El beneficio de tener un buen proceso

Los procesos son fenomenales. Estos infinitos círculos de actividades cuidadosamente seleccionadas pueden cambiar los resultados que una persona obtiene en cualquier área de su vida.

Construir un buen proceso debe ser el principal enfoque de alguien que quiere mejorar sus resultados. Tristemente de niños a todos nos dijeron que lo único que importa son los resultados (¿Recuerdan la presión por sacar buenas notas en el colegio sin importar cómo?) Es por esto que nos cuesta tanto dejar los resultados temporales a un lado para enfocarnos en desarrollar un buen proceso.

Un proceso efectivo eventualmente dará buenos resultados. Los buenos resultados sin un proceso que los sostenga tan solo es tener buena suerte. Es preferible tener un mal resultado generado por un buen proceso que lograr el mejor de los resultados sin un proceso que haga que ese resultado sea replicable.

Cada vez que haya una elección entre usar el tiempo para mejorar un proceso o lograr un resultado inmediato el recurso se debe invertir en mejorar el proceso. La gran mayoría de las veces los buenos resultados pueden esperar pero un mal proceso que se convierte en mal hábito puede destruir el futuro.

Sé que es difícil de aceptar pero para poder tener una vida exitosa hay que quitar la mirada del premio y enfocarse en el camino. Si el camino es el correcto, eventualmente la tierra prometida llegará.

Fuera de proporción (no seas hiperbólico)

Si no se tiene cuidado, la mente humana puede ser el más grande amplificador que existe en este planeta. Puede tomar cualquier cosa y multiplicarla 100 veces hasta convertirla en una quimera indomable. En otras palabras, uno de los pasatiempos favoritos de la mente es sacar las cosas de proporción.

Desafortunadamente, no hay mente humana que pueda percibir la realidad tal y como es. Todos tenemos mecanismos de percepción personales que toman los estímulos externos y los “traducen” en experiencias internas. Son estas experiencias lo único a lo que le podemos llamar realidad. Es en base a estas experiencias que reaccionamos. En realidad, estas experiencias son lo único que podemos percibir.

Ah, la mente, fiel ángel guardián cuyo único trabajo durante millones de años ha sido mantenernos a salvo. ¿Cómo no ser hiperbólica cuando su razón de ser es protegernos? Es algo tan natural. Pero todo esto no quiere decir que sacar las cosas de proporción siempre sea la mejor opción.

La mente es maravillosa, se puede autoregular. Con un poco de práctica la mente aprende a observar sus propios pensamientos. Cuando la mente llega a este punto, la multiplicación, el ruido y la distorsión se hacen evidentes a el “observador”. Lo único que queda es claridad y paz. El mundo se percibe tal y cómo es y las situaciones se pueden atender por lo que son, no por lo que la mente hiperbólica las pinta ser.

Esto hace toda la diferencia del mundo. En este estado de lucidez hasta las situaciones de vida o muerte que se pudieran llegar a afrontar se perciben de una manera más serena, cristalina. Es irrefutable, todo lo que sucede tiene consecuencias. Algunas son buenas, otras malas. Lidiar con ellas frenéticamente nunca ayudo a alguien.

Percibir cualquier evento tal y como es no es lo mismo que restarle importancia. Manejar una situación de peligro o riesgo con calma no quiere decir que seamos indiferentes a lo que está pasando. Mantenernos centrados no quiere decir que no vayamos a resolver.

Recuerda, reaccionar con miedo, ansiedad y premura porque nos “vamos con la finta” de la historia exponencial que nos está contando nuestra mente NO quiere decir que estemos lidiando con la situación en una manera efectiva. Tan solo quiere decir que estamos reaccionando en una manera muy similar a la que lo pudiera hacer un pequeño animalito.

Soy el campeón del mundo…

… para ser como era ayer. Aunque no nos demos cuenta, aunque creamos lo contrario, somos los campeones del mundo en hoy ser iguales a como éramos ayer. ¿Por qué? Porque la gran mayoría del tiempo reaccionamos emocionalmente a los eventos que suceden en nuestras vidas sin siquiera saber qué es lo que está pasando.

