Cuando me cuesta escribir, días aburridos

Desde ya hace casi dos años he estado escribiendo todos los días. Hay unos días en que las ideas vienen fácil, en otros, no tanto. A estas alturas ya empecé a distinguir un patrón. Que me cueste escribir quiere decir algo acerca de la calidad de día que tuve.

Ya que no tengo una agenda editorial ni estoy predispuesto a escribir sobre algo en particular, decido sobre qué voy a escribir hasta que me siento enfrente de la computadora. Mi proceso es muy orgánico.

Lo que este proceso me ha ayudado a notar es qué en los días que aprendo algo interesante, hago algo de consecuencia o experimento un evento que me impresiona, las ideas vienen fácilmente. Cuando el día es interesante o productivo, escribir es fácil. En los días “aburridos”, escribir es un parto.

Por esto es que he empezado a evaluar mis últimas 24 horas en aquellos días en los que paso 25 minutos y no encuentro sobre qué escribir. Es cierto, algunas veces esto me ocurre por puro cansancio pero la gran mayoría de veces es porque pasé el día en blanco. O no estuve presente o no hubo mayor actividad relevante en mi día.

Creo que todos debiéramos tener una buena historia que contar al final de cada día. Sino, probablemente el día no fue todo lo que pudo ser. Nos quedamos cortos. O tuvimos un día de impacto y simplemente no estuvimos atentos a lo que pasó a nuestro alrededor o, decidimos no hacer nada grandioso con el tiempo que se nos ha regalado. Cualquiera de estos dos escenarios no es para nada bueno.

Sí, cuando me cuesta escribir, más de algo le hizo falta a mi día. No quiero seguir teniendo muchos días así.

Distracciones

Una distracción es algo que puede captar la atención de una persona cuando esa persona se está tratando de enfocar en algo más. Ahora bien, distraerse es algo que una persona elige hacer cuando se topa con una distracción. No todas las distracciones distraen a las personas. Distraerse es una elección.

Yo todas las distracciones son iguales. Algunas son más intensas que otras. Es decir, llaman la atención con mayor fuerza que las demás. Poder resistir estas fuertes distracciones requiere un poco más de fuerza de voluntad. La capacidad de enfoque debe ser mayor para poderlas descartar.

Así que el antídoto para las distracciones no es construir una burbuja en la que nada ajeno a lo que se está trabajando pueda entrar. La solución es aprenderse a concentrar. El éxito está en desarrollar una mente disciplinada. En poder ignorar las distracciones.

Al mismo tiempo, el enfoque requiere energía. Poder ignorar distracciones es cansado. Aunque toda distracción puede ser vencida, hacerlo requiere de esfuerzo. Así es que un ambiente libre de distracciones es más productivo que uno que no.

Reconocer que distraerse es una elección no quiere decir que configurar un lugar de trabajo libre de distracciones no sea una buena idea. Mientras menos distracciones hayan presentes, mayor energía mental habrá disponible para completar la tarea que se desea hacer. La productividad baja.

Siento que en estos últimos días he tenido que usar demasiada energía de más para poderme concentrar. Seguro tengo muchas distracciones a mi alrededor.

Voy a dedicar este fin de semana a revisar mi ambiente de trabajo (físico y digital) y eliminar cuantas distracciones me sea posible identificar.

Estar cerca, la mejor manera de aprender

Hay momentos en el trayecto de toda empresa en los cuales aprender es lo más importante que se puede hacer. En estas condiciones las prioridades deben cambiar. Los que están lejos se deben acercar y los que ya están cerca, se deben acercar más. Todos tienen que aprender.

Estar cerca es un compromiso grande de tiempo. Para estar de cerca en un lugar hay que dejar de estar en cualquier otro lugar. Claro que esta inversión vale la pena, cuando el objetivo es aprender. Entender lo que se tiene que entender no tiene precio. Págalo, siempre.

La mejor manera de entender algo es estando cerca. Observando. Solo así se pueden distinguir las sutilezas que nos llevan a la comprensión. Mientras más cerca se está, más información se puede recopilar. Ah, y ni mencionar que la información que se recolecta de cerca es la más fidedigna que se puede obtener.

