar forma a quien creemos que debemos ser para encajar, para pertenecer. Desde que somos muy pequeños aprendemos qué es lo que debemos hacer para conformar con las expectativas de nuestra familia, amigos y sociedad. Cambiamos de color para sentirnos cerca de los demás.

Y así embarcamos nuestro camino por la vida, tratando de iluminar el camino por donde vamos con una luz que está muy lejos de quienes somos en realidad. Una luz que aunque se siente extremadamente natural y propia no es realmente nuestra. Tan solo es la combinación de millones de expectativas ajenas que han dado forma a una falsa identidad que confundimos con nuestra luz interior.

La buena noticia es que nunca nada ni nadie puede extinguir completamente nuestra luz interior. Siempre la podemos recuperar. Todo lo que debemos hacer es ver, escuchar.

Tenemos que estar atentos a todos esos momentos en que sentimos que nos desgarramos por dentro y que nuestra vida se desarma sin piedad. Es en estos momentos que nuestro subconsciente nos está gritando y nos dice que algo no está bien. Que no estamos actuando de acuerdo a quien realmente somos, que estamos lejos de nuestra luz interior.

Si prestamos atención pronto aprenderemos a escuchar y a reconocer nuestra luz interior. Este es el único camino a la verdadera felicidad pues solo es cuando actuamos en sintonía con nuestra luz interior que podemos iluminar nuestro propio corazón.

¿Tu que haces cuando alguien te empuja por atrás?

Imagina que estás parado en la cola del supermercado y de repente alguien te empuja por atrás. Sin duda alguna estarías sorprendido y te asustarías mucho.

Ahora digamos que estás corriendo por el parque haciendo ejercicio y alguien te empuja por atrás y caes. Lo más probable es que te sentirías muy enojado y enfrentarías al agresor.

Pero si estás jugando futbol cuando alguien te empuja por atrás tal ves te pondrías muy atento y buscarías al arbitro para ver que marquen una falta a tu favor. Podrías hasta estar un poco emocionado.

Y si estás jugando futbol americano y alguien te empuja por atrás y te bota violente simplemente te levantarías como que si nada pasó y seguirás jugando. No hay sorpresa alguna.

Nada sucede en el vacío. Todo ocurre dentro de un marco de referencia. El empujón es lo que sucede. Qué estás haciendo cuando te empujan determina el marco de referencia que le da significado al empujón.

En cada momento podemos escoger el marco de referencia (significado) que queremos construir para una situación dada. El secreto está en prestar atención y entender profundamente que el evento es totalmente independiente del marco de referencia que decidamos utilizar. ¿Por qué no siempre utilizar el marco de referencia más útil que podamos encontrar?

Así que, ¿Tu que haces cuando alguien te empuja por atrás? La respuesta correcta es, eso depende del marco de referencia dentro del cual me estén empujando.

El piano en tu espalda

Hay días que se sienten más livianos que otros. Hay momentos en los que hacer lo que se tiene que hacer es fácil. Hay otros en los que tan solo pensar en empezar es una batalla campal. Todo da vueltas alrededor de el piano en tu espalda.

Verás, el piano que sientes que estás cargando en tu espalda en realidad no existe. Es un producto de tu imaginación. Todo lo que sientes y piensas, por real que te parezca, tan solo está ocurriendo dentro de tu cabeza. Sí, también aplica a ese peso que no te deja moverte por este mundo con libertad.

Si te quieres sentir un poco más liviano para así poder llegar un poco más lejos, todo lo que debes hacer es soltar el piano —cambiar tu manera de pensar. Todo ese peso que sientes solo existe porque tus pensamientos le han dado inercia y masa. Cambia tus pensamientos y soltaras el ancla que no te está dejando avanzar.

Tanto por aprender

Cada pequeña cosa que hacemos que nunca antes hemos hecho implica aprender algo nuevo. Si somos honestos y nos detenemos a pensar un poco debemos reconocer que esto significa que tenemos mucho por aprender.

Si tomamos las cosas que ya sabemos hacer y las comparamos contra el universo total de cosas que se pueden hacer nos daremos cuenta que en realidad sabemos hacer muy pocas cosas. Y de esas pocas cosas que ya sabemos hacer, ¿Cuántas de ellas sabemos hacer realmente bien?

Creo que hacer algo con mediocridad es muy diferente que hacerlo con excelencia. Por ende, llevar nuestro nivel de experticia de mediocre a espectacular también es aprender algo nuevo. Este proceso de mejora también implica que debemos aprender los detalles escondidos de lo que queremos perfeccionar.

