Armar rompecabezas

No sé cuántos años han pasado desde la última vez que armé un rompecabezas. Hace unos cuantos de días Elena tuvo la genial idea de comprar un par y los empezó a armar.

Su iniciativa está poco a poco ganando tracción acá en la casa —por lo menos conmigo. Christian está empezando a mostrar un mínimo interés. Hace unos momentos empecé a armar el segundo ya que el primero lo terminamos de armar un par de días atrás.

La experiencia de armar un rompecabezas tiene un aspecto casi hipnótico. Es como entrar en un pequeño trance. No sé si se deba a lo diametralmente opuesto que se siente el proceso versus estar enfrente de pantallas digitales todo el día pero que bien se siente.

Hoy empecé a armar el segundo rompecabezas y hasta que un pequeño dolor en mi espalda me trajo de vuelta a la realidad estuve “perdido” clasificando todas las piezas de la orilla. Una vez “regresé”, las ganas de terminar la orilla antes de finalizar la sesión le ganaron al dolor. Y seguí adelante. Un momento después llegó Elena a ayudar y avanzamos más rápido. Terminamos la orilla!

Estoy viendo un nuevo interés nacer en mí. Todavía no le he dedicado suficiente tiempo para identificar de una manera precisa que es lo que tanto me está gustando pero sé que hay algo ahí. Voy a seguir despejando mi mente con este nuevo hobby y sin duda alguna lo voy a empezar a hacer en lugar más cómodo. Ahorita ya estoy pagando el precio con todo e intereses!

Un experimento como ningún otro

Los científicos muchas veces quieren probar teorías que requieren experimentos de escalas muy grandes o que no son viables financieramente para poderse probar.

Hay experimentos que son tan osados que ni siquiera se le ocurrirían a los científicos más desquiciados. Hay ciertos elementos del mundo en que vivimos que simplemente no queremos cuestionar y jamás quisiéramos correr un experimento para encontrar otras maneras de operar.

¿Qué pasaría si nos diéramos permiso para hacer un experimento tan atrevido que seguramente fuera ilegal? 1) Probablemente nos arrestarían y 2) Obtendríamos resultados tan maravillosos que cambiarían nuestras vidas para siempre.

Y justamente es acá donde estamos hoy. Tenemos ese permiso. ¿Cuándo imaginaste qué tendrías permiso de trabajar desde tu casa durante 3 meses seguidos? ¿Algún día imaginaste que sabrías lo que es pasar tanto tiempo seguido comiendo saludable en casa? ¿Permiso para bajar el ritmo? Concedido. ¿Permiso para participar activamente en la educación de tus hijos todos los días? Hecho. Y así otro millón de cambios que tan solo unos meses atrás era inconcebible poder considerar.

Definitivamente que lo que estamos haciendo es viviendo un experimento como ningún otro en la historia. Aprovechemos.

La gran pausa

Así es como recordaré este momento congelado en el tiempo. Como “la gran pausa.” Una pausa que al parecer yo y la naturaleza necesitábamos para poder seguir adelante. Un poco de tiempo para reflexión, cambio y renovación. Un preciado momento para planear con mucha intencionalidad lo que pudiera ser el resto de mi vida.

“No es a la muerte a lo que un hombre le debe temer,” nos recuerda Marco Aurelio, “a lo que en realidad le debe temer es a nunca empezar a vivir.” Con esta pausa llega el cambio de ritmo necesario para encontrar lo que esa nueva vida pudiera ser.

Es importante en este momento, antes de seguir adelante, aclarar que no pudiese haber tenido una experiencia de vida más satisfactoria que la que he tenido hasta el día de hoy. No quisiera cambiar nada de lo que he vivido y podido construir en estos 44 años. Siento un profundo agradecimiento por la vida que he podido tener.

Sé que encontrar este siguiente nivel de vida no es algo fácil de hacer. Solo porque el ritmo de vida ahora es un poco diferente no quiere decir que las respuestas mágicamente aparecerán frente a mí. Descubrir lo que realmente es importante para uno es de las cosas más difíciles que podemos hacer.

Hay bastante trabajo por delante. Se requerirá de mucha introspección y honestidad interior; estrategia, táctica y una búsqueda de claridad. Tengo muchas preguntas pendientes por responder y diferentes caminos por evaluar. Siento cambio venir en el viento que sopla en las calles que están vacías, durante “la gran pausa”.

Extraño los juegos de la Liga pequeña Javier de beisbol (Playball CES)

Hoy que es viernes puedo recordar vivamente la alegría que como familia compartíamos cada fin de semana cuando se acercaba el día de juego. Extraño tanto esa pregunta llena de anticipación: ¿papa, podes ver cuántos confirmaron ya en el chat para mañana? ¿ya somos 9?

Hoy es difícil no poder ver los ojos de mi hijo brillar con ilusión al decirle que ya cuenta con al menos otros 8 compañeros de Playball para poderse “completar”. Seguro, algunas veces se suman un poco menos de 9 niños pero lo importante siempre es tener el mínimo para poder jugar.

¿Y mañana sábado? Mañana no empezaremos el día muy temprano revisando que tengamos listas todas las cosas que queremos llevar: batera, guante, guanteletas, bates, gorra, hielo, ¿camisa verde o camisa blanca?, las cosas de catcher, botiquín, la cámara, etc.

Tampoco nos estaremos preguntando, ¿quién se acuerda si es en Campo de Marte o en Vista Hermosa? Y tampoco saldremos corriendo sí creíamos que era en Vista Hermosa y resulta ser que el juego es en Campo de Marte — allá el parqueo está un poco más lejos del campo y nos lleva un poco más de tiempo llegar.

Mañana no nos darán los buenos días ni las bases ni el montículo. Mañana el “dugout” permanecerá vacío y mañana no escucharemos a los niños reír en el campo que los está viendo crecer.

Mañana extrañaremos ver a nuestros niños haciendo lo que más les gusta hacer, jugar beisbol.

Cuarentena: tiempo muerto o tiempo vivo

Para bien o para mal, la situación actual en el mundo le está regalando bastante tiempo a muchas personas. Me considero muy afortunado por estar en el grupo de personas que podemos decir que tenemos más tiempo en las manos, estamos seguros y no estamos luchando por sobrevivir.

Y creo que tener este tiempo regalado en las manos es una gran responsabilidad. No pasa más de un día en el que no piense en todas las veces que me he quejado diciendo: “todo lo que podría estar haciendo si no perdiera tanto tiempo en el tráfico”. La verdad que en un par de días me di cuenta que el problema no era el tráfico. ?

Y es así que después de mucha lucha interna contra mi propia comodidad, he decidido retomar con un gran entusiasmo algunas actividades que me hagan más productivo, contribuyan a el mundo a mi alrededor, me ayuden a crecer y le den un buen ejemplo a mi familia.

Algunas de las actividades que he decidido empezar son:

  • Escribir en este blog todos los días al menos un artículo que pueda aportar algo de valor a las personas que me leen
  • Producir un episodio semanal de calidad en mi Podcast Conceptos
  • Ayudar a las personas a mi alrededor a afrontar la situación por medio de sesiones de coaching
  • Incorporar a mi ejercicio una rutina diaria de calistenia para fortalecer más aún mi cuerpo

El tiempo ya nos lo regalaron. Ahora la única pregunta que queda es, ¿que vamos a hacer con ese tiempo? Va a ser tiempo muerto o tiempo vivo? Sólo tú puedes escoger.

  • Tiempo muerto: tiempo utilizado para escondernos en la comodidad, quejarnos, lamentarlos, entregarnos al miedo, ver el vaso medio vacío, debilitarnos física y emocionalmente, reforzar malos hábitos, danos “permisos” que no necesitamos, contar las horas y querer que las cosas no fueran como inevitablemente son.
  • Tiempo vivo: tiempo utilizado para empezar nuevos proyectos, ayudar a las personas a nuestro alrededor, ser generosos, crear, compartir, vivir la vida que nos está tocando vivir con una sonrisa en todo momento, buscar soluciones creativas, fortalecernos, aprender, leer, cuidarnos más que nunca, dejar vicios, construir nuevos hábitos positivos, innovar, y, más que todo, comprometernos a hacer lo que debemos hacer para ser mejores personas cuando todo esto termine.