Cada vez que una empresa cambia un proceso, lanza un nuevo producto o cambia un proceso es importante entender cómo está funcionando el cambio. Hay que aprender.

Si el cambio tiene que ver con ventas, es importante estar cerca del mercado. Si el cambio tiene que ver con el producto, hay que estar cerca de los clientes. Si el cambio tiene que ver con algún proceso, hay que estar cerca de los indicadores de eficiencia.

Aprender, aprender, aprender. Es la única manera de mejorar. Es imposible mejorar lo que no se puede cambiar y no se puede cambiar aquello que no se puede entender. Para entender y luego poder aprender hay que estar cerca.

Simplificando un poco, estar cerca es la mejor manera de aprender.

Sin darse cuenta, hay mi espalda

¿En cuántos problemas nos metemos y ni siquiera sabemos por qué? ¿Cuántas veces caemos una y otra vez sin tener la presencia para ver lo hoyos en que estamos cayendo? Justo esto me estuvo pasando durante los últimos meses. Y fue mi espalda la que pagó un precio infinito por ello. A ver les cuento.

Desde ya hace un buen tiempo vengo experimentando fuertes dolores de espalda baja. En algún momento escribí acerca del cambio de colchón que hice tratando de resolver. En fin, los dolores me han seguido molestando y hasta hace unas horas seguía sin saber por qué.

Durante las últimas semanas los dolores estaban siendo tan intensos que empecé a pensar en comprar una silla nueva. De hecho, los dolores eran tan fuertes que en algún momento de desesperación consideré una silla Herman Miller que vi en línea.

Bueno, pues ayer ya no aguanté. El dolor era tan fuerte que empecé a ver qué podía hacer para aliviarlo en lo que podía ir a comprar una silla nueva. En mi desesperación fui por una toalla para ponerla sobre el respaldo lumbar de la silla. Regresé con la toalla y en ese momento fue que pude ver el hoyo en el que he venido cayendo una y otra vez por meses. Nunca antes lo había podido ver.

Al momento de poner la toalla me di cuenta que el “mesh” completo del respaldo de la silla estaba totalmente desprendido del marco de la silla. ¡Sí! Tenía meses de pasar mi día completo trabajando en una silla prácticamente sin respaldo. Mi espalda baja estaba haciendo contacto directo con el marco de plástico del soporte lumbar. Eso es todo lo que tenía de apoyo. ¿Será que de ahí venían las molestias?

En mi defensa, al menos ya me había dado cuenta que el soporte lumbar era lo que me estaba causando tanto dolor. Sin siquiera haberme tomado la molestia de revisar la silla, llevaba semanas ajustando la altura del soporte para tratar de sentirme mejor. En algún momento decidí, incorrectamente, que la altura del soporte era el problema y en ningún momento pude ver más allá.

Pues en lugar de poner la toalla sobre el soporte lumbar todo lo que hice fue colocar el “mesh” de regreso en su lugar. La silla es buenísima, cómoda y hoy he pasado un muy buen día. Ese era todo el problema. Aún tengo dolor pero es residuo de las horas que pasé sentado contra un marco de plástico.

¿Cómo pude pasar tanto tiempo con tanto dolor y no darme cuenta que la silla estaba desarmada? No lo sé. Falta de presencia supongo. Al menos cada vez que me vuelva a doler la espalda podré recordar esta gran lección:

Para poder resolver un problema crónico, el primer paso es darse cuenta de que se tiene un problema que hay que resolver.

Altos estándares

Buen desempeño no es lo mismo que desempeño excepcional. Una empresa conformada por personas que logran buenos resultados jamás será una empresa líder en el mercado. Con suerte, estas empresas duran unos cuantos años hasta que la creciente presión de la competencia las alcanza. Los buenos resultados ya no son suficientes para sobrevivir.

Buen desempeño no es lo mismo que desempeño excepcional. Es por esto que un líder efectivo define altos estándares de rendimiento para su equipo. Es contra estos estándares que cada una de las personas del equipo se estará midiendo constantemente. Si las expectativas son bajas, los resultados serán pobres. Si las expectativas son altas, se fijarán altos estándares y se alcanzarán los mejores resultados posibles.

