“Cambiar de Cassette” es bastante caro

“Cambiar de Cassette” es una expresión que sin duda alguna revela mi edad. Aunque la expresión ya casi no se usa, lo que significa sigue igual de relevante hoy que en los 80’s.

“Cambiar de Cassette” se utilizaba para hacer referencia a aquellas situaciones en las que el cambio de contexto requiere de un cambio fuerte en la manera de pensar. Un ejemplo puede terminar de clarificar la expresión:

Si por ejemplo, yo estoy concentrado escribiendo sobre el manejo de emociones y de repente entra mi hijo y me pide que lo ayude con su tarea de algebra, entonces tengo que "Cambiar de Cassette".

Como queda claro para cualquiera que haya pasado por una experiencia como la que acabo de describir, “Cambiar de Cassette” es muy caro. Por caro me refiero a que tiene un alto costo mental. El tipo de enfoque y estado mental que funciona para un tipo de tarea no es el mismo que funciona para otra. Cambiar el estado mental y el tipo de enfoque es una tarea compleja que requiere de mucho tiempo y energía.

Estar realizando estos cambios de contexto y adecuando la mente a distintos tipos de tareas cansa el cerebro. También reduce la productividad ya que un cambio de contexto de este tipo puede requerir de hasta 20 minutos para poderse completar. Cambiar de contexto es cansado y quita tiempo.

Es por esto que muchos expertos en productividad recomiendan alocar bloques largos de tiempo ininterrumpidos (de por lo menos una hora) para hacer tareas que al menos sean similares en el tipo de contexto cerebral que requieren para poderse hacer. También, evitar interrupciones, que al final del día son “Cambios de Cassette”, es otra recomendación muy común ya que cada interrupción probablemente requiera de dos cambios de contexto (uno cuando sucede la interrupción y otro para regresar a la tarea que se estaba haciendo).

“Cambiar de Cassette” es caro. Es algo que hay que tratar de evitar.

Bloques continuos de tiempo y menos interrupciones = más productividad. Una formula simple que realmente funciona.

La solución está frente a tus narices. La historia del cable de red

El problema de los problemas es que rara vez entendemos cuál es el verdadero problema. Hay algo que resolver y ahí vamos, cuales aves de presa tras la solución. No pensamos con claridad y lo único que importa es hacer algo, lo qué sea, para así poder sentir que estamos siendo productivos. Déjenme les cuento como esto me acaba de suceder.

Ayer el cable operador incrementó la velocidad de mi servicio de Internet a 150 MBPS. ¡Bien! En cuanto recibí la notificación lo primero que hice fue hacer las pruebas de velocidad respectivas. Resultado, 95 MBPS. Exactamente lo mismo que tenía antes de que se hiciera el supuesto incremento. Bueno, hay que hacer algo, ¿no?

Mi primer acción fue llamar al cable operador para confirmar que las configuraciones realmente estuvieran aplicadas. Después de muchas pruebas se comprobó que estaban correctamente aplicadas.

Al final de la larga llamada se concluyó que el Router del cable operador probablemente estaba mal y que un técnico tendría que venir en un par de días para revisarlo. Lo más seguro es que tendrían que cambiarlo para poder alcanzar la nueva velocidad.

Así que un poco desilusionado me fui a tratar de dormir. Ya un poco más tranquilo sin la “necesidad” de tener que hacer algo de inmediato seguí pensando en qué podría estar pasando.

Al cabo de unos minutos se me “prendió el foco”. Algo pasa con las redes al llegar a los 100 MBPS. Este es el tope de velocidad de muchos switches y cables. Rápidamente pensé en que mi router WiFi (Eero) soporta Gigabit Ethernet (hasta 1,000 MBPS). Eso está bien, ese no es el problema.

“Pero el Eero está conectado por cable al router del cable operador”, pensé inmediatamente después. Ajá! Ese cable ha de ser el problema, tan solo ha de soportar hasta 100 MBPS. Abrí una vez más la aplicación del Eero en donde rápidamente vi que la velocidad de conexión del cable era de 100 MBPS.

Me dirigí al closet en dónde están todas las cajas de la tecnología que está rondando por acá en la casa. Abrí la caja del Eero y confirmé mi sospecha de que ahí había un cable de red, probablemente uno que si soportará 1,000 MBPS.

