No existe el producto perfecto. Tampoco debiéramos sentarnos a esperar escribir el post ideal. Estas cosas no existen. La naturaleza (realidad) está llena de fallas y su perfección tan solo radica en su capacidad de cometer error tras error.
Es increíble pero cada una de las más grandes maravillas de este mundo es producto de la constante experimentación, de la prueba y error; incluido el ser humano. ¿Cómo? Gracias a la evolución.
A muy grandes rasgos la evolución tan solo es una infinita iteración de cambios aleatorios (mutaciones) que se ponen a prueba contra el entorno y aquellos cambios que mejor resultan se quedan (adaptación). Los que no funcionan se descartan y perecen. Nada en la naturaleza es perfecto pero todo está en constante evolución. He ahí la verdadera magia.
Aplicar este mismo proceso al trabajo que todos los días hacemos puede resultar una muy buena idea. Claro, creo que los cambios que le hagamos a nuestro trabajo no deben ser aleatorios pero sí deben ser constantes, iterativos. También creo que estar constantemente poniendo estos cambios a prueba es necesario. Solo así sabremos si los cambios que realizamos mejoraron el trabajo, o no.
Nunca, ni en el mejor de los días nuestro trabajo será perfecto. Pero nuestro trabajo sí puede ser constantemente mejor día tras día. Y en seguir este proceso, al igual que lo hace la naturaleza, tal vez algún día nos acercaremos siquiera un poco a la perfección.
Es momento de empezar a iterar.