Cada vez que experimentamos una emoción estamos reaccionando a algo que pasó “allá afuera”. Estas reacciones normalmente ocurren de una manera espontánea y totalmente automatizada. Se pinchó la llanta de mi carro, entonces me enojo. Me despidieron, entonces siento miedo. Me gritaron, entonces me siento indignado. Siempre que esto pasa, reaccionamos de la misma manera. Somos iguales que ayer.

Estas emociones no son más que respuestas predeterminadas construidas en base a una programación invisible. Cada uno de nosotros tiene su propia programación que es a su vez la que determina nuestras respuestas ante las situaciones que enfrentamos.

Estimulo, respuesta. Estimulo, respuesta. Soy el campeón del mundo para ser como era ayer. Estimulo respuesta. Hasta que no cambie la programación seguiré siendo el mismo que era ayer.

Todos tenemos capacidad para más

“Muy pocas personas corren lo suficientemente lejos con su primer aire como para descubrir que tienen un segundo.”

William James.

Esta cita del gran psicólogo y filosofo estadounidense da mucho en qué pensar. Dependiendo de la situación actual y manera de pensar de cada uno, la cita tendrá un significado distinto. Vale la pena explorar lo que James probablemente quiso decir al escribirla hace ya más de 100 años.

¿Han sentido esa sensación de ya no querer nada más? ¿Han pasado por esos momentos dónde quieren dejar todo y ya no les importa nada? Es precisamente a esas situaciones a las que James se refiere cuando dice “… no corren lo suficientemente lejos”.

“Correr lo suficientemente lejos” significa empujar en los momentos difíciles sin dejar que esos momentos nos derriben. Es seguir adelante cuando el cuerpo cree que ya no puede dar un paso más. Es tomar un momento para calmarnos cuando creemos que ya perdimos la cabeza. Es no dejar que ese proyecto que ya está dando su último suspiro termine de morir. Es no rendirnos para inmediatamente después darnos cuenta que aún teníamos más por dar.

“Segundo aire” en este caso se refiere a esa fuerza interior que no sabemos que tenemos adentro. Es esa adrenalina que invade nuestro cuerpo cuando creemos que estamos acabados y nos permite llegar a la meta. Es esa onza extra de paciencia que nos permite guardar ese grito que tanto daño podría hacer si llegara a escapar. Es esa capacidad sobrehumana de los seres humano de dar un poco más de lo que creen que es posible.

Es imposible para mi entrar en la cabeza de James y saber con exactitud que quiso decir. Esta interpretación me hace sentido. Al fin y al cabo es mi propia es mi propia interpretación. Me tiene que hacer sentido.

En fin, esta es una poderosa cita que nos puede servir de motivación en aquellos momentos cuando creemos que el fin está por llegar.

Sobre el valor de la persistencia

No es de la noche para la mañana que un poco de agua se abre paso montaña abajo para convertirse en un majestuoso rio. Todas las grandes maravillas de la naturaleza llevan tiempo. Pero el paso del tiempo no es suficiente, cualquier resultado grandioso también necesita de persistencia y constancia.

La ciencia de la biomimesis, que estudia la naturaleza como fuente de inspiración para el desarrollo de tecnología humana, nos dice que podemos adaptar esta lección de persistencia de la naturaleza a nuestras propias vidas.

Esta idea me lleva a preguntarme, ¿habrá algo que no podamos lograr si trabajamos en ello diligentemente todos los días? Después de todo, si reconocemos que nosotros mismos como especie somos el producto de millones de años de constancia (proceso evolutivo), es difícil pensar en algún proyecto que no podamos lograr si todos los días le dedicamos el tiempo y esfuerzo que requiere.

La persistencia es tan poderosa porque:

  • Si decidimos hacer algo todos los días sin importar que pase a nuestro alrededor entendemos que somos nosotros los que estamos a cargo de si algo sucede o no. No son las circunstancias las que mandan.
  • La práctica hace al maestro. Hacer algo todos los días exponencialmente mejora nuestra habilidad de hacerlo permitiendo así un crecimiento de productividad exponencial en el tiempo.
  • La carga cognitiva de empezar a hacer algo se reduce considerablemente. Cuando ya se decidió hacer algo todos los días la pregunta, ¿voy a hacer esto hoy?, se vuelve obsoleta. Ya sabemos que la respuesta es siempre SÍ.
  • Construimos nuestra palabra interna. Muchos de nosotros nos mentimos todos los días. Decimos que vamos a hacer algo y luego no lo hacemos. Si esto sucede con suficiente frecuencia destruimos la creencia en nuestra propia palabra y esto afecta nuestro autoestima y por ende nuestra capacidad de hacer lo que queremos hacer. Hacer algo todos los días reconstruye nuestra palabra interna y nuestro autoestima.

