Consejos e identidad

Qué fácil es darle consejos a los demás. Sin duda alguna, si yo siguiera siquiera la mitad de los consejos que le doy a otras personas mis resultados serían muchos mejores. Pero, ¿Por qué resulta tan fácil ver las limitaciones y errores de los demás mientras que nos cuesta tanto ver los nuestros?

Es un tema de identidad e identificación. Identificar una falla en alguien más no dice nada acerca de nosotros mismos. Podemos ver la falla sin apego alguno. Esta es la principal razón por la cual nos cuesta tanto ver nuestras propias fallas, hacemos que admitirlas de alguna manera signifique que somos deficientes. Estos es muy doloroso.

Identificar algo que corregir en alguien más nunca es una amenaza para nuestra auto-imagen. Reconocer un fracaso propio muchas veces destroza nuestro ego a tal punto que preferimos ignorarlo aunque hacerlo nos cause mucho peores consecuencias en el futuro cercano. Es casi como que si creyéramos que “hacernos los locos” puede eliminar las consecuencias de nuestros comportamientos destructivos que decidimos ignorar.

Al final esto es un mecanismo de defensa que aunque nos da la falsa sensación de autoestima es totalmente nocivo para nuestras vidas. No poder distanciarnos de nuestras acciones y resultados hace que nuestra identidad y valor como personas esté atado a todo lo que hacemos y sucede en nuestras vidas. Vivir así hace que el más mínimo error o fracaso duela a tal punto que el dolor nos ciega y no nos deja mejorar.

Aunque lograrlo no es fácil, la solución es aprender a vernos en tercera persona respecto a nuestras acciones y resultados. Es importante entender que ninguno de nosotros no es ni sus acciones ni sus resultados. Cuando lo logramos finalmente nos podemos empezar a ver en una luz similar como con la que vemos a esas personas que tanto ayudamos por medio de a veces dolorosos consejos que muchas veces les llegan a cambiar las vidas.

El truco más formidable de la mente

La mente es realmente impresionante. Prácticamente no hay nada que no pueda hacer. Si vemos a nuestro alrededor, todo lo que la humanidad ha construido es producto de la mente humana.

Empezando con el lenguaje, pasando por la matemática y finalizando con la expresión artística, no hay nada creado por el hombre que no tenga su origen en el poder de la mente. La mente tiene muchos trucos como poder hacer que sintamos un olor con tan solo recordar un lugar, nos puede ayudar a motivarnos al recordar un resultado positivo y nos permite imaginarnos cosas que aún no existen para que las podamos construir. La mente realmente es maravillosa.

Pero, ¿saben cuál es el truco más formidable de la mente? Nuestra mente nos puede convencer de que necesitamos de algo, cualquier cosa, para poder ser felices. Me parece increíble que la mente puede llegar a hacer esto y así causar tanto dolor y sufrimiento.

¿Alguna vez has perdido algo y te dijiste que nunca podrías ser feliz sin ello (una relación, un trabajo, una posesión, etc.)? Y luego pasó algo de tiempo y zas, volviste a ser feliz sin tenerlo. Tal vez ni te diste cuenta del cambio pero sí, pudiste volver a ser feliz sin aquello que considerabas esencial para tu felicidad. Esto nunca lo podrías haber creído así en el momento en que lo perdiste.

Puede ser que lo olvidaste, lo lograste sustituir, ¿o que se yo?, el punto es que nunca realmente lo necesitaste para ser feliz. Todo el tiempo estuviste engañado por tu propia mente y tu programación para creer que necesitabas de eso para ser feliz.

Este tipo de creencias se llaman apegos. Un apego es justo eso, una falsa creencia de que necesitamos de algo o de alguien para ser felices. Los apegos nunca son reales y no son más que historias muy enraizadas en la programación de nuestra mente que nos hacen creer que nuestra felicidad depende de que las cosas en el mundo exterior ocurran de cierta manera.

Así que ahí lo tienen. El truco más formidable de la mente no es ni el cálculo matemático ni el álgebra lineal ni la capacidad de escribir la divina comedia o de construir un rascacielos. El truco más formidable de la mente es hacernos creer que nuestra felicidad depende de algo más que nuestras propias ganas de ser felices. ¡Increíble!

