La importancia de presentarse, podrías pegar tu primer Home Run

Antes de hacer algo, cualquier cosa, primero hay que presentarse. Si no se está en el lugar correcto, en el momento indicado, no se puede actuar. Todo empieza diciendo “estoy aquí, presente”.

Hay días en que las ganas simplemente no están ahí. Otras veces podemos estar cansados o incluso enfermos —como hoy. La lista de razones por las cuales no presentarse es realmente infinita. Presentarse todos los días requiere de determinación.

Hacer las cosas cuando se tienen ganas es fácil. Pero las personas que realmente hacen la diferencia hacen lo que tienen hacer, incluso cuando no tienen las ganas de hacerlo. La valentía de decir “presente” incluso cuando es incómodo es lo que mueve al mundo hacia adelante.

Es imposible tomar ventaja de una oportunidad cuando no se está “ahí” para aprovecharla. No se puede ganar una batalla en la que no se está presente. Las cimas de las montañas que nunca se llegan a visitar no pueden ser conquistadas.

Es importante presentarse, todos los días. Al estar presente es cuando la magia ocurre. No deben existir excusas para ausentarse. Sí, habrán momentos en los que simplemente no podemos decir “presente” pero deben ser muy pocos.

Cuando tengas dudas, siempre elige presentarte. Nunca sabrás qué es lo que puede pasar. Incluso, podrías llegar a pegar tu primer Home Run.

Felicidades Chris, buen trabajo.

Sobre el valor de la persistencia

No es de la noche para la mañana que un poco de agua se abre paso montaña abajo para convertirse en un majestuoso rio. Todas las grandes maravillas de la naturaleza llevan tiempo. Pero el paso del tiempo no es suficiente, cualquier resultado grandioso también necesita de persistencia y constancia.

La ciencia de la biomimesis, que estudia la naturaleza como fuente de inspiración para el desarrollo de tecnología humana, nos dice que podemos adaptar esta lección de persistencia de la naturaleza a nuestras propias vidas.

Esta idea me lleva a preguntarme, ¿habrá algo que no podamos lograr si trabajamos en ello diligentemente todos los días? Después de todo, si reconocemos que nosotros mismos como especie somos el producto de millones de años de constancia (proceso evolutivo), es difícil pensar en algún proyecto que no podamos lograr si todos los días le dedicamos el tiempo y esfuerzo que requiere.

La persistencia es tan poderosa porque:

  • Si decidimos hacer algo todos los días sin importar que pase a nuestro alrededor entendemos que somos nosotros los que estamos a cargo de si algo sucede o no. No son las circunstancias las que mandan.
  • La práctica hace al maestro. Hacer algo todos los días exponencialmente mejora nuestra habilidad de hacerlo permitiendo así un crecimiento de productividad exponencial en el tiempo.
  • La carga cognitiva de empezar a hacer algo se reduce considerablemente. Cuando ya se decidió hacer algo todos los días la pregunta, ¿voy a hacer esto hoy?, se vuelve obsoleta. Ya sabemos que la respuesta es siempre SÍ.
  • Construimos nuestra palabra interna. Muchos de nosotros nos mentimos todos los días. Decimos que vamos a hacer algo y luego no lo hacemos. Si esto sucede con suficiente frecuencia destruimos la creencia en nuestra propia palabra y esto afecta nuestro autoestima y por ende nuestra capacidad de hacer lo que queremos hacer. Hacer algo todos los días reconstruye nuestra palabra interna y nuestro autoestima.

Creo que lo que estoy diciendo es que todos tenemos la capacidad de ser consistentes. La perseverancia es parte de nuestra naturaleza. En la persistencia está el secreto del éxito.

No hay razón alguna por la que constantemente tenemos que dañar nuestra credibilidad en nosotros mismos. Todos podemos empezar a hacer algo que nos ayude todos los días empezando hoy.

Cuando la tecnología nos confunde…

La tecnología nos permite pronosticar el clima por minuto, nos deja enviar mensajes instantáneamente a cualquier parte del mundo y ha extendido nuestra expectativa de vida promedio muchísimo. No es casualidad que en este mundo moderno estemos tan confundidos.

