El café es una de mis cosas favoritas en este mundo. Tanto así que hace un poco más de un año por temas de salud tuve que disminuir mi consumo y tuve que pasar por un proceso de desintoxicación de cafeína.
Desde ese entonces decidí hacer con el café lo mismo que ya he logrado hacer con muchas otras cosas en mi vida: cortar la dependencia y moderar mi consumo. Ha sido algo maravilloso, Debo detenerme un momento a agradecer en parte mis destrezas de moderación al libro Siddhartha de Herman Hesse.
Para no hacer larga la historia les cuento que hoy me tomé 3 cafés, uno más de lo que normalmente estoy tomando. Cuando el cuerpo está acostumbrado a no tener estimulantes dentro es impresionante el poder que tiene una taza de más de café. Mi corazón late fuerte y mi pulso es más rápido de lo normal. Mis hombros están tensos y mi espalda cosquillea. Mi respiración está acelerada y mi mente corre a mil por hora. De verdad que esta sensación no me gusta para nada. Incluso siento un tipo de “malestar” general en el cuerpo —casi como que si estuviera en medio de algún tipo de intoxicación.
No es tan tarde pero desde ya puedo ver venir una larga noche. No creo que hoy vaya a poder dormir muy bien. Es una buena lección a aprender: un café de más ya es demasiado para mí.