La simple matemática de la motivación

Motivación es una palabra compuesta por dos partes: motivo y acción. Es decir que motivación significa tener un motivo para actuar.

La matemática de la motivación es simple. Si el motivo que nos mueve actuar es mayor que el esfuerzo que requiere la acción, nos sentimos motivados. Si el precio de la acción es más grande que el motivo que nos mueve no nos moveremos.

¿Así qué se requiere para estar motivados? Una de dos cosas. O fortalecemos el motivo que nos mueve o alivianamos el esfuerzo necesario para alcanzarlo.

Simple matemática.

Como evitar volver a tener un día aburrido en tu vida

Nadie se mueve solo por qué sí. Ya sea cuando nos levantamos por una dona o cuando crecemos para obtener un mejor trabajo, siempre hay un incentivo detrás de cada cosa que decidimos hacer.

No sé por qué sea pero los incentivos muchas veces tienen una connotación negativa. Definitivamente muchas personas los ven como algo malo. Cuando el incentivo esta a plena vista la creencia popular tiende a ser algo como “Esa persona es una interesada porque solo está haciendo X para obtener Y”.

Pues la realidad es que todo lo que hacemos todo el tiempo es para obtener algo. Nadie hace nada solo por qué sí. Algunas personas trabajan para sentir seguridad económica mientras que otras lo hacen para sentirse útiles. Algunas personas comen para obtener energía porque son atletas de alto rendimiento mientras que otras comen para calmar su ansiedad. Algunas personas duermen porque están deprimidas y otras duermen para soñar con lo que van a poder hacer mañana. Algunas personas lloran para chantajear mientras que otras lloran para encontrar las fueras de seguir adelante.

No importa que sea lo que estemos haciendo o dejando de hacer, toda acción necesita de un incentivo para existir. Una de las mejores maneras de llegar a conocernos mejor es de vez en cuando preguntarnos, ¿por qué estoy haciendo esto? ¿Cuál es el incentivo que tengo detrás de esto que estoy haciendo? Las respuestas a estas preguntas usualmente revelan mucho sobre qué es lo que realmente es importante para nosotros.

Este proceso es muy poderoso porque conforme vamos descubriendo los incentivos que alimentan nuestras acciones podemos decidir seguir motivándonos con esos mismos incentivos o simplemente cambiarlos. Cambiar los incentivos que tenemos es una de las herramientas más poderosas que tenemos para encontrar motivación continua en nuestras vidas. Entiende cuales son tus incentivos y no volverás a tener un día aburrido en tu vida, jamás.

pd. Feliz día del niño Chris, que siempre sigas igual de incentivado a alcanzar tus sueños.

Incentivos y resultados (Vacuna COVID-19)

Un incentivo es aquello que motiva a una persona. Un resultado es un cambio que se da en el mundo externo. Uno no necesariamente lleva al otro. Un resultado puede ser logrado gracias a cualquier cantidad de diferentes incentivos.

Viene a la mente la carrera por el desarrollo de la vacuna en contra del COVID-19. ¿El resultado? Crear una vacuna para combatir la enfermedad. ¿Algunos posibles incentivos? Generar un gran ingreso monetario para la empresa que lo logre primero, salvar millones de vidas, lograr regresar al mundo a algún tipo de “normalidad”, reconocimiento dentro de la comunidad científica, etc.

Se hace obvio que aunque el resultado se cumpla, la manera en que se cumpla será muy distinta en base al incentivo que esté motivando el esfuerzo. El equipo que esté motivado por salvar millones de vidas muy probablemente correrá pruebas más exhaustivas que el equipo que está buscando principalmente ingresos monetarios. De igual manera, los resultados financieros probablemente llevarán a que el resultados se logré más rápido. Un incentivo no es mejor que el otro, tan solo son diferentes.

Y es por este tipo de discrepancias que se necesitan, para ciertos tipos de industrias y proyectos, entes reguladores. Esto es especialmente importante en el ámbito de la medicina y la salud. Es importante que alguien esté velando que se sostenga de alguna manera “ética” el interés de la mayor cantidad de personas posibles.

