Lo que queremos y lo que quisimos no son la misma cosa

La memoria es corta cuando queremos recordar los eventos que se dieron años atrás, durante nuestra niñez. A la vez, la memoria pareciera ser infinita cuando tratamos de olvidar la programación subconsciente que al día de hoy rige nuestros comportamientos y expectativas.

Los tiempos cambian y las personas también. Todos entendemos esto pero aún así, aunque sabemos que el tiempo nos ha cambiado, podemos pasar décadas aferrados en seguir queriendo las mismas cosas que queríamos años atrás. Esta es una de las más grandes fuentes de descontento que veo en el mundo a mi alrededor.

Todos los días veo personas tratando de forzar su vida para que encaje con la vida que querían diez años atrás —aunque esa ya no es la vida que quieren tener hoy. Una pequeña pausa y un poco de reflexión pueden remediar esta dolorosa situación.

Todos los días aprendemos algo nuevo. En este mundo hiper-conectado descubrimos cosas y conocemos personas nuevas todo el tiempo. Es absurdo pensar que nuestro anhelos y deseos permanecen iguales ante tanta nueva información que se nos hace disponible en cada instante.

Lo que queremos y lo que quisimos no son la misma cosa. Hoy no somos las mismas personas que fuimos ayer. Hemos envejecido, madurado. Vale la pena tomarnos unos minutos para reflexionar sobre qué es lo que realmente queremos hoy y distinguirlo de lo que quisimos ayer.

Hacer este ejercicio e identificar como lo que queremos ha cambiado puede ser una revelación que cambie tu vida para siempre.

Entender qué es lo que quieres en este momento, en base a la persona que eres hoy y no la que eras ayer, es una de las liberaciones más grandes que un ser humano puede llegar a experimentar.

El tiempo se va a acabar

Algún día el tiempo se va a acabar y cuando ese día llegue vas a saber que todo “se acabó”. Estoy seguro que ni tú ni nadie quiere llegar a ese inevitable día a suplicar por tiempo prestado para poder hacer todo lo que hoy, con un poco de determinación, pudieras estar haciendo.

El tiempo es preciado y sí, el tiempo, al menos el de cada uno de nosotros, también se va a acabar. Así que hoy, acá, en este preciso instante, que vas a querer hacer, ¿Seguir ignorando que tu tiempo en algún momento se va a acabar o reconocer que tus horas están contadas y empezar a ver el infinito valor que cada hora de vida tiene?

De tu respuesta depende el tipo de vida que tendrás de hoy en adelante. Si decides ignorar el hecho de que tu tiempo en este planeta es finito, miles de oportunidades se escaparan como agua entre tus manos y la maravilla del mundo nunca se manifestará ante tus ojos. Por el otro lado, si escoges reconocer el valor que hay en cada hora de vida que está por llegar algo maravilloso sucederá. Aceptarás con un corazón abierto el hecho de que algún día tu y todos lo que te rodean algún día van a morir y con eso vendrá el regalo más maravilloso que alguien puede llegar a tener jamás: vivir cada día de su vida con la ilusión de hacer sus sueños realidad.

El valor de enfrentar la verdad

Pocas cosas dan tanto miedo como enfrentar la verdad. La verdad puede ser cruel y despiadada, no tiene misericordia con nadie. La verdad es tan severa porque es lo único que destruye los mundos ficticios que creamos adentro de nuestras cabezas para sentirnos bien.

Enfrentar la verdad requiere de mucha valentía ya que ver las cosas tal y como son es muy diferente a ver las cosas como quisiéramos que fueran. Mientas más distancia haya entre cómo son las cosas realmente y cómo quisiéramos que fueran, más valor se requiere para enfrentar la verdad.

Enfrentar la verdad puede ser lo más incómodo del mundo pero también puede ser el atajo más efectivo para cambiar nuestras vidas. Intercambiar el cuento de hadas que nos contamos una y otra vez para sentirnos bien por la realidad tal y como es es cómo abrir los ojos cuando vas manejando a 100 kilómetros por hora en la carretera. No solo es una buena idea, es la única manera de asegurarte de que no tendrás un accidente fatal por no querer ver hacia dónde vas.

Viajar te puede revivir la ilusión de cuando tenías 5 años

Si decides viajar a un lugar totalmente desconocido puedes realmente sentirte como un niño de 5 años. ¿Cómo así?

Imaginate, vas a un lugar donde no puedes hablar o no entiendes a los demás por qué hablan otro idioma y hablan demasiado rápido. Cruzar la calle puede ser algo peligroso pues no tienes idea de donde pueden venir los carros. Comer algo nuevo te pone nervioso pues nunca realmente lo has probado. Te sientes inseguro de ti mismo pues no sabes como encajar.

Y al mismo tiempo si te entregas a la experiencia (como lo hace un niño de 5 años) podrás abrir tu mente a absorber todo lo nuevo que te rodea. Podrás disfrutar cada sensación nueva que experimentas (paisajes, olores, sabores). Todo tu cuerpo estará alerta y experimentarás lo que se llama mente de principiante (Shoshin). Podrás aprender y cambiar tu manera de pensar. Conocerás personas nuevas que seguro miran el mundo de una manera que nunca imaginaste posible. Lograrás tener la misma curiosidad que te motivaba tanto cuando tenías 5 años y a lo mejor podrás integrar algo nuevo a tu manera de ver el mundo y cambiar tu vida para siempre.

Animate, viaja a un lugar desconocido y abre tu mente para absorberlo todo!

Si te interesa viajar, saber como hacerlo mas barato y entender como aprovechar las experiencias al máximo te sugiero leer: