Vivir sin complicaciones es mejor

La vida no es complicada. El trabajo no es complicado. Las relaciones no son complicadas. Somos nosotros los que complicamos las cosas. Si tenemos la elección, creo que vivir sin complicaciones es mejor.

La vida no tiene intencionalidad y fluye siguiendo su camino natural. Cuando escogemos poner resistencia a este flujo perfecto, las cosas se complican. En cada momento tenemos la elección de resistir o aceptar. Las complicaciones vienen cada vez que elegimos resistir.

El capitán a cargo de un barco que insiste en navegar contra el viento no llega a ningún lugar. Luchar contra el viento es complicado. El capitán que acepta que la dirección del viento no está a su favor y ajusta la vela para poder llegar a puerto, simplifica la situación.
Hay momentos cuando todo se complica y nuestra reacción es decir “las cosas están complicadas”. Nos sentimos abrumados y no vemos más que complejidad a nuestro alrededor. Estos momentos son ideales para preguntarnos, ¿A qué me estoy resistiendo? ¿Qué no estoy viendo que está causando este enredo?

Hacernos estas preguntas no implica que decidamos dejar la situación como está. Hacernos estas preguntas nos empodera a soltar nuestros apegos y obtener la claridad necesaria para poder llegar a puerto seguro —de una manera simple y eficaz.

Perseguir

Los músculos deben experimentar tensión para fortalecerse y crecer. El carácter de las personas se fortalece bajo presión. El cuerpo de los adolescentes sufre de dolores por el crecimiento acelerado que se da durante esa etapa.

La reacción natural del ser humano antes estas “incomodidades” es huir, evitar. Nadie quiere sentir ningún tipo de dolor estrés o tensión. Esta es precisamente la razón por la cual muy pocas personas logran lo que realmente quieren en la vida. No están dispuestas a pagar el precio.

El estrés es un ingrediente necesario para el crecimiento. Sin importar si es en el ámbito físico, espiritual o mental, no habrá progreso sin resistencia. Es imposible crecer mientras se siga huyendo.

Pero siempre hay buenas noticias. Puede ser que en el momento no se sienta bien pero la recompensa es grande. Es posible aprender a ver la tensión, la resistencia y la adversidad como señales que indican un camino de crecimiento. Con el tiempo se puede reprogramar el cerebro para que quiera —siempre de una manera moderada y sana— buscar situaciones difíciles que traerán crecimiento.

El secreto para tener la vida con que se sueña empieza por perseguir un poco de incomodidad cada día. Deja de huir.