Dos seguidas en el sofá

La Navidad es una época especial del año. Las familias tradicionalmente se reúnen y pasan tiempo juntos. Como todos sabemos, cuando muchas personas comparten tanto tiempo juntos no todo es color de rosas pero la alegría que se vive es algo muy especial.

Para mi, pasar la Navidad rodeado de familia y amigos es algo relativamente nuevo. De pequeño la gran mayoría de Navidades las pasé en compañía de un solo amigo, usualmente en su casa y un poco después ya en algún bar que estuviera abierto por ahí.

Con cada año que pasa estoy aprendiendo a disfrutar más este ambiente familiar. Debo reconocer que por momentos la incesable actividad me drena y me dan ganas de retraerme un poco. Me gusta pasar tiempo solo. Pero la gran mayoría del tiempo me pierdo entre las risas y la compañía de todos los que nos rodean. Constantemente estoy descubriendo algo nuevo en mi.

La casa de mis suegros estaba a reventar. Tuvimos la oportunidad de compartir con muchísimas personas, incluso algunas que vinieron desde fuera del país. Y así fue como las últimas dos noches paré durmiendo en el sofá. Fue muy cansado y por ratos incómodo pero vaya que nos la pasamos muy bien.

En este momento estoy cansado, muy cansado. Pero ya estoy en mi casa, descansando en mi cama. Se hace obvio que los años me están empezando a pesar pero las ganas de compartir y estar jugando hasta altas horas de la noche con los jóvenes de la familia están más presentes que nunca. ¡Así que acá vamos por muchos días más durmiendo en el sofá!

Recuerdos y agradecimientos de Navidad

Hoy, que estoy celebrando mi Navidad número 44, finalmente me estoy dando permiso de recordar. Conforme he ido avanzando en mi proceso de crecimiento me he podido conectar un poco más con mis emociones, abriendo así, caminos más directos a los recuerdos que de niño formé.

Mi niñez fue, —¿cómo lo puedo decir?— bastante intensa. Puedo recordar Navidades en las cuales hubieron horas llenas de mucha alegría tan solo para dar paso a noches de mucho dolor. Fueron tiempos llenos de mucha incertidumbre que usualmente explotaban en el 24 por la noche.

Conforme fui creciendo me acerqué mucho a un gran amigo que cambiaría mi vida para siempre. Su nombre era Christian. El ya nos dejó pero su espíritu vivirá por siempre en mí. Su situación familiar era muy similar a la mía y en cuanto ambos tuvimos la edad suficiente empezamos a pasar las Navidades juntos en bares o restaurantes. Usualmente estábamos solos los dos rodeados de unos cuantos extraños en situaciones que tan sólo me puedo imaginar, eran muy similares a las nuestras.

Pero desde hace ya 18 años he estado experimentando Navidades distintas, muy distintas. Desde que me casé la familia de mi esposa me ha recibido con los brazos abiertos como un miembros más de la familia. Estoy muy agradecido por eso.

Con particular alegría puedo recordar las últimas 11 Navidades que han pasado desde que nuestro hijo llegó a la familia. Han sido fantásticas y tan sólo puedo decir que tengo lindos recuerdos de cada una de ellas. La gran mayoría de ellas en la casa de Zona 2 en donde si algo nunca falta es la alegría y la felicidad —y tampoco mi arroz favorito.

Así que hoy, justo antes de dormir en esta Navidad, agradezco mucho a mis papás, a Christian, y a cada uno de los miembros de mi nueva familia por los inolvidables recuerdos que cada uno me ha regalado en algún 25 de Diciembre de mi vida.

Historias de mi niñez. Locura en Big Wheel!

 

He de haber tenido entre 5 y 6 años. Era el ansiado día de Navidad. Había un ambiente de emoción y anticipación en el aire. Como así todos los niños de esa edad, la Navidad prácticamente se reducía para mi a “que me ira a traer Santa”. Lo recuerdo como si hubiera sido ayer.

Finalmente, llegó el momento. Sentía que ya no podía esperar más. Ahí estaba bajo el árbol. Un triciclo Big Wheel. Hecho del plástico mas brillante que jamás hubiera visto.  Los tonos de azul, amarillo  y rojo llenaron de ilusión mi corazón. Por fin tenía esta máquina, este veloz amigo que algún día me llevaría de los confines de “la cuadra”.

Pasaron un par de días y cada vez usaba mas mi Big Wheel. Me lo estaba disfrutando como nunca. Y con cada hora que pasaba la casa parecía un poco mas chica. Las paredes no me permitían ir tan rápido como yo lo hubiera querido. Los pasillos de la casa de mis papás, mis pistas de carrera, ya no eran suficientes.

Y entonces un día sucedió. Mis papás se habían ido a trabajar. Realmente no recuerdo quien se quedó a mi cargo. Lo único que puedo recordar es que decidir montarme a mi Big Wheel y decidir irme hasta el trabajo de mis papás. Solo así, sin avisar a nadie y a duras penas entendiendo como iba a llegar vivo hasta allá. Definitivamente me fui sin la mas remota idea de lo peligrosa que mi aventura era realmente. Imagínense: un niño de 6 años, en la calle con tráfico en su Big Wheel. Que estaba pensando!

En fin,  agarré camino y salí de mi casa. Empecé a pedalear y 1.2 kilómetros después aparecí, milagrosamente ileso, en el Super Centro Vista Hermosa en la tienda de mis papás. Con una cara de orgullo les dije ”hola! me viene en el Big Wheel!”. Recuerdo vivamente la sensación de logro y satisfacción que sentía. Aún recuerdo lo rápido que pensaba que iba por las calles!

Ahora bien, les dejo a la imaginación de cada uno de ustedes como respondieron mis papás!

El recorrido!

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