Las condiciones para ser feliz

Hoy voy a escribir un poco acerca de la felicidad. Quiero que hablemos de manera muy honesta del por qué la mayoría de personas no son felices.

Al preguntarle a alguien si quiere ser feliz, podemos tener por seguro que prácticamente todos nos responderán que sí. Creo que las respuesta es sincera. Casi todas las personas —al menos aquellas sin algún problema mental— quieren ser felices. Sin embargo, hay algo que no pueden ver.

¿Y entonces? Si casi todos quieren ser felices, ¿por qué tan pocos lo logran? ¿Por qué estamos rodeados de tanta tristeza?

Les aseguro que muchos de ustedes van a rechazar la respuesta. Pero es la verdad y aceptarla es el único camino hacia la verdadera felicidad.

No somos más felices porque le ponemos condiciones a nuestra propia felicidad. Por ejemplo, si me dices que lo que más quieres es ser feliz, te voy a creer. Luego te voy a preguntar por qué no eres feliz. “Por qué mi novio me dejó”, me podrías responder. Ok. Osea que lo más importante para ti es estar con tu novio, no es ser feliz. Quieres ser feliz pero solo si tu novio está contigo. No crees que puedes ser feliz sin tu novio. Crees que la felicidad viene de estar con él. Mentira.

Condicionamos la felicidad a tantas cosas. Esta es la verdadera razón por la que hay tan poca felicidad en el mundo de hoy. Sí, quiero ser feliz pero solo si mi novio está conmigo. Quiero ser feliz pero solo si me dan el nuevo puesto de trabajo. Quiero ser feliz pero solo si me dan el aumento. Quiero ser feliz pero solo si tengo el auto nuevo. Quiero ser feliz pero solo si gana mi equipo. Quiero ser feliz pero solo si termina la cuarentena. Quiero ser feliz pero solo si los demás me ven como hábil y capaz. Etc.

La verdad es que nosotros mismos creamos una gran lista de condiciones que se debe cumplir para poder ser felices. Estas condiciones se llaman apegos. Un apego es cualquier cosa que crees que necesitas tener o que debe ocurrir para poder ser feliz. El camino a la verdadera felicidad es dejar ir los apegos.

Cada apego que dejas ir es una condición menos que se tiene que cumplir para que puedas ser feliz. Cuando dejas ir todos tus apegos, no hay nada en este mundo que te pueda impedir ser totalmente feliz. Este será el momento en que habrás llegado.

El tiempo llegará

Ahora no. Todo a su debido tiempo. Puede ser difícil de entender pero el universo es más sabio que tú y yo. ¿Crees que por qué tienes una idea de cómo debieran ser las cosas le puedes pedir al mundo que se alinee a tu voluntad?

El universo existió sin ti antes de que nacieras y va a seguir existiendo después de que mueras. Son millones de colisiones de fuerzas inexplicables las que causan cada momento de tu vida. Ya, déjalo ir. Entiende que aferrarte a que las cosas sucedan como tu quieres, cuando tú quieres, no tiene sentido alguno. Al universo no le importa. Cuando aceptes esto vivirás más feliz.

Y si, sigue aplicando tu voluntad para darle forma al mundo exterior. Tan solo te sugiero que empieces a participar más y forzar menos. Es increíble todo lo que puedes lograr cuando dejas ir tus apegos y aprendes soltar un poco. Forja tu camino siguiendo El camino.

No hacer esto es una trampa peligrosa. Mientras sigas creyendo que el mundo está para servirte y sientas el derecho de que las cosas deben ocurrir cuando quieres vivirás tratando de ganarle a aquello que nunca puede perder pues es perfecto. Experimentarás ansiedad intensa cada segundo de tu vida. ¿Realmente quieres pasar el resto de tu vida tratando de controlar lo incontrolable?

Déjalo ir, todo estará bien. Mantente atento y desarrolla cada vez más conciencia. Cultiva el silencio interior y escucha el susurro del universo que de manera perfecta te guiará de momento a momento. El tiempo llegará.