El elemento sorpresa y la humildad

Hay cosas que suceden con más probabilidad que otras. Hay cosas que tienen muy poca probabilidad de suceder. Dada una buena cantidad de tiempo, la realidad es que cualquier cosa es posible. Todo puede pasar, incluso lo que nuestra limitada manera de pensar considera imposible.

Cuando sucede algo que una persona no está esperando, se dice que la persona fue sorprendida. Fuera de las fiestas sorpresa, ser sorprendido usualmente no es algo bueno. Cuando la vida nos sorprende, muchas veces no sabemos qué hacer y somos arrollados.

Así podemos llegar a la siguiente conclusión: si no son fiestas sorpresa, mejor minimizar la probabilidad de ser sorprendidos. Suena bastante intuitivo, ¿No? Yo también lo creo. Pero si es tan intuitivo, ¿Por qué somos tan propensos a caer ante el elemento sorpresa?

Porque somos arrogantes y a nuestro ego no le gusta ser expuesto a alternativas que no encajan con el modelo mental del mundo que ha construido. Tratar de pensar en situaciones que no encajan con ese modelo mental nos hace sentir inseguros. Nos pone nerviosos. La sensación de incomodidad es tan grande que cualquier posible situación que no encaje con nuestra manera de ver del mundo es descartada.

Las consecuencias de este patrón de comportamiento son devastadoras. La realidad una y otra vez toca a la puerta de nuestra percepción para alertarnos sobre peligros y oportunidades que no estamos esperando que lleguen, que no encajan con nuestros paradigmas. ¿Y qué hacemos nosotros? La ignoramos, nos encerramos en nuestra fortaleza mental y confiamos en que la amanezca u oportunidad se desvanezca sin derrumbar nuestro frágil castillo de cristal.

El elemento sorpresa es real. Qué tanto nos puede afectar depende principalmente de que tan cerrada sea nuestra manera de pensar. Si somos intransigentes y rígidos seremos constantemente sorprendidos —y atropellados por la realidad. Si somos humildes y aceptamos que el mundo no revuelve a nuestro alrededor y que tiene su propia agenda podremos estar mejor preparados para lo que sea que el siguiente momento tenga preparado para nosotros.

Cuando pensamos de esta manera siempre podemos utilizar el elemento sorpresa a nuestro favor.

La suerte se crea

Los eventos se desenvuelven a nuestro alrededor con tal complejidad que es imposible predecir qué es lo que va a suceder en el futuro. Aunque tenemos algunos patrones identificados, nada tiene un 100% de probabilidad de ocurrir. Incluso, la salida del sol está destinada a fallar algún día.

Entonces, ¿Qué es la suerte? La suerte es la ocurrencia de un evento futuro que no no se predijo antes de suceder y que beneficia a alguien. Eso es todo. La ocurrencia de estos eventos no es personal y tan solo depende de un juego de probabilidades.

Si analizamos la suerte bajo la luz de este microscopio podemos afirmar que la suerte es algo que se puede crear. ¿Cómo? Maximizando nuestra preparación y así tener una mayor probabilidad de que cualquier evento no predecible que ocurra nos pueda beneficiar. Por ahí he escuchado un dicho que dice que la suerte es el punto en donde la oportunidad se junta con la preparación.

Creo que él dicho casi acierta. Solo hay que cambiar la palabra oportunidad por la palabra probabilidad. La oportunidad se crean por medio de la misma preparación. Lo que la suerte necesita realmente para existir es que estemos preparados para aprovechar cualquier evento que no esperamos que suceda.

Sí, nosotros controlamos que tanta suerte tenemos y lo hacemos por medio de la preparación. Mientras más habilidades desarrollamos y más experiencia tenemos, mas suerte podemos crear. Ya no nos dejemos engañar, la suerte no es algo que está totalmente fuera de nuestro control.

Depósitos en entreno, retiros en carrera

La preparación y el entrenamiento son esenciales para alcanzar altos niveles de rendimiento. Mientras más intensa y constante sea la preparación, mayor será la probabilidad del éxito. Esto pareciera fácil de comprender pero asimilarlo y ponerlo en práctica resulta bastante más difícil de lo que se cree.

Entregar un alto nivel de esfuerzo en ambientes de preparación resulta extremadamente difícil por qué en el fondo se sabe que se está trabajando en un ambiente “simulado”. Para alcanzar un rendimiento adecuado durante el período de preparación se debe condicionar la mente para que “integre” que habrá un beneficio futuro gracias a el esfuerzo presente —un tipo de gratificación diferida.

La mejor manera de lograr esto es visualizar el esfuerzo que se hace durante la preparación como un depósito que se está realizando en una cuenta bancaria de la cual después se podrán hacer retiros en el momento de la competencia.

Esta manera de pensar no es nueva. Frases similares han sido utilizadas a través de los siglos. “Mientras más se sude en tiempo de paz, menos sangraremos en tiempos de guerra”, escribió “Nicolás Maquiavelo”.

Mientras más depósitos se hagan y más grande sea cada uno, más fondos habrán disponibles en la cuenta para retirar cuando más se necesite. Si se quieren tener suficientes recursos disponibles para el momento de la verdad, el momento de depositar es hora. Vamos a entrenar.