Nadie se enoja si una silla no puede hervir agua

Es increíble lo mucho que todos tratamos de ser como otras personas. Para empezar, muy pocos conocemos realmente quienes somos. Esto por definición nos coloca en una posición de tratar de buscar nuestra identidad en intentar ser alguien más. Dedicamos nuestras vidas a inútilmente tratar de ser alguien quien no somos.

Pero nadie se enoja si una silla no puede hervir agua. Todos entendemos de una manera muy intuitiva que la silla no puede hervir agua pues no fue creada para ese propósito. Conocemos cuál es la naturaleza de la silla y es obvio lo ridículo que sería enfadarnos porque la silla no pueda hacer algo para la que no fue creada. Aún así, nos enojamos y frustramos tanto con nosotros mismos cuando no podemos hacer algo para lo que no fuimos destinados.

¡Qué importante es conocernos! Encontrar nuestra verdadera naturaleza y el propósito por el que estamos dispuestos a lucha deber ser una de nuestras principales prioridades. Sin tener esto claro no podremos ser más que sillas que pasan toda su vida tratando de hervir agua todo el tiempo.

Consejos e identidad

Qué fácil es darle consejos a los demás. Sin duda alguna, si yo siguiera siquiera la mitad de los consejos que le doy a otras personas mis resultados serían muchos mejores. Pero, ¿Por qué resulta tan fácil ver las limitaciones y errores de los demás mientras que nos cuesta tanto ver los nuestros?

Es un tema de identidad e identificación. Identificar una falla en alguien más no dice nada acerca de nosotros mismos. Podemos ver la falla sin apego alguno. Esta es la principal razón por la cual nos cuesta tanto ver nuestras propias fallas, hacemos que admitirlas de alguna manera signifique que somos deficientes. Estos es muy doloroso.

Identificar algo que corregir en alguien más nunca es una amenaza para nuestra auto-imagen. Reconocer un fracaso propio muchas veces destroza nuestro ego a tal punto que preferimos ignorarlo aunque hacerlo nos cause mucho peores consecuencias en el futuro cercano. Es casi como que si creyéramos que “hacernos los locos” puede eliminar las consecuencias de nuestros comportamientos destructivos que decidimos ignorar.

Al final esto es un mecanismo de defensa que aunque nos da la falsa sensación de autoestima es totalmente nocivo para nuestras vidas. No poder distanciarnos de nuestras acciones y resultados hace que nuestra identidad y valor como personas esté atado a todo lo que hacemos y sucede en nuestras vidas. Vivir así hace que el más mínimo error o fracaso duela a tal punto que el dolor nos ciega y no nos deja mejorar.

Aunque lograrlo no es fácil, la solución es aprender a vernos en tercera persona respecto a nuestras acciones y resultados. Es importante entender que ninguno de nosotros no es ni sus acciones ni sus resultados. Cuando lo logramos finalmente nos podemos empezar a ver en una luz similar como con la que vemos a esas personas que tanto ayudamos por medio de a veces dolorosos consejos que muchas veces les llegan a cambiar las vidas.

Esencia

Cada persona, debajo de los cientos de capas de programación que ha recibido, tiene una esencia. Esta esencia es lo que le da vida a la verdadera identidad de cada ser humano, es inmutable y es el lugar al que cada uno de nosotros regresa para sentirse verdaderamente en paz.

Es en este lugar, lejos de la ansiedad de tener que cumplir con cualquier tipo de expectativa externa, a donde las personas van para comulgar con aquello que las acompaño al momento de nacer, su verdadero yo. Es en realidad algo maravilloso poder pasar un poco de tiempo ahí.

Aún así, el paso de los años es macabro y puede borrar las memorias de lo que se siente sumergirse en nuestra propia esencia sin tenernos que preocupar de lo que piensen los demás. Realmente es una tragedia que conforme dejamos la niñez atrás vamos olvidando cómo se siente la libertad de ser genuinamente uno mismo.