¿Qué es lo que da miedo de verdad? Que dejar de aprender significa congelar nuestras vidas y quedarnos tal y cómo estamos. Es seguir haciendo todo lo que hacemos exactamente igual que como ya lo sabemos hacer. Nada sería mejor y tampoco nada sería peor. Sin importar qué pase, siempre reaccionaremos de la misma manera. Si me lo pruebo se siente cómo vivir la vida de una planta. Mmm, prefiero seguir aprendiendo.

Hay tanto por aprender y tantas cosas nuevas que vivir. Hay tanto por aprender y tantas caídas por sufrir. No dejemos que la comodidad nos impida construir. Podemos ser mucho mejores si tan solo seguimos aprendiendo hasta que llegue la hora de morir.

Una carta en pro del futuro de nuestra nación (no cerremos los colegios)

Sé que cuando un gobierno toma decisiones que no son populares se generan muchas publicaciones en su contra por medio de las redes sociales. La gran mayoría de estas publicaciones son acusadoras, divisivas y muchas veces cruzan la línea para convertirse en insultos denigrantes.

No creo que este comportamiento sea correcto. Tampoco lo apoyo de ninguna manera. Aunque parezca difícil de creer, hay otras maneras de encontrar soluciones. Espero que este post sea un testamento a que aún cuando hay desacuerdo pero HAY EDUCACIÓN, se puede trabajar en conjunto para encontrar una mejor solución.

Afortunadamente he tenido la oportunidad y privilegio de recibir una educación constante durante toda mi vida. En este momento quiero recurrir a todo el aprendizaje que he tenido para solicitar de una manera cordial y asertiva a nuestro gobierno que en este decisivo momento priorice la educación. No cerremos los colegios si no es necesario.

Como emprendedor sé lo difícil que es dirigir una organización y tomar decisiones que afectan a otras personas. Sé lo difícil que es tomar la responsabilidad cuando hay mucho en juego. También sé que si el presente no se balancea con el futuro, tarde o temprano habrán problemas. Pero también sé que siempre hay una solución, incluso a aquellos problemas que parecen insuperables. Requiere de trabajo, apertura, humildad y mucha colaboración. Mientras estemos vivos siempre se puede resolver.

Estamos en un momento en el que la ciencia, afortunadamente, nos ha dado una vacuna. Lamentable ésta aún no ha sido distribuida masivamente en nuestro país. Al mismo tiempo, gracias al incansable trabajo de miles de científicos y educadores ya tenemos guías muy confiables de cómo mitigar la propagación del COVID en los colegios. Ya sabemos bastante acerca de cómo se comporta el virus.

Lo que aún no conocemos con certeza es el efecto que el confinamiento, aislamiento y falta de interacción social está teniendo en las personas que nos ha tocado vivir esta pandemia. Especialmente no sabemos cómo está afectando a los niños y adolescentes. En este momento tan solo podemos especular pero el panorama no es para nada alentador.

Compartiendo mi experiencia personal, les puedo decir que a pesar de todos los privilegios que mi hijo tiene (no me puedo imaginar lo que están atravesando otras familias con menos recursos que nosotros), su bienestar psicológico se ha visto seriamente comprometido durante este último año. ¿Cómo lo sé? Él ha tenido la oportunidad de asistir en un modelo híbrido al colegio durante los últimos dos meses y su comportamiento, patrones de sueño y bienestar en general han mejorado dramáticamente. No se necesita ser un experto para ver cuándo un niño entra y sale de una “niñez” normal. Con el regreso a clases lo vi, en cuestión de días, transformarse en otra persona. Una persona más completa, plena y llena de vida. Incluso, una persona más humana.

Señores del gobierno de Guatemala, el desarrollo integral y bienestar de las personas debe ser prioritario. Especialmente el de los niños, son nuestro futuro. Los exhorto a actuar de acuerdo. Les comparto mis pensamientos.

No tengo duda alguna de que estamos a las puertas de un posible rebrote. La semana que viene es Semana Santa. Debemos pensar, cuál va a ser nuestra prioridad, ¿Paseo y vacaciones o el bienestar y desarrollo a largo plazo de los niños guatemaltecos? Pareciese ser, al menos desde donde yo estoy viendo, que la decisión tomada hoy prioriza el paseo y las vacaciones. De lo contrario se hubiera procedido a tomar medidas de contención “turística” y no el cierre de los colegios en donde, hasta donde yo sé, ha habido pocos problemas y mucha recuperación psicológica.

El otro tema que quisiera resaltar es el ritmo de la distribución de la vacuna. Sin conocer la interioridades ni la logística, estoy convencido de que se pueden lograr mucho mejores resultados y que se debiera redoblar el esfuerzo para que nuestros maestros en todo el país puedan ser vacunados cuanto antes. Ante mis ojos, ellos son los guías de la Guatemala del futuro y eso los convierte también en trabajadores de “primera línea”. Hagámosles llegar la vacuna lo antes posible.

