Te pago por renunciar, una estrategia que funciona

Hay historias muy famosas de Amazon y Zappos que cuentan que estas empresas le ofrecen hasta U.S.$ 5,000 a sus empleados de bodega por renunciar. Este dinero se le ofrece a las personas justo después de que acaban su programa de capacitación, el punto más costoso en el que un empleado puede renunciar. ¿Por qué hacen esto estas empresas?

Hay dos razones. La oficial que cuenta Tony Hsieh, fundador de Zappos y la que Jeff Bezos ha contado extraoficialmente. Las razones no son excluyentes, de hecho se complementan para así darle un mayor beneficio a ambas empresas. No debemos olvidar que amazon compró a Zappos en el 2,009.

La razón que Hsieh comenta es que quiere que en Zappos solo trabajen personas que realmente quieren estar en la empresa. No quiere personas 100% comprometidas con la empresa ahí. Si una persona tiene la oportunidad de recibir hasta U.S.$ 5,000 y no los acepta por querer quedarse en un trabajo en donde su salario mensual será menor que eso, probablemente sus ganas de contribuir a la empresa sean grandes. Hace sentido.

Ahora, lo que Bezos ha dicho, como mucho de lo que viene de él, es brillante. Su razón está fundamentada en un par de aspectos psicológicamente muy profundos: compromiso y coherencia de comportamiento.

Cuando los seres humanos hacemos un compromiso, aunque sea de manera exmplícita, nuestras acciones posteriores serán mucho más fuertes hacia todo lo que tenga que ver con sostener aquello a lo que nos hemos comprometido. Es decir, una vez hacemos un compromiso, haremos mucho para sostenerlo.

Por el otro lado, el compromiso implica consistencia. A todos nos cuesta mucho hacer algo que no esté alineado con lo que hemos dicho qué vamos a hacer. Constantemente buscamos que nuestras acciones sean coherentes con aquello con lo que nos comprometemos.

Entonces, ¿por qué es tan buena idea pagarle a los empleados para que renuncien en el momento más caro para la empresa? Porque genera un gran compromiso y necesidad de consistencia en los empleados que deciden quedarse.

Imaginen que están ahí sentados, acaban de terminar su inducción para trabajar en Amazon. Viene un supervisor y les ofrece U.S$ 5,000 por renunciar. ¿Qué pasa psicológicamente cuando niegan recibir el dinero?

Primero, hacen un gran compromiso con el trabajo en el que están por empezar. Dejar ir la opción de tomar el dinero necesariamente significa un muy serio compromiso con el trabajo. Elegir una opción sobre otra en este momento crea compromiso. La tensión de perder el dinero genera un apego psicológico muy grande al trabajo que “causó” la perdida del dinero.

Segundo, la consistencia. Si yo me digo, “este trabajo vale más que tomar los (5,000 ahora”, tengo que ser consistente con esa decisión moviéndome hacia adelante. No puedo tratar el trabajo como algo que no es extremadamente importante para mí. El hecho de que haya perdido los U.S.) 5,000 por poderme quedar incremente la percepción de importancia que tengo del trabajo.

El efecto psicológico de todo esto es que la lealtad, productividad y compromiso de los empleados que “pierden” el dinero suben exponencialmente. Los resultados de las personas que se quedan son espectaculares.

Brillante.

Psicología y emprendimiento, libros recomendados

Estas dos disciplinas van muy de la mano. En ciertos aspectos la psicología es el cimiento del emprendimiento. Un emprendedor que no entiende, aunque sea intuitivamente la psicología, estará en desventaja versus uno que sí.

Entender los fundamentos de la psicodinámica humana abre una gran cantidad de posibilidades a lo largo del ciclo de vida de un emprendimiento. Al final del día, ser emprendedor no es más que estar constantemente trabajando con personas.

Todo empieza con el reclutamiento y la selección de personal. Acá, sin dudarlo, podemos incluir la selección de un posible socio o cofundador para el proyecto. Un emprendedor que tiene un entendimiento de por qué las personas se comportan cómo se comportan podrá seleccionar a las personas que invita a su empresa con una mejor taza de efectividad. Lo mismo aplica para todas las futuras contrataciones que realizará.

