Cuándo importa

Importa. Qué palabra tan especial. Cuando algo es importante para nosotros lo tratamos de una manera especial. No lo dejamos al olvido y lo cuidamos para que esté bien. Cuando algo nos importa nos sentamos a su lado hasta verlo florecer. Nos desvelamos para no dejar que jamás se marchite y con gusto nos incomodamos para que esté bien.

Luchar por algo que nos importa es fácil. Cuando algo nos importa el sacrificio no existe pues se tiene plena conciencia de que lo qué se está haciendo no tiene desventaja alguna. Cualquier cosa que se pudiera perder es simplemente el precio a pagar por ver qué aquello que nos importa esté bien.

Si algo es lo suficientemente importante se puede llegar a intercambiar la misma vida por defenderlo. Se llega a una situación en la que vivir en un mundo en donde no existe lo que nos importa no es una opción que se quiera tomar. Esto explica tantos actos heroicos que podemos citar a través de la gran historia de la humanidad.

Cuando algo nos importa nos elevamos a ser mejores personas. Cuando algo nos importa damos todo lo que tenemos. Cuando algo nos importa nada nos puede detener. Cuando algo nos importa lo imposible se vuelve realidad. Cuando algo nos importa la vida se llena de color.

¿Cuándo fue la última vez que algo te importó?

Crecer duele, una nota para mis amigos emprendedores

El crecimiento es doloroso. Crecer no solo le duele a los adolescentes cuando se están “estirando”. Crecer también le duele a las empresas cuando empiezan a hacer algo nuevo que no estaban haciendo anteriormente. Crecer también le duele a cualquier persona que decida embarcar en la noble trayectoria de ser un poco mejor cada día. Crecer duele.

Llegar a entender que no puede haber crecimiento sin dolor es fundamental para el emprendedor. Mientras esta verdad universal no se acepte, el emprendedor constantemente estará evitando las actividades necesarias para acelerar la trayectoria de su empresa y misión. Bajo estas condiciones nunca podrá dar lo mejor que tiene.

Al mismo tiempo también es de vital importancia poder ver el dolor como algo bueno, como una seña de crecimiento. No como algo que se debe evitar. Es fácil demostrarlo. ¿Cómo se sabe que se tuvo una buena sesión de ejercicio para fortalecer los músculos? Hay dolor después. Crecer duele. El dolor es prueba de que hay crecimiento.

No importa qué proceso de transformación busquemos en el amplio mundo de la naturaleza, ninguno de ellos ocurre sin dolor. El crecimiento requiere del cambio y cambiar duele. Donde hay crecimiento es inevitable que haya dolor y donde hay un emprendedor determinado el dolor se percibe como una brújula que indica el rumbo más directo hacia el destino final.

¡Avanti!

Un gran momento para estar vivos, la Web 3 y tanto más

De todas las distintas eras por las que ha pasado la civilización humana para mí esta es la más emocionante de todas. Realmente no hubiera querido nacer en ningún otro tiempo que no fuera este. Como bien lo dijo Jesus Jones: “right here, right now, there is no other place I’d rather be.”

La explosión de innovación tecnológica y la velocidad a la que las ideas se están propagando me parece algo maravilloso. El Web 2.0 ya le está cediendo el protagonismo al Web3, las empresas se están convirtiendo en DAOs, los bancos centrales ya tiene fuerte competencia de las cripto-monedas y la propiedad física se está empezando a cimentar en la forma de NFTs. Es una locura, hay tanto que aprender. Me fascina.

Estar vivos en este preciso instante es un privilegio. Sin duda alguna estamos viendo la transformación más dramática de nuestra civilización, en primera fila. Y no solo la estamos viendo, si así lo deseamos, también podemos participar directamente en ella. Le podemos dar forma. Nunca antes en nuestra historia habíamos tenido la oportunidad de impactar la dirección de hacia dónde va el mundo desde nuestros escritorios.

Realmente estamos viviendo algo maravilloso. Solo hace falta despertarse y ver un feed de Twitter bien curado para darnos cuenta de lo mucho que está pasando. No hay día que no hayan grandes avances tecnológicos que le están dando un nuevo aire a los aspectos más importantes de nuestra sociedad: finanzas, comunicación y propiedad privada.

Realmente no sé en dónde va a parar todo esto, en realidad no importa. Como una buena montaña rusa, lo mejor es disfrutar el camino, el destino no es tan importante cuando la jornada es así de emocionante. Abróchense el cinturón que el futuro ya está aquí.

Este es un gran momento para estar vivos.

Tomarse el tiempo, una gran ventaja competitiva

Las cosas buenas requieren de tiempo para llegar a ser. Las grandes amistades no nacen de un día para el otro. Los mejores vinos necesitan de muchos años para añejar. Los grandes atletas entrenan durante miles de horas antes de llegar a triunfar. Nada que valga la pena llega de la noche a la mañana.