Pero como en toda historia, hay una luz al final del túnel. La esencia de una persona nunca se extingue, incluso, cuando la persona muere su esencia sigue viva en la memoria de sus amigos y familiares. La esencia es eterna y siempre nos está esperando para que volvamos a ella y así podamos una vez más volver a sentir la libertad de ser nosotros mismos.

Saber escuchar es un arte

A veces escuchar es lo más difícil que una persona puede hacer. Especialmente cuando lo que se está diciendo duele. Saber escuchar en estos momentos difíciles es un arte.

Bajar la guardia y escuchar cuando cada palabra que se está escuchando desgarra el alma no es fácil. Tratar de comprender la sabiduría escondida que viene codificada en el mensaje requiere de mucha humildad y honestidad interior.

Las palabras que más duelen también son las que más pueden ayudar, si las dejamos. Cuando una persona se sensibiliza y aprende a escuchar todo lo que está a su alrededor su vida cambia. Cambia porque en ese momento la persona se empieza a ver reflejada en todo lo que escucha a su alrededor —finalmente se empieza a conocer tal y como es.

El problema es que a la gran mayoría de seres humanos no les gusta lo que ven en el espejo cuando empiezan a escuchar. Es muy rara la persona que se acepta tal y como es. A prácticamente todos nos gusta defender esa identidad que hemos creado de un “yo” perfecto. Esa identidad que en todo momento estamos tratando de proyectar pero que sabemos que es falsa ya que solo existe en nuestro mundo interior.

Cuando lo que se escucha no encaja con la identidad que se quiere proyectar los oídos se cierran. Es más cómodo seguir soñando con un “yo” perfecto que escuchar la verdad. Saber escuchar es un arte porque requiere destruir la ilusión del “yo” y descubrir lo que realmente sé es.

La identidad del grupo. Anthony Rizzo a los Yankees

Los Cubs acaban de cambiar a Anthony Rizzo por dos prospectos de los Yankees. Está bien, el equipo debe hacer los cambios que tiene que hacer para mantenerse competitivo en el futuro. Parece ser que el equipo está obteniendo un muy buen retorno a cambio de Rizzo. Sin embargo duele. Duele porque al final del día la identidad del grupo es mayormente definida por la suma de la identidad de sus miembros.

Desde hace mucho tiempo que me he identificado como un seguidor de los Cubs pero creo que nunca había pensado de mí como un seguidor de Rizzo. Es confuso. Rizzo no es “los Cubs” y “los Cubs” no son Rizzo. Sin embargo el equipo no será igual sin su presencia. Algo muy profundo cambia en su ausencia.

Me resulta imposible, al menos en este momento, separar la identidad de el jugador de la identidad del equipo. Pero al mismo tiempo Ryne Sandberg, Shawon Dunston, Mark Grace y Andre Dawson, quienes formaban buena parte de la identidad del equipo del que me enamoré al principio de los 80’s tampoco siguen jugando para el equipo y yo continuo siguiendo al equipo con la misma pasión con que lo hacía 35 años atrás. Como ya lo dije, es confuso.

Las personas vienen y van. Las instituciones y grupos persisten más allá de lo que sus miembros lo pueden hacer. Los equipos, empresas, grupos religiosos e instituciones que los seres humanos creamos tienen como fin trascender a las personas que las conforman. Toda organización puede hacer más de lo que cualquiera de sus miembros pudiera hacer solo. Es precisamente por esto que existen.

Entiendo, a nivel racional, que el rol de los miembros de un grupo es darle vida a algo más grande que ellos y que cada miembro eventualmente se irá. También entiendo que son los miembros de una organización los que le dan su identidad. Lo que me está costando aceptar es que la identidad de las organizaciones cambia todo el tiempo —al igual que todo lo demás en esta vida. Los Cubs de mañana no serán igual que los Cubs de hoy. Al mismo tiempo, los Cubs de hoy no son iguales a los Cubs de los que me hice fan en 1,984 y todo sigue estando bien.