Sí, si no estuviéramos tan apantallados diríamos que la tecnología que hoy tenemos es magia de otro mundo y aunque no lo reconocemos a plena vista, en el fondo creemos que estamos rodeados de maravillas tecnológicas que todo lo pueden. He aquí de donde nace tanta confusión.

Déjenme elaborar. Desde que empieza el día, gracias a la tecnología, tenemos la impresión equivocada de que podemos controlar todo lo que sucede a nuestro alrededor. ¿Tenemos calor? Prendemos al aire acondicionado. ¿Queremos conversar con nuestros familiares que están al otro lado del mundo? Presionamos un par de veces la pantalla de nuestros teléfonos. ¿Queremos ir al trabajo? Nos subimos al carro o prendemos la computadora. ¿Estamos escasos de comida? La pedimos por el celular. Todo esto es realmente maravilloso —pero debemos tener cuidado.

La falsa sensación de omnipotencia que hemos desarrollado nos está debilitando. Esta confusión (creemos que todo está bajo nuestro control) nos lleva a darnos por vencidos inmediatamente cuando algo no sale cómo queremos. Después de todo, el mundo debiera tirarse a nuestros pies. En lugar de luchar por sobrepasar el obstáculo nos sentamos a hacer berrinche (esto se debiera poder resolver con tan solo presionar un botón).

Cuando la tecnología nos confunde creemos que todo debiera salir como queremos. Cuando la tecnología nos confunde creemos que todo debiera ser fácil. Cuando la tecnología nos confunde nos rendimos y dejamos de luchar. Esto es un error. La tecnología es una gran herramienta pero nunca podrá reemplazar ni la perseverancia ni la voluntad de acero que solo un ser humano puede generar.

Un ritmo lento sin parar

Hay días en que el cuerpo no está en condiciones óptimas para trabajar. Tal vez se está enfermo, desvelado o la presión que se siente está diluyendo el enfoque mental. Las reservas de energía están bajas, el cansancio apremia y la velocidad con qué se pueden hacer las cosas es lenta. Aunque esto no es ideal, es mucho mejor que detenerse por completo. En estas condiciones, bajar el ritmo de trabajo sin llegar a detenerse, lejos de ser una forma de mediocridad, es una señal de fortaleza, perseverancia y compromiso.

Como lo he dicho ya en otras ocasiones, hacer lo que se tiene que hacer cuando se tienen ganas es fácil. Las personas que pueden hacer lo que deben hacer cuando ni las condiciones ni los resultados son los óptimos son las que se llegan a destacar. Las personas promedio simplemente se detienen cuando el viento no sopla a su favor.

La excelencia es una virtud que fuertemente recomiendo desarrollar. También reconozco que ser perfecto y hacer todo lo que se hace con excelencia todo el tiempo es una utopía que ninguna persona puede cumplir. Lo que sí se puede hacer es mantener un alto grado de excelencia cuando es posible y durante los momentos adversos y difíciles lo mejor que se puede hacer es llevar un ritmo lento pero sin nunca llegar a detenerse por completo.

El mundo es de los arriesgados

Hoy tuve la oportunidad de sentarme a conversar con un gran emprendedor, Kevin Gonzalez. Kevin es el fundador de Molvu, una marca orgullosamente guatemalteca que hace productos y accesorios electrónicos.

Podrán escuchar mi conversación completa con Kevin en mi podcast Conceptos a partir del martes 16 de Febrero 2021 pero por el momento les quiero adelantar lo que aprendí de Kevin quien muchos años atrás fue mi alumno en la universidad.

El mundo pertenece a las personas que toman riesgos. Los emprendedores que logran materializar sus sueños creen en qué ganaran sus apuestas y que sus saltos al abismo darán frutos. Aunque muchas veces no saben cuál debe ser su siguiente paso no paran de caminar, incluso cuando están al otro lado del mundo con un bebé de 2 meses a su cargo.

