Apreciamos lo que cuesta

Ayer Checo Pérez ganó, después de 10 años de estar corriendo, su primer carrera en la F1. Puede ser que sea por qué hace tan solo una semana, después de hacer una gran carrera, el motor le estalló y perdió un podio. O puede ser por qué muchos lo hemos visto luchar, durante ya más de 10 años, por lograr el sueño de ganar su primer carrera. No importa cuál sea la razón pero la victoria de ayer fue especial, incluso para los fans de otros equipos y corredores.

Como seres humanos nos gusta apoyar al que viene de atrás. Hay algo especial en ver a alguien poder dar más de lo que creemos posible. Cuando una persona logra lo imposible nos inspira, nos lo hace posible a todos los demás. Humaniza la excelencia. Nos eleva a todos.

Apreciamos lo que cuesta y es por eso que a todos nos gusta tener héroes de “vida real”. Ellos nos enseñan que aquello que queremos lograr no es imposible. En ellos vemos que el esfuerzo y la lucha realmente valen la pena. De alguna manera nos vemos reflejados en sus acciones y por momentos creemos. Si tan solo siguiéramos sus pasos todos el tiempo, nosotros también pudiéramos ser héroes algún día.

Actuar sin ansiedad

Por mucho, la ansiedad es el motivador principal que la mayoría de personas utilizan para llevarse a actuar. Si voy a estudiar para el examen lo voy a hacer para evitar la ansiedad que genero al pensar que voy a perder la clase y no por la ilusión que siento por aprender algo nuevo. Ya saben cómo es.

El precio que se paga por actuar con ansiedad en los momentos más importantes de la vida es demasiado caro. El desgaste psicológico y emocional es desproporcionado a lo que se gana. Aparte de esto, tampoco es sostenible. Cualquier persona que esté operando en base a miedo y ansiedad está sujeta a colapsar tarde o temprano.

Utilizar la ansiedad como motivador principal es algo que se aprende desde pequeños y todo lo que se aprende se puede desaprender. La ansiedad se puede sustituir, con mucho trabajo y reflexión, por visión y entusiasmo. Es posible, al enfrentar cualquier situación, visualizar un resultado alineado a los valores más profundos que tenemos y motivarnos por sostenerlos en lugar de generar ansiedad y miedo por tratar de evitar un desenlace que no queremos. Es posible actuar sin ansiedad.

Cuando no necesitas del premio

Cuando verdaderamente amas lo que haces no necesitas del premio. Cuando lo que te importa es sentarte a trabajar sin pensar en que dirán los demás, entonces no necesitas del premio. Cuando lo que quieres es saciar tu propia curiosidad de saber hasta dónde puedes llegar, entonces no necesitas del premio.

Dejar ir el premio es muy difícil por qué desde que tenemos uso de razón nos enseñan a que hacer algo “bien” amerita un premio. Ya sea que lo que obtengamos venga en la forma de un gesto amoroso de nuestros padres, el reconocimiento de un profesor o la aprobación de nuestro hermano mayor, el premio siempre está esperando cautivar nuestro corazón.

Y es precisamente este tipo de premio que prende nuestras más profundas emociones el que es más difícil de soltar. Es tan poderoso que nos vuelve adictos y nos lleva a confundir la majestuosidad de lo que hacemos con la vacía aprobación del mundo exterior.

Cuando no necesitas del premio eres feliz. Cuando ya no necesitas del premio has encontrado verdaderamente quién eres y de que estás hecho. Cuando no necesitas del premio empiezas a vivir para ti y esto te permite poder vivir para los demás. Hasta que dejas de necesitar el premio, empiezas a despertar.

Lo difícil es bueno

La verdad es que si fuera fácil cualquiera lo podría hacer. ¿Con cuánta gente tendrías que competir si todos pudieran hacer eso que estás soñando construir? Cuando algo es difícil se vuelve escaso y por ende valioso. Que eso que quieres sea difícil es bueno.

Es bueno por qué solo las personas tan dedicadas como tú pueden aspirar a lograrlo. Son muy pocos los que lo pueden lograr. Es bueno por qué usualmente cuando algo es difícil es por qué el resultado vale la pena. La recompensa al final de un camino difícil no solo puede cambiar el mundo, también te puede cambiar a ti para siempre.

