La capacidad de violencia

Anoche, después de la respectiva maratón de baseball, vimos Finch en Apple TV . Qué buena película. Bueno, eso es algo que era de esperarse con Tom Hanks haciendo el papel principal al lado de un perro y un robot.

Me interesa bastante que entiendan el contexto general de la película para que entiendan a lo que me refiero con “capacidad de violencia”. Acá les dejo el trailer para que lo puedan ver antes de continuar leyendo.

Ahora, a lo que venimos. No sé en que campo caigan ustedes pero yo creo que dadas las condiciones correctas, todos los seres humanos somos capaces de ser violentos. Ya sea por defensa personal, presión, miedo, o algo similar, el recurso de la violencia es algo que todos estamos dispuestos a utilizar en algún momento.

Si me imagino viviendo en un mundo post-apocalíptico como en el que se desarrolla Finch, uno en el cual tuviera que luchar por comida para mi familia, si tuviera que usar violencia para conseguirla, probablemente lo haría.

Claro, todo esto son solo ejercicios mentales. Realmente no puedo saber cómo me comportaría en una situación en la que nunca he estado. Tan solo puedo especular.

Quisiera poder sentarme aquí a decir que bajo ninguna situación recurriría a la violencia pero para ser completamente honesto, creo que todos, en un momento de desesperación, podríamos jalar la palanca de la violencia. Incluso yo.

Las guerras de poder empiezan en casa

Creo que detrás de toda guerra hay una creencia fundamental que la está alimentando. Esta creencia es: el más fuerte puede tomar y hacer todo lo que quiera. Un corolario de este pensamientos es si somos los más fuertes y violentos, entonces poder tener lo que queremos.

Sé que lo que estoy a punto de decir puede ser controversial y a muchos no les va a gustar pero siento una obligación moral de decirlo. A mi manera de ver las cosas, este comportamiento tan destructivo se aprende en casa, desde que somos pequeños.

Creo que los adultos muchas veces tratamos a los niños de ciertas maneras que refuerzan esta creencia de que el más fuerte o el que tiene más recursos puede hacer lo que quiere. ¿Cuántas veces he escuchado a padres, madres o profesores decir “por qué yo te lo digo”? O “yo soy tu papá y entonces haces lo que yo te ordeno.” O “deja que los adultos decidan, tú no sabes lo que estás diciendo.” O “si no haces lo que te digo, te las vas a ver conmigo.” Discúlpenme pero definitivamente en este tipo de acciones existe un fuerte rastro de coerción y violencia.

Este tipo de comportamiento tan solo refuerza la creencia de que el que tiene los recursos puede imponer su voluntad sobre el que no. Que el que es más fuerte puede tomar decisiones sin tomar en cuenta al más débil quien debe obedecer a toda costa. De alguna manera estos comportamientos niegan la noción de que las cosas se pueden arreglar buscando un consenso por medio del dialogo y refuerzan la creencia de que la solución debe estar en la violencia, en ser el más fuerte. Esta manera de ver el mundo puede dejar secuelas muy serías en la psiquis de los niños.

Y entonces, ¿Qué sucede cuando un niño crece pensando que para ganar debe ser más fuerte que los demás y así poder imponer su voluntad sobre todos los que están a su alrededor? Obviamente tarde o temprano la violencia se desbordará y si este niño ahora es un adulto que está en una posición de mucho poder lo más probable es que el mundo termine con otra guerra más en sus manos.