Las promesas que más debes de sostener

Las promesas que más debes de sostener…

…son aquellas pequeñas promesas que haces contigo mismo. Cosas como “mañana me despertaré temprano a hacer ejercicio”, “ya no voy a comer tanta azúcar”, o “ahora sí haré el reporte que debo entregar”, etc.

Estas pequeñas promesas que nos hacemos todos los días, y que muchos rompemos a diario, son la razón por la que muchos de nosotros dejamos de creer en nosotros mismos. ¿Qué tipo de confianza puedo tener en mí cuando sé, por experiencia de primera mano, que rara vez cumplo lo que digo?

Para desarrollar confianza interior en nosotros mismos es necesario reconstruir nuestra palabra interna. Empezar a reprogramar nuestro cerebro y mostrarnos que cuando decimos que vamos a hacer algo, esto sucederá.

El camino para lograr recuperar esa confianza en nosotros no es complicada pero tampoco es fácil. Requiere de constancia, perseverancia y de mucha disciplina. Es un proceso de condicionamiento que es bastante simple pero, una vez más reitero, no es fácil.

Todo lo que hay que hacer es escoger una actividad que podamos hacer todos los días. Debemos tener todos los recursos necesarios para completarla a diario y no puede depender de otras personas. Debe ser algo simple de hacer. Luego debemos hacer una promesa con nosotros mismos de que pase lo que pase, haremos esa actividad todos los días —sin excepción alguna. Luego simplemente debemos cumplir nuestra palabra y hacerla todos los días. Eso es todo.

Después de un tiempo empezamos a internalizar que esta promesa particular que nos hicimos se cumple día tras día. Y con el paso del tiempo empezamos a creer cada vez más en nosotros mismos. Después de un tiempo de no fallar cambiamos por dentro y empezamos a creer en que lo que decimos que haremos sucederá porqué sabemos que somos personas que sostienen su palabra.

Como referencia les comparto que yo estoy escribiendo y publicando un post al día (288 días sin fallar), meditando por lo menos 20 minutos cada día (322 días sin fallar) y leyendo por lo menos 10 minutos cada día (364 días sin fallar).

Los sonidos de la noche

Una vez que el sol se ha ocultado y le ha abierto paso a la obscuridad, todo empieza a cambiar. Llega la noche y con ella el aire se inunda de sonidos que despiertan el corazón.

Basta prestar un poco de atención para poderlos apreciar. Guarda un poco de silencio, deja el celular y ponte a escuchar. Te lo prometo, un mundo maravilloso está esperando por ti.

En realidad no importa en dónde estés. Puedes estar en el campo o en tu casa en plena ciudad. Los sonidos de la noche siempre están ahí para arrullarte como un bebé. Todo lo que tienes que hacer es dejarlos llegar.

Puede ser el soplar del viento por la ladera o el cantar de un grillo en el jardín. También la sirena de una ambulancia o el silencio que solo la noche te puede regalar. No importa en verdad. Hoy por la noche, solo siéntate a escuchar.

Antes de dormir

Un listado de cosas a hacer antes de dormir para poder descansar bien y mantener un nivel alto de energía:

  • Escribir a mano un listado de las tres cosas más importantes que quieres hacer mañana
  • Asegurarte que el cuarto esté lo más obscuro posible
  • De ser posible, regular la temperatura de la habitación aentre 18 y 20 grados celsius
  • Agradecer por 3 cosas que te pasaron en el día
  • Recodar que esta puede ser la última vez que cierras los ojos (ejercicio de visualización negativa estoico)
  • Eliminar cualquier tipo de posible ruido que se pueda dar durante la noche

Que descanse, buenas noches…

Aún mejor que administrar el tiempo, administrar la energía

Mucha de la teoría gerencial moderna sugiere que el secreto “non plus ultra” para maximizar la productividad es la administración del tiempo. Se nos ha enseñado que administrar el tiempo es lo que ha llevado a las más grandes personas de nuestros tiempos a alcanzar logros “imposibles” con sus vidas. “Es su habilidad para manejar el tiempo lo que ha cambiado el mundo”, nos dicen los grandes de la gerencia como Peter Drucker.

