Personas que admirar

Los grandes personajes de la historia nos inspiran, algunos de nuestros conocidos también. Cada uno de nosotros tiene sus propios héroes que admirar. A algunos de estos héroes los conocemos, a otros no.

Es muy reconfortante saber que en cualquier momento podemos voltear a ver a estas personas qué admiramos, subirnos en sus hombros y subir nuestro nivel de juego gracias a su ejemplo e inspiración.

Creo que parte de ser una mejor persona es encontrar cada día más y más personas que admirar. Mi recomendación es no solo buscar personajes “famosos” o históricos con los que puede costar un poco más sentirse identificado. En mi experiencia hay muchas personas que admirar en nuestras familias, círculos de amistad y relaciones profesionales. Tan solo debemos detenernos a conocerlas un poco mejor.

También creo que más que una carencia de personas que admirar lo que nos detiene hoy en día es una carencia de ganas de admirar a los demás. Cuando veo a mi alrededor veo muchas ganas de querer pasar por encima de los demás y ser el mejor a costa de todo. Es muy difícil rendirle reconocimiento suficiente a alguien como para poderle admirar cuando se cree que uno ya es el mejor.

La humildad, admiración e inspiración van de la mano. El proceso de ser mejor empieza con la humildad y el reconocimiento de que no se es el mejor. Esto nos permite admirar a aquellas personas que han logrado cosas que nosotros aún no hemos podido hacer. Al ver con un corazón abierto que otro ser humano ha logrado hacer algo que nosotros aún no hemos podido lograr nos sentimos inspirados. Inspirados sin duda alguna podemos hacer mucho más. Ve y busca más personas a quienes admirar.

Apreciamos lo que cuesta

Ayer Checo Pérez ganó, después de 10 años de estar corriendo, su primer carrera en la F1. Puede ser que sea por qué hace tan solo una semana, después de hacer una gran carrera, el motor le estalló y perdió un podio. O puede ser por qué muchos lo hemos visto luchar, durante ya más de 10 años, por lograr el sueño de ganar su primer carrera. No importa cuál sea la razón pero la victoria de ayer fue especial, incluso para los fans de otros equipos y corredores.

Como seres humanos nos gusta apoyar al que viene de atrás. Hay algo especial en ver a alguien poder dar más de lo que creemos posible. Cuando una persona logra lo imposible nos inspira, nos lo hace posible a todos los demás. Humaniza la excelencia. Nos eleva a todos.

Apreciamos lo que cuesta y es por eso que a todos nos gusta tener héroes de “vida real”. Ellos nos enseñan que aquello que queremos lograr no es imposible. En ellos vemos que el esfuerzo y la lucha realmente valen la pena. De alguna manera nos vemos reflejados en sus acciones y por momentos creemos. Si tan solo siguiéramos sus pasos todos el tiempo, nosotros también pudiéramos ser héroes algún día.

Alguien a quien admirar

Hay una fuerza más poderosa que un millón de bombas atómicas detonadas al unísono. Es la misma fuerza que durante millones de años le ha estado dando forma al planeta tierra. Es el motor de todo; la razón de ser de todas las maravillas que hay a nuestro alrededor.

Esta fuerza es la motivación. Ese fuego interno que sentimos cuando estamos inspirados y que despierta el infinito poder del alma. No he visto nada más poderoso que un ser humano motivado.

La motivación nace de el deseo de materializar una visión interna que aún no existe en el mundo externo. La cristalización de esta visión es la chispa que enciende la hoguera. Si la visión es clara, la motivación será grande. Si la visión es difusa, habrá poca motivación.

Para que una visión se pueda cristalizar es necesario tener un punto de referencia, un norte hacia el cual apuntar. Este norte viene necesariamente de las experiencias e interacciones que una persona pueda tener. Por ejemplo, resulta imposible pedirle a alguien que ha vivido toda su vida aislado en el amazonas que desarrolle una motivación para ser broker en Wall Street o jugador de futbol del Real Madrid.

Es por esta razón que tener a alguien a quien admirar es tan importante. La admiración hacia una persona —sin importar que sea real o ficticia— nos da una conexión muy especial con alguien que “quisiéramos ser” o algo que “quisiéramos poder lograr”.

Todos podemos recordar ese héroe de nuestra niñez que nos motivó a hacer algo que no creíamos que era posible lograr. Yo recuerdo a Ryne Sandberg —segunda base de los Cachorros de Chicago— quien sin el saberlo, me cargó en sus hombros hasta llevarme a jugar en la pre-selección de Baseball de mi país.

Hoy en mi vida adulta sigo encontrando motivación en las personas que admiro. Encuentro mucha fuerza en emprendedores como Ben Horowitz y Steve Jobs. En términos de paz y serenidad me refugio en personas como Michael Singer y Anthony de Mello. La paciencia y gentileza que quisiera tener la modelo en la persona de mi esposa Elena.

Tener alguien a quien admirar —lo conozcas o no— es una fuente de motivación inagotable. Mira a tu alrededor y busca. Encuentra esas personas que despiertan lo mejor en ti y pasa tiempo con ellas. La admiración es tu pasaporte directo a una vida llena de motivación.

Todos pueden ser héroes. Hoy.

A lo largo de la historia de la humanidad siempre han habido momentos devastadores. Guerras, desastres naturales, plagas y otro sin fin de problemáticas que han requerido de héroes para ser superados.

Al leer “héroes” y “momentos devastadores” en la misma frase saltan muchos nombres rápidamente a la mente. Para mí algunos de estos nombres son: Marco Aurelio, Winston Churchill, Reina Isabela, Gandhi, Napoleon, Cleopatra, George Washington, Simon Bolivar, etc.

Cualquier persona que quiera saber un poco mas acerca de cómo estos grandes personajes vencieron los retos de sus tiempos solo debe buscar sus nombres en Google y listo. También puede comprar cualquiera de los cientos de libros que han sido escritos acerca de ellos.

Pero lo que el internet y los libros de historia han dejado olvidado por siempre –tal vez porque es algo imposible de registrar– son las historias de los millones de hombres y mujeres que han dado forma al mundo desde el anonimato.

Estas son las historias de los millones de almas que a su propia manera vivieron y murieron como héroes; cargando con valor y dignidad los pesos que la fortuna los destinó a cargar. Almas que nunca se rindieron y siempre lucharon por construir un mañana mejor. Almas a las que no les importó el precio que tuvieran que pagar por llegar a ver, como dijo Martin Luther King, Jr., “la tierra prometida”.

Todos estos millones de almas nos recuerdan que ser héroe no solo es liderar a tu país hacia su independencia; también es unir a tu familia y llenarla de felicidad. Ser héroe no solo es guiar a tu imperio a dominar el mundo; también es tomarte el tiempo de guiar a un niño por el camino del bien. Ser héroe no solo es darle esperanza y motivar a todo un país en tiempo de guerra; también es darle esperanza el desamparado que cree que el mundo está por acabar. Ser héroe no solo es pelear por los derechos y la libertad de tus compatriotas; también es actuar libremente y defender tus creencias sin importar lo que piensen los demás.

Estamos en un momento histórico en el cual el mundo que tendrá la humanidad mañana depende de cómo cada uno de nosotros se comporte hoy. Esto no está en las manos de los “líderes” políticos y los futuros héroes sobre los cuales algún día se escribirán libros. El pequeño mundo que cada uno de nosotros tiene a su alrededor necesita de lo mejor que tenemos en nuestro corazón.

No olvidemos ahora que todos pueden ser héroes. Hoy.