Recién acabamos de ver Moneyball con mi hijo Christian. Ambos compartimos una pasión muy profunda por el baseball y esta era la película ideal para hoy. A pesar de la hora a la que la empezamos a ver y el hecho de que mañana vamos a salir muy temprano, estoy muy contento que decidimos quedarnos despiertos hasta que terminó.
A parte de volver a vivir los momentos que recuerdo de esa temporada tan especial del 2,002, poder ver cómo Christian ya entiende las sutilezas tan complejas del juego me llenó de mucho orgullo y satisfacción. No está de más decir que sus capacidades analíticas y matemáticas se están desarrollando a pasos muy acelerados.
Espero con todo mi corazón poder compartir muchos momentos más así con él. En esta ocasión fue el baseball que nos unió pero nadie sabe lo que nos depara el futuro. Realmente no me importa que sea lo que estemos compartiendo dentro de algunos años mientras podamos seguir pasando momentos tan agradables como el de hoy.