En crisis, enfoque

Cri-sis: un tiempo intenso de dificultad, problemas o peligro.

Está de más decir que el día de hoy la palabra crisis es prácticamente un sinónimo de pandemia. Estamos enfrentando crisis de salud, económicas y políticas. Todas al mismo tiempo.

Las crisis y su manejo no son nada nuevo. Estas situaciones han existido durante toda la historia de la humanidad y afortunadamente tenemos a nuestra disposición las lecciones aprendidas por muchas personas. Debemos aprender de ellas.

En toda situación hay 2 grandes categorías de cosas en las que nos podemos enfocar: 1) las que podemos controlar y 2) las que no podemos controlar. Por su naturaleza, durante una crisis, la cantidad de cosas que podemos controlar es baja. Hay incertidumbre.

Es por esto que el primer paso para actuar efectivamente en una crisis es identificar todas aquellas cosas —por pocas que puedan ser— que sí están bajo nuestro control. El otro lado de la ecuación es, naturalmente, no gastar recursos tratando de controlar todo lo que está fuera de nuestro control.

Veamos algunos ejemplos enfocados en nuestra realidad actual. No puedo controlar que el mercado haya cambiado y mi producto ahora tenga menos demanda. Si puedo controlar analizar cómo está el mercado ahora y modificar mi producto a las necesidades actuales. No puedo controlar que tan rápido se va a esparcir el virus pero sí puedo rápidamente implementar un sistema de trabajo remoto. No puedo controlar que las ferreterías no puedan abrir pero sí puedo controlar cambiar mi inventario para calificar como Supermercado (Cemaco).

Todas las variables están en juego durante una crisis. La incertidumbre es alta. Muchas cosas que no se pueden controlar nos distraen — ¿Cuándo va a abrir el país?, etc.

Encuentra que es lo que puedes controlar y enfoca toda tu atención y recursos en ello. Luego, actúa decisivamente.

Impaciente con las acciones, paciente con los resultados

Naval Ravikant probablemente tiene una de las cuentas de Twitter más valiosas que hay. Sus tweets son ideas muy poderosas expresadas en pequeñas frases muy simples de asimilar.

“Impaciente con las acciones, paciente con los resultados”, es el tweet de Naval sobre el cual quiero reflexionar hoy.

Impaciente con las acciones se refiere a que hay que estar en constante movimiento. Actuar hoy es mejor que actuar mañana. Es importante estar activos todo el tiempo para así poder probar más alternativas. Incansable acción es el único camino hacia adelante.

Paciente con los resultados significa no desesperar cuando las cosas no salen como se desea. Los buenos resultados tardan tiempo en llegar. Sino pregúntenle a cualquier bebé que está empezando a aprender a hablar o caminar. Seguramente muchas de las acciones que se tomen no darán los resultados esperados inmediatamente y eso está bien. Las acciones que se toman se pueden controlar, los resultados no.

Ahora, unamos las dos partes de la idea. Es importante mantenerse constantemente activos mientras pacientemente se avanza hacia los resultados que se esperan lograr. No se debe tolerar la inactividad o la postergación del actuar. Hay que actuar ahora. Al mismo tiempo se debe tener presente que lograr los resultados que se buscan es un maratón, no un sprint. No se debe perder inercia antes los fracasos o cambio de planes. Debe practicarse la paciencia. Lo importante es que pase lo que pase, se debe seguir actuando.

¿Cuánto tiempo vas a esperar?

La vida es el único lienzo que se nos regala en donde podemos pintar nuestros sueños. Es el único terreno de juego que tenemos. Pero en muchas ocasiones lo único que hacemos por años a la vez es sentarnos a ver cómo las hojas del calendario caen sin cesar.

Despierta! Esto algún día va a terminar. No sabes cuánto tiempo más tienes en realidad. Pero de algo sí puedes estar seguro: cada segundo que pasa es un segundo que no regresará.

