Cuando los días se sienten diferentes (son lo que queremos que sean)

No sé si a ustedes les pasa lo mismo pero para mi cada día de la semana tiene su propia personalidad. Los domingos se sienten distintos que los viernes. Los miércoles no son lo mismo que los martes, y así con cada día de la semana.

Creo que el tinte de cada día, esa personalidad que percibo en cada uno de ellos, nace con la rutina y las actividades que normalmente se dan durante cada intervalo particular de 24 horas. Los lunes son días de reuniones con mi equipo y durante una temporada del año, de Monday Night Football. Los sábados y domingos probablemente habrá Baseball con Chris. Los jueves por la noche entrenamos bateo con los niños. Y así sucede con cada día.

Esas actividades y cómo las experimentamos son las que le dan un color único a cada día. No son los días en sí los que que tienen personalidad. Por ejemplo, hoy es domingo por la noche y usualmente a esta hora ya me estoy preparando para ir a dormir. Pero hoy, cómo mañana empieza mi descanso de Semana Santa, se siente más como un viernes. Me acabo de tomar un café y me estoy preparando para ver una película con la familia.

Los días se sienten diferentes por lo que hacemos con ellos. Los días se sienten diferentes por cómo nos escogemos sentir.

Los días realmente no son ni buenos ni malos. Los días siempre son como nosotros queremos que sean.

Aprovechar el tiempo al máximo

Hoy estoy escribiendo esto desde una muy bonita tienda de muebles. Esto visitando a un cliente que está interesado en hacerle upgrade al servicio de Whatsapp que tiene con nosotros.

Con el fin de llegar a tiempo a la cita, decidí salir antes de lo normal por aquello del tráfico. Resulta ser que tuve mucha suerte. No había nada de tráfico. Llegué 35 minutos antes de lo previsto.

Una vez acá, una persona muy amable que trabaja acá me ofreció un lugar en donde sentarme en lo que empezaba la reunión. Me senté y por costumbre y falta de presencia empecé a esperar, estaba a unos segundos de ponerme a perder el tiempo con mi celular. Después de un par de minutos me centré y empecé a pensar en que 30 minutos es mucho tiempo. Sería bueno usarlos para algo productivo. En aprovechar al máximo mi tiempo.

Así que de inmediato saqué mi computadora y me puse a escribir este post. Así que aquí estoy, aún 16 minutos antes de que inicie mi reunión y con un post bastante bueno ya listo para publicar.

Acá les dejo la reflexión.


Todos los días, sin importar qué tan cargados sean, tienen pequeños momentos que a veces desperdiciamos. La realidad es que no los desperdiciamos porque sea imposible aprovecharlos, los desperdiciamos por costumbre.

A pesar de los grandes cambios que la pandemia del COVID 19 trajo hay ciertas cosas que siguen igual. Una de ellas es la percepción de que el trabajo / productividad solo se pueden dar en el lugar indicado en un momento preciso. La idea de poder trabajar en cualquier lugar por incrementos pequeños de tiempo aún le sigue pareciendo a muchos un locura.

Pero aprovechar cada momento al máximo sí es posible. Hoy contamos con la tecnología y la conectividad que se necesita para trabajar desde cualquier lugar. También, la configuración de la mayoría de trabajos permite que las actividades sean realizadas desde cualquier lugar. Los avances pueden ser fácilmente almacenados en una computadora o la nube. Los entregables muchas veces se pueden entregar en formato digital.

Sin duda alguna, hay muchas tareas que requieren de completa concentración, equipo especializado y largos bloques de tiempo para realizarse. Pero también hay miles de pequeñas actividades que se puede adelantar en cualquier momento. Hacerlas cuando se puede es aprovechar el tiempo al máximo.

Recorrer viejos caminos

El inexorable paso del tiempo no se puede detener. Los años no pasan en vano. Cuando unas cuantas vueltas al sol han quedado atrás, algunos viejos caminos se dejan de recorrer.

Ah, pero aunque un camino quede atrás, si sus senderos son dulces, la memoria nunca lo olvidará. Puede ser que los cambios en circunstancias de vida y nuevas prioridades creen un desvío temporal pero el anhelo de regresar siempre arde en el corazón.

Recorrer de nuevo un viejo camino es volver a nacer. Una vez que se da ese primer paso que nos transporta a otros tiempos, a otros lugares, el deseo de vivir regresa en fracciones de segundo. Las sensaciones de estar de nuevo en un lugar tan familiar son a veces más intensas que las que se sintieron la primera vez que en ese camino se empezó a caminar.

Largos años pueden pasar entre recorridos pero no hay suficiente tiempo que haga que un camino tan especial se pueda olvidar. Tarde o temprano, lo que es vuelve y los sentidos vuelven a despertar. La emoción se vuelve a apoderar del ser y el propósito se hace presente.

Recorrer viejos caminos sin duda alguna, es algo muy especial.

