Química, por qué la capacidad de convivir en harmonía es tan importante

Un grupo de personas que interactúan de manera armoniosa logrará mejores resultados que un grupo que está en discordia. La cantidad de entornos en los que encontramos ejemplos que respaldan este argumento es grande:

  • Familiar
  • Deportivo
  • Político
  • Empresarial
  • Religioso
  • Educativo
  • Recreacional
  • etc.

No es casualidad que los equipos deportivos muchas veces atribuyen sus campeonatos a la buena “química” entre sus jugadores. Y justamente ocurre lo opuesto cuando pierden —“es que tenemos problemas en el camerino”.

Realmente no importa cuál sea la finalidad de un grupo de personas, la capacidad de colaborar y mantener un ambiente agradable entre sus miembros es una habilidad importante que se debe desarrollar si se quiere llegar lejos.

Desde que nacemos estamos expuestos a la realidad de que los seres humanos no podemos subsistir solos. A mí me gusta llamarle interdependencia a esta ley natural. La cosa es que a pesar de que la capacidad de convivir en harmonía es necesaria para subsistir, nadie nos enseña cómo desarrollarla. Muy pocos de nosotros hemos construido la habilidad de convivir y colaborar con los demás conscientemente.

Pareciera ser un chiste pero la gran mayoría de personas aprendemos a convivir en harmonía (o en falta de) por imitación. Simplemente copiamos los comportamientos que vemos a nuestro alrededor. Lastimosamente los comportamientos que la gran mayoría de nosotros tenemos a nuestro alrededor no son muy harmoniosos que digamos.

Creo que vale la pena detenernos un momento y pensar cómo queremos que sean nuestras interacciones en cada una de las áreas más importantes de nuestras vidas. Con esta visión clara, podemos empezar a dar los primeros pasos hacia vivir vidas un poco más harmoniosas, productivas y felices.

De una manera u otra, todos estamos relacionados

Hay eventos que ocurren en la distancia. La distancia puede ser geográfica o temporal. Es decir, estos eventos ocurren ya sea fisicamente lejos de donde estamos o en tiempos lejanos al que ahora estamos viviendo.

Es tan, pero tan difícil relacionarse con todos estos eventos que ocurren lejos. La experiencia de ver que están asaltando a alguien a nuestro lado es muy distinta a la que tenemos cuando vemos la historia de un robo en otro país en algún noticiero internacional.

Esa diferencia en cómo nos relacionamos con los eventos “distantes” nos lleva a caer en una horrible trampa. Porque la afectación emocional que tenemos ante ellos es menor, por alguna razón creemos que estos eventos no nos afectan. Que no tenemos nada que ver con ellos. Que no nos debemos involucrar. Nada está más lejos de la verdad.

De una manera u otra todo lo que pasa en el mundo nos afecta. Y al menos por esto nos debiera importar. Ninguno de nosotros es un ser independiente. Todos estamos conectados.

Conozco a muy pocas personas que hoy se despertaron y desayunaron comida que ellos mismos produjeron. No conozco a nadie que haya hecho su propio carro o computadora. Necesitamos a los demás.

Creo que si la tragedia que nos tocó vivir en estos dos últimos años no nos enseño esta lección de interdependencia nada nos la podrá enseñar.

De una manera u otra, todos estamos relacionados. Comportemonos como tal.

Lo que es malo para el panal es malo para la abeja

Sí, hoy estamos viviendo momentos muy difíciles. Pero estoy convencido que podemos encontrar refugio y guía en la sabiduría de aquellos que vinieron antes que nosotros. Es en momentos como este que volver al pasado y estudiar a los más grandes de la historia puede ayudarnos a forjar un mejor futuro.

Ahora los invito a que me acompañen a regresar mas de 2,000 años a visitar al emperador romano y filósofo estoico, Marco Aurelio. Marco Aurelio siempre fomentó una postura de unión e interdependencia entre los habitantes de su imperio.