Las oportunidades deben ser identificadas antes de poderse tomar. No se puede tomar ventaja de una oportunidad que no se ve y la razón principal por la que las oportunidades no se ven es por el miedo a lo que implicaría tomarlas. Tomar una oportunidad siempre es un riego. Justo por eso es que es una oportunidad, por qué podría no resultar. Para comerse el mundo es necesario tomar las mejores oportunidades que se presentan, o sea, constantemente tomar riesgos.

El camino que lleva desde una oportunidad hasta el éxito es arduo y puede ser muy largo. Requiere de persistencia, astucia, apoyo de muchas personas y aprendizaje continuo. No es fácil y sin duda alguna habrán momentos muy difíciles en los que rendirse parecerá ser la opción más sensata. Usualmente los que ganan son aquellos que no se rinden.

Tomar riesgos es una arte que consiste de fortitud emocional y voluntad. Tener éxito es el resultado de confiar en sí mismo para poder tomar los riesgos necesarios y no rendirse hasta que se llega al destino final. Sin duda alguna, el mundo es de los arriesgados.

El camino del emprendedor

Son muchos los senderos por los que un emprendedor debe caminar. Cada uno de ellos es peligroso y está repleto de un sinfín de obstáculos y trampas que no se pueden pronosticar. No queda más que hacer que aprender a corregir el rumbo sombre la marcha.

Cada vuelta y cada trampa es una prueba de carácter para el emprendedor. Están ahí por una razón, principalmente para separar a los emprendedores que realmente quieren llegar de aquellos que no. Los que realmente quieren llegar no bajaran la cabeza, no perderán el ánimo y encontrarán cómo resolver. Los que no, acá es en dónde salen del juego.

No hay camino sin aprendizajes. En cada dificultad hay un regalo que el emprendedor debe aprender a desempaquetar. Cuando el emprendedor logra descifrar cómo resolver la dificultad, el regalo aparece frente a él. Ha aprendido a resolver esta situación en particular.

Para llegar al fin del camino es necesario encontrar cada uno de los regalos que están escondidos por el tortuoso camino. Y para abrir cada regalo es necesario poder resolver el problema que esconde el regalo en su interior. Y para poder resolver el problema es necesario primero, creer que el problema se puede resolver y segundo, que uno es la persona indicada par resolverlo.

El camino del emprendedor es un juego nefasto que pone a prueba a cualquiera. También, la recompensa al final del camino es el más dulce néctar que un ser humano jamás ha probado. En los momentos difíciles el emprendedor debe recordar porque empezó a caminar en primer lugar y enfocarse en resolver el problema que tiene enfrente. Si repite este ciclo una y otra vez, el néctar eventualmente será suyo.

Un miedo al día

Mientras más lo pienso y reflexiono se me hace tan evidente que la razón por la que mi vida no es todo lo que pudiera ser es por el miedo. Y solo para ser un poco más honesto y responsable —porque yo aún no he aprendido a manejar mis miedos.

Soy una persona que tiene todas sus facultades y ha tenido una cantidad infinita de privilegios a lo largo de su vida. Siempre he tenido todo a mi favor. Y aún así me he quedado corto de alcanzar todo mi potencial tantas veces. No me han hecho falta ni oportunidades, ni capacidad ni, conocimiento. Tan solo me ha hecho falta valor.

También debo reconocer que soy una persona altamente responsable, perseverante y que rara vez se da por vencida. Hoy hago este compromiso público y conmigo mismo de enfrentar por lo menos una cosa que me dé miedo todos los días. Estoy seguro que retar un miedo al día me dará la vida que siempre he querido tener.

Cuando no es fácil, vale más

Hacer lo que se debe hacer cuando se tienen las ganas de hacerlo es fácil. Los verdaderos profesionales hacen lo que deben hacer incluso cuando no tienen las ganas de hacerlo. En ellos no pueden nacer las excusas. Esto es lo que hace los hace únicos. Los hace de cierta manera, mejores.

La constancia y compromiso con cumplir, independiente de el nivel de motivación que se pueda tener, es lo que diferencia a las personas exitosas de los demás. Son estas personas, aquellas que logran vencer la comodidad, las que logran llegar más lejos en el camino de la vida.