Y con esta manera de pensar han nacido un sin fin de mecanismos, teorías y libros sobre cómo manejar mejor el tiempo —todos en el nombre de subir la productividad. Puede ser que yo esté equivocado, pero hoy los quiero convencer que hay algo más importante y efectivo que la administración del tiempo para subir nuestra productividad.

Arranquemos con la siguiente pregunta. Qué es más importante, ¿Organizar el tiempo o lo que hacemos con el tiempo que tenemos disponible? Yo creo que lo que hacemos con nuestro tiempo es mucho más importante. De nada sirve tener bloques de tiempo perfectamente organizados si durante ese tiempo no traemos nuestro mejor ser a lo que debemos hacer en ese momento. Lo más importante es lo que hacemos con el tiempo, no cómo lo administramos.

Ahora, ¿Cuál es el factor que determina qué tanto podemos hacer en un período determinado de tiempo? Sin duda alguna: la energía que tenemos en ese momento. De nada sirve tener una semana perfectamente organizada si cuando nuestro calendario indica que es hora de hacer algo no tenemos la energía (y por ende ni la motivación ni las ganas) de hacerlo. Seguro que este será un bloque de tiempo perdido.

Con esto no quiero decir que calendarizar y alocar el tiempo sea algo innecesario y que no sirve para nada. Lo único que estoy proponiendo es que la administración de energía es más importante que la administración del tiempo. A mayor energía tengamos, más productivos seremos. Cuando tenemos altos niveles de energía y no tenemos tiempo disponible, encontramos el tiempo que necesitamos para hacer lo que queremos. Cuando tenemos el tiempo disponible y no tenemos energía dentro de nuestro ser, tomamos una siesta enfrente del monitor.

Me gustaría saber si alguien quisiera que profundice un poco más sobre la administración de ese fuego interno que llamamos energía. Es de este fuego que nace la motivación. Déjame saber si debiera escribir más acerca de esta idea con un comentario.

Cambia el mundo con tu propia receta

Cuando nos sentamos a pensar en cómo queremos impactar el mundo a menudo nos paralizamos. Nos paralizamos porque cuando vemos a nuestro alrededor nos cuesta mucho encontrar algo que aún no esté resuelto. “Eso qué quiero hacer, ya alguien más lo está haciendo”, grita la voz adentro de nuestra cabeza. Aunque hay un pequeño elemento de verdad en esa narrativa, no es del todo cierta.

Haber, veamos. Que alguien más esté haciendo algo que nosotros también queremos hacer no significa que nosotros no podamos tener éxito haciéndolo también. Tan sólo imaginémonos lo que nos hubiéramos perdido si U2 hubiera decidido no entrar al mundo del rock porque los Rolling Stones ya habían estado ahí antes que ellos. Siempre hay espacio para otros, especialmente cuando cada uno sabe traer su manera particular de hacer las cosas.

Y es acá en donde me quiero enfocar hoy. En la esencia de cada persona y su manera única de operar en el mundo. Somos más de 7 billones personas en este planeta y cada uno de nosotros es único. Cada uno tiene preferencias, gustos, habilidades y personalidades distintas. Esto es genial porque cada uno quiere que las cosas se hagan de manera diferente y cada uno de nosotros puede hacer las cosas de una manera en que nadie más las puede hacer. ¡Es perfecto!

Para cambiar el mundo no tenemos que inventar un platillo totalmente diferente a todos los que se han cocinado con anterioridad. Todo lo que tenemos que hacer es encontrar el platillo que más nos apasiona y cocinarlo una y otra vez hasta que encontremos nuestra propia manera de hacerlo, hasta que encontremos nuestra receta personal que seguro para alguien será la mejor.

Las dos responsabilidades principales de un gerente

Evaluar a un colaborador individual dentro de una empresa no es muy complicado. Resulta relativamente fácil, dependiendo del puesto claro, poder determinar si la persona está haciendo un buen trabajo o no. ¿Llegó a su meta de ventas? ¿Entregó sus proyectos a tiempo y con la calidad esperada? ¿Están listos los reportes financieros? Etc.

Ahora bien, cuando se busca evaluar a un gerente las aguas se ponen un poco más turbias. ¿Qué se espera de un gerente? ¿Cuales son sus responsabilidades principales? No es algo tan fácil de ver.

