El único paso que importa es el siguiente que debes tomar

Hay silencio a tu alrededor. Los pensamientos corren a mil por hora. Hay tanto que hacer que ni siquiera se te ocurre por donde empezar. El aire es pesado y sientes que la carga te va a sofocar. Mejor toma un respiro profundo y recuerda que el único paso que importa es el siguiente que debes tomar.

Te preocupa una situación que pudiera ocurrir dentro de 6 meses. Durante todo este tiempo te ha resultado imposible diseñar un plan maestro, perfectamente estructurado, que te ayude a prevenir ese desenlace fatídico que no puedes dejar de visualizar. Pues te digo, no lo tienes que resolver todo hoy. Tómalo un paso a la vez. Después de todo, el único paso que importa es el siguiente que debes tomar.

Tu corazón corre aunque lo único que estás haciendo es estar sentado en una silla viendo como tu computadora se traga cada minuto de tu vida. Sin duda alguna pudieras estar más tranquilo, pudieras estar haciendo algo para mejorar tu situación. Pero una vez más has decidido enredarte en un laberinto de infinitas alternativas que hoy no te sirven para nada. Te quieres comer todo el pastel antes de siquiera haberlo sacado de la caja. Esto no te conviene, ya deja de hacerlo. Pon el pastel de regreso en la caja y recuerda que el único paso que importa es el siguiente que debes tomar.

Lo inesperado duele más

Hay cosas que consideramos más probables que otras. También hay ciertas cosas que ni siquiera consideramos como posibles. En realidad todo el tiempo estamos operando con un muy limitado abanico de cosas que consideramos posibles.

Así es que en base a lo que consideramos probable podemos clasificar los eventos que ocurren en tres distintas categorías:

  1. Probabales
  2. Poco probables
  3. Imposibles de ocurrir

Cuando una persona experimenta un evento su reacción al mismo será inversamente proporcional a la probabilidad que le había asignado de ocurrir. Es decir, si el evento era esperado, la reacción será leve. Si el evento se consideraba imposible de ocurrir (probabilidad 0) la reacción será extremadamente fuerte.

Esta es la razón por la que tantos sabios, en todas las diversas tradiciones espirituales, nos recomiendan de una manera u otra estar preparados para cualquier cosa. Esta es la manera más efectiva de evitar las reacciones erráticas que nos hacen perder la cabeza.

Lo que todas estas personas nos han tratado de decir durante milenios es que debemos abrir la mente a que cualquier cosa es posible. Mientras nos aferremos a que solo lo que consideramos posible puede suceder estaremos susceptibles a sobre reaccionar a las sorpresas que el destino nos tiene preparadas. La mejor manera de mantener la calma es estar preparados para cualquier cosa, incluso para aquello que consideramos imposible.

Si yo cambio, todo cambia (The Matrix 15 años después)

Hoy volví a ver The Matrix por primera vez en por lo menos 15 años. Algo que estoy apreciando bastante es que la vi con mi hijo Christian quien está por cumplir 12 años. Finalmente coordinamos para tener un poco de tiempo juntos y sentarnos a ver este clásico de ciencia ficción. Verla con él me dio el incentivo de estar más enfocado y así poder irle ayudando a entender las partes más complejas de la película.

Aunque no había visto The Matrix en más de 15 años esta es un película que he visto por lo menos unas 30 veces. Mi impresión era que a estas alturas ya no había nada nuevo que descubrir. ¿O sí?

La experiencia que recién tuve viendo la película, mi interpretación de la historia y diálogos al igual que el significado que le di a la escenas principales (“There is no spoon”) fueron totalmente nuevas. Casi que les podría decir que hoy NO vi una película de ciencia ficción, hoy vi una documental.

Claro que la película no ha cambiado, el que ha cambiado soy yo. ¡Y qué adecuado es estar escribiendo esto! El tema central de la película es que la percepción lo es todo. Vaya que esto es algo sobre lo que he estado pensando, escribiendo y aprendiendo todo lo que puedo.