Puedo comprender que quieres que las cosas sigan como están. El cambio trae riesgos que tomar. ¿Pero es así como realmente quieres vivir? Entiendo que hay miedo en tu corazón. ¿Pero debiera ser eso suficiente para no vivir todo lo que quieres vivir? No olvides las sabías palabras de Marco Aurelio: “Un hombre no debería tener miedo a morir, debería tener miedo a nunca empezar a vivir.”

Hay otra expresión que tengo tiempo de no escuchar pero hoy no ha dejado de merodear en mi cabeza. “Una posible definición de infierno es: el yo que soy se encuentra al yo que pude haber sido en el lecho de muerte”. En realidad no sé a quien atribuirla pero no hay duda que deja mucho en que pensar.

¿Cuánto tiempo más va a esperar para sentarte y definir los 4 proyectos más importantes que quieres lograr en tu vida en el próximo año? ¿En los próximos 5 años? ¿Cuánto tiempo más vas a esperar para hacer un compromiso contigo y con la vida que se te ha regalado para empezar a materializar esos 4 proyectos?

¿Cuánto tiempo más vas a esperar para dejar de hacer todo lo que te distrae y te quita hoy lo más preciado que tienes —tiempo— y entregarte de lleno a lo que realmente quieres hacer? ¿Cuánto tiempo más vas a esperar para empezar a vivir? ¿Cuánto tiempo más vas a esperar para abrir los ojos y despertar?

No tengas miedo. Lo peor que puede pasar es que mueras. Pero eso siempre es mejor que nunca haber empezado a vivir.

Depósitos en entreno, retiros en carrera

La preparación y el entrenamiento son esenciales para alcanzar altos niveles de rendimiento. Mientras más intensa y constante sea la preparación, mayor será la probabilidad del éxito. Esto pareciera fácil de comprender pero asimilarlo y ponerlo en práctica resulta bastante más difícil de lo que se cree.

Entregar un alto nivel de esfuerzo en ambientes de preparación resulta extremadamente difícil por qué en el fondo se sabe que se está trabajando en un ambiente “simulado”. Para alcanzar un rendimiento adecuado durante el período de preparación se debe condicionar la mente para que “integre” que habrá un beneficio futuro gracias a el esfuerzo presente —un tipo de gratificación diferida.

La mejor manera de lograr esto es visualizar el esfuerzo que se hace durante la preparación como un depósito que se está realizando en una cuenta bancaria de la cual después se podrán hacer retiros en el momento de la competencia.

Esta manera de pensar no es nueva. Frases similares han sido utilizadas a través de los siglos. “Mientras más se sude en tiempo de paz, menos sangraremos en tiempos de guerra”, escribió “Nicolás Maquiavelo”.

Mientras más depósitos se hagan y más grande sea cada uno, más fondos habrán disponibles en la cuenta para retirar cuando más se necesite. Si se quieren tener suficientes recursos disponibles para el momento de la verdad, el momento de depositar es hora. Vamos a entrenar.

Un experimento como ningún otro

Los científicos muchas veces quieren probar teorías que requieren experimentos de escalas muy grandes o que no son viables financieramente para poderse probar.

Hay experimentos que son tan osados que ni siquiera se le ocurrirían a los científicos más desquiciados. Hay ciertos elementos del mundo en que vivimos que simplemente no queremos cuestionar y jamás quisiéramos correr un experimento para encontrar otras maneras de operar.

¿Qué pasaría si nos diéramos permiso para hacer un experimento tan atrevido que seguramente fuera ilegal? 1) Probablemente nos arrestarían y 2) Obtendríamos resultados tan maravillosos que cambiarían nuestras vidas para siempre.