Para empezar a aclarar cuales son las responsabilidades de un gerente es importante entender que los gerentes trabajan con equipos de personas. Su trabajo no es producir. Su trabajo es ayudar a otros a producir. Con esto ya definido, podemos pasar a estudiar las dos responsabilidades principales de un gerente.

1. Obtener los resultados que la empresa necesita de su equipo

En otras palabras, la primer responsabilidad de un gerente son los resultados que su equipo genere. Un gerente se mide principalmente por lo que su equipo puede o no hacer. El buen gerente logra que su equipo de excelentes resultados. El mal gerente tiene un equipo de bajo rendimiento.

Un gerente se evalúa principalmente por los resultados que produce su equipo.

2. Retener a los miembros de su equipo

Hay muchas formas en las que un gerente puede lograr los resultados que necesita de su equipo. Algunas son más sostenibles que otras. Algunas contribuyen al clima organizacional de la empresa mientras que otras destruyen la moral de los miembros del equipo.

Un buen gerente construye a su equipo, motiva a sus miembros y los inspira a lograr más. Los miembros de un equipo bien liderado quieren formar parte de su equipo de trabajo por mucho tiempo y un equipo con baja rotación de personal contribuye a la salud de la empresa.

No es ningún secreto que dos de los costos “escondidos” más grandes de una empresa son el reclutamiento y la capacitación de su personal. Un gerente que logra resultados de corto plazo por medio de “apretar” constantemente a su equipo de trabajo no está haciendo un buen trabajo. Tendrá un equipo con alta rotación de personal. El buen gerente retiene al personal de su equipo durante largos períodos de tiempo contribuyendo a las finanzas y cultura de la empresa.

El buen gerente tiene un equipo que da buenos resultados Y logra retener a los miembros de su equipo.

¿Cómo vamos pagar?

Durante los últimos días ha habido mucha controversia acerca de las nuevas políticas de privacidad de Whatsapp. Mas allá del ruido mediático que esto ha causado, creo que muy poco va a cambiar. Algunas personas dejarán de usar el servicio. Estimo que esto será un porcentaje muy bajo de la base total de usuarios. El resto seguirá utilizándolo normalmente.

En mi grupo específico de contactos les puedo afirmar que solo 2 de ellos me han contactado por un aplicación alterna. El resto de mis contactos, a pesar de que muchos han bajado alguna otra aplicación, sigue utilizando Whatsapp habitualmente a pesar de haberse quejado fuertemente de los cambios.

Todo en este mundo se tiene que pagar de una manera u otra —siempre. En el mundo del internet y la tecnología nos hemos acostumbrado a pagar o con nuestra atención o con nuestros datos personales pero ya no con dinero. Nos quejamos si una aplicación cuesta más de $1.99 y decimos que es una desconsideración cobrar taaanto por un aplicación que nos simplifica grandemente la vida. Queremos que todo sea gratis y que funcione impecablemente.

Si queremos aplicaciones privadas de comunicación que funcionen bien tendremos que pagar por ellas —con dinero esta vez. Es absurdo pensar que llegará una solución gratuita y de calidad que no necesite minar nuestros datos privados para ser sostenible en el tiempo. Esto simplemente no ocurrirá.

Estoy seguro que este asunto de las herramientas de comunicación se estabiliza pronto. Lo que aún no sé es como la mayoría de las personas decidirá que quiere pagar el privilegio de tener estas maravillosas aplicaciones a su disposición: con sus datos privados o con su dinero. Esto determinará el tipo de solución que prevalecerá.

Por el momento pareciera ser que la mayoría querrá pagar con sus datos privados y parece ser que Whatsapp ya lo sabía desde hace tiempo atrás.

La velocidad del mercado

Si algo nos ha enseñado esta pandemia es que las cosas pueden cambiar muy rápidamente. Y cuando las cosas cambian rápido, el mercado cambia más rápido aún.

Un consejo para los emprendedores tratando de sobrevivir en este agitado ambiente: sean hipersensibles a lo que ocurre a su alrededor. Esta hipersensibilidad les servirá para distinguir entre que es “moda” y que es aquello que está ocurriendo para quedarse a largo plazo.