Tomé el cable original que venía con el Eero y lo cambié por el que estaba puesto. Un vistazo más a la aplicación del Eero y la velocidad de conexión cableada: 1,000 MBPS. Otra prueba de velocidad, resultado: 162 MBPS.

¡Problema resuelto! Pronto llamé al cable operador a cancelar la visita del técnico. Ya no era necesaria, el router está bien. La solución estaba frente a mis narices. Tan solo tenía que cambiar un cable de red.

Prueba y error

Hay veces que no se sabe cuál es el camino a tomar. Esto es particularmente cierto cuando se está haciendo algo por la primera vez. Para cuando lean esto ya llevaré más de 4 horas en modo de prueba y error —me estoy empezando a desesperar.

Con el pasar de las horas el entusiasmo por querer ver mi proyecto completado lentamente se ha ido convirtiendo en una lucha angustiante por resolver algo que por más que trato, no logro entender. En este momento ya no sé en dónde más buscar.

Sé que hay algún fundamento que no estoy viendo ya que todo lo que he intentado hacer a fracasado. Las ideas “inteligentes” ya se me acabaron y las búsquedas en Google y Stack Overflow no llegan a ningún lado. Realmente a estas alturas ya estoy empezando a probar cualquier cosa que por obra y arte pudiera llegar a funcionar.

Aunque experimentar, probar, descubrir y aprender por medio de prueba y error son elementos fundamentales de cualquier proyecto nuevo, después de un buen tiempo lo mejor es distanciarse del problema a resolver para luego poder regresar con ojos frescos y así con un poco de suerte encontrar la pieza faltante del rompecabezas.

La prueba y error ayudan —por un tiempo. Cuando después de varias horas este método no da los resultados deseados lo mejor es detenerse y pensar en otra cosa. En este punto está más que claro que estoy perdido y que no entiendo los fundamentos de lo que estoy haciendo. Va a ser una mejor estrategia dejar la fuerza bruta por un lado e ir a tratar de entender el principio básico que no he podido ver.

Uno de los beneficios de escribir

Acabo de borrar un artículo que recién escribí. Lo tiré a la basura digital sin remordimiento alguno. Al momento de sentarme a escribir estaba convencido de que mi reflexión era 100% correcta. Cuando terminé el artículo y me puse a revisar las conjeturas y argumentos que estaba haciendo me di cuenta de que estaba totalmente equivocado y que mi manera de ver el problema no hacía sentido alguno.

Fue un momento de iluminación muy poderoso cuando el proceso de ordenar mi ideas y revisar lo que estaba tratando de decir me dijo “esto no es así”. En ese momento recapacité, aprendí y corregí mi manera de pensar. Pude ver la falta de lógica en mi pensamiento y ahora nunca más volveré a pensar igual.

El proceso de tomar un torrente de ideas, conceptos y pensamientos para ordenarlo en un secuencia lógica de palabras que transmiten le representación interna de lo que queremos comunicar (esto es lo que es escribir) no es fácil. Y por el mismo hecho de que no es fácil es tan poderoso. Si lo hacemos bien nos obliga a pensar, evaluar, simplificar y razonar. Desafortunadamente esto no es algo que hagamos muy seguido.

Es por esto que me gusta escribir todos los días. Ejercito mi proceso de pensamiento. Clarifico mi manera de ver el mundo y poco a poco voy desarrollando mi capacidad lógica de razonar.

La maravilla de escribir

Durante ya un buen tiempo me he estado sentando todos los días a escribir. A enfrentar el cursor titilando en el monitor mientras busco algo que decir. No es fácil. Pero el ejercicio de hacerlo una y otra vez me ha ayudado a obtener varias habilidades que no me había dado cuenta que había desarrollado —hasta hoy.

En los últimos meses, por diversas razones, no me he visto en la necesidad de escribir sustancialmente en el trabajo. Hoy llegó el momento. Estoy escribiendo un caso para que algunos candidatos que estamos evaluando resuelvan. Estoy bastante satisfecho con el proceso que pude llevar.

Primero, la ansiedad de empezar no estuvo ahí. Fue bastante fácil empezar a generar ideas, al menos preliminares, durante los primeros minutos. Logré generar inercia inmediatamente. Eso hizo el resto del trabajo bastante más fácil.