De cierta manera todo lo bueno que tenemos hoy a nuestro alrededor se ha construido gracias a la perseverancia y tenacidad de unos cuantos. Para poder haber llegado a donde estamos, sin duda alguna, muchas personas hicieron miles de cosas aun cuando no tenían las ganas de hacerlo. ¿Qué mejor manera de honrarlas que nosotros haciendo lo mismo?

Cuando no hay ganas

Hacer lo que debe hacer es fácil cuando se tienen las ganas de hacerlo. Todo es más fácil cuando el viento está a favor y el sol está brillando. Aunque actuar en estos momentos es necesario para mantener al mundo moviéndose, no es suficiente para lograr la excelencia.

La excelencia viene de hacer lo que se debe hacer incluso cuando no se tienen ganas de hacerlo. Viene de ir en contra de la corriente en un mundo en donde la gran mayoría escoge nadar solo cuando el camino es río abajo.

Esta es la diferencia fundamental entre las personas que logran grandes sueños en sus vidas y las que tienen vidas que se podrían considerar “normales”. Unas alcanzan todo su potencial constantemente cumpliendo mientras que otras cumplen solo cuando les resulta conveniente. Las grandes victorias vienen de actuar cuando no se tienen ganas de hacerlo.

Con esto dicho, no estoy proponiendo que la motivación y trabajar en condiciones positivas sea algo malo. El mensaje tampoco es que hay que buscar adversidad de “gratis” o ir tras luchas que son innecesarias para lograr lo que se quiere.

Simplemente estoy diciendo que habrán momentos en los que no habrán ganas de levantarse temprano. Habrán situaciones difíciles que no se querrán afrontar. Habrán momentos en los que probablemente desearemos nunca haber nacido. Es en estos momentos que se tiene la oportunidad de trascender.

Es acá, cuando no hay ganas, que el espíritu humano puede triunfar y hacer lo excepcional. Es acá, cuando no hay ganas, que se puede hacer lo que los demás no están dispuestos a hacer e inspirar con el ejemplo. Es acá, cuando no hay ganas, que una persona descubre de qué está hecho su corazón. Es acá, en esos momentos cuando no hay ganas, que se define el resto de la vida.

Que gran regalo son todos aquellos momentos cuando no hay ganas…

Como realmente motivarte. Construye visión

Hay tantos libros de autoayuda. La palabra motivación aparece hasta en la sopa. Creo que de alguna manera hemos perdido el norte y el verdadero valor de lo que estar motivado significa. Creo que lo estamos confundiendo con amanecer de buenas o la sensación efímera que tenemos cuando las cosas salen como queremos.

Creo que la motivación nace de tener una visión clara y contundente de como queremos que sean las cosas. Al igual que las ideas vienen de las personas, la motivación viene de la visión. Y justo este es el punto. Estamos, creo yo, viviendo en un mundo donde el valor mas alto es querer sentirnos bien. Es decir, estar motivados. Buscamos la motivación com un fin. Tan solo queremos estar motivados para sentirnos bien.

Esto no es así. La motivación no es un fin. Tan solo es el medio. Y es un medio que cuando es aplicado como se debe no siempre se siente bien. La motivación es una poderosa herramienta que utilizamos los seres humanos para materializar nuestros sueños (visión). Es muy difícil sentirnos motivados solo por qué si. Antes, de entrar en este estado es imprescindible que nazca la ilusión de ese mundo mejor. De como pueden ser nuestras vidas  si tan solo logramos nuestro objetivo. Sin visión no existe la motivación.

Este tren de pensamientos es lo que me ha llevado a estar meditando ya por mas de un año. He encontrado que tomarme 20 minutos al día en estar presente conmigo y conectarme con lo que realmente quiero aumenta mi motivación. Y si, esto no siempre se siente bien pero al final del día, ese no es el objetivo. El objetivo es construir poco a poco, y con mucha perseverancia,  la vida con que siempre he soñado.