Es cierto que la impaciencia está en la naturaleza de muchos de nosotros. ¿A quién no le gusta tener resultados inmediatos? ¿A quién no le gusta tenerlo todo sin tener que dar mucho a cambio? El problema es que estos eventos fugaces que llegan de la nada son solo accidentes del destino que rara vez son reproducibles. Osea qué, las grandes recompensas que llegan de inmediato y sin esfuerzo alguno no son más que destellos repentinos de suerte.

No hay nada más inspirador que llegar a dominar una disciplina y poderla ejercer al más alto nivel. También, dominar una disciplina es la puerta que nos lleva al éxito profesional. Tomarse el tiempo para hacer algo bien, presentándole atención a cada detalle con una devoción casi artesanal es lo que el mundo tanto necesita de cada uno de nosotros. En estos tiempos en donde todo se necesita para ayer, funcione o no, tomarse el tiempo para hacer un buen trabajo es la ventaja competitiva más grande que alguien puede llegar a tener.

No es tan difícil como parece

Ese nuevo proyecto que quieres iniciar, ese libro que quieres escribir, ese sueño que quiere alcanzar, esa empresa que quieres construir, esa familia que quiere empezar —créeme, nada de eso es tan difícil como parece. Déjame, te digo por qué.

Pues estar seguro de que te entiendo. Sé que decidir empezar todas estas cosas da miedo y nos despierta sensaciones de inseguridad que son muy incómodas. Lo que te pido es que no olvides jamás es que todo esto que está sintiendo está pasando dentro de ti. No tiene nada que ver con la dificultad real de lo que quieres hacer.

Todo proyecto que valga la pena requiere de esfuerzo, destreza y dedicación, no hay duda de eso. Pero esto no quiere decir que en realidad sea tan difícil como te lo imaginas. Todo lo que tienes que hacer es creer que lo puedes hacer y tener toda la disposición de hacer lo que las circunstancias te requieran para llegar hasta el final.

Puede ser que tengas que aprender nuevas habilidades, desvelarte un poco, empujar uno que otro miedo fuera de tu camino e inclusive llegar a transformarte en una persona más capaz para cumplir con tu sueño. Lo bueno es que si realmente lo quieres, nada de esto es tan difícil como parece.

pd. Eres más fuerte de lo qué crees 💪

En las buenas y en las malas

En la parte más importante de la ceremonia Católica del matrimonio se menciona “estar ahí para la otra persona, en las buenas y en las malas, hasta que la muerte los separe”.

Cuánta sabiduría hay en esta pequeña frase. Sé que cada quien la interpreta como desea (esto es una característica de la gran mayoría de escrituras religiosas), quedan ampliamente abiertas a la interpretación personal. Para mí es un mensaje acerca de cómo vivir la vida. Significa hacer lo que hay que hacer, incluso cuando no es conveniente.

Todos eventualmente moriremos y eso no es algo malo. Es el curso natural de todas las cosas. Entre hoy y el final de nuestros días habrán “buenas” y “malas”. Qué importante es no bajar la guardia y hacer lo que tenemos que hacer todos los días sin importar cómo nos estamos sintiendo o si es conveniente o no. Haz lo que debes, en las buenas y en las malas.

Precio: Cómo se cobra es más importante que cuánto cuesta

Nos guste o no, el modelo de monetización que se define para un servicio es más importante que el precio que se le asigne. Es decir, cómo se cobra es más importante que cuánto cuesta.

Para resaltar el punto les quiero contar una historia de la empresa de llantas francesa Michelin. A principios de los 2,000 Michelin se encontró con un problema. La competencia de los fabricantes de llantas japoneses y coreanos les estaban poniendo mucha presión. Estaban perdiendo mercado debido a los bajos precios que estaban dándose en el mercado.

Tanta era la presión que el presidente de la empresa le asignó a su equipo de innovación la creación de un nuevo producto que superará por mucho a la competencia. Esta era la consigna más importante de la empresa. Y así fue, el equipo se puso a trabajar durante varios años hasta que lograron producir unas nuevas llantas que duraban 20% más que cualquier otra llanta antes fabricada.

Y la empresa festejó este gran logro tecnológico. Pero solo por unos cuantos días. Muy pronto se dieron cuenta que estas llantas que duraban tanto lo único que iban a hacer era hacer que los clientes compraran llantas con una frecuencia aproximadamente 20% menor. Al ofrecer llantas de mayor duración los clientes iban a tener que cambiar de llantas menos seguido. Aunque las lograran vender un poco más caro, la baja en cantidad de ventas siempre superaría el incremente de ganancia por llanta. ¿Qué hacer?