Pero incluso la presencia de un ente regulador, ya sea en el ámbito médico, tecnológico, gubernamental, etc., también se está regido por la ley de los incentivos. Toda regulación también está sujeta a obedecer a algún tipo de incentivo. ¿Por qué se debe regular hacia un lado o hacia el otro? ¿Qué valores debe defender el ente regulador? Los intereses por los que se debe velar, ¿a qué grupo de personas pertenecen?

Mas allá de basar las decisiones en resultados únicamente, es elemental entender los incentivos que motivan a la personas que están detrás de los logros. Esto siempre ayuda a hacer una evaluación más objetiva de la situación. Identificar y entender los incentivos revela mucho acerca de por qué algo es como es.

Finalmente, no está de mas evaluar los incentivos que cada uno de nosotros tiene. Volviendo al ejemplo de la vacuna del COVID-19 es importante hacerse las preguntas necesarias para entender el incentivo detrás de aplicarte la vacuna o no cuando el momento sea correcto. ¿Por que te la pondrías o por qué no?

Millones de incentivos

Cuando una empresa crece, los negocios y las relaciones que se deben manejar se vuelven más complejas. Así es. Tan solo es una verdad que se puede encontrar en la naturaleza. Mayor tamaño ➡️ mas complejidad.

El crecimiento de un negocio usualmente —aunque no siempre es así— se ve acompañado de un crecimiento en “head count”1.La cantidad total de personas que trabajan para una empresa.; también la cantidad de clientes que se atienden aumenta. El tamaño y el número de proveedores que se requieren para satisfacer las necesidades del mercado incrementa. En dos platos, al crecer se involucran exponencialmente más personas.

Cada persona es su propio mundo y las situaciones económicas con que cada uno debe lidiar son únicas. A las situaciones económicas les debemos agregar el componente emocional. No se puede olvidar que la relación del ser humano con el dinero es extremadamente emocional.

En los negocios —fuente principal de ingresos de todos los involucrados— los incentivos son extremadamente fuertes. Las emociones que se experimentan pueden llegar a ser muy intensas; el desempeño profesional determina el bienestar económico de las personas y sus familias.

En este mundo no se puede llegar muy lejos sin entender los incentivos de las personas con que se está trabajando. Ya sea que estas personas estén en tu equipo o en el equipo de alguien más, si no tienes claro sus incentivos, no lograrás mayor avance.

Una de las barreras más grandes para poder descubrir los incentivos de otras personas es que asumimos que lo demás tienen exactamente los mismos incentivos que nosotros. Esto no es cierto. Cada persona tiene sus propios incentivos. Cada persona es un mundo.

Para tener más éxito, empieza por entender los incentivos de todos los involucrados. ¿Que los motiva? ¿Realmente van detrás de lo que crees que están buscando o quieren algo más? ¿Que es lo que los mueve? Entiende por qué realmente están haciendo lo que están haciendo y recuerda que rara vez tendrán los mismos incentivos que tú.

Referencias

Referencias
1 La cantidad total de personas que trabajan para una empresa.

Es la honestidad algo que se debe premiar?

“El verdadero valor de la honestidad está en ser una persona honesta. Eso nunca se lo podemos dar a otra persona que no sea nosotros mismos.”

La semana pasada dejé olvidado mi maletín y mis zapatos de softball en el campo. Adentro del maletín estaban dos guantes, un bate, unas guanteletas y varias pelotas. En fin, todo el equipo que uso para jugar estaba ahí.

Me di cuenta de que lo había olvidado hasta el día siguiente. En el momento que me di cuenta que lo había perdido empecé a preguntar si alguien lo había visto. Nada. Fui al campo para hablar con los guardianes. Nada. En ese momento lo di por perdido.

Aún seguía con la esperanza de que alguien hubiera guardado mis cosas. La esperanza poco a poco se fue apagando conforme fui hablando con mas y mas personas que me daban de una manera u otra el mismo mensaje: “olvídate, alguien se las llevó y ahorita ya seguro hasta las vendieron”. Me empecé a resignar.

Un par de horas después recibí un mensaje de una amiga diciéndome que tenía noticias de que la señora de la tienda del campo había visto mis cosas y que las había guardado. Me dio su teléfono, le llamé y acordé con ella pasar a traerlas por la tarde.