Señores del gobierno, hoy estamos ante una situación compleja. Creo que la única manera de salir adelante es tomar el camino difícil y defender el futuro de nuestra nación, luchar por el bienestar de nuestros niños. Como lo he dejado claro, no estoy de acuerdo con las medidas que se tomaron hoy y pretendo manifestar mi desacuerdo de una manera pacífica y EDUCADA. Creo que están respondiendo a prioridades equivocadas. También creo que hay muchas opciones de resguardar la salud de los guatemaltecos y permitir al mismo tiempo un modelo híbrido de clases presenciales. Les pido, al igual que otros miles de padres y madres guatemaltecos, que dediquen un poco más de tiempo a evaluar las posibles soluciones que tienen a la mano y actúen de una manera coherente con el bienestar de nuestros niños. La Guatemala de hoy y la del mañana se lo agradecerán por siempre.

Inspirar en cada momento

Son muchas las interacciones que se dan entre las personas. En un día normal cualquiera de nosotros puede tener decenas de interacciones con los distintos círculos de personas y personas individuales que nos rodean.

Dentro de estas diferentes interacciones que tenemos cada día, todos jugamos una serie muy diversa de roles. Somos padres, hijos, hermanos, líderes, seguidores, profesores, estudiantes, amigo, enemigos, etc. Dependiendo cómo escojamos desempeñar estos roles podemos tener efectos muy diferentes en aquellos que nos rodean. Por ejemplo, si cómo amigos damos malos consejos y constantemente estamos aprovechándonos de la nobleza de nuestros amigos, siempre estaremos traicionando la confianza de alguien que confía en nosotros. Si como lideres estamos buscando nuestro propio beneficio estamos defraudando a nuestro equipo pero si como líderes buscamos el éxito de la misión a la que el equipo se ha comprometido, entonces seremos una guía invaluables para aquellos que luchan a nuestro lado.

Recientemente he estado pensando mucho en sí existirá alguna cualidad que se pueda manifestar en todo los roles que una persona puede tomar. Algo así como una llave maestra que pueda estar presente en todas las interacciones que tenemos. Creo que hay al menos una. La habilidad de inspirar.

No he podido pensar en una interacción, ya sea rutinaria o extraordinaria, en la que si así se desea no pueda haber inspiración. Si es necesario llamarle la atención a alguien, ahí puede haber inspiración. Es momento de dar una muy mala noticia a un amigo, seguro que se puede hacer con el fin de inspirar. Es momento de dar una charla a un grupo de desconocidos, que mejor momento que ese para inspirar. Ya es tarde y estás terminando de escribir un artículo, claro que ese post puede llegar a inspirar.

Realmente no importa qué estemos haciendo, en todo momento estamos sumando o estamos restando inspiración. No creo que haya algo que podamos hacer que no inspire o desmotive a aquellos que nos rodean. En todo momento tenemos el privilegio de inspirar, o no. Es una decisión que cada uno de nosotros debe tomar en cada pequeña interacción que tenemos cada día. Hoy, ¿Vamos a sumar o vamos restar?

Los tres tipos de cansancio

Los seres humanos experimentamos el mundo en tres distintas dimensiones, física, emocional y de pensamiento. En la dimensión física experimentamos todas nuestras sensaciones corporales, en la emocional experimentamos las respuestas emocionales que despertamos en nuestro interior y en la de pensamiento “el observador” interno experimenta nuestros pensamientos como que si fueran sucesos reales.

Usualmente el cansancio se asocia con el cuerpo. Cuando decimos, “estoy cansado”, la gran mayoría de las veces nos referimos a una sensación debilidad o desgaste corporal. Es decir, experimentamos el cansancio en la dimensión física. ¿Pero qué hay del cansancio en las otras dos dimensiones?

Si alguna vez alguien ha estado angustiado por días sabe lo cansado que se puede llegar a sentir un persona en el ámbito emocional. Si alguien ha tenido un problema extremadamente complejo o un examen como los que yo recuerdo de análisis matemático en la universidad, podrá dar testimonio de lo real y agotador que puede ser el cansancio mental.

Pareciera ser que la mayoría de personas estamos más conectados con nuestra experiencia corporal del mundo que con la de pensamiento o la emocional. Por eso no resulta sorprendente que cuando estamos cansados en cualquiera de las tres dimensiones la mayoría de las veces lo interpretamos como cansancio corporal.

Pero si tan solo nos detenemos un poco y prestamos un poco de atención nos podemos llegar a dar cuenta que algunas veces cuando nos cuesta despertarnos por la mañana es porque nuestra mente estuvo trabajando subconscientemente toda la noche (cansancio mental) en resolver un problema que nos tiene preocupados. Con un poco más de presencia podemos llegara identificar que el agotamiento y dolor que sentimos en el cuerpo al final del día se debe a la tensión (cansancio emocional) que almacenamos durante todo el día.

