Este momento

Es extraño como el corazón puede estar inundado de luz en medio de absoluta obscuridad. Todo lo que hace falta es el sonido familiar de mi respiración para poder centrarme y disfrutar plenamente de este momento.

Ya es tarde y el silencio impenetrable me invita a regresar del futuro. Lo ojos están cansados y me suplican no volver a viajar al pasado. Lo que trato de decir es qué tanto la obscuridad como el silencio quieren que no me pierda de este preciso momento. Los voy a escuchar.

No importa qué tan larga sea nuestra vida, lo único que tenemos es este preciso momento. ¿De qué sirve vivir una larga vida si no nos detenemos a vivirla? ¿Acaso una larga vida no es solo la sucesión de un momento tras otro? Y entonces, ¿Es una vida realmente larga si todos sus momentos pasan desapercibidos? Si en este instante no estamos presentes en el momento, lo mismo daría que alguien hubiera ya enterrado nuestros huesos.

Rumbo a casa

Siento que he empezado mi viaje de regreso a casa. En el silencio de la noche algo me murmura que estoy muy cerca de encontrar aquello que nunca terminé de perder. Poco a poco las murallas que he construido durante toda mi vida se empiezan a desmoronar para dar paso a un poco de luz.

Mis interacciones con otras personas, e incluso conmigo mismo, están cambiando. Mi indiferencia hacia ciertas cosas que siempre me parecieron banales se empieza a desvanecer. La niebla lentamente se empieza a disipar.

Este barco a alzado anclas e izado sus velas. El puerto de partida ha quedado atrás y se empieza a fundir con el sol en el ya distante horizonte. Ahora todo lo que puedo ver hacia adelante es mar abierto. Las posibilidades son infinitas y aunque el destino final nunca se podrá expresar con palabras, el corazón sabe que este es el rumbo a seguir —voy rumbo a casa.

El tiempo es corto

Al final del día lo único que realmente tenemos es tiempo. ¿Y qué es eso tan preciado que nos da el tiempo? Un espacio en el cual experimentar la vida. Nuestras vidas no son los planes que tenemos para el futuro. Tampoco son la suma de los recuerdos de lo que ya hemos vivido. Nuestra vida es ahora.

Y aún así repetidamente tenemos malas experiencias y pasamos malos momentos por qué olvidamos que podemos escoger cómo y con quién queremos pasar este instante. Por qué sentimos pena de dañar los sentimientos de alguien con quien no queremos estar tiramos meses de nuestras vidas en relaciones que no nos llenan. Por miedo a lo desconocido pasamos años en trabajos que no nos motivan aguantando jefes que no aprecian nuestro trabajo. Por miedo al que dirán nuestros conocidos insistimos en no poner a descansar proyectos que sabemos que ya han llegado a su fin.

El tiempo que tenemos es corto. Hoy no se volverá a repetir. Esta semana tampoco. Es momento de subir los estándares de la experiencia de vida que queremos tener antes de que sea muy tarde para recapacitar.

El día que confundí el cáncer con la indiferencia

Estaba sentado en mi computadora leyendo mi feed de Twitter. En ese momento leí que una persona cuyo nombre reconocí había muerto de cáncer. No es una persona que conociera bien. La había visto por ahí y en los últimos meses de su vida empezamos a trabajar juntos. El del lado de su empresa como  mi potencial cliente y yo del lado de Ubiquo como proveedor.

En los últimos meses empecé a sentir lo que yo califiqué como una falta de interés por su parte para que el proyecto se moviera. Luego de múltiples llamadas durante semanas, finalmente logré hablar con el. Tímidamente me dijo que no había estado bien de salud y que estaba teniendo que atender “otras cosas” muy importantes. ¿Mi reacción ese día? Arrogancia plena: Pensé, no le importa el proyecto y está siendo totalmente indiferente a todo lo que yo estoy tratando de hacer parta el y su empresa. ¿Acaso no lo puede ver?

De una u otra manera hice que la interacción que tuvimos ese día fuera todo acerca de lo que me importaba a mi. Como que si solo yo importara. Esta manera de pensar seguro me cegó a la posibilidad de que había algo importante mas importante para el que yo y el negocio que estábamos haciendo. Algo como estar viviendo sus últimos días. Ni siquiera me puedo imaginar lo difícil que eso ha de ser. Lo que si entiendo hoy es que si, seguro el estaba atendiendo cosas mucho mas importantes para el que el proyecto.

La lección: el mundo no gira alrededor de nosotros. No todos ven el mundo como lo vemos nosotros. Simplemente no podemos experimentar el mundo igual que otra persona. Y lo más importante, no tenemos el derecho de que los demás vean nuestros intereses como una prioridad para ellos.

Como diría Tim Ferriss: No atribuyas a la estupidez o mala intención lo que le puedas atribuir a la carga de trabajo o diferencia en prioridades.