En este momento sentí mucho alivio y agradecimiento. Y al mismo tiempo empecé a sentir una fuerte sensación de deuda hacia la otra persona. Me empecé a preguntar cual debiese ser la recompensa adecuada que debía pagar por mis cosas. ¿Cuanto dinero es suficiente? Estaba sintiendo una fuerte deuda hacia la otra persona. Ojo! creo que sentirse en deuda no debiera ser lo mismo que sentirse agradecido.

Y así empezó a crecer mi confusión. Nacieron preguntas como:

  • si estoy agradecido, ¿por qué me siento en deuda?
  • ¿Acaso las personas solo queremos hacer lo correcto cuando hay una recompensa adicional que podemos recibir? Y de ser así, ¿no es el valor de hacer algo honesto y correcto su propia recompensa?

Realmente estaba bastante confundido y sentía fuertemente la necesidad de darle algo a la persona a cambio de haber guardado mis cosas. Lo empecé a hablar con varios amigos. Uno de ellos (@manuelcordon) me ayudó a esclarecer la situación con el siguiente experimento mental:

Si te imaginas que estás en la playa y estás viendo un maravilloso atardecer. Y el atardecer es espectacular y no pudieras pedir mas. Y luego al día siguiente estás en la misma playa, frente a otro increíble atardecer y ahora tienes un puro. Y tu experiencia sigue siendo espectacular. Al tercer día piensas en que sería genial tomar un Whiskey para acompañar el puro y tu contemplación de aún otro maravilloso atardecer. Así que ahí estás con un magnifico atardecer, tu puro y el mejor Whiskey del mundo. Nada te hace falta.

Al cuarto día estás frente al mejor de todos los atardeceres pero no tienes ni el puro ni el Whiskey. Estás sentado frente a esta obra de arte de la naturaleza y solo estás pensando: “Que desgracia, ¿donde jodidos están mi puro y mi Whiskey?

En mi historia de los zapatos y el maletín, la honestidad es el atardecer y cualquier recompensa en la que yo pudiera pensar darle a la señora serían el Whiskey o el puro.

Me puedo imaginar a la señora en una futura situación en la que volviese a hacer lo mismo y no recibiera nada externo a cambio de su honestidad, sintiéndose molesta por no recibir una recompensa por haber hecho un genuino acto de bondad. ¿Donde jodidos está mi Whiskey? Nunca quisiera causarle eso a nadie.

Al comprender que la recompensa de ser honesto es la misma honestidad, decidí que la mejor recompensa que le podía dar a esta persona era dejarla disfrutar su integridad por lo que es. Nada mas, nada menos.

Así que creo que no debemos premiar la honestidad. Es mas, creo que no podemos premiar la honestidad porque el verdadero valor de la honestidad está en ser una persona honesta. Eso nunca se lo podemos dar a otra persona que no sea nosotros mismos.

Manejo de Personal: lo “justo” no es tratar a todos por igual

Cuando una empresa está analizando su mercado, sus clientes objetivo y a que tipos de personas quiere dirigir sus productos o servicios es natural que lo primero que se haga sea segmentar los grupos. Es decir, clasificarlos en verticales de acuerdo a diferentes criterios como lo pueden ser las preferencias, demográficos, historial de compra, poder adquisitivo, etc.

Cuando una empresa está diseñando los incentivos, bonos, planes de crecimiento roles y en general el manejo de su personal interno lo primero que se hace es pensar en estándares, igualdad, “justicia” y en encontrar una manera en la que todo el personal, al menos los de un mismo equipo, estén “lo mas parejo posible”.

Este es un contraste tremendo. Entendemos que el mercado requiere soluciones personalizadas y que no todos son iguales. Sin embargo, aplicamos una mentalidad totalmente diferente a la configuración de nuestras estructuras, procesos e incentivos internos.

Dado esta “revelación” el paso a seguir es bastante obvio:

  1. Invierte recursos en conocer a cada una de las personas que conforman tu equipo
  2. Clasificalos en base a los criterios que mas importantes sean para lograr un buen desempeño en tu organización
  3. Crea un plan de desarrollo, incentivos y crecimiento personalizado, de ser posible, para cada persona, de lo contrario, para grupos de persona basados en los criterios ya definidos
  4. Vuelve al punto 1 e itera para ir mejorando este proceso