Cómo manejar los cambios de ritmo que viven los CEOs

Los cambios de ritmo son necesarios. Nadie puede aguantar un sprint que dure toda una maratón. La capacidad de adecuar el ritmo a las circunstancias es una habilidad importante de aprender.

Hay momentos que requieren de mucha intensidad. Mientras duren hay que entregarlo todo, hay que dar el 110%. Y también hay que estar preparados para quitar el pie del acelerador en el instante que se puede iniciar la recuperación.

Es esta capacidad de poder accesar bajo demanda al estado anímico necesario a lo que me refiero. No es fácil poder ir de 0 a 100 en 6 segundos. Tampoco es fácil frenar de 100 a 0 en tan solo 5 metros. Pero esto es lo que se necesita del CEO que lidera una empresa de alto rendimiento.

Todo empieza con poder identificar qué estado requiere la actual situación que se está presentando. ¿Requiere de intensidad o de calma? ¿Cuánto tiempo durará esta situación que se está evaluando? ¿Cómo se sabrá que la situación ha llegado a su fin a y así poder accesar un nuevo cambio de estado?

Luego, una vez que se identifica y accesa el estado necesario, se debe hacer un compromiso de sostenerlo hasta que la situación termine. Ya se sabe qué es lo que debe ocurrir para que termine. Hasta que eso no suceda, se debe mantener el estado deseado.

Hay un asterisco a esta última recomendación. Supongamos que el estado que se necesita mantener es de pura intensidad y que sabemos que la situación durará varias semanas. Es imposible sostener este estado 24/7 durante varias semanas. Es importante poder apagar dicho estado al final de cada día para poderse recuperar y seguir al día siguiente. Esta es otra habilidad que hay que poder desarrollar —la desconexión.

Finalmente se debe poder reconocer, inmediatamente, el instante en que se requiere un nuevo cambio de estado y tener la presencia suficiente para poder realizar el cambio.

Manejar los cambios de ritmo es tan importante como poderse comportar de acuerdo a lo que cada situación necesita. No es suficiente poder mantener la calma o accesar un estado de intensidad. También se necesita poder accesar estos estados en los momentos precisos.

El camino del emprendedor

Son muchos los senderos por los que un emprendedor debe caminar. Cada uno de ellos es peligroso y está repleto de un sinfín de obstáculos y trampas que no se pueden pronosticar. No queda más que hacer que aprender a corregir el rumbo sombre la marcha.

Cada vuelta y cada trampa es una prueba de carácter para el emprendedor. Están ahí por una razón, principalmente para separar a los emprendedores que realmente quieren llegar de aquellos que no. Los que realmente quieren llegar no bajaran la cabeza, no perderán el ánimo y encontrarán cómo resolver. Los que no, acá es en dónde salen del juego.

No hay camino sin aprendizajes. En cada dificultad hay un regalo que el emprendedor debe aprender a desempaquetar. Cuando el emprendedor logra descifrar cómo resolver la dificultad, el regalo aparece frente a él. Ha aprendido a resolver esta situación en particular.

Para llegar al fin del camino es necesario encontrar cada uno de los regalos que están escondidos por el tortuoso camino. Y para abrir cada regalo es necesario poder resolver el problema que esconde el regalo en su interior. Y para poder resolver el problema es necesario primero, creer que el problema se puede resolver y segundo, que uno es la persona indicada par resolverlo.

El camino del emprendedor es un juego nefasto que pone a prueba a cualquiera. También, la recompensa al final del camino es el más dulce néctar que un ser humano jamás ha probado. En los momentos difíciles el emprendedor debe recordar porque empezó a caminar en primer lugar y enfocarse en resolver el problema que tiene enfrente. Si repite este ciclo una y otra vez, el néctar eventualmente será suyo.

La batería humana

Al igual que los electrónicos que hoy se han apoderado de buena parte de nuestra vida, nosotros también necesitamos recargar. La vida ocurre y nosotros inevitablemente nos involucramos en los sucesos que ocurren a nuestro alrededor. Este proceso natural nos cansa y en ciertos momentos hasta nos llega a quemar.

A pesar de que la descarga es a veces dramática, rara vez nos damos cuenta de lo que realmente está ocurriendo. Podemos decir cosas como “hoy quiero dormir un poco más” o “esta fue una semana dura” pero no estamos conscientes del grado de recuperación que nuestros cuerpos nos están pidiendo.

La mejor manera de dar lo mejor de nosotros mismos es estar en un estado óptimo emocional, mental, y físico. La única manera de alcanzar este estado es a través del descanso y la recuperación.

Volviendo a la analogía de los electrónicos, por lo menos yo, siempre sé cuánta batería le queda a mi teléfono y a mi computadora. Hasta hace poco no era lo mismo con mi cuerpo y mente. No tenía ni idea de en qué estado estaban y que hacer para recargarlos.

Es extremadamente fácil confundir un desgaste emocional, mental o físico con no querer hacer cosas que usualmente nos gustan hacer, sentirnos abrumados o querer dormir más de lo normal. Cuando constantemente experimentamos este tipo de situaciones lo más posible es que necesitemos recargar.

Para mi recargar usualmente involucra estar solo. Soy una persona extremadamente social pero las interacciones sociales me cansan. Pasar tiempo a solas me repone mucho. Durante ese tiempo solo me gusta leer, ver televisión (documéntales o deportes) y simplemente estar tirado en una cama viendo al techo. Ahora también paso bastante tiempo meditando. Lo que sí ya he identificado es que es ese tiempo a solas lo que más me repone.

Así que, al igual que estamos pendientes de las baterías de nuestros electrónicos, es importante que también empecemos a cuidar la batería más importante que tenemos: nuestra batería humana.

Energía

La cantidad de energía que sentimos de un momento otro puede cambiar en un abrir y cerrar de ojos. Recibimos una mala noticia y pareciera ser que el universo completo consume hasta la última gota de energía en nuestro cuerpo y alma. Nos enteramos que esa noticia era falsa minutos después y sentimos que tenemos suficiente energía como para noquear a Mike Tyson de un solo golpe.

Nuestra energía y subsecuentemente nuestro estado de ánimo vienen de cómo decidimos experimentar los eventos que ocurren a nuestro alrededor. Si quieres vivir con más energía empieza por cambiar la manera en que ves el mundo.

De los pensamientos al ánimo, del ánimo a los resultados

Hay algunas veces que damos mas de lo que creemos poder dar. Hay otra veces en que nos asombramos de lo que hemos logrado. En esos momentos nos preguntamos que cambió y rara vez encontramos una respuesta que haga sentido pues sabemos que no hemos entrenado mas, estamos al tanto de que no hemos cambiado el proceso en el trabajo o todo pareciese seguir igual.

Estoy convencido en que estos momento lo que marca la diferencia en el rendimiento es el estado de ánimo en que nos encontramos. Ese estado de convicción en el que sabemos que podemos dar mas y todo el resto de situaciones pasan a un plano secundario.

Al mismo tiempo se ha demostrado científicamente que el estado de ánimo es directamente influenciado por la calidad de los pensamientos que tenemos. Mientras más positivos sean los pensamientos que generamos, mejor estado de ánimo tendremos, mejore resultados. Tampoco debemos olvidar que somos nosotros quienes escogemos que pensar!

¿Suena simple? Si. ¿Es fácil? No.