Creo que lo que estoy diciendo es que todos tenemos la capacidad de ser consistentes. La perseverancia es parte de nuestra naturaleza. En la persistencia está el secreto del éxito.

No hay razón alguna por la que constantemente tenemos que dañar nuestra credibilidad en nosotros mismos. Todos podemos empezar a hacer algo que nos ayude todos los días empezando hoy.

Querer algo mejor

Unos de los más grandes beneficios de tener la oportunidad coachear a otras personas es el constante recordatorio de que todos queremos algo mejor. No hay nadie que no quiera mejorar. Nadie está en la situación perfecta. Todos estamos luchando contra algo que no nos deja crecer.

De cierta manera esta es una realización que trae mucho alivio. La constante batalla para no sentir que somos suficientes es muy real. Es una realidad desgastante y en los casos de algunas personas, incluso devastadora. Recordar que todos también quieren algo mejor y que hay algo que no los deja obtenerlo es reconfortante.

Para nada estoy sugiriendo que compararnos con los demás y sus luchas internas es el camino que debemos seguir para sentirnos mejor. Más bien lo que estoy diciendo es qué reconocer que los demás también se sienten de manera similar y poder vernos en ellos a veces nos hace sentir acompañados. Esta similitud elimina el sentido de soledad que a veces nos aísla y no nos permite seguir luchando por lo que todos en el fondo queremos lograr: Tener algo mejor.

Todos somos complices

¡Oh! Qué fácil es culpar y jugar el rol de víctima. Tantas cosas que no queremos en nuestras vidas. Tantas situaciones que queremos que fuesen diferentes. Tantos cambios que quisiéramos hacer. Pero, “No podemos, no hay nada que se pueda hacer. El mundo es taaaan injusto.”

Pero todos estos pensamientos no son ciertos. Tan solo son excusas que nos llevan por el camino que mejor se siente y que nos alejan de cualquier oportunidad de llegar a hacer los cambios que “decimos” que queremos. Todas estas narrativas cuentan nuestras vidas desde el punto de vista más débil que existe: el de la víctima.

El antídoto más efectivo para este veneno que está estrangulando nuestra sociedad por la garganta se encuentra en responder la siguiente pregunta que Jerry Colonna sugiere:

¿Cómo estoy siendo complice de aquello que digo que no quiero en mi vida?

Los supuestos que están detrás de esta pregunta son extremadamente poderosos y nos pueden sacar de una mentalidad de víctima casi de inmediato. No hay nada mejor para sacarnos de estos “berrinches” que responder esta pregunta. Inmediatamente rompe el patrón.

Por mucho que lo queramos pelear, el mundo no es injusto con nosotros. El mundo solamente es, nosotros no le importamos tanto como creemos. Pero esto es una buena noticia porque nos pone en control. Nos recuerda que no somos barcos a la deriva sino que somos agentes autónomos con libre albedrío que siempre pueden controlar sus decisiones y por ende sus destinos.

Nosotros, de alguna manera u otra, hemos invitado aquello que no queremos en nuestras vidas. Lo que sí queremos tambien. Somos cómplices con el mundo de que exista. En el momento que aceptamos esta verdad universal podemos dejar de ser cómplices y empezar a sacar todo lo que no queremos de nuestras vidas.

Un mejor idea para las resoluciones de año nuevo

Bien, ya estamos a un día del 2022. Sin duda alguna ya hay muchas personas pensando en sus resoluciones de año nuevo. En este preciso instante hay millones de posibles resoluciones flotando en las mentes de tantas personas que quieren una mejor vida a partir del año que viene. Y todas sus esperanzas están puestas en que cuando el reloj le pegué a las 12:00 de alguna manera su fuerza de voluntad incrementará y esta vez sí van a lograr todos los cambios que quieren hacer y que nunca antes han podido lograr.