Al igual que cada una de las dimensiones a través de las cuales experimentamos el mundo (física, emocional y de pensamiento) es diferente, cada tipo de cansancio también es singular. Esta realización es simple pero muy poderosa. Cuando podemos llegar a distinguir entre los distintos tipos de cansancio que existen es posible descansar la mente, las emociones o el cuerpo según sea necesario. No todos los tipos de cansancio fueron creados iguales.

Servicio y valor

La mejor manera de ser relevante es agregar valor y la mejor manera de ser valioso es sirviendo. Para poder servir se debe entender lo que la otra persona necesita. Sin un entendimiento real de la necesidad nada ni nadie puede ser valioso.

Todos buscamos un sentido profundo de propósito, o al menos eso me gusta creer. El problema es que muchos de nosotros no estamos conscientes de lo importante que es el sentido de relevancia en nuestras vidas. No hay nada más importante que pertenecer y contribuir para sentir que nuestras vidas están bien.

A veces olvidamos esto y nos vamos directo en busca un resultado temporal, efímero. Nuestra vocación de servir pasa a un segundo plano y todo lo que importa es hacer “algo” en el momento. Y es cierto, hay momentos en la vida que requieren que hagamos lo que se debe hacer pero no debemos olvidar por prolongados períodos de tiempo ese llamado interno a servir.

Servir es un camino difícil que muchas veces se siente tan solitario como un desierto desolado justo antes del amanecer. Pero al igual que una caminata en el desierto, el camino del servir, muchas veces termina en un oasis, en un manantial que alimenta mente, cuerpo y alma.

Creo que el valor que hay en este mundo es infinito y la manera de cultivarlo es través del servicio a los demás. Servir nos da la oportunidad de agregar valor y al agregar valor nos sentimos relevantes. Con la relevancia llega el propósito y con el propósito llega la plenitud.

No tenemos que esperar a saber para vivir

Hay momentos en la vida de cada persona que son decisivos. A todos nos tocará, tarde o temprano, tomar decisiones difíciles que determinarán el resto de nuestras vidas.

Puede ser que la presión y la magnitud de la situación nos paralice. Es posible que en estos momentos queramos dar la vuelta y escondernos para no tener que afrontar aquello que es inevitable.

Pero nada de esto tiene sentido pues la única razón por la que nos sentimos nerviosos o preocupados es porque no sabemos si nuestra decisión resultará en un buen o mal resultado. Si supiéramos que todo va a estar bien en el futuro estos momentos decisivos no serían tan difíciles.

Por eso es que es tan importante tener presente el alto grado de incertidumbre que tienen nuestras vidas —todo el tiempo. En realidad nunca sabemos si la hora en la que estamos decidiendo salir a almorzar resultará en un asalto o en un accidente. No sabemos con toda certeza si volveremos a despertar después de ir a dormir. Todo el tiempo asumimos que todo va a estar bien sin realidad saberlo. ¿Por qué no hacer lo mismo en los momentos más importantes de nuestras vidas?

No tenemos que esperar a saber para seguir adelante con nuestras vidas.

Porque yo lo digo

Porque yo lo digo

No se preocupen. No me refiero a la expresión favorita que usan muchos padres de familia cuando la paciencia es corta y la comodidad es mucha. Me refiero a la expresión interna de convicción que cada uno de nosotros puede utilizar para hacer que las cosas sucedan.

Conforme nos vamos dando cuenta que nuestra voluntad es mucho más fuerte de lo que creemos vamos descubriendo que nuestra capacidad de influenciar el mundo a nuestro alrededor es mayor. Con el tiempo desarrollamos la fortaleza de nuestro carácter y muestra capacidad de actuar ante cualquier adversidad.

“Porque yo lo digo” es algo que con la práctica se puede convertir en un mantra personal que prácticamente nos garantiza que lo que nos estamos proponiendo lograr va a suceder. No hay sensación más gratificante que saber que algo que nos estamos proponiendo, gracias a nuestra constancia y dedicación, eventualmente se hará realidad.

A quien más le mentimos es a nosotros mismos. Es hora de romper con ese destructivo hábito y de que volvamos creer en nosotros mismos. Tenemos que recuperar la honorabilidad de sostener nuestra palabra interna.

Empecemos con pequeños compromisos que cumpliremos llueva, truene o relampaguee. Poco a poco recuperaremos la confianza en nosotros mismos y muy pronto sabremos que cuando nos preguntemos ¿por qué sucederá esto? la respuesta siempre será “porque yo lo digo.”