Después de eso pude notar que mi manera de pensar ha cambiado. La forma en que puedo ordenar mis ideas es más coherente y secuencial. Es como que si las cosas que quiero expresar salen en orden y ya no las tengo que reordenar después de haberlas escrito.

Luego me di cuenta que estoy usando frases más cortas y concisas. Estoy siendo más directo y eficiente en comunicar lo que quiero decir. Ya no hablo tantas “pajas”. También pude notar que estoy usando lenguaje bastante más activo y poderoso. Esto me ayuda bastante a consolidar los puntos que quiero hacer.

Así que este ejercicio que muchos días me cuesta tanto esfuerzo está ya pagando dividendos. Es impresionante lo mucho que se puede desarrollar una habilidad si se práctica todos los días. Aún más cuando se practica a conciencia.

No es el mundo, soy yo

reflexión

Ayer tuve un entendimiento muy profundo de algo que he tenido muy presente a nivel intelectual durante mucho tiempo: El mundo nunca está mal. Son mis expectativas y como YO creo que funcionan las cosas lo que no está alineado con el mundo cuando las cosas no salen como yo quiero.

¿Como llegué a este entendimiento? Durante los últimos meses he estado teniendo problemas con el agua caliente en mi casa. Por favor no me pregunten por qué no lo he arreglado! En fin, esto me ha llevado a tener que calentar agua en una olla en la cocina y subirla al baño para poderme rasurar. Interesantemente desde que empecé a hacer esto he sufrido de fuertes irritaciones y unas pequeñas cortadas en la cara al momento de rasurarme.

Claro que, durante los últimos meses con este problema del agua caliente, mi pensamiento ha ido algo así: “me estoy irritando y cortando por qué el agua no esta suficientemente caliente. Al agua se me enfría muy rápido, etc.”. Y con estos pensamientos lo que he hecho es cada vez calentar mas y mas el agua. Nada ha cambiado. Y a pesar de que nada cambiaba yo seguí calentando cada vez mas el agua. Al fin y al cabo, el problema que tengo en la casa es con el agua caliente. Entonces seguro la irritación tiene que ver con la temperatura del agua.

Bien, pues ayer, por un golpe de suerte o un momento de lucidez, tuve una genial idea. Y resulta ser que funcionó. Todo empezó con una pregunta muy atrevida que me hice: ¿Podrá ser que es algo mas lo que me está irritando aparte de que estoy calentando el agua en la cocina? ¿Podrá ser que la crema que estoy utilizando es defectuosa? ¿Que más será? Ya esta agua está hirviendo! Y de repente, después de quemarme y en ese  entonces finalmente cuestionarme si pudiera ser MI suposición sobre el agua caliente la que estaba equivocada, llegó la respuesta.

Esto es lo que realmente estaba sucediendo. Al tener una cantidad limitada de agua que llevaba en la olla, lo que estuve haciendo fue dejarla estancada en el lavamanos del baño. Y ahí mismo estuve limpiando la rasuradora una y otra vez para rasurarme. Este proceso de limpiar la rasuradora y la crema en el agua estancada es lo que estaba causando toda la irritación. En realidad, no solo la temperatura del agua había cambiado. Yo, al llevar el agua en la olla y estancarla en el lavamanos cambié otra variable: dejé de utilizar agua limpia que corriera libremente. Todos estos meses estuve usando agua sucia.  Empecé a limpiar la rasuradora en agua aparte y voila! Problema resuelto.

Aprendizajes

  • El mundo nunca se equivoca ni te quiere “joder”. El mundo simplemente es como es. Es tu deber descifrar como funciona para lograr lo que quieres (ya no irritarte).
  • Si algo no está funcionando, cuestiona lo que estás haciendo y particularmente las premisas fundamentales que estás dando por ciertas (me estoy irritando por qué al agua no está caliente).
  • Cuando algo falla reconoce que hay algo que no has entendido o descifrado. No culpes al mundo por qué no te está dando lo que quieres. Trabaja en entender el mundo como es y entonces encontrarás tu respuesta (utiliza agua limpia).
  • Entender algo, descifrar una incógnita y lograr lo que quieres es extremadamente satisfactorio. Vale la pena tener la humildad de cambiar tu manera de ver el mundo para lograr lo que quieres.