Luego de tener a las personas correctas a su lado, el emprendedor debe ayudarlas a mantenerse motivadas y alineadas con la misión de la organización. ¿Qué mejor manera de hacer esto que entendiendo cómo piensan y que es lo que mueve a los seres humanos?

Ah, y no podemos olvidar las ventas y clientes. Acá es donde más evidente se hace el infinito valor que tiene la psicología para el emprendedor. Entender realmente, a un nivel muy profundo, que mueve a las personas a escoger un producto sobre otro es elemental para lograr vender.

También, comprender qué trabajo están tratando de realizar los clientes y que es lo más importante para ellos en términos de funcionalidades y precios es la piedra angular del diseño de cualquier producto que tiene la posibilidad de ser exitoso.

Como queda evidenciado, la psicología y la capacidad de entender el comportamiento humano es la navaja suiza que todo emprendedor necesita para poder aspirar a lograr sus metas.

Así que con esto les recomiendo los siguientes dos libros para que puedan complementar sus destrezas empresariales con un poco psicología aplicada. Leerlos les dará las herramientas necesarias para lograr mucho mejores resultados.

Las dependencias más difíciles de romper

Cuando escucho la palabra dependencia, lo primero que me viene a la mente es la adicción a algún tipo de substancia. No sé porque sea pero rápidamente mi mente relaciona la palabra con drogas o alcohol.

Creo que esto no es casualidad, este tipo de situación es algo muy común en nuestra sociedad. No solo la cantidad de personas con problemas de abuso de substancias crece mes tras mes sino que el impacto que este problema tiene a nivel social es cada vez más severo. Sea como sea, cuando escucho la palabra “dependencia” este es el tipo de cosas en que pienso.

Sin embargo sé que hay dependencias mucho más comunes, peligrosas y difíciles de romper que estas que ya mencioné. Son estas dependencias las qué, debido a su prevalencia y toxicidad, más nos debieran preocupar pero muy pocas personas si quiera las identifican como dependencias.

Me refiero a la dependencia que todos tenemos a cosas como la aprobación y aceptación de los demás. A tener que cumplir con las expectativas de otras personas y desvivirnos para encajar en un grupo social —impresionar a los demás. A esperar a que el mundo externo se doblegue ante nuestra voluntad para entonces ser felices.

Es esta dependencia a tener cierta cantidad de dinero, status o posición social para poder sentirse bien lo que más sufrimiento causa en el mundo. ¿Cuántas personas deciden no ser felices porque aún no tienen el trabajo, el carro, o la casa que “necesitan”? ¿Cuántas personas deciden quitarse la vida porque alguien los deja o porque pierden su trabajo? ¿Cuántas personas dejan a sus familias por buscar la admiración de sus colegas profesionales? Etc.

Sí, definitivamente pareciera ser que las dependencias más difíciles de romper son las dependencias psicológicas/emocionales.

La inercia de nuestra programación

Desaprender es más difícil que aprender. ¿Cuántos comportamientos tratamos de cambiar pero una y otra vez volvemos a nuestro patrón habitual? El poder de nuestro condicionamiento y programación es más fuerte de lo que quisiéramos creer.

Si siempre te pones el zapato derecho primero, trata ponértelo después de haberte puesto el izquierdo. Si siempre que vez ese número en la pantalla de tu celular te pones ansioso y corres a responder, ahora trata de ignorar la llamada y responder hasta después. Si siempre que hablas con esa persona te pones histérico al escucharle alardear sobre sus logros, ahora trata de genuinamente sentirte orgulloso por lo que en su vida está logrando alcanzar. Presta mucha atención y pronto verás lo fuerte que es tu programación. De hecho, al inicio la mayoría de veces ni siquiera estarás al tanto de que estás reaccionando a lo que está sucediendo a tu alrededor.