Incluso los días largos terminan

Hay ciclos de veinticuatro horas que son más difíciles de manejar que otros. Unos están más cargados, otros menos. Aunque no hay día que no dure veinticuatro horas, sin duda alguna, algunos se sienten mucho más largos que sus hermanos “pequeños”.

Todo es cuestión de percepción. Qué tan largo es un día no tiene nada que ver con la cantidad de horas que tenga (ya en el párrafo anterior quedó definido que todos los días tienen veinticuatro horas), tiene que ver con cómo se interpretan los sucesos que durante ese tiempo ocurran.

La cantidad de actividades que se realicen durante un día no es relevante a la percepción del paso del tiempo. Si se están realizando actividades agradables, el tiempo pasa volando. Por el contrario, si lo que se está haciendo no se percibe como agradable, las agujas del reloj se pueden llegar a paralizar.

No hay dos días en los que una persona haga exactamente las mismas actividades. Todo los días son diferentes. Esto necesariamente implica que habrán muchos días en los que todos tendremos que hacer cosas que no nos gustan. Todos tendremos días difíciles en lo que las cosas no salen como queremos. Estos son los días a los que usualmente se les reconoce como “días largos”.

Pero, incluso los días largos terminan. No hay día alguno que tenga más de veinticuatro horas y las agujas del reloj siempre regresan a las 12:00 para empezar de nuevo.

Mañana, nosotros también podremos volver a empezar de nuevo.

Lo que queremos y lo que quisimos no son la misma cosa

La memoria es corta cuando queremos recordar los eventos que se dieron años atrás, durante nuestra niñez. A la vez, la memoria pareciera ser infinita cuando tratamos de olvidar la programación subconsciente que al día de hoy rige nuestros comportamientos y expectativas.

Los tiempos cambian y las personas también. Todos entendemos esto pero aún así, aunque sabemos que el tiempo nos ha cambiado, podemos pasar décadas aferrados en seguir queriendo las mismas cosas que queríamos años atrás. Esta es una de las más grandes fuentes de descontento que veo en el mundo a mi alrededor.

Todos los días veo personas tratando de forzar su vida para que encaje con la vida que querían diez años atrás —aunque esa ya no es la vida que quieren tener hoy. Una pequeña pausa y un poco de reflexión pueden remediar esta dolorosa situación.

Todos los días aprendemos algo nuevo. En este mundo hiper-conectado descubrimos cosas y conocemos personas nuevas todo el tiempo. Es absurdo pensar que nuestro anhelos y deseos permanecen iguales ante tanta nueva información que se nos hace disponible en cada instante.

Lo que queremos y lo que quisimos no son la misma cosa. Hoy no somos las mismas personas que fuimos ayer. Hemos envejecido, madurado. Vale la pena tomarnos unos minutos para reflexionar sobre qué es lo que realmente queremos hoy y distinguirlo de lo que quisimos ayer.

Hacer este ejercicio e identificar como lo que queremos ha cambiado puede ser una revelación que cambie tu vida para siempre.

Entender qué es lo que quieres en este momento, en base a la persona que eres hoy y no la que eras ayer, es una de las liberaciones más grandes que un ser humano puede llegar a experimentar.

Hay un lugar lejano que está muy cerca

Los segundos de vida que a cada persona le quedan se desvanecen con cada bocanada de aire que toman. Esta cuenta regresiva es inevitable y nadie sabe cuándo finalmente el reloj va a llegar a cero. El tiempo no pasa, se acaba.

La vida no es más que una sucesión de decisiones —y sus respectivas consecuencias. Las elecciones que una persona toma la transportan a un lugar que con el paso de el tiempo cada quien asimila como “su vida”.

Hay un lugar lejano en donde todo está en su lugar. En donde vivir cada día es fácil. En donde aunque existen las dificultades, estas no pueden derrotar a la felicidad. En donde los segundos se siguen extinguiendo pero la plenitud de existir es cada vez más real.

Este lugar lejano tiene una peculiaridad, se siente tan distante porque las personas insisten en buscarlo afuera. Pero hay un punto en la vida de cada ser humano en el cual hay un chispazo que prende una llama que ilumina el camino interior. Cuando se sigue este camino la verdad se revela: el lugar lejano está mucho más cerca de lo que jamás nos imaginamos. Está dentro de cada uno de nosotros.

Maximizar el tiempo durante las reuniones de equipo

La especialización en las empresas es algo muy importante. La combinación de habilidades especializadas es la razón por la cual las empresas y los equipos existen. Si hacemos una analogía con los deportes lo podemos entender mejor. Un portero se especializa en prevenir goles, un delantero se especializa en hacer goles. Un equipo de futbol conformado por solo delanteros nunca ganará un campeonato.

El manejo de la especialización dentro de una empresa es algo complejo. La especialización requiere de objetivos específicos y muy bien definidos. Esto hace que la colaboración con otras áreas de la empresa cuyas especialidades y objetivos son diferentes sea difícil.