Hoy no vi una loca historía sobre un posible futuro desastroso en el cual los seres humanos pasan a ser solo baterías para las máquinas. Hoy vi una profunda reflexión acerca de la condición humana y cómo nuestros pensamientos definen nuestras vidas. Hoy vi una compasiva historia acerca de cómo cada uno de nosotros es prisionero de sus miedos y falsas creencias. Hoy vi una invitación a ser valientes y escoger la píldora roja. Hoy recordé que la realidad, por difícil que sea, siempre será infinitamente mejor que la fantasía en la que todos estamos perdidos. Hoy entendí que la liberación final de todos nuestros sufrimientos está adentro de nosotros.

Nuestra experiencia de vida será lo que queremos que sea. No hay duda de esto. Si queremos tomar la píldora azul y evitar la realidad está bien. Claro que esto tendrá sus consecuencias (¿Recuerdan a Cypher?). También podemos escoger la píldora roja, despertar y afrontar la realidad. Esta es la única manera de poder influenciar el mundo que nos rodea, estando en contacto directo con él.

Si queremos cambiar nuestra realidad y moldearla a nuestra voluntad debemos tratarla como un cuchara de plata y recordar esa frase que hoy me dejó sin aliento. “No trates de doblar la cuchara. Eso no se puede hacer. Lo que debes recordar siempre es la verdad: Que en realidad la cuchara no existe.”

La falacia del tiempo perdido

Siento mucho decirlo pero el tiempo no se puede perder. Una persona no puede “perder su tiempo”. Lo único que puede hacer es usarlo para algo y después arrepentirse de que lo usó para eso. Es a esto lo que usualmente se le llama “perder el tiempo”.

Es muy chistoso porque se habla de perder el tiempo como que si la persona no tuviera nada que ver con lo que pasó. La realidad es otra, la persona claramente decidió utilizar el tiempo para hacer lo que quería. Por ejemplo, alguien tiene un examen al día siguiente y en lugar de estudiar se “enreda” en una maratón de Netflix. Esta persona no “perdió el tiempo”. Lo utilizó justo para lo que quería, ver su serie favorita. Al día siguiente, cuando no sabe qué hacer en el examen, etiqueta la maratón de Netflix como “tiempo perdido”.

Decir que el tiempo se puede perder es lo mismo que decir que no tenemos injerencia sobre lo que pasa en nuestras vidas. Lo que hacemos en cada momento es fruto de lo que libremente decidimos hacer, o no. Claro, siempre podemos ignorar esta realidad pero evadir esta responsabilidad de ninguna manera cambia las consecuencias que nuestras decisiones traen consigo.

Creer que el tiempo se puede perder es un tipo de falacia. Es una creencia falsa que hace mucho daño y genera una cultura de poca responsabilidad. Creo que todos vamos a estar mejor si empezamos a hablar de “tiempo mal utilizado” en lugar de hablar de “tiempo perdido”.

La inspiración no “llega”, se crea

Cuando uno habla con personas “creativas” es muy frecuente escuchar que no se ha avanzando porque la inspiración aún no ha llegado. Un corolario de este tipo de comentarios es que estas personas empiezan a hacer inversiones gigantes para tratar de crear ambientes que les fomenten la creatividad —pero siempre les hace falta algo más.

Con el paso de estos 533 días seguidos en los que he logrado publicar un post diario he aprendido que la inspiración no “llega”, uno la crea. O esto es cierto o he tenido una gran suerte y la inspiración ha llegado a mí sin falta cada día durante todo este tiempo.

Es innegable que un buen café, buena música, la luz adecuada y 0 interrupciones es algo que ayuda muchísimo. Pero esto no quiere decir que estas cosa sean necesarias para poder ser creativos. Lo único que se necesita para crear es sentarse a trabajar, vencer esa sensación de inseguridad que surge cada vez que vamos a hacer algo creativo. Después de todo, siempre que hacemos algo creativo existe el riesgo de que no vaya a funcionar. Esto puede ser una experiencia bastante incómoda.