Es importante reconocer que nuestras reacciones a todos estos eventos no tienen nada que ver con qué zapato está más cerca, con quién nos está llamando o que la persona con que estamos hablando sea extremadamente arrogante. Cada una de nuestras reacciones a estás situaciones está fuertemente codificada en nuestro condicionamiento y programación. De no ser así, todas las personas se pondrían el zapato derecho primero, todos se pondrían ansiosos cuando los llama esa persona que nosotros no podemos ignorar y nadie hablaría con esa persona que no podemos soportar. Es fácil ver que esto simplemente no es así. Cada quién reacciona de manera diferente porque cada uno de nosotros tiene su propia programación.

Qué es lo que creemos que es cierto, nuestros miedos, cuales son nuestros valores y quién creemos que somos son los cuatro componentes más fuertes de nuestra programación.

Para poder cambiar nuestro comportamiento primero tenemos que llegar a aceptar que estamos programados. Luego tenemos que contemplarnos muy de cerca hasta que podamos ver y comprender nuestra programación. Finalmente, una vez que hayamos comprendido como estamos programados, podremos empezar a cambiar uno a uno los comportamientos que están enraizados en lo más profundo de nuestro ser —nuestra programación.

Una carta en pro del futuro de nuestra nación (no cerremos los colegios)

Sé que cuando un gobierno toma decisiones que no son populares se generan muchas publicaciones en su contra por medio de las redes sociales. La gran mayoría de estas publicaciones son acusadoras, divisivas y muchas veces cruzan la línea para convertirse en insultos denigrantes.

No creo que este comportamiento sea correcto. Tampoco lo apoyo de ninguna manera. Aunque parezca difícil de creer, hay otras maneras de encontrar soluciones. Espero que este post sea un testamento a que aún cuando hay desacuerdo pero HAY EDUCACIÓN, se puede trabajar en conjunto para encontrar una mejor solución.

Afortunadamente he tenido la oportunidad y privilegio de recibir una educación constante durante toda mi vida. En este momento quiero recurrir a todo el aprendizaje que he tenido para solicitar de una manera cordial y asertiva a nuestro gobierno que en este decisivo momento priorice la educación. No cerremos los colegios si no es necesario.

Como emprendedor sé lo difícil que es dirigir una organización y tomar decisiones que afectan a otras personas. Sé lo difícil que es tomar la responsabilidad cuando hay mucho en juego. También sé que si el presente no se balancea con el futuro, tarde o temprano habrán problemas. Pero también sé que siempre hay una solución, incluso a aquellos problemas que parecen insuperables. Requiere de trabajo, apertura, humildad y mucha colaboración. Mientras estemos vivos siempre se puede resolver.

Estamos en un momento en el que la ciencia, afortunadamente, nos ha dado una vacuna. Lamentable ésta aún no ha sido distribuida masivamente en nuestro país. Al mismo tiempo, gracias al incansable trabajo de miles de científicos y educadores ya tenemos guías muy confiables de cómo mitigar la propagación del COVID en los colegios. Ya sabemos bastante acerca de cómo se comporta el virus.

Lo que aún no conocemos con certeza es el efecto que el confinamiento, aislamiento y falta de interacción social está teniendo en las personas que nos ha tocado vivir esta pandemia. Especialmente no sabemos cómo está afectando a los niños y adolescentes. En este momento tan solo podemos especular pero el panorama no es para nada alentador.

Compartiendo mi experiencia personal, les puedo decir que a pesar de todos los privilegios que mi hijo tiene (no me puedo imaginar lo que están atravesando otras familias con menos recursos que nosotros), su bienestar psicológico se ha visto seriamente comprometido durante este último año. ¿Cómo lo sé? Él ha tenido la oportunidad de asistir en un modelo híbrido al colegio durante los últimos dos meses y su comportamiento, patrones de sueño y bienestar en general han mejorado dramáticamente. No se necesita ser un experto para ver cuándo un niño entra y sale de una “niñez” normal. Con el regreso a clases lo vi, en cuestión de días, transformarse en otra persona. Una persona más completa, plena y llena de vida. Incluso, una persona más humana.