Cuando hay un director en una empresa que tiene líderes de equipo a su cargo debe asegurarse de maximizar el uso del tiempo de sus reuniones de equipo. Uno de los principales errores que se cometen en relación a esta administración de tiempo es la estructuración de dichas reuniones. Estas reuniones de equipo usualmente reúnen a todos los líderes de equipo que le reportan al director para tratar temas específicos de cada uno de ellos. Esto es una pérdida de tiempo.

Como hablamos al inicio, la especialización es extremadamente importante. También lo es la coordinación. Es por esto que recomiendo sostener dos tipos de reuniones de equipo, una general con todo el equipo (reunión de coordinación) y otra especializada con cada uno de los equipos asignados a un objetivo en particular (reunión de seguimiento especializado).

Los beneficios de tener estos dos tipos de reuniones son muchos, siendo el principal el aprovechamiento del tiempo. Si hay algo que todos deben saber se ve en la reunión de coordinación. El seguimiento de avances y cumplimiento de objetivos particulares se ve específicamente con los líderes a cargo de los mismos y nadie más. Este esquema permite un balance muy bueno entre la especialización y la coordinación.

Un poco más de tiempo

Date un poco más de tiempo. Sí, sé que todos tenemos un tiempo finito en este planeta y que estamos viviendo contrarreloj pero esto no quiere decir que seas impaciente con los resultados. Como dice Naval Ravikant, “Sé paciente con los resultados pero impaciente con la acción.” Es decir, dale tiempo a que lleguen los resultados pero empieza a moverte YA.

Sentir que todo tiene que suceder ahorita nunca le ha ayudado a nadie. Hacer lo que se debe hacer en este momento y dejar que las cosas se den a su propio tiempo es mucho más efectivo y saludable. Dar el siguiente paso nunca se debe postergar. Tener la mente puesta todo el tiempo en que el objetivo final tiene que llegar ya se debe evitar. Cumplir con lo propuesto en el día es un imperativo. Querer comerte todo el elefante de un solo bocado solo te va a abrumar.

Eso que quieres lograr es majestuoso. No es para nada un accidente de la historia. Construirlo requiere un poco más de tiempo. No dejes de avanzar. Has algo hoy que te acerque a la meta final. No te detengas. Pero no olvides recordar que tienes un poco más de tiempo para eventualmente llegar.

¿Qué es lo importante para ti?

Empecemos por reconocer que lo que es importante para una persona puede no serlo para otra. Es decir, la importancia es totalmente subjetiva. Lo que es una prioridad para mí probablemente no lo sea para ti.

Con esa aclaración inicial hecha, podemos pasar a decir que cuando una persona decide que algo es importante para ella hará todo lo posible para trabajar en ello. Le dedicará todo el tiempo y recursos que tenga disponibles. En casos extremos esa prioridad so volverá el mundo completo de la persona. Lo importante siempre pasa a primer lugar.

En este punto es importante hacer la distinción entre audio y video. Lo que realmente es importante para una persona no es lo que dice que es importante sino qué aquello que hace de primero, a lo que le aloca más recursos. Aquella empresa que dice que el desarrollo de su personal es lo más importante pero no reinvierte sus ingresos en capacitaciones no puede seguir diciendo que el desarrollo de su personal es lo más importante. Aquella persona que dice que su familia es lo más importante en su vida pero pasa los fines de semana de fiesta con sus amigos tampoco puede seguir diciendo que su familia es lo más importante que tiene.

Lo importante se hace de primero. Lo importante merece nuestra atención. Lo importante recibe nuestros recursos. Lo importante nos quita el sueño y nos energiza al mismo tiempo. Nada que se diga, piense o insinué vale. Lo único que cuenta cuando se habla de la importancia de algo es que eso se esté haciendo de primero.

Tomarse el tiempo, una gran ventaja competitiva

Las cosas buenas requieren de tiempo para llegar a ser. Las grandes amistades no nacen de un día para el otro. Los mejores vinos necesitan de muchos años para añejar. Los grandes atletas entrenan durante miles de horas antes de llegar a triunfar. Nada que valga la pena llega de la noche a la mañana.

Es cierto que la impaciencia está en la naturaleza de muchos de nosotros. ¿A quién no le gusta tener resultados inmediatos? ¿A quién no le gusta tenerlo todo sin tener que dar mucho a cambio? El problema es que estos eventos fugaces que llegan de la nada son solo accidentes del destino que rara vez son reproducibles. Osea qué, las grandes recompensas que llegan de inmediato y sin esfuerzo alguno no son más que destellos repentinos de suerte.

No hay nada más inspirador que llegar a dominar una disciplina y poderla ejercer al más alto nivel. También, dominar una disciplina es la puerta que nos lleva al éxito profesional. Tomarse el tiempo para hacer algo bien, presentándole atención a cada detalle con una devoción casi artesanal es lo que el mundo tanto necesita de cada uno de nosotros. En estos tiempos en donde todo se necesita para ayer, funcione o no, tomarse el tiempo para hacer un buen trabajo es la ventaja competitiva más grande que alguien puede llegar a tener.