Decir que la inspiración no ha llegado no es más que una excusa. Es una manera de evitar la responsabilidad de traer algo nuevo al mundo. Es la máscara tras la que tantas veces nos escondemos para no correr el riesgo de probar algo nuevo que pudiera fracasar. Aunque sé que la presión de estar sentados frente a una página en blanco (literal o metafórica) es grande, no debemos sucumbir. El mundo necesita de nuestra creatividad y de nuestros proyectos. La única manera en que constantemente podremos cumplir es aceptando que la inspiración no “llega”, se crea.

Adelante, no es tan malo como parece

Los miedos más grandes que tenemos usualmente vienen de historias que creamos en nuestras cabezas. Rara vez las cosas son en realidad tan malas como nos las imaginamos. Esto no solo es cierto cuando pensamos en situaciones altamente riesgosas. También aplica en las más triviales actividades de nuestro día a día.

Esta semana he estado prestando especial atención a por qué hay ciertas actividades que me digo que voy a hacer y simplemente no hago. ¿El común denominador qué encontré? Cuando pienso en empezar cada una de estas actividades genero una sensación de incomodidad dentro de mí.

¿Cuál fue el aprendizaje de estar observando mi comportamiento durante la semana? Que 9 de cada 10 veces mi reacción era completamente desproporcionada a lo que en realidad había que hacer. Y esto no es todo. También encontré que mientras más tiempo paso paralizado pensando en lo “terrible” que va a ser hacer lo que sea que me he propuesto, más intensa se vuelve mi sensación de incomodidad —un verdadero círculo vicioso.

¿Qué consejo les puedo dar? Adelante, no es tan malo como parece. No hay nada peor que sentarse a fantasear sobre lo que el cliente te va a decir en esa llamada difícil que necesitas tener. Ese problema que nunca antes has resuelto no se va a resolver solo e ignorarlo hasta última hora lo único que va a hacer es restarte tiempo para poder pensar en la mejor solución. Es reporte que es difícil de cuadrar no requiere de tanto tiempo como tu cerebro, ya en estado de pánico, te está diciendo.

La acción es el mejor antídoto para la parálisis. Ahora es momento de hacer y postergar lo inevitable no ayudará en nada. Esta manera de actuar tan solo alimentará ese monstruo ficticio que está rondando en tu cabeza. Es hora de hacer. El único camino es hacia adelante. No tengas miedo, no es tan malo como parece.

La destrucción de las empresas en Internet

Como emprendedor sé que todas las empresas van a cometer errores. Como persona sé que ningún ser humano es perfecto. Como coach creo que nadie se equivoca o causa daño a propósito. Me gusta creer en que todas las personas actúan a partir de buenas intenciones. Es una lástima que tantas personas no entiendan esto y estén dispuestas a destruir a una persona o empresa para obtener 5 minutos de fama.

Debo reconocer que en la última semana yo mismo he utilizado este blog para compartir una muy mala experiencia que tuve con un banco con el qué hago negocios. ¿Mi intención? Consultar a mi audiencia si lo que me ocurrió es legal o no. Cuando escribí ese post hice mi mayor esfuerzo de sanitizar el contenido y mantener el banco anónimo. Mi propósito es tratar de entender mejor que pasó y si las acciones que se tomaron son legale. Eso es todo. Mi intención no es dañar la reputación del banco o la de sus colaboradores. No gano nada con hacer eso. De ser posible quisiera poder darles retroalimentación de una manera privada y ayudarles a mejorar sus procesos.