Y justamente es acá donde estamos hoy. Tenemos ese permiso. ¿Cuándo imaginaste qué tendrías permiso de trabajar desde tu casa durante 3 meses seguidos? ¿Algún día imaginaste que sabrías lo que es pasar tanto tiempo seguido comiendo saludable en casa? ¿Permiso para bajar el ritmo? Concedido. ¿Permiso para participar activamente en la educación de tus hijos todos los días? Hecho. Y así otro millón de cambios que tan solo unos meses atrás era inconcebible poder considerar.

Definitivamente que lo que estamos haciendo es viviendo un experimento como ningún otro en la historia. Aprovechemos.

Pequeños detalles

El contrato millonario, el siguiente disco, el auto de tus sueños o construir la empresa con la que cambiaras el mundo. Estos son solo algunos de los grandes anhelos a los que aspiramos los seres humanos. Nos gusta pensar en grande —construir proyectos maravillosos. Trazamos planes gigantescos para alcanzar la grandeza pero son demasiadas las veces que olvidamos lo más importante.

Sin esfuerzo alguno el enfoque gravita hacia el premio que está al final del camino. Y es así es que empezamos a caminar. Dando un paso tras otro haciendo todos lo que debemos hacer para llegar. Pero una vez más, son demasiadas las veces que olvidamos lo más importante.

El camino se desenvuelve frente a nosotros y va tomando rumbos inesperados. Corregimos la dirección, superamos obstáculos y mantenemos la mirada fija en el premio que sabemos qué nos espera al final. Damos cada vez un poco más, apretamos los puños y volvemos a golpear. Olvidamos otra vez lo más importante.

Lo más importante es la siguiente palabra que vamos a escoger en la propuesta que estamos escribiendo. Es encontrar la expresión exacta que cambiará la percepción de cuanto valor agregamos en una negociación. Es ecualizar 500 veces hasta encontrar el tono que despierta la emoción que necesitamos expresar. Es pasar 15 minutos seleccionando el color perfecto que evoque la reacción que queremos del comité al que le vamos a presentar un plan.

Lo más importante es prestar atención a los detalles de cada cosa que estamos haciendo y hacerlo a lo mejor de nuestra capacidad —es estar 100% presentes en lo que estamos haciendo en cada momento. El premio llegará a su debido tiempo.

Es reconocer cómo estamos escogiendo hacer lo que nos toca hacer. ¿Lo estamos haciendo simplemente por qué es lo que toca hacer o lo estamos haciendo por qué queremos dejar un pedazo de nosotros en cada actividad que escogemos hacer? Si vemos todo lo que hacemos como una extensión de nosotros mismos, le prestaremos atención a los pequeños detalles.

Mente y opciones

La mente tranquila y centrada siempre puede encontrar el camino. No el camino que se cree que es el correcto sino que el camino que deber ser.

La mente tranquila puede ver más opciones que la mente agitada. La mente agitada es defensiva y gasta muchas de sus energías en defenderse. La mente tranquila se mantiene en paz y puede reservar todas sus energías para encontrar soluciones creativas.

Ante cualquier situación determinada hay infinitas opciones posibles. Cuantas se puedan identificar está determinado por el estado de la mente. ¿Es positiva? ¿Tiene miedo? ¿Hay optimismo? ¿Está centrada? Para identificar la mayor cantidad de posibilidades la primer orden del día es calmar la mente.

Las mejores opciones se encuentran en el ahora. No están ni en el futuro ni en el pasado. Están acá. La mente inquieta o está fantaseando en el futuro o se está lamentando por el pasado. Esto es inútil, ahí no hay nada. El único lugar en donde se puede encontrar la calma necesaria par resolver cualquier situación es en el momento presente. No hay respuestas en ningún otro lugar.

Mantenerse centrado libera a la mente de tener que estar resolviendo problemas internos. Cuando la mente ya no tiene que estarse preocupando por los conflictos internos, entonces se puede enfocar en resolver los problemas externos. Ha quedado libre para actuar.

