Los días solían correr como como niños asustados y yo ni siquiera me permitía sentir, simplemente no quería ver todo lo que estaba cerca de mi. Sistemáticamente me alejé de todo mientras que con todas mis fuerzas seguía buscando el significado de toda aquella maravilla que de alguna manera siempre he sabido que está aquí.
Por miedo, falta de introspección o quien sabe que otra infinidad de decisiones y emociones dentro de mí, en algún momento apagué la llama. Me desconecté de mi mismo y apagué la llama de mi ser, le di la espalda a mi esencia. Pero todo está bien, todo siempre estuvo bien por qué para poder despertar antes se debe dormir! Para poder encontrar algo, antes debe de estar faltante. Es como el niño que tiene toda una vida por descubrir pero al mismo tiempo ya está lleno de vida. Y es esa misma vida que se refleja sus ojos la que algún día hará que el resto de su vida sea una aventura tan especial.
Y es de esta manera que en estos últimos días hay una llama que está despertando desde muy adentro. Y soy yo mismo quien la está prendiendo por qué yo mismo soy mi luz y mi luz, aunque no siempre esté brillando, sé que está siempre dentro de mí.