Señores del gobierno de Guatemala, el desarrollo integral y bienestar de las personas debe ser prioritario. Especialmente el de los niños, son nuestro futuro. Los exhorto a actuar de acuerdo. Les comparto mis pensamientos.

No tengo duda alguna de que estamos a las puertas de un posible rebrote. La semana que viene es Semana Santa. Debemos pensar, cuál va a ser nuestra prioridad, ¿Paseo y vacaciones o el bienestar y desarrollo a largo plazo de los niños guatemaltecos? Pareciese ser, al menos desde donde yo estoy viendo, que la decisión tomada hoy prioriza el paseo y las vacaciones. De lo contrario se hubiera procedido a tomar medidas de contención “turística” y no el cierre de los colegios en donde, hasta donde yo sé, ha habido pocos problemas y mucha recuperación psicológica.

El otro tema que quisiera resaltar es el ritmo de la distribución de la vacuna. Sin conocer la interioridades ni la logística, estoy convencido de que se pueden lograr mucho mejores resultados y que se debiera redoblar el esfuerzo para que nuestros maestros en todo el país puedan ser vacunados cuanto antes. Ante mis ojos, ellos son los guías de la Guatemala del futuro y eso los convierte también en trabajadores de “primera línea”. Hagámosles llegar la vacuna lo antes posible.

Señores del gobierno, hoy estamos ante una situación compleja. Creo que la única manera de salir adelante es tomar el camino difícil y defender el futuro de nuestra nación, luchar por el bienestar de nuestros niños. Como lo he dejado claro, no estoy de acuerdo con las medidas que se tomaron hoy y pretendo manifestar mi desacuerdo de una manera pacífica y EDUCADA. Creo que están respondiendo a prioridades equivocadas. También creo que hay muchas opciones de resguardar la salud de los guatemaltecos y permitir al mismo tiempo un modelo híbrido de clases presenciales. Les pido, al igual que otros miles de padres y madres guatemaltecos, que dediquen un poco más de tiempo a evaluar las posibles soluciones que tienen a la mano y actúen de una manera coherente con el bienestar de nuestros niños. La Guatemala de hoy y la del mañana se lo agradecerán por siempre.

La lucha por bajar de peso (mental)

Al escuchar “bajar de peso” inmediatamente pensamos en dietas, ejercicio y ropa apretada. Creanme, yo he estado ahí. Al día de hoy he bajado 130 libras desde que alcance mi peso máximo de 300 libras. Hoy peso 170 libras. Esa batalla ya fue ganada.

Ahora les digo que ganar la lucha por bajar peso corporal es difícil. Requiere de disciplina, autocontrol y constancia. Pero con todo esto, que es bastante, bajar peso corporal es un juego de niños comparado a bajar peso psicológico.

Sí, “bajar de peso” no solo aplica al cuerpo. También aplica para la mente. El peso de pensamientos negativos, miedos, angustias, remordimientos, apegos, dudas, etc. que cargamos con nosotros día tras día es lo más difícil de vencer.

El cuerpo se acostumbra a ciertos hábitos de alimentación y ejercicio. Cuando los hábitos son dañinos, el cuerpo se reciente y en muchas ocasiones sube de peso. De igual manera, la mente se acostumbra a ciertos patrones de pensamiento e interpretación que cuando son destructivos hacen que nuestra experiencia de vida sea pesada y mayormente negativa.

Al igual que cuidamos nuestro cuerpo, debemos cuidar la mente. De esto depende nuestra felicidad. El problema es que, a diferencia de lo que sucede con el cuerpo, con la mente ni siquiera nos damos cuenta que necesitamos bajar peso. Al principio nos resulta imposible ver que estamos mal y que necesitamos cambiar. Tomamos nuestra situación actual como “normal”.

Y no estoy hablando de desordenes psicológicos o psiquiátricos extremos. Estoy hablando de la experiencia diaria que todos tenemos viviendo nuestras vidas. Seamos honestos. Nuestras experiencia no es tan “ligera” que digamos.