Mi experiencia me dice que cambiar comportamientos, adicionalmente de requerir de mucha voluntad, en el mejor de los casos tan solo es algo temporal. Tratar de cambiar lo que hacemos sin antes cambiar quienes somos es un acto de violencia. Por eso es que esta táctica no funciona.

Un opción bastante más compasiva y, por qué no decirlo, más efectiva es trabajar en nosotros mismos y así poder dejar atrás todos esos aprendizajes, programación y creencias que no nos dejan lograr lo que queremos alcanzar. ¿Qué pasaría si en este nuevo año que está por llegar nuestras resoluciones se centraran en dejar de ser quienes creemos que somos para convertirnos en quienes realmente somos? Creo que así sí podríamos empezar a tener un poco más de lo que verdaderamente queremos en nuestras vidas.

Ven, cada vez que no podemos hacer algo la realidad nos está diciendo que aún no somos el tipo de persona que lo puede lograr. ¿Y nosotros qué hacemos? Nos regañamos, nos castigamos y dejamos nuestro sueño guardado en una gaveta por el resto de nuestras vidas. Esto no funciona. Es una mejor idea ver honestamente que es lo que nos falta como personas (quienes somos) para poder ir y obtener lo que queremos. Esto muchas veces significa más desaprendizaje que cualquier otra cosa. Duele vernos bajo esta lupa pero es la manera más efectiva de crecer.

En fin, les deseo un muy feliz 2022 a todos y espero que esto les sirva para ver sus resoluciones de año nuevo en una luz totalmente distinta. Sospecho que esto pudiera ser todo lo que están esperando para realmente tener el año que tanto desean tener.

Un poco más de tiempo

Date un poco más de tiempo. Sí, sé que todos tenemos un tiempo finito en este planeta y que estamos viviendo contrarreloj pero esto no quiere decir que seas impaciente con los resultados. Como dice Naval Ravikant, “Sé paciente con los resultados pero impaciente con la acción.” Es decir, dale tiempo a que lleguen los resultados pero empieza a moverte YA.

Sentir que todo tiene que suceder ahorita nunca le ha ayudado a nadie. Hacer lo que se debe hacer en este momento y dejar que las cosas se den a su propio tiempo es mucho más efectivo y saludable. Dar el siguiente paso nunca se debe postergar. Tener la mente puesta todo el tiempo en que el objetivo final tiene que llegar ya se debe evitar. Cumplir con lo propuesto en el día es un imperativo. Querer comerte todo el elefante de un solo bocado solo te va a abrumar.

Eso que quieres lograr es majestuoso. No es para nada un accidente de la historia. Construirlo requiere un poco más de tiempo. No dejes de avanzar. Has algo hoy que te acerque a la meta final. No te detengas. Pero no olvides recordar que tienes un poco más de tiempo para eventualmente llegar.

Las apariencias engañan

Este dicho, que al menos yo vengo escuchando desde que soy muy pequeño, tiene mucho más implicaciones de las que nuestras abuelitas que tanto lo repetían creían. Siempre que escucho este inolvidable dicho, la referencia es hacia el cuidado que se debe tener ante las verdaderas intenciones de otras personas, especialmente con las intenciones de aquellas personas que no conocemos bien.

Pero a mi manera de ver las cosas esta manera de interpretar el dicho se queda corta. En realidad nada es como creemos que es y las apariencias siempre nos están engañando. El mundo es complejo y nuestra capacidad de interpretarlo es tan limitada que todo lo que podemos hacer es crear una aproximación de como realmente son las cosas.

Esa nueva relación, de la cual no tienes duda que será muy beneficiosa para todos, pudiera serlo, o no. Ese nuevo negocio que estás por empezar y que estás seguro que cambiará tu vida para siempre pudiera hacerlo, o no. Ese fracaso que sin duda alguna destrozará tu carrera profesional pudiera hacerlo, o no. Esa llamada de tu jefe que tu estómago está interpretado com un despido inminente pudiera serlo, o no. Nada es como creemos, todo es como es.

Recuerda, los seres humanos somos máquinas de interpretación. Interpretamos la realidad y luego le damos un significado. Nuestro proceso de interpretación es imperfecto y por eso es que las apariencias nos engañan.