Que algo sea difícil es una buena noticia. Quiere decir que estás trabajando en algo te te está poniendo a prueba. Que vas a crecer durante el proceso independientemente del resultado que llegues a tener. Quiere decir que no estás haciendo algo a medias y que estás buscando hacerlo con excelencia. También quiere decir que lo que has decidido hacer es algo importante. Y trabajar en algo importante es lo que le da significado a tu vida. Trabajar en algo difícil te da propósito a ti y a los que trabajan contigo.

El mundo necesita, hoy más que nunca, que haya personas trabajando en los problemas más difíciles que tenemos que resolver. ¿Quién va a coordinar a los vecinos del condominio para que se pueda construir el parque en donde los niños pueden jugar afuera? ¿Quién va a fundar esa empresa que le va a dar empleo a 6 personas muy capaces que hoy están buscando ingresos? ¿Quién va a abrir ese restaurante que incentiva a sus visitantes a comer saludable? ¿Quién va a encontrar la cura definitiva al cáncer? ¿Quién va a componer esa canción que motivará a toda una generación a cambiar el curso de la historia?

Hay muchas cosas difíciles por hacer y por definición hay pocas personas para hacerlas. Mi intención hoy es hacer la difícil tarea de lograr que alguien que lea esto empiece a ver las dificultades que tiene enfrente como buenas noticias y resuelva un problema para que el mundo sea un poco mejor.

El momento perfecto

El momento perfecto no tiene nada que ver con el momento. Todo lo que puede estar pasando o no a nuestro alrededor pasará o no pasará independiente de nuestros deseos. No tiene nada que ver con nosotros. La experiencia de este momento es nuestra y solo nuestra. No es de nadie más. Ni siquiera de lo que está pasando.

Todo momento es perfecto, si lo dejamos ser. A este preciso instante que estamos viviendo no le hace falta nada para ser perfecto. Puede ser que nosotros queramos que sea diferente pero eso dice más acerca de nuestras expectativas que de la perfección del momento.

Cada segundo de nuestras vidas es perfecto. No importa que tan difícil o doloroso sea, cada momento es perfecto. La historia del tiempo se desenvolverá en la manera que está destinada a desenvolverse. No podemos hacer nada para cambiarla. Si estamos experimentando resistencia a lo que está ocurriendo en este preciso instante nos debemos responsabilizar de ser nosotros los que ponemos resistencia a lo que debe ser y no juzgar lo que está ocurriendo como imperfecto. ¿Quienes somos nosotros para decidir qué debe y que no debe ser?

Este momento es perfecto al igual que lo fue el momento anterior. No hay momento imperfecto que pueda llegar a nuestro corazón si nos logramos convencer que así debe ser. Aprendamos a ver nuestras vidas con los ojos de agradecimiento que solo la aceptación nos puede llegar a dar y entonces, y solo entonces, cada momento será perfecto.

Es más fácil después de decidir

Tomar una decisión significa descartar todas las demás opciones y comprometerse con la elegida. Es también alinear todas las acciones subsiguientes con la opción elegida. Es decir, decisión = seleccionar una opción + actuar de acuerdo a esa elección.

Una vez se ha pasado por el proceso de tomar una decisión, todo se vuelve más fácil. Por ejemplo, he decidido que voy a escribir un post todos los días. Ya está decidido. Ya no me tengo que preguntar si voy a escribir hoy o no. ¿Escribo aunque sea tarde? ¿Escribo aunque me cueste pensar sobre que escribir? ¿Escribo aunque no tenga ganas? ¿Escribo a pesar del cansancio? Todas estás preguntas son absurdas. Las respondí todas hace más de 200 días cuando decidí escribir todos los días.

Una nueva etapa

Una nueva etapa, ya sea en el mundo profesional o personal, es usualmente detonada por un cambio en la manera de pensar. Algo hace “click” y no hay marcha atrás. Las excusas se desvanecen y con una convicción inquebrantable nos lanzamos hacia el gran vacío de lo desconocido.

La siguiente etapa de tu vida te está esperando. Bueno, está más bien esperando que cambies tu manera de pensar. Mientras sigas viendo el mundo con los mismo ojos, seguirás defendiendo que las cosas sigan como están. No podrás hacer los cambios fundamentales que son necesarios para arrancar la nueva etapa de tu vida.

En términos prácticos, arrancar una nueva etapa tan solo requiere de una decisión. La decisión tan solo se puede tomar después de haber cambiado tu manera de pensar. Muchas veces basta con decir “suficiente” o “ya no más”. Otras veces se necesita un “quiero más de mi vida” o “sé que hay algo más para mi”. Sea la situación que sea, la nueva etapa que te está esperando está justo al otro lado de ese miedo que no te está dejando cambiar.