Puede parecer contradictorio pero así es que funciona. La mente agitada ve pocas opciones. Esto a su vez genera más preocupación en la mente y crea intranquilidad. Luego se regresa al principio del ciclo y se reduce aún mas la cantidad de opciones que la persona identifica. ¿La solución? No escuchar a la mente en este momento, silenciar la voz interna que está causando toda la conmoción y escuchar el silencio interior.

La mente siempre tiene la solución. Tan solo debemos aprender a escuchar.

Consecuencias no deseadas

Toda acción que se toma tendrá consecuencias no deseadas. Algunas positivas, otras negativas. Pero todas ellas no deseadas. ¿Por qué no deseadas? Porque al momento de decidir actuar no se previeron estas consecuencias. Simplemente nunca se tomaron en cuenta.

Hay que aprender a vivir con estas consecuencias no deseadas. Son parte de estar vivos y nos enseñan responsabilidad ya que ser responsable es adueñarte de todos los efectos de tu acciones, hayan sido premeditadas o no.

Por ejemplo, digamos que estás manejando y empieza a llover. No ha llovido en mucho tiempo y el asfalto se pone resbaloso. Ves el semáforo en rojo y gentilmente aplicas los frenos. A tu carro no le importa y sigue avanzando. Sigues patinando hasta que le pegas al carro de adelante. Ser responsable es adueñarte de los efectos del choque aunque no haya sido intencional. En este caso el choque es una consecuencia no deseada de haber salido a manejar ese día.

Lo mismo ocurre cuando sales a un bar con unos amigos a celebrar un cumpleaños y un par de horas después paras conociendo a la persona con la que pasaras el resto de tu vida. Otra consecuencia no deseada —positiva.

Es importante estar al tanto de la mayor cantidad de consecuencias no deseadas que ocurren a tu alrededor. Son muchas. Mientras más atento estés tendrás la oportunidad de ser más responsable con tu vida.

Claro está, que lo mismo ocurre con las consecuencias deseadas positivas. Mientras más crezca tú capacidad de reconocer los efectos deseados y no deseados de tus acciones, mas podrás celebrar tus logros al sentirte directamente responsable ellos.

Durante la vida sucederán millones de cosas a tu alrededor. Algunas te gustarán, otras no tanto. Algunas la habrás causado tú y otras serán obra del destino. El secreto para tener la mejor experiencia de vida posible es aprender a aceptar y agradecer por la ocurrencia de cada una de ellas.

La naturaleza de los eventos

La naturaleza no es justa ni injusta. Simplemente es. Los eventos tan solo suceden y la historia del mundo sigue su curso. Al mundo no le importan las intenciones de las personas o sus destinos. Entender esto es de vital importancia para poder tener una buena vida.

Hace unos días estaba observando el comportamiento de Fluffy, uno de los gatos que vive acá en mi casa. La verdad que no pude notar cambio alguno en su estado de ánimo o comportamiento. Sin embargo todos nosotros, los humanos de la casa, estábamos muy tristes por qué el hermano de Fluffy, había muerto.

¿Fue la muerte de Coco algo bueno o malo? ¿Algo trágico o maravilloso? Pues eso va a depender de la interpretación que cada quién —que tenga la capacidad de interpretar— le dé.

Obviamente Fluffy no está alterado por el suceso. El no está ni enterado de lo que sucedió —Coco vivía en la casa de mis suegros. Algo me dice que si de alguna manera pudiera percibir lo que sucedió, tampoco tendría mayor reacción.

Pero para todos nosotros ha sido duro despedir a Coco. Existe una sensación de pérdida e incluso de haber sido privados de algo. Se siente “injusto” que haya dejado este mundo terrenal.

Ahora, regresando a ver el comportamiento de Fluffy, queda muy claro que las emociones que estamos experimentando los “seres racionales” tienen que ver más con el significado personal que cada uno de nosotros le está dando a la partida de Coco que con el suceso en sí. Al final, los seres humanos eso es lo que hacemos: constantemente interpretar, en base a nuestras experiencias pasadas, todo lo que ocurre a nuestro alrededor y etiquetarlo como bueno o malo.

Todo lo que sucede en este mundo es impersonal y no ocurre a favor o en contra de nosotros. Comprender esto trae consigo una gran liberación emocional. Darnos cuenta que el mundo no está en nuestra contra es reconfortante —no existe un enemigo contra quién luchar. Reconocer que el mundo tampoco está a nuestro favor da una sensación de mayor autoestima cuando logramos algo —fue NUESTRO logro .

Los eventos son. No son ni buenos y malos. Esto de que sean buenos o malos lo determinamos los humanos y, más especifico aun, lo determinamos cada uno de nosotros.

¿Como vas a escoger interpretar lo que ocurre a tu alrededor el día de hoy?

Yo hoy escojo no experimentar resentimiento alguno y recordar con todo el cariño que tengo dentro de mi a Coco-R.

El viejo que sabía de donde venían los fantasmas

Era un fin de semana como cualquier otro y parece ser que los eventos ocurrieron un domingo cerca de Semana Santa.

Como pocas veces sucedió, tres generaciones de la familia compartieron bajo el mismo techo. Un poco antes de la comida el abuelo empezó a explicarle a uno de sus nietos por qué no debía tenerle miedo a los fantasmas.

La explicación usual que se le da a los niños va algo como “los fantasmas no existen” o “los fantasmas son las almas de las personas que ya murieron y nos quieren visitar”. Pero la explicación que el viejo abuelo estaba por dar era muy diferente a esto. El realmente sabía que son los fantasmas y de dónde vienen.

“Cuando yo tenía tu edad”, le dijo a su nieto de 9 ó 10 años de edad, “había guerra y muchas personas murieron a mi alrededor. Realmente no podíamos salir mucho y no teníamos oportunidad de jugar. Lo único que podíamos hacer era escaparnos algunas noches a jugar pega pega en el cementerio detrás de la casa de mis papás.” Como es evidente al leer estas palabras, el viejo era muy directo y le pintaba la realidad de una manera bastante cruda a aquellos a su alrededor.

“Cuando corríamos entre las tumbas con todas nuestras fuerzas, podíamos ver los fantasmas levantarse de la tierra”, dijo aquel viejo antes los ojos incrédulos del niño que no lo podía creer.

La sinceridad y amor en la voz del abuelo le daba mucha seguridad al niño y aunque la historia pareciera aterradora, el niño quería saber más. “¿Y que hacían los fantasmas después de salir de la tierra?”, le preguntó.

“Nos perseguían, por supuesto”, fue la respuesta. “Mientras más rápido corríamos, más se pegaban a nosotros los fantasmas. No los podíamos dejar atrás.” Esto ya no le gustó al pequeño niño y se empezó a asustar. El miedo en sus ojos conmovió al viejo y en ese instante decidió terminar la historia y revelar su gran secreto.

“Pero no te preocupes”, le suplicó al niño con un ternura que nunca antes se había escuchado en su vos, “ahora te voy a decir de donde vienen los fantasmas”.

“Cuando las personas mueren y son enterradas, sus cuerpos se descomponen y con el tiempo sus huesos liberan algo que se llama fósforo. Claro, el fósforo es fosforescente y brilla en la noche. Cuando nosotros, o cualquier otra persona corre en un cementerio, el aire que generamos levanta ese fósforo en nubes fosforescentes que son lo que llamamos fantasmas y naturalmente nos siguen por qué mientras más corremos, más aire generamos.”

Este viejo realmente sabía de dónde vienen los fantasmas. Del la luz que emite el fósforo de los huesos de los difuntos. Hace mucho sentido.

Nunca nadie sabrá si aquel niño llegó a comprender realmente lo que su abuelo le explicó aquel domingo. Pero para mi, que ese día escuché a mi papá contarle esa historia a mi sobrino, me quedó clarísimo de donde vienen los fantasmas.