“Cuando necesitas motivación, piensa en las cualidades de las personas que tienes a tu alrededor.”, solía decir. “Esta es energía, aquella es modestia, otra es generosidad, y así sucesivamente. Nada es más fortalecedor que cuando las virtudes son visiblemente mostradas por aquellos a nuestros alrededor.”

Esta particular manera de ver la interconexión entre no solo seres humanos sino que entre todos los seres vivientes fue una de las fortalezas que le ayudó a liderar a Roma durante la Peste Antonina. Es espeluznante imaginarnos lo difícil que este reto debió ser para Marco Aurelio. Entre 3.5 y 5 millones de Romanos murieron durante la pandemia.

Sin duda alguna, su frase más conocida respecto a la interconexión entre nuestras acciones y los que nos rodean es:

“Lo que es malo para el panal es malo para la abeja” – Marco Aurelio

Y que cierto sigue siendo hoy! Si una persona es extremadamente exitosa pero su comunidad se va a la ruina, esta persona se irá a la ruina con su comunidad. Igualmente, si una persona está en la ruina pero su comunidad es fuerte, esta persona tendrá una mayor oportunidad de recuperarse.

No funciona pensar a corto plazo cegados únicamente por nuestros propios intereses. Cada cosa que hacemos afecta al panal. Para bien o para mal.

No podemos seguir haciéndonos de la vista gorda al hecho de que todo lo qué hacemos afecta a aquellos a nuestro alrededor. Y todo lo que ellos hacen nos afecta a nosotros. ¿No me creen? Pregúntenle a la persona que tuvo contacto con un murciélago en Wuhan, China a finales del 2019.

Es de vital importancia que nos sentemos a reflexionar y pensemos un poco más allá de nuestro diminuto círculo de interés. Si queremos salir de esto es muy importante que veamos un panorama más amplio.

Es primordial que reconozcamos que sí dañamos el panal, en algún momento nos veremos afectados. No podemos olvidar hoy la milenaria lección: “lo que es malo para el panal es malo para la abeja.”

Un nuevo amigo en la media de Cobán

La semana pasada corría la 1/2 maratón de Cobán en su 40 edición. Debo confesar que aunque terminé la carrera mi cuerpo no estaba preparado. Debo entrenar mas. Con esa confesión fuera del camino,  paso a reconocer que el hecho de que la haya logrado terminar se lo debo a “Pocho”, una persona que conocí el kilómetro 11, saliendo de Carchá.

En este punto, con 10 kilómetros aún por correr ya estaba “reventado”. Pocho me vio, se me acercó y me dijo algo parecido a “no voy a dejar que te des por vencido, vas muy rápido y te voy a ayudar a encontrar tu paso. Viene una subida dura y la tenemos que subir mas despacio. Dejame escuchar tu respiración. No camines, te vas a enfriar. Seguí mi paso”.

El hecho de que alguien se haya detenido a ayudarme, que haya visto la importancia de que todos lográramos terminar la carrera me inspiró mucho. Así que decidí en ese momento que iba a agarrar el paso sugerido y que en forma de tributo a su apoyo iba a terminar la carrera fuera como fuera.

Bajé el paso, escuché mi respiración y empecé  a subir. Cada vez con mas calor y humedad cada kilómetros fue mas difícil que el otro. En el kilómetro 14 Pocho me dijo, “seguí con ese ritmo, ya vas bien, dale hasta el final”. Y con se apretó su ritmo y se fue a una velocidad impresionante. Había dedicado 3 kilómetros de su carrera a ayudarme. Donde quiera que estés en Carchá, Gracias Pocho!

7 kilómetros después entré con un profundo sentido de interdependencia al estadio Verapaz. Había llegado y no lo había hecho solo. Tuve un amigo anónimo que estuvo presencialmente conmigo 3 kilómetros y empujo mi determinación el resto del camino. Que bien se sintió.