En las buenas y en las malas

En la parte más importante de la ceremonia Católica del matrimonio se menciona “estar ahí para la otra persona, en las buenas y en las malas, hasta que la muerte los separe”.

Cuánta sabiduría hay en esta pequeña frase. Sé que cada quien la interpreta como desea (esto es una característica de la gran mayoría de escrituras religiosas), quedan ampliamente abiertas a la interpretación personal. Para mí es un mensaje acerca de cómo vivir la vida. Significa hacer lo que hay que hacer, incluso cuando no es conveniente.

Todos eventualmente moriremos y eso no es algo malo. Es el curso natural de todas las cosas. Entre hoy y el final de nuestros días habrán “buenas” y “malas”. Qué importante es no bajar la guardia y hacer lo que tenemos que hacer todos los días sin importar cómo nos estamos sintiendo o si es conveniente o no. Haz lo que debes, en las buenas y en las malas.

El ejemplo arrastra

Una acción vale más que mil palabras. El video es más poderoso que el audio. La manera en que alguien se comporta es lo que lo define como persona. Lo que alguien dice hacer tan solo son palabras al viento, la esencia de su ser tan solo se puede conocer a través de sus acciones.

El ejemplo arrastra porque es real. Un buen ejemplo no se puede fingir y es auténtico. El ejemplo se vive y se comparte, cambia vidas. El ejemplo, al final del día es lo que se es, sin máscaras ni engaños.

Todos, todo el tiempo somos un ejemplo para alguien más. Es algo que simplemente no se puede negar. Es por esto que es tan importante mantener un estándar de comportamiento alto en todo momento. Simplemente no podemos saber quién nos podría estar viendo. El ejemplo arrastra.

Es la honestidad algo que se debe premiar?

“El verdadero valor de la honestidad está en ser una persona honesta. Eso nunca se lo podemos dar a otra persona que no sea nosotros mismos.”

La semana pasada dejé olvidado mi maletín y mis zapatos de softball en el campo. Adentro del maletín estaban dos guantes, un bate, unas guanteletas y varias pelotas. En fin, todo el equipo que uso para jugar estaba ahí.

Me di cuenta de que lo había olvidado hasta el día siguiente. En el momento que me di cuenta que lo había perdido empecé a preguntar si alguien lo había visto. Nada. Fui al campo para hablar con los guardianes. Nada. En ese momento lo di por perdido.

Aún seguía con la esperanza de que alguien hubiera guardado mis cosas. La esperanza poco a poco se fue apagando conforme fui hablando con mas y mas personas que me daban de una manera u otra el mismo mensaje: “olvídate, alguien se las llevó y ahorita ya seguro hasta las vendieron”. Me empecé a resignar.

Un par de horas después recibí un mensaje de una amiga diciéndome que tenía noticias de que la señora de la tienda del campo había visto mis cosas y que las había guardado. Me dio su teléfono, le llamé y acordé con ella pasar a traerlas por la tarde.

En este momento sentí mucho alivio y agradecimiento. Y al mismo tiempo empecé a sentir una fuerte sensación de deuda hacia la otra persona. Me empecé a preguntar cual debiese ser la recompensa adecuada que debía pagar por mis cosas. ¿Cuanto dinero es suficiente? Estaba sintiendo una fuerte deuda hacia la otra persona. Ojo! creo que sentirse en deuda no debiera ser lo mismo que sentirse agradecido.

Y así empezó a crecer mi confusión. Nacieron preguntas como:

  • si estoy agradecido, ¿por qué me siento en deuda?
  • ¿Acaso las personas solo queremos hacer lo correcto cuando hay una recompensa adicional que podemos recibir? Y de ser así, ¿no es el valor de hacer algo honesto y correcto su propia recompensa?