Ya lo dije al principio. Como se cobra es más importante que cuánto se cobra. La cosa es que alguien adentro de Michelin tuvo la brillante idea de cobrar por kilómetro recorrido con las llantas en lugar de cobrar por el derecho de adquirir un pedazo de hule de Michelin. ¡Genial! Mientras más camina el cliente con la llanta, más paga. Y con una llanta que dura 20% más que la de la competencia hay un 20% más de kilómetros a monetizar antes de que Michelin tenga que poner una llanta nueva.

Digámoslo todos juntos una vez más: Como cobras es más importante que cuánto cuesta.

El propósito detrás del objetivo

Tener un objetivo es bueno. Los objetivos claros nos dan dirección y nos mantienen encaminados. Cuando no tenemos un objetivo bien definido nos sentimos perdidos, sin dirección. Cuando una persona tiene un objetivo claro que quiere alcanzar puede empezar a medir sus avances. La energía incrementa al igual que el enfoque. Mucho del esfuerzo de la persona se empieza a utilizar para alcanzar el objetivo.

Pero, ¿Qué pasa cuando las cosas cambian, el tiempo pasa y el objetivo deja de ser relevante e insistimos en perseguirlo? He estado pensando mucho en estos últimos días. Tengo la leve sospecha de que estoy persiguiendo algunos objetivos por el simple hecho de lograrlos aunque lograrlos ya no me aporta ningún valor.

Claro, ser disciplinados y hacer todo lo que podemos para alcanzar nuestros objetivos es una gran virtud. Per sí y solo sí el objetivo que perseguimos tiene un propósito atrás. No debemos olvidar que lo que queremos alcanzar (nuestros propósitos) cambia con las circunstancias y el paso del tiempo.
Es una buena idea detenernos de vez en cuando a evaluar si los objetivos que estamos persiguiendo siguen siendo relevantes para nosotros hoy. Si la respuesta es un “no” sincero pues lo mejor es buscar un nuevo objetivo que esté más alineado con nuestros propósitos actuales.

Las cosas fallan, es mejor acostumbrarse

La entropía es real. Conforme el tiempo pasa las cosas se deterioran. Como le gusta decir a un mi buen amigo, “hasta los bits se pudren”. Dado suficiente tiempo de desuso, todo va a fallar. Es mejor acostumbrarse.

Ese es un tipo de fallo que se da, el fallo por deterioro o desuso. El otro tipo de fallo que existe es el fallo por innovación o crecimiento. Siempre que se prueba crear algo nuevo la probabilidad de fallo es muy grande. Es muy rara la cosa que se hace por primera vez y que no falla. De igual manera, cuando algo que ya que ya funcionaba se lleva al siguiente nivel un eventual fallo es inevitable. Es mejor acostumbrarse.

Así que ya sea que algo se deje estar por mucho tiempo o que se esté inventando algo nuevo o que se esté trabajando en algo para mejorarlo o llevarlo al siguiente nivel, siempre podemos tener algo por seguro: que tarde o temprano va a fallar. Es mejor acostumbrarse.

Siempre hay que romper huevos para hacer un omelette

Hoy por la tarde nuestro gato Fluffy tuvo cita en el veterinario. Como ya es de costumbre, meterlo en su pequeña jaula para poderlo transportar fue una batalla campal. Una vez que entre dos personas lo logramos asegurar empezaron los maullidos de desesperación. Es algo que al menos para mí es complicado de manejar.

Lo difícil del momento me recordó que muchas veces la medicina más amarga es la que más ayuda al paciente. En otras palabras, para poder hacer un omelette siempre hay que romper algunos huevos. Para que el gato pudiera tener sus vacunas y así prevenir alguna enfermedad fue necesario para por ese mal momento.

Lo mismo ocurre cuando entrenamos nuestro cuerpo para hacerlo más fuerte y saludable. Levantamos pesas, corremos, nadamos o nos levantamos desde antes de que salga el sol. Estas actividades a veces duelen, y duelen mucho —son precisamente los huevos que rompemos para luego poder tener un cuerpo saludable (el omelette).

Cuando dejamos que alguien que trabaja con nosotros cometa un error también estamos rompiendo algunos huevos. Lo dejamos caer porque sabemos que en unos meses la experiencia que esa persona ganará de el error aportará mucho a la productividad del equipo.

Finalmente puedo pensar en un hospital que salva miles de vidas al año. Probablemente para construir ese hospital algunos arboles fueron talados y el ecosistema natural sufrió un desequilibrio. Sin duda alguna se destruyó algo de valor para poder construir el hospital pero eso está bien porque el valor que agrega el hospital es mayor que el que se destruyó. Es decir, sé tuvieron que romper algunos huevos para poder hacer el omelette.