No todas las derrotas son iguales

Perder crea carácter, y también lo puede destruir. Perder, más que un resultado adverso, es un estado mental. Es sentirse derrotado. Es una elección.

Créanme, uno puede darlo todo y aún así no lograr el resultado esperado. Me ha pasado mil y una veces. Y esto está bien porque incluso en esos momentos, si jugamos con corazón, nos podemos sentir muy orgullosos al saber que lo dimos todo. Así me estoy sintiendo ahora después de una “dura derrota”.

Creo que las derrotas que más duelen no son aquellas en las que casi se gana, son aquellas en las que se sabe que no se entregó todo lo que uno tiene para dar. Son aquellas en las que nos rendimos antes de tiempo. Son aquellas en las que nos reusamos a pelear. Son aquellas en las que nos entregamos antes de siquiera haber empezado. Son aquellas en las que culpamos y no reconocemos nuestra propia responsabilidad.

El resultado final siempre está fuera de nuestro control pero el corazón con que decidimos jugar siempre es algo que podemos controlar. Nadie nos puede quitar la pasión con que realizamos cada lanzamiento y la alegría con que esperamos cada jugada por venir.

Tener el privilegio de competir a alto nivel es algo que se debe honrar. No se debe tomar a la ligera. Las derrotas vendrán, eso nadie lo puede evitar. Lo que sí podemos evitar es sentirnos mal cuando perdamos asegurándonos de que juguemos cada juego con todo el corazón.

No todas las derrotas son iguales. Unas son más amargas que otras e incluso hay algunas derrotas que nos pueden destruir. Por el otro lado también hay derrotas que nos enseñan y nos enseñan a crecer. La buena noticia es que antes de cada partido podemos decidir como queremos jugar y con eso estamos asegurando que si llegamos a perder nos podemos sentir bien porque jugamos con el corazón hinchado de valentía y ganas de luchar.

Extraño los juegos de la Liga pequeña Javier de beisbol (Playball CES)

Hoy que es viernes puedo recordar vivamente la alegría que como familia compartíamos cada fin de semana cuando se acercaba el día de juego. Extraño tanto esa pregunta llena de anticipación: ¿papa, podes ver cuántos confirmaron ya en el chat para mañana? ¿ya somos 9?

Hoy es difícil no poder ver los ojos de mi hijo brillar con ilusión al decirle que ya cuenta con al menos otros 8 compañeros de Playball para poderse “completar”. Seguro, algunas veces se suman un poco menos de 9 niños pero lo importante siempre es tener el mínimo para poder jugar.

¿Y mañana sábado? Mañana no empezaremos el día muy temprano revisando que tengamos listas todas las cosas que queremos llevar: batera, guante, guanteletas, bates, gorra, hielo, ¿camisa verde o camisa blanca?, las cosas de catcher, botiquín, la cámara, etc.

Tampoco nos estaremos preguntando, ¿quién se acuerda si es en Campo de Marte o en Vista Hermosa? Y tampoco saldremos corriendo sí creíamos que era en Vista Hermosa y resulta ser que el juego es en Campo de Marte — allá el parqueo está un poco más lejos del campo y nos lleva un poco más de tiempo llegar.

Mañana no nos darán los buenos días ni las bases ni el montículo. Mañana el “dugout” permanecerá vacío y mañana no escucharemos a los niños reír en el campo que los está viendo crecer.

Mañana extrañaremos ver a nuestros niños haciendo lo que más les gusta hacer, jugar beisbol.

Viaje Moscos y Preinfa a El Salvador, Marzo 2018

Fue un fin de semana para recordar. La ilusión de visitar otro país y estar con tus amigos haciendo lo que mas te gusta, jugar el beisbol. La emoción de los niños fue palpable desde días ates de salir: como irán  a ser los campos? Como se llaman los equipos contra los que vamos a jugar? Serán mas grandes que nosotros? Fue una gran experiencia que seguro les transformará la vida.

A mi manera de verlo los dos juegos amistosos que la academia Playball disputó este fin de semana en El Salvador (uno en Santa Ana y el otro en San Salvador) le dejaron mucho mas que  la experiencia puramente deportiva a los niños. El viaje les dejó una sensación de compañerismo y trabajo en equipo que los acompañará el resto de sus vidas. Competir sanamente contra niños de otro país les abrió los ojos a un mundo mas grande, un mundo en donde podemos venir de distintos lugares pero de alguna manera somos todos iguales.

El resultado del juego, al menos para mi es secundario. Espero que también lo sea para mi hijo. Lo realmente importante fue ver a cada uno de los niños darlo todo durante los juegos y una vez terminado cada juego recargar de alguna manera todas sus energías para ir a jugar horas seguidas en la piscina. Fue un recordatorio muy importante sobre lo mucho que podemos disfrutar si nuestro objetivo es aprovechar el tiempo al máximo.

Como papá puedo decir que la oportunidad de compartir con las otras familias que comparten el mismo objetivo de ayudar a sus hijos a crecer de una manera sana y darles las mejores herramientas para el futuro a través del deporte fue muy enriquecedora. Poder ver que todos queremos lo mismo para nuestros hijos (una buena vida) y cada uno lo buscamos de una manera diferente es muy enriquecedor. Se aprende mucho y se cuestionan muchas cosas (buenas y malas) que hacemos  sin siquiera darnos cuenta en muchas ocasiones.

Finalmente, el poder estar cerca de ls entrenadores, quienes están dedicando una gran parte de sus vidas a formar a nuestros hijos fue muy gratificante. Compartir en un ambiente fuera del campo con ellos nos abrió una pequeña ventana a las vidas de estas personas que hoy por hoy están jugando un rol tan importante en la vida  de nuestros hijos. Gracias Jorgito y Julio.