Por moda me refiero a oportunidades que solo existen para saciar una necesidad del momento y que no son lo suficientemente perecederas para crear un negocio a largo plazo. Son aquellas oportunidades que después de tan solo unos meses se revelan como espejismos de algo que aparentaba ser el unicornio dorado que todo estamos buscando.

Es muy difícil poder etiquetar una necesidad urgente que el mercado está manifestando como una moda pasajera. Pero el mercado responde a la condiciones que se están dando en un momento dado y en este preciso momento el mundo cambia minuto a minuto. Algo que hoy parece la panacea puede ser el error más grande de el mundo tan solo unos días después. El mundo está cambiando mas rápido que nunca y el nivel de atención que se necesita para no perseguir falsas promesas es más grande que jamás antes en la historia de la humanidad.

La belleza de lo que no se puede ver

Hay tantas cosas que con los ojos no podemos ver. Las buenas intenciones de los demás es un buen ejemplo para empezar.

¿Y qué hay de las horas y horas que alguien pasa pensando en cómo ayudar a alguien más que nunca se lo pidió? Es maravilloso de verdad.

El alma y mundo interior de cada uno de nosotros, aunque invisible a los demás, es en donde la infinidad de la belleza se puede encontrar.

Por hoy no tengo mucho más que decir. Creo que el punto está claro y no hay más que discutir.

Si queremos encontrar belleza en cada momento de nuestra vida debemos dejar de pensar y empezar a usar un poco más el corazón.

Cuando el cuerpo aprende a obedecer

“La carne es débil”. Esto no es cierto. El cuerpo es lo que es. Siempre está buscando comodidad y sentirse bien. Su único interés es encontrar el camino más fácil y no entiende nada sobre las posibles consecuencias de sus acciones. Lo que a veces es débil es la fuerza de voluntad, la mente.

Afortunadamente la mente es parte del cuerpo y, una vez bien entrenada, puede guiar al cuerpo por el “camino del bien”. No es algo fácil de lograr pero sin duda alguna se puede alcanzar.

Desde un punto de vista evolutivo el cuerpo humano está construido para experimentar sensaciones físicas y la mente está diseñada para responder a estas sensaciones. Siento hambre, debo buscar comida. Veo un león y siento miedo, entonces debo escapar. Tengo sueño, hay que dormir. Y todo esto estuvo muy bien por millones de años cuando el ambiente en el cual vivió el ser humano ofrecía un balance natural al cuerpo. Pero hoy en día este ya no es el caso.

Hace 10,000 años caía el sol, salían las estrellas y el mundo estaba en silencio. Era hora de dormir en el piso bajo la luz de la luna y sin excepción alguna el sol hacía su trabajo día tras día y despertaba a todos los seres humanos a la hora correcta para que pudieran empezar a buscar sus alimentos. No existían tales cosas como los desvelos por fiestas o demasiadas series de Netflix. Tampoco existía el famoso “solo 5 minutos más”. El cuerpo simplemente respondía a su entrono natural y todo estaba bien.

Pero el cuerpo humano no ha alcanzado al mundo moderno de hoy y la evolución tecnológica le lleva una ventaja abismal a la evolución biológica. Hoy en día ya nadie tiene que caminar 30 kilómetros para encontrar un panal y luchar contra las abejas para obtener un poco de miel y conseguir la energía necesaria para cazar el siguiente tiempo de comida. Simplemente se camina 2 metros a la cocina y se exprime un lindo oso de plástico y ¡voila! Se tiene miel. Es por esta discrepancia entre el cuerpo y la privilegiada vida moderna de hoy que el cuerpo debe aprender a obedecer. El entorno simplemente no le exige igual que antes.

Es importante recordar que el cuerpo no manda. Nunca ha mandado. Las acciones del ser humano están dictadas por su voluntad y nada más. Lo que sucede es que a veces la voluntad le sede el paso a la comodidad y le hace caso a los berrinches del cuerpo. El problema no es que el cuerpo sea débil. El problema es la falta de fuerza de voluntad. Todo cambia cuando el cuerpo aprende a obedecer.