Escasez y valor

Valoramos aquello que es escaso. Lo que es abundante y fácil de obtener no tiene valor. No estoy refiriéndome a teorías económicas. Tan solo estoy describiendo como veo que las personas viven a nuestro alrededor.

Aquel joven enamorado que daría su vida por conquistar a su pareja —nunca será valorado. Él describiría su amor como un amor incondicional. Y es cierto. Puede ser que su amor SEA incondicional. Y esto es precisamente lo que le quita todo el valor. Si no hay nada que su pareja pueda hacer para perder este tipo de amor, ¿qué tan valioso es en realidad?

Lo opuesto sucede con la vida. Es valiosa porque todos la vamos a perder. Si nos detenemos a pensar un poco, la vida es realmente escasa. Creo que no darle el más alto de los valores a la vida es una seña de perturbación.

Es momento de estar atentos y reconocer aquello que es escaso. Es momento de buscar lograr cosas difíciles y embarcar en proyectos imposibles. La hora de hacer aquello que pocos han logrado ha llegado. Seamos de los pocos, seamos de los escasos. Es la única manera que seremos valiosos y dejaremos nuestra huella en este mundo.

La recta final

Todo proceso en la vida tiene una recta final. Sin importar si el trayecto fue un sprint desenfrenado o una larga y tediosa maratón, todo termina con una recta final.

El año escolar tiene su recta final —quien no recuerda la presión infinita por ganar el final y no “dejar retrasadas”. El proceso de venta mensual tiene su recta final —90% de las ventas se cierran en lo últimos 3 días del mes. Los entrenos físicos tienen su recta final —esas últimas repeticiones en las que cada músculo del cuerpo está que prende fuego.

Como todo, la vida en sí también tiene su recta final. En este caso particular hay dos problemas. Primero, nunca se sabe cuándo llegará esa recta final ya que no podemos saber cuándo vamos a morir. Y segundo, pasamos los días olvidando por completo que nuestras vidas tienen una recta final.

Pareciera ser que las rectas finales obedecen al principio de Paretto. Su duración aproximada es del 20% del proceso total y requieren un 80% de la energía utilizada. Es por esto que son tan emocionantes.

Entrar a la recta final significa que estás cerca de la meta. No es el momento para abandonar. Este momento requiere que des lo mejor de ti. Si no completas la recta final no cumplirás tu objetivo. Ahora piensa, ¿como vivirías hoy si estuvieras en la recta final de TU VIDA?

En dónde está la mirada

La mente y el corazón tienen una capacidad casí infinita de enfoque. Se pueden enfocar con tanta intensidad en cosas tan particulares que a veces perdemos la perspectiva. Por ejemplo, alguien nos alza la voz y en un instante olvidamos por días lo maravillosas que son nuestras vidas.

Aprender a direccionar nuestro enfoque no es algo que sepamos hacer. Es más, la gran mayoría del tiempo ni siquiera nos damos cuenta en qué estamos enfocados. Rara vez estamos conscientes si estamos enfocados en un pensamiento, una emoción, en algo que alguien nos digo o en un futuro que no sabemos si se hará realidad. Pasamos nuestras vidas “dormidos”.

Lo bueno es que la capacidad humana de enfoque tiene una característica muy peculiar. Es extremadamente flexible y, con un poco de práctica, la podemos dominar completamente. Imagina tu capacidad de enfoque como una luz que al mismo tiempo puede enfocarse en un solo objeto o ampliarse para iluminar toda una habitación. Y no solo esto, también la puedes direccionar a cualquier objeto que quieras.

Aprender a utilizar esta cualidad humana no es fácil y requiere mucha práctica. Ala vez, los beneficios de cultivar esta habilidad son infinitos. Tan solo imagina cosas tan simples como poder enfocar toda tu atención en lo que te motiva a querer alcanzar tus metas en lugar de estar preocupado por lo que los demás puedan pensar de tu nuevo proyecto.

En realidad tu vida depende totalmente de en donde esté puesta tu mirada. Si quieres ver mierda en todos lados, experimentaras tu vida como mierda. Si ves maravillas en todos lados, tendrás una vida maravillosa. El primer paso es darte cuenta que siempre estás enfocado en algo y que tú eres el que decidió enfocarse en eso.