Vivimos adictos a la aprobación de otras personas y cualquier rechazo nos desarma por días a la vez. Nuestras mentes están constantemente fabricando historias de horror que nos mantienen ahogados en miedos que nunca llegan. Los errores del pasado jamás nos liberan de culpas que no existen. Nuestras relaciones están manchadas con enojos y envidias. Sufrimos por creer que necesitamos esto o aquello para ser felices. Esto no es cierto. Esta no es manera de vivir.

Bajar peso psicológico requiere que despertemos, que aceptemos que no estamos bien y que deseemos vivir nuestras vidas más cerca de la realidad. Esto resulta ser difícil. Muy difícil. La programación que hemos recibido desde pequeños luchará contra nosotros hasta el final.

Cambiar nuestra psicología es bastante más difícil que bajar 130 libras. De hecho, no podemos bajar 130 libras sin antes cambiar nuestra manera de pensar. Es ahí en donde debemos trabajar primero.

Pero vale la pena. La recompensa de la liberación mental es bastante más gratificante que bajar cualquier cantidad de peso corporal.

La historia detrás del color

Los colores que hoy decoran el mundo resuenan con una historia que se cuenta la persona que los escogió. Si una persona decide comprar una camisa azul y no una gris no es por casualidad. Es por qué el color azul resuena más con la narrativa de quien esa persona cree ser.

El azul le ayuda a sentirse mejor. Al visualizarse con la camisa azul se siente más cerca de la persona que considera ser. La camisa azul encaja con la imagen que le quiere proyectar al mundo. “Las personas como yo, vestimos de azul”.

Y esto está bien. Todas las personas tienen la libertad de expresar sus preferencias. El problema se da cuando la identificación con esta preferencia se vuelve tan fuerte que se siente como una necesidad —no hay camisa azul y no puedo estar bien sin una camisa camisa azul. Se experimenta un fuerte vacío interno simplemente por qué no hay una camisa del color que se “necesita”.

Este tipo de comportamiento crea una dependencia al mundo exterior que es muy pesada de cargar. Constantemente buscamos empatar la narrativa que nos contamos acerca de nuestra identidad con la imagen que proyectamos a los demás. Si no proyectamos al mundo quién creemos ser, todo se desmorona.

Hay una historia detrás de los colores que escogemos, hay una historia detrás de todo lo que hacemos. Todos tenemos una historia acerca de quienes creemos ser y constantemente la reforzamos con todo lo que hacemos.

Siempre hay una historia detrás del color.

Nada mas que recuerdos

La única manera que tiene una persona de poder evaluar la calidad de su vida es través de los recuerdos que tiene almacenados en su memoria. La memoria no es perfecta y los recuerdos que se almacenan son tan solo versiones distorsionadas de los eventos que realmente ocurrieron.

Esto quiere decir que la evaluación que una persona hace constantemente respecto a la vida que ha llevado está fuertemente influenciada por sus recuerdos y la forma en que recuerda su pasado.

Los seres humanos experimentan su vida en base a los pensamientos y recuerdos en los que se están enfocando en el momento. La experiencia que se está teniendo en cualquier momento está determinada por los pensamientos que están presentes. No hay nada más en nuestro mundo que aquello en lo que estamos pensando en ese momento.

Una manera muy fácil de probarlo es simplemente responder las siguientes preguntas en orden:

¿Que tanto te gusta tu carro?

¿Que tanto te gusta tu carro cuando no estás pensando en él?

Lo más probable es que tu respuesta a la primer pregunta fue algo como mucho, un poco, me gustaba más antes o algo similar. La segunda pregunta fue un poco más difícil de responder y te detuvo a pensar. La mayoría de personas, después de un tiempo de pensamiento, llegan a la conclusión de que su carro simplemente no les puede gustar o no gustar cuando no están pensando en él.

Exactamente lo mismo ocurre cuando se evalúa ¿Qué tanto me gusta mi trabajo? ¿Qué tanto me gusta mi familia? ¿Qué tanto disfruto de mi vida? Etc.