Realmente estaba bastante confundido y sentía fuertemente la necesidad de darle algo a la persona a cambio de haber guardado mis cosas. Lo empecé a hablar con varios amigos. Uno de ellos (@manuelcordon) me ayudó a esclarecer la situación con el siguiente experimento mental:

Si te imaginas que estás en la playa y estás viendo un maravilloso atardecer. Y el atardecer es espectacular y no pudieras pedir mas. Y luego al día siguiente estás en la misma playa, frente a otro increíble atardecer y ahora tienes un puro. Y tu experiencia sigue siendo espectacular. Al tercer día piensas en que sería genial tomar un Whiskey para acompañar el puro y tu contemplación de aún otro maravilloso atardecer. Así que ahí estás con un magnifico atardecer, tu puro y el mejor Whiskey del mundo. Nada te hace falta.

Al cuarto día estás frente al mejor de todos los atardeceres pero no tienes ni el puro ni el Whiskey. Estás sentado frente a esta obra de arte de la naturaleza y solo estás pensando: “Que desgracia, ¿donde jodidos están mi puro y mi Whiskey?

En mi historia de los zapatos y el maletín, la honestidad es el atardecer y cualquier recompensa en la que yo pudiera pensar darle a la señora serían el Whiskey o el puro.

Me puedo imaginar a la señora en una futura situación en la que volviese a hacer lo mismo y no recibiera nada externo a cambio de su honestidad, sintiéndose molesta por no recibir una recompensa por haber hecho un genuino acto de bondad. ¿Donde jodidos está mi Whiskey? Nunca quisiera causarle eso a nadie.

Al comprender que la recompensa de ser honesto es la misma honestidad, decidí que la mejor recompensa que le podía dar a esta persona era dejarla disfrutar su integridad por lo que es. Nada mas, nada menos.

Así que creo que no debemos premiar la honestidad. Es mas, creo que no podemos premiar la honestidad porque el verdadero valor de la honestidad está en ser una persona honesta. Eso nunca se lo podemos dar a otra persona que no sea nosotros mismos.

La fórmula para que los contratos realmente sean útiles

¿Alguna vez han pensado en por qué es que escribimos tantos contratos? Yo si le he dado bastantes vueltas últimamente y creo que la razón principal es para que alguien mas no nos pueda demandar si algo sale mal. Esto me llevó a pensar, ¿por qué las personas o empresas se demandan unos a otros? Definitivamente la respuesta a esta pregunta no es por qué no me cumpliste. Creo que la respuesta está mas cerca a que la otra parte se siente enojada, molesta o herida.

Siguiendo esta lógica de pensamiento considero que la mejor manera de hacer un contrato es la siguiente:

  1. Escribe en un papel todo lo que ambas partes esperan de la relación en un lenguaje muy simple.
  2. Consigue un buen abogado al que le puedas decir: “en este papel está todo lo que quiero de la relación, por favor ponlo en un formato legal y no te metas en nada mas”.
  3. Agrega una cláusula de arbitraje en a cual se defina que en caso de que exista un conflicto o algo que no haya sido previsto cada parte nombrará a un árbitro. Estos dos árbitros nombraran un tercer árbitro que verá los memos escritos por cada una de las partes y dará un dictamen sobre quien tiene la razón. Esto evita que alguna de las partes pueda gastar mas dinero que la otra para ganar el conflicto y lograr una victoria a manera de “bullying legal”.
  4. Fin!

Recordemos, las personas entran en conflicto no por querer dañar a los demás o querer ganar dinero con una demanda. Usualmente lo hacen por qué están enojados y heridos. Revisa de nuevo los pasos que están arriba. Generan mucha confianza y evitan en un 99.9% que alguien se enoje al punto de querer demandar ya que estos 3 puntos se pueden leer como: (1) Aquí está lo que estamos acordando y lo que ambos esperamos de la relación y (2) si en caso hay algo que no tomamos en cuenta o no sabemos como hacer, desde ya estoy de acuerdo a resolverlo de una manera amigable.