El Internet es un medio muy poderoso que habilita ciclos de retroalimentación casi inmediatos. Bien utilizados pueden ser una gran herramienta que ayuda a las personas y empresas a mejorar su rendimiento. Desafortunadamente mi experiencia es que estamos muy lejos de lograr algo así. Veo que las personas están utilizando el Internet todos los días para crucificar a cualquier persona o empresa que cometa un error y pareciera ser que lo último que quieren es ayudarles a mejorar. Mi impresión es que lo que quieren es causar mucho ruido y sentirse importantes cuando su contenido se va viral.

¿Por qué digo esto? Porque día tras día veo videos, tweets y posts que lo único que hacen es evidenciar, sin la intención de querer ayudar, los errores de personas y empresas que tanto se esfuerzan por dar un buen servicio. Puede ser que esté equivocado pero lo que percibo es que estas personas están buscando contenido “escandaloso” que les genere lo que tantos hoy buscan con una desenfrenada necesidad: más seguidores y likes, una sensación de sentirse importantes.

Realmente me cuesta mucho entender cuál es el objetivo de compartir estos incidentes en redes sociales de un manera pública sin antes contactar a la empresa por un canal privado y de esa manera ayudarles a corregir. Como gerente y emprendedor he aprendido el mantra de premiar en público y retroalimentar en privado. Creo que es algo que como público en general debiéramos aprender también.

Dejar que el tiempo vuele siempre es una opción

Aburrimiento. Ganas de no querer hacer nada. Sentir que cada minuto es eterno y que el fin de la eternidad nos destruye en cada segundo. Todas estas son sensaciones que experimentamos porque así lo queremos.

Emoción. Querer que este instante dure para siempre. Sentir las ganas de querer quedarse justo en donde se está hasta el fin de todos los tiempos. Todas estas son emociones que también experimentamos porque así lo queremos.

Ya que el tiempo no puede cambiar su naturaleza lo único que determina como experimentamos su paso es nuestra propia percepción. Los minutos en los que deseamos que el reloj se acelere son idénticos a aquellos en los que quisiéramos que el tiempo se detuviera. No existe diferencia alguna. Nuestra experiencia únicamente depende de como escogemos utilizar el tiempo que se nos ha regalado.

Creo que es una buena apuesta decir que la mayoría de nosotros queremos sentir que el tiempo vuela. Queremos estar sumergidos en esa sensación de querer más y no querer que el presente termine. Queremos estar enfocados, metidos completamente en lo que estamos viviendo ahora. No queremos estar aburridos o deseando estar en algún otro momento en el tiempo.

En mi experiencia hay actividades que son más conductivas a generar esa sensación de plenitud y bienestar justo en el momento presente. Se las comparto para que ustedes puedan tomarlas como base y luego puedan escribir su propio listado de actividades que hacen que su tiempo vuele:

  • Meditar
  • Hacer ejercicio cardiovascular durante tiempos prolongados de tiempo
  • Hacer alguna actividad creativa que de interés (escribir, hacer una presentación, programar, resolver algo) en la computadora mientras se escucha música que nos gusta con audífonos
  • Tener una buena plática con alguien que nos importa
  • Practicar un deporte que nos apasiona a alto nivel
  • Armar un rompecabezas
  • Leer un buen libro con una taza de café al lado
  • Escribir
  • Hacer música
  • Ver el mar

Cosas que hacer creo que no nos hacen falta. Cada quien tendrá sus favoritas. Todos tenemos a nuestra disposición una infinita gama de posibles actividades que nos dejarán sentir que el tiempo vuela. Lo que a veces no tenemos son las ganas de hacerlas. Esto es ridículo. ¿Por qué pasar el tiempo estando aburridos cuando podemos vivir cada instante llenos de emoción?

Inspirado en Time Stand Still de Rush:

Cuando se sobrepasan los límites

El viernes por la noche me encontraba en el hospital. Todo está bien conmigo, estaba donando sangre para un familiar. El proceso se dio relativamente rápido y en menos de dos horas ya estaba de regreso en mi casa.