Rizzo, te vamos a extrañar. Gracias por todo #44.

pd. Ojalá no me toque escribir otro de estos mañana. 🤞

Elimina a la competencia

Eliminar a la competencia es muy diferente que ganarle a la competencia. Ganarle a la competencia implica competir y ganar. Eliminar a la competencia significa hacer algo para que la competencia ni siquiera pueda competir. Yo escojo eliminar a la competencia cualquier día de la semana.

La eliminación de la competencia empieza mucho antes de que un producto siquiera esté peleando en el mercado. Inicia tiempo atrás con una clara definición de la identidad de empresa que se quiere construir. Para definir bien un identidad se necesita responder las siguientes preguntas:

  • ¿A quien queremos servir?
  • ¿Para qué somos los mejores en el mundo?
  • ¿Cuales son los rasgos esenciales por los que queremos ser reconocidos?
  • ¿Qué habilidades únicas traemos a la mesa en el mercado en el que queremos jugar?
  • ¿Cuál es nuestra esencia?, En el fondo, ¿Quienes somos?

Estas 5 preguntas ayudan a definir la identidad de una empresa. Ojo, estas preguntas también funcionan a nivel personal cuando alguien construye su marca personal para posicionarse profesionalmente.

Una vez que una identidad ha sido claramente definida y la empresa empieza a ejecutar entorno a ella, es posible eliminar la competencia. ¿Por qué? Porque al tener una identidad bien definida y una operación acorde, la empresa es única. Ya no existe nada que la pueda reemplazar.

Cuando algo o alguien es único, nada ni nadie lo puede replicar. Nadie puede ganarte en ser tú mismo. Cuando una empresa encuentra su genuina identidad y juega a ganar en el mercado en base a potenciar su ADN, ha eliminado a su competencia. Es imposible que alguien les pueda ganar a ser un mejor ellos que ellos mismos.

Diferentes papeles: No soy lo que hago

Durante un día normal cada uno de nosotros juega una infinidad de papeles o roles. Podemos ser padres, hijos, hermanos, líderes, seguidores, gerentes, deportistas, profesores y alumnos. En tan solo 24 horas experimentamos la vida desde mil lugares diferentes.

Una persona no puede ser lo que hace. Alguien práctica medicina. No es doctor. En cada momento estamos haciendo algo diferente —jugamos distintos papeles. Incluso, hay situaciones donde jugamos varios roles al mismo tiempo. Pero hay algo adentro de nosotros que no cambia. Es aquello que experimenta cada instante y que está presente en todo lo que hacemos. Le podemos llamar alma.

Este distanciamiento entre “soy” y “hago” es elemental para poder disfrutar la vida. Dejar atrás la confusión entre quién soy y qué es lo que hago es una de las acciones más liberadores y gratificantes que un ser humano puede experimentar. Es el principio del camino hacia la libertad que tan solo se puede obtener al destruir la identidad que venimos construyendo en base a cada cosa qué hemos hecho desde que éramos niños.

La historia detrás del color

Los colores que hoy decoran el mundo resuenan con una historia que se cuenta la persona que los escogió. Si una persona decide comprar una camisa azul y no una gris no es por casualidad. Es por qué el color azul resuena más con la narrativa de quien esa persona cree ser.

El azul le ayuda a sentirse mejor. Al visualizarse con la camisa azul se siente más cerca de la persona que considera ser. La camisa azul encaja con la imagen que le quiere proyectar al mundo. “Las personas como yo, vestimos de azul”.

Y esto está bien. Todas las personas tienen la libertad de expresar sus preferencias. El problema se da cuando la identificación con esta preferencia se vuelve tan fuerte que se siente como una necesidad —no hay camisa azul y no puedo estar bien sin una camisa camisa azul. Se experimenta un fuerte vacío interno simplemente por qué no hay una camisa del color que se “necesita”.

Este tipo de comportamiento crea una dependencia al mundo exterior que es muy pesada de cargar. Constantemente buscamos empatar la narrativa que nos contamos acerca de nuestra identidad con la imagen que proyectamos a los demás. Si no proyectamos al mundo quién creemos ser, todo se desmorona.