Es cierto que los seres humanos tenemos esta fuerte tendencia a apegarnos a “la ley del mínimo esfuerzo”. Pero con la motivación correcta y altos estándares claramente definidos esta ley se puede desobedecer. Es en estos ambientes de alto rendimiento que todos empezamos a buscar dar todo lo que tenemos. Y eso se siente bien, muy bien. No hay nadie que en las condiciones correctas no quiera ser la mejor versión de sí mismo.

Los altos estándares son exigentes. Al principio causan incomodidad. Pero con el tiempo y la costumbre también son fuente de motivación y generan excelentes resultados. ¿Y a quién no le gusta tener excelentes resultados en su vida?

Creo que el secreto del éxito está en acostumbrarnos a constantemente medirnos contra los más alto estándares que podamos encontrar.

La responsabilidad de crear

En este nuevo mundo interconectado en donde cada idea puede ser amplificada al infinito, el proceso de creación ha sido democratizado. Prácticamente cualquier persona con un teléfono / computadora y una conexión a Internet puede crear algo que cambie la dirección en que va el mundo.

Sé que esto puede sonar exagerado pero no lo es. Tan solo se siente así porque la gran mayoría de cosas que se están creando con la maravillosa tecnología que tentemos disponible son inconsecuentes. Muchos están creando, pocos están impactando. Compartir que es lo que almorcé hoy difícilmente va a cambiar el mundo.

No estoy diciendo que el uso casual de redes sociales y plataformas online esté mal. Tan solo creo que el poder que está a nuestra disposición es enorme y lo estamos subutilizando.

Todas las personas tienen algo importante que decir, algo único que compartir. No se necesita ser un genio, “influencer”, político o famoso para compartir algo que le pudiera cambiar la vida a alguien. Creanme, esto es algo que está al alcance de todos. Tan solo hay que tomar el riesgo de publicar contenido relacionado a las cosas importantes en que creemos.

Una canción, un post, una pintura. Tu manera de ver un tema en particular. Una idea de negocio o una reseña de de tu comercio favorito. Un podcast entrevistando a un amigo que sabe mucho sobre un tema en particular. No importa que sea. Ve, créalo y luego compártelo.

Todos tenemos la responsabilidad de crear material de calidad. El mundo nos necesita.

El miedo de no cumplir

A veces, el último recurso es lo único que nos puede salvar. Estamos a punto de caer. El borde del precipicio está justo abajo de nuestros pies. Todo lo que se necesita es tomar un paso más y puff, todo se acaba. Y luego, repentinamente despertamos, recordamos ese miedo de no cumplir, de fracasar. Y así nos levantamos a trabajar una vez más. El miedo de no cumplir gana una vez más.

La motivación es una fuente de energía muy grande. El miedo de no cumplir también. La primera es la más honorable de las dos pero en su ausencia la segunda también puede funcionar. El miedo de no cumplir no es la mejor opción pero a veces necesitamos tener una pistola contra la cabeza para reaccionar.

Puede ser que hoy no haya sido bonito. Puede ser que hoy no haya sido lo mejor. Pero al final del día se cumplió. Se puede seguir adelante porque no todo terminó. El miedo de no cumplir nos ha comprado seguir vivos un día más.

Emprender quiere huevos, y romperlos también

Es imposible siquiera tratar de estimar la cantidad de libros de emprendimiento que hay en circulación. ¿Cientos de miles? ¿Millones? No sé. Lo que sí sé es que han de haber por lo menos 5 libros publicados por cada habilidad técnica que un emprendedor debe llegar a desarrollar.

Pues bien, hoy acá sentado en la “silla de los acusados” les puedo decir que todos estos libros juntos no pueden empezar a preparar a un emprendedor para la destreza más compleja que debe desarrollar: el manejo emocional. Esa es la habilidad que forja el acero que sostiene a los emprendedores de verdad.

Muchas veces aprender qué hay que hacer es más fácil que tener la fortaleza emocional para hacerlo. Muchas de las decisiones que definen el futuro de una empresa no son fáciles de tomar. Requieren de agallas. Hacer lo correcto no siempre es lo más popular. Para seguir en este camino hay que aprender a vivir con eso.

