No siempre se puede ganar

Mientras más intensa es la competencia, más hay en juego. Conforme se va jugando contra oponentes de mayor nivel, más importante se vuelve jugar un juego perfecto. Cuando el tiempo que se ha dedicado a entrenar se deja de medir en días, y se empieza a medir en años, quedarse corto puede ser devastador. En el momento que se juega al más alto nivel, el más mínimo error puede ser mortal.

Hay atletas que realmente son los mejores del mundo en lo que hacen. Hay entrenadores que obtienen lo mejor que estos atletas “elite” tienen que dar. Hay cientos de millones de dólares respaldando sus refuerzos. Y aún así estos equipos pierden.

El margen de error es tan pequeño cuando se compite contra los mejores del mundo. Un pequeño desliz y estás fuera. En este mundo no existen las segundas oportunidades. De verdad les digo, ver a estos atletas competir sentados en nuestras salas no le hace justicia a el nivel de batallas que libran.

Sí, se puede ser el mejor del mundo. Sí, se puede tener al mejor entrenador del mundo. Sí, se pueden tener todos los recursos que se necesitan. Sí, se puede tener al público de tu lado. Pero no, no siempre se puede ganar. Lo único que podemos hacer es siempre jugar con el corazón.

Ánimo Chris.

No siempre se gana

Nos han enseñado que ganar se debe sentir mejor que perder. Y cuando perdemos nos dicen que debemos aprender a ser buenos perdedores. Realmente pareciera ser que perder es algo que nos debiera doler.

Pero perder en sí no es algo que nos debiera hacer sentir mal. Simplemente es un resultado distinto al que esperábamos, una oportunidad de hacerlo mejor la próxima vez. Es no lograr nuestro objetivo, no cumplir con la expectativa que teníamos.

No siempre se gana. Mejor bien dicho, la mayoría de veces se pierde. Así es este mundo en el que vivimos. Y eso está bien porque en el 100% de las veces que se pierde más de algo se puede aprender.

La satisfacción de perder bien

Cuando se participa en un juego finito, un juego en donde al final alguien gana y alguien pierde, obviamente se corre el riesgo de perder. Pero no todas las derrotas son creadas igual y hay algunas que son mejores que otras.

Hay veces que se pierde porque uno se da por vencido antes de que el juego termine. Hay otras veces que se pierde por que simplemente no se jugó con corazón y se dejó ir la oportunidad. También se puede perder por descuido o cometer errores no forzados. Nada de eso pasó hoy. Hoy perdimos porque el otro equipo ejecutó mejor que nosotros en un momento crucial. Y eso está bien.

Enfrentarse a una rival que en papel es más fuerte que uno es motivante. Si uno tiene la actitud correcta este tipo de enfrentamientos sacan lo mejor que uno tiene para dar. Al final del día, independientemente del resultado, uno crece, mejora e identifica los limites de su habilidad.

Hoy aprendimos mucho y podemos estar muy satisfechos con lo que hicimos. Sí, el resultado final que buscamos no se dio pero peleamos y dimos todo lo que teníamos hasta el final. Aunque la pizarra al final mostraba 1–0 en nuestra contra podemos estar satisfechos de cómo fue que perdimos hoy.