Hay una historia detrás de los colores que escogemos, hay una historia detrás de todo lo que hacemos. Todos tenemos una historia acerca de quienes creemos ser y constantemente la reforzamos con todo lo que hacemos.

Siempre hay una historia detrás del color.

No eres lo que haces

Hola, soy el Ingeniero Álvarez. Este tipo de introducciones son un tipo de ventana a una confusión muy grande que tenemos la mayoría de personas. La confusión es que de alguna manera u otra somos lo que hacemos. Esto no es cierto. No soy el Ingeniero Álvarez, simplemente estudié ingeniería.

Este problema empieza desde que somos pequeños. ¿Qué se le dice a un niño pequeño que obtiene buenas calificaciones en el colegio? Usualmente es algo muy parecido a “Felicitaciones, ERES muy inteligente!”.

Para empezar, hay una implicación escondida en este tipo de frase. El mensaje sugiere que la inteligencia del niño está directamente correlacionada con la nota. Cómo sacó buenas notas ENTONCES ES inteligente. ¿Cómo creen que reaccionará este niño cuando tenga dificultad con una materia y sus notas no sean tan buenas? Exacto.

Para simplificar el tema, sigamos con el mismo ejemplo de la inteligencia. Si el mensaje se repite varias veces, será natural que el niño empiece a crear una identidad de persona “inteligente”. Pronto dejará de verse como una persona que TIENE una característica particular que es la inteligencia y la inteligencia pasará a formar parte de quién el cree ser.

Soy mamá, soy hermano, soy músico, soy médico, soy emprendedor. Todo esto no tiene sentido alguno. Tengo un muy buen amigo que práctica medicina y tiene grandes habilidades para la música. Si digo que es doctor, ¿entonces no es músico? Si digo que es las dos cosas, ¿Qué porcentaje de él es doctor y qué porcentaje es músico? Cuando está a media crujía, ¿sigue siendo músico en ese momento? Si hoy es doctor, ¿quién era antes de estudiar medicina? Cuando está componiendo una canción, ¿está dejando de ser doctor?

Creo que cuando sus hijos logren buenas notas en el colegio será mejor decirles algo como “Hiciste un buen trabajo! Estamos orgullosos. ¿Ves que estás desarrollando habilidad para estudiar?”.

Eres suficiente tal y como eres?

¿Hasta donde puedo llegar? ¿Que tanto es lo que realmente puedo hacer? Estas son preguntas muy poderosas que creo que todos nos debemos hacer constantemente. ¿No se si alguno de ustedes alguna vez ha sentido que está haciendo un compromiso que va mas allá de sus capacidades reales? Uno de aquellos compromisos que inmediatamente después de hechos nos causan decir “ala madre! como soy de mula!”.

Pues bien, el hacernos este tipo de preguntas o cualquiera de sus derivados seguro nos ayuda con el síndrome de “me comprometo a mas de lo que puedo”. Este síndrome es algo natural y es parte del deseo del ser humano de querer ser mas de lo que realmente es. Creo que hay una gran diferencia entre lo que sabemos que podemos hacer y lo que quisiéramos poder hacer para “quedar bien con los demás”.

Esto es bastante común en el ámbito profesional. Nuestro jefe o alguien mas a quien queremos impresionar nos pregunta cuando podemos tener un proyecto listo o cuanto creemos que se podrá vender y la respuesta usualmente está “inflada” por querer aparentar ser mas de lo que realmente somos. Que nos vean como algo mas. Que nos reconozcan. Simplemente no creemos que somos suficiente tal y como somos.

Creo que es de vital importancia para salir adelante y poder tener una vida completa poder dejar este miedo atrás. La realidad de las cosas que que no podemos hacer mas de lo que podemos hacer. No podemos ser alguien mas. Lo mejor que podemos hacer es ser nosotros mismos.

Realmente no es muy buena idea comprometernos a cosas que simplemente no podemos cumplir. No podemos ser algo que no somos. ¿Mi consejo? Pasa el rato incómodo y aceptate como eres, reconoce de que si eres capaz y luego cumple. No hay mejor manera de salir adelante que ser tu mismo. Eso es suficiente.