Emprender es emocionalmente difícil. Un buen emprendedor no solo debe ser inteligente, debe poder manejar sus emociones. Debe saber seguir sus instintos y superar sus miedos. Debe poder hacer lo que se requiere, incluso cuando hacerlo no se siente bien. Saber qué hay que hacer para luego no hacerlo no le ayuda a nadie.

Ser emprendedor es una de las vocaciones más nobles que hay. Millones de empleos son creados gracias al esfuerzo y a los riesgos que toman miles de emprendedores alrededor del mundo. Al mismo tiempo, los efectos que tienen las decisiones que estos mismos emprendedores toman son grandes. Muchas vidas se ven impactadas.

¿Por qué emprender es emocionalmente difícil? Bueno, para empezar, porque para hacer un omelette, antes hay que romper algunos huevos.

El ciclo de la escasez y la abundancia

La sensación de escasez no se siente bien. Sentir que algo nos hace falta o que “no habrá” suficiente es incómodo. A nadie le gusta sentirse así. Al mismo tiempo, es esta sensación la que en gran parte determina la percepción de valor que se tiene de las cosas. La escasez crea valor. La sensación de escasez de cierto modo, nos motiva.

Al contrario, la abundancia invita a la complacencia y puede reducir cuanto se aprecian las cosas. En ciertas condiciones las llega a devaluar. Cuando se cree que se tiene todo lo que se desea es muy fácil que la energía y la motivación se desvanezcan. El cariño para aquello que se cree que no se puede perder desaparece. “No sabes lo que tienes hasta que lo pierdes”, les gusta decir por ahí.

Cuando se experimenta abundancia se tiende a creer que se seguirá teniendo abundancia en el futuro. En cambio, cuando se experimenta escasez el espíritu humano despierta y se trabaja duro para cambiar la situación. A nadie le gusta permanecer sin aquello que quiere por mucho tiempo.

Esta relación entre la abundancia y la escasez crea un ciclo que es difícil de romper:

Experimento escasez -> Trabajo duro para obtener lo que quiero -> Obtengo lo que quiero -> Experimento abundancia -> Descuido lo que tengo -> Vuelvo a experimentar escasez y todo se repite de nuevo.

Pero no podemos olvidar el agradecimiento, esa sensación que nos ayuda a apreciar lo que tenemos y recordar en cada momento lo mucho que nos costó obtenerlo. Una persona que es agradecida podrá sostener la abundancia que crea durante períodos de tiempo más prolongados. No la descuidará tan fácilmente.

Al fin y al cabo, que se tenga abundancia no quiere decir que no se pueda apreciar lo que se tiene. Gracias por todo.

La persona correcta, el rompecabezas del emprendedor

Cada emprendimiento que pretende ser exitoso necesita armar un rompecabezas único. Las piezas que se necesitan para completarlo son irrepetibles, como las huellas digitales en las puntas de nuestros dedos. Hasta que todas las piezas no están en su lugar, la empresa no puede despegar.

Cada uno de estos rompecabezas empresariales tiene su propia identidad. No hay dos iguales en todo el mundo y las piezas que cada uno necesita para poderse armar cambian con cada instante que pasa.

En esta analogía las piezas del rompecabezas representan a las personas que forman parte del equipo empresarial. Con una pieza que haga falta, el rompecabezas no se puede terminar de armar. No funciona. Es un tipo de propiedad emergente.

El modelo de negocio puede ser genial. Se puede haber identificado un mercado rentable que está listo para ser cosechado. La propuesta de valor puede ser ganadora. Se puede haber construido un producto innovador. La estrategia de mercadeo puede estar lista para ser ejecutada. Los astros pueden estar alineados pero mientras siga haciendo falta al menos una pieza, él rompecabezas jamás se podrá terminar de armar.

Cuando estamos armando un rompecabezas podemos tratar con todas nuestras fuerzas de forzar una pieza de otro lugar para así terminarlo de armar. También podemos tener todas las piezas en su lugar ideal pero si nos hace falta la última pieza nunca podremos terminar. El proceso se debe llevar a su compleción natural.

La pista de despegue es finita. Eventualmente se termina y para ese momento aún hace falta una pieza clave, el avión se va a estrellar.