Dada mi avanzada edad de 45 años (😉) decidí, sin tener idea de cuál es el protocolo médico correcto, esperar que pasará un día después de la donación para salir a correr mi entreno de 13 kilómetros. No fue una buena idea hacerlo tan pronto.

Hoy por la mañana, alrededor de 35 horas después de haber estado en el hospital salí. Los primeros 5 kilómetros estuvieron bastante bien, todo parecía normal. Empezando el sexto kilómetro empecé a sentir que se me adormecía la mano izquierda. Cerca de llegar al séptimo kilómetro la sensación de “adormecimiento” se había esparcido a los pies. Decidí parar.

Afortunadamente en este punto de la ruta de hoy solo estaba a dos kilómetros de mi casa. Me detuve a agarrar un poco de aire y empecé a caminar lentamente de regreso a casa. Llegué sin mayor novedad, comí un poco y me hidraté bien. 30 minutos después salí con mi higo a un juego doble de Slowpitch. Tampoco fue una buena idea.

Ahora estoy acá sentado agradeciendo que es domingo y que tengo tiempo de recuperarme de las dos bobadas que hice hoy por la mañana. Me siento extremadamente cansado y con bastante sueño. En mi cabeza todo esto se debe a la donación del viernes. Espero que así sea. Supongo que debo seguir reponiendo hidratación y dormir un poco.

Bueno, pues en los últimos días he estado escribiendo acerca de cómo sobrellevar obstáculos y lo importante que es no darse por vencido. En cómo vivir esa noción estoica de siempre entregar el máximo que tenemos.

Pues hoy le quiero poner un asterisco a eso de no darse por vencido. Es importante reconocer los límites que tenemos. Nadie es omnipotente y todos tenemos un punto de quiebre. Es sabio saber escuchar y ser inteligentes. Hay cosas que simplemente no podemos hacer, al menos bajo un set de circunstancias dadas. Tenemos que entender que hay momentos para luchar y también hay momentos para descansar. Me voy a dormir un poco.

Cuando la tecnología nos confunde…

La tecnología nos permite pronosticar el clima por minuto, nos deja enviar mensajes instantáneamente a cualquier parte del mundo y ha extendido nuestra expectativa de vida promedio muchísimo. No es casualidad que en este mundo moderno estemos tan confundidos.

Sí, si no estuviéramos tan apantallados diríamos que la tecnología que hoy tenemos es magia de otro mundo y aunque no lo reconocemos a plena vista, en el fondo creemos que estamos rodeados de maravillas tecnológicas que todo lo pueden. He aquí de donde nace tanta confusión.

Déjenme elaborar. Desde que empieza el día, gracias a la tecnología, tenemos la impresión equivocada de que podemos controlar todo lo que sucede a nuestro alrededor. ¿Tenemos calor? Prendemos al aire acondicionado. ¿Queremos conversar con nuestros familiares que están al otro lado del mundo? Presionamos un par de veces la pantalla de nuestros teléfonos. ¿Queremos ir al trabajo? Nos subimos al carro o prendemos la computadora. ¿Estamos escasos de comida? La pedimos por el celular. Todo esto es realmente maravilloso —pero debemos tener cuidado.

La falsa sensación de omnipotencia que hemos desarrollado nos está debilitando. Esta confusión (creemos que todo está bajo nuestro control) nos lleva a darnos por vencidos inmediatamente cuando algo no sale cómo queremos. Después de todo, el mundo debiera tirarse a nuestros pies. En lugar de luchar por sobrepasar el obstáculo nos sentamos a hacer berrinche (esto se debiera poder resolver con tan solo presionar un botón).

Cuando la tecnología nos confunde creemos que todo debiera salir como queremos. Cuando la tecnología nos confunde creemos que todo debiera ser fácil. Cuando la tecnología nos confunde nos rendimos y dejamos de luchar. Esto es un error. La tecnología es una gran herramienta pero nunca podrá reemplazar ni la perseverancia ni la voluntad de acero que solo un ser humano puede generar.