Aprender a soltar el pasado

Cuenta una historia ancestral de dos monjes Budistas que caminaban por el campo en un largo viaje. Ambos monjes compartían una firme creencia, aprendida directo de el seno de su milenaria cultura, que no les permitía, bajo ninguna circunstancia, tocar a una mujer.

Y así, el viaje se desarrollaba sin novedad alguna hasta que nuestros monjes llegaron a la orilla de un río en donde una desesperada mujer buscaba como hacer para cruzar hasta el otro lado sin mojarse.

Después de un largo momento de reflexión, un monje decidió tomar a la mujer en sus brazos y colocarla sobre su hombro. En cuestión de lo que no pudo haber sido más de cinco minutos los tres habían cruzado el río, ella sin mojarse. El monje bajó a la mujer, quien le agradeció efusivamente, y luego los dos monjes siguieron con su camino.

Al final de la tarde, unos veinte kilómetros más allá del río, finalmente uno de los monjes rompió el silencio de horas y le dijo a su compañero,

— “Aun no puedo creer que hayas cargado a esa mujer.”

— “Y yo no puedo creer que tú la sigas cargando tantos kilómetros después”, respondió el otro.

Y así es. Muchas veces el no poder dejar ir el pasado es mucho peor que lo que en realidad ocurrió. Aprender a dejar ir es una de las habilidades más importantes que se pueden aprender.

Si quieren aprender más sobre este tema los invito a escuchar este episodio de mi podcast Conceptos en dónde profundizamos sobre cómo dejar ir cosas materiales, relaciones y emociones con mi gran amigo Manuel “Flow” Cordón.

Del miedo y la pérdida de la libertad

Hace un per de días me topé con el podcast Common Sense de Dan Carlin, un periodista norteamericano muy bueno. El episodio que casualmente escuché trata de como los ciudadanos en Estados Unidos (y en el resto del mundo) están intercambiando su libertad por dejar  de experimentar el miedo que sienten.

Sus argumentos son bastante contundentes y jala de bastantes hechos históricos para llegar al punto de que mientras como ciudadanos no dejemos de tener miedo, los gobiernos poco a poco irán erosionando nuestra libertad.

El tren de pensamiento va algo así:

La constitución de eEstados Unidos, la cuarta enmienda para ser específicos, no permite que un ciudadano sea investigado sin una orden de un juez a menos que haya indicios razonables para hacerlo.

Carlin argumenta que la cuarta enmienda tiene la palabra razonable en su texto y esto abre la siguiente situación. Que pasa si creemos que un terrorista va a ejecutar un acto desastroso. Es razonable detenerlo e investigarlo sin orden de captura, ¿no? La mayoría de personas estarían de acuerdo con hacer esta investigación.

El problema con esto es que como ciudadanos al permitir esto, la situación no solo aplica a los terroristas. Aplica para todos. Entonces, cualquiera puede ser investigado si hay una sospecha razonable de que esa persona vaya a hacer algo “suficientemente” malo.

Y de acá es que sale el intercambio de la libertad por miedo. Las personas prefieren ceder un poco de sus libertades por sentirse protegidos. Las libertades no solo se le pueden privar “a los malos”. Se le privan a todos. Y es un intercambio que creo que no debiéramos de hacer.

Carlin lo relata y detalla mucho mejor que yo. Les recomiendo escuchar todo el podcast acá (47 min)