Lo único que se tiene disponible para evaluar qué tanto nos gusta algo son los recuerdos que tenemos de lo que estamos evaluando.

Toda nuestra vida no es nada más que la suma de los recuerdos que tenemos presentes en un preciso momento.

Reglas

Todos tenemos cientos de reglas invisibles que rigen nuestras vidas. Tenemos reglas para todo lo que hacemos y cómo nos sentimos. ¿Lo más interesante de todo esto? Ni siquiera estamos conscientes de que estas reglas existen.

¿Alguna vez te has dado cuenta que siempre te pones un zapato antes que el otro? Este ejemplo cotidiano es muy poderoso. No hay razón práctica alguna para ponerlos en este orden. Simplemente es una regla personal que tienes. ¿No crees que es una regla? Prueba hacerlo al revés.

Yo solo trabajo en la industria de tecnología. Yo solo voy a trabajar en un puesto gerencial. Yo solo puedo ser feliz si tengo pareja. Yo solo puedo ser feliz si mi pareja hace todo lo que le pido. Yo soy una persona enojada en el trabajo. Yo pongo a mi familia antes que todo. Yo haría cualquier cosa por dinero. Yo no comprometo mi ética por dinero. Debo sacar buenas notas. Solo puedo ser féliz si consigo justo el trabajo que quiero. Solo me puedo sentir seguro si tengo X cantidad de dinero en el banco, Etc.

Las reglas no son malas. Tampoco son buenas. Simplemente son creencias muy arraigadas que tenemos de cómo creemos que debería funcionar el mundo. Nos obligan a comportarnos de una manera determinada. Definen nuestra identidad.

Es importante aprender a reconocer qué reglas tenemos y en qué situaciones las aplicamos. Si puedes hacer esto luego puedes determinar que reglas te ayudan y cuales no. Por ejemplo, “siempre cumplo lo que ofrezco” puede ser una regla que valga la pena mantener. Pero puede valer la pena pensar desechar una regla como “cuando las cosas se ponen difíciles me doy por vencido”.

La mejor manera de reconocer las reglas que tienes es pensar en cómo te defines a ti mismo. En visualizar la identidad que te has construido. La segunda mejor manera de hacerlo es identificar cuándo usas palabras como debería o debo en tus expresiones.

Estas cordialmente invitado a acompañarme y evaluar tus reglas y quedarte solo con las que más te funcionen.

Escribe una regla que quieras compartir con el mundo en la caja de comentarios abajo. Estoy curioso de ver cuántas juntamos.

Para siempre quedar bien

Te dicen que si completas el trabajo te pagaran $50. Si al terminar el trabajo te pagan $45 te sentirás defraudado. Si al terminar el trabajo te pagan $55 te sentirás contento.

Por la manera en que los seres humanos manejamos nuestras expectativas, el grado de “dolor” que experimentarías por recibir $5 menos será bastante más grande que la gratificación que sentirías al recibir $5 de más. El dolor de perder siempre es más grande que el beneficio de ganar.

Una vez anclamos una expectativa en nuestras mentes cualquier cambio que notemos versus la expectativa generará una fuerte reacción emocional. Tan solo piensa que pasa si alguien te dice que pasará a las 7:00 pm por ti y llega hasta las 8:00pm. ¿Qué pasa cuando piensas que ibas a sacar un 65 en el examen y al ver el papel ves un 80? Expectativas versus realidad.

Casi todo lo que tiene que ver con nuestras reacciones emocionales tiene que ver con las expectativas que nos hemos construido.

Ya sea que estés interactuando como persona individual (freelancer) o en nombre de una empresa, la mejor manera de deleitar a un cliente es anclar expectativas bajas y superarlas con un buen resultado.

Debes colocar la barra justo en un nivel en el cual el cliente se siente cómodo con lo que estás ofreciendo y a la vez sepas que puedes exceder las expectativas que estás ofreciendo. Cualquier otra cosa no funcionará.