Dos seguidas en el sofá

La Navidad es una época especial del año. Las familias tradicionalmente se reúnen y pasan tiempo juntos. Como todos sabemos, cuando muchas personas comparten tanto tiempo juntos no todo es color de rosas pero la alegría que se vive es algo muy especial.

Para mi, pasar la Navidad rodeado de familia y amigos es algo relativamente nuevo. De pequeño la gran mayoría de Navidades las pasé en compañía de un solo amigo, usualmente en su casa y un poco después ya en algún bar que estuviera abierto por ahí.

Con cada año que pasa estoy aprendiendo a disfrutar más este ambiente familiar. Debo reconocer que por momentos la incesable actividad me drena y me dan ganas de retraerme un poco. Me gusta pasar tiempo solo. Pero la gran mayoría del tiempo me pierdo entre las risas y la compañía de todos los que nos rodean. Constantemente estoy descubriendo algo nuevo en mi.

La casa de mis suegros estaba a reventar. Tuvimos la oportunidad de compartir con muchísimas personas, incluso algunas que vinieron desde fuera del país. Y así fue como las últimas dos noches paré durmiendo en el sofá. Fue muy cansado y por ratos incómodo pero vaya que nos la pasamos muy bien.

En este momento estoy cansado, muy cansado. Pero ya estoy en mi casa, descansando en mi cama. Se hace obvio que los años me están empezando a pesar pero las ganas de compartir y estar jugando hasta altas horas de la noche con los jóvenes de la familia están más presentes que nunca. ¡Así que acá vamos por muchos días más durmiendo en el sofá!

Los días más felices

Los días más felices son aquellos en los que podemos compartir con aquellos que son importantes para nosotros.

Los días más felices son productivos y terminan con un buen sueño que solo el cansancio nos puede regalar.

En los días más felices hay deporte y hay aprendizaje.

En los días más felices nos ponemos a prueba y superamos un reto que antes no habíamos podido superar.

Los días más felices son aquellos en los que podemos ayudar a alguien y en los que encontramos una solución que antes no habíamos podido ver.

Los días más felices también pueden tener desilusión y estar llenos de dolor. Realmente no importa porque los días más felices son todos aquellos días en los que decidimos ser felices sin restricción.

Los días más felices nunca están contados y de hecho no tienen nada que ver con quienes compartimos o qué pasa a nuestro alrededor. Es más, los días más felices son todos los días de nuestras vidas, si así lo queremos de verdad.

Gracias Jim. Te voy a extrañar.

Escucho unos cuantos truenos retumbar en la distancia mientras veo la lluvia incesantemente caer a través de mi ventana. El cielo hoy se pinta de gris, está cubierto con nubes que parecieran tragarse cualquier esperanza de luz. Sí, el clima en este momento es una analogía perfecta para como me estoy sintiendo hoy.

La música suena en mis oídos y cada nota que escucho intensifica el dolor que siento en mi corazón. Me siento muy triste pero eso está bien porque estoy convencido de que en este momento no quiero sentir ninguna otra emoción. Me quiero tomar un momento para sentarme a solas con esta infinita tristeza y recordar con mucho cariño a un gran amigo que hoy murió.

He conocido a muchas personas en mi vida, muy pocas de ellas se han ganado mi admiración y cariño como lo hizo Jim. Ante mis ojos Jim siempre fue una interminable fuente de fortaleza y, paradójicamente, de compasión.

Me resulta muy difícil poner en palabras de dónde viene esta sensación de pérdida tan profunda por alguien con quien compartí relativamente muy poco tiempo. Me imagino que el cariño no necesita de mucho tiempo para crecer cuando se está hablando de una persona tan especial. Sí, así era Jim, no necesitaba de mucho tiempo para ganarse cualquier corazón.

Así que Jim, no me queda nada más que decirte que estoy muy agradecido que nuestros caminos se cruzaron brevemente en esta vida y que me considero extremadamente afortunado de que yo y mi familia pudimos estar brevemente cerca de ti. Gracias, nos enseñaste muchísimo a los tres.

Una buena conversación

Una buena conversación puede hacer que el tiempo se detenga. Sí, la buena conversación es difícil de encontrar, por eso cuando se encuentra no se puede dejar escapar.

Cuando el momento es el correcto y la persona adecuada aparece, los temas no son escasos y las ideas no dejan de fluir. Los conceptos viajan de una mente a la otra y el aprendizaje es un regalo del que todos se pueden beneficiar.

Una buena conversación no tiene un desenlace predecible. Cuando inicia nunca se sabe en dónde va a terminar. Tampoco se puede saber cuánto tiempo durará. Una buena conversación simplemente termina cuando tiene que terminar. Por ejemplo, la buena conversación que tuve hoy con un gran amigo recién terminó hace unos minutos, cerca de las dos de la mañana.

Y eso es lo que más me gusta de una buena conversación, que nos envuelve y nos cautiva. No nos deja escapar. Nos hace suyos y nos hipnotiza hasta que cumple su misión.

Montgomery, Alabama 2:32 A.M.

Inspiración audiovisual

Vengo regresando de una reunión con un grupo de amigos. A pesar de que ya es muy tarde no sé cuánto tiempo me llevará lograr conciliar el sueño. Mi estado de ánimo está muy “acelerado” y mi mente viene a mil por hora.

Adicionalmente a la buena plática y poder compartir con amigos que no miraba ya en más de una año, el hecho de haber estado viendo videos de músicos que me gustan mucho en concierto me llevó a otro nivel. Ver estos conciertos que se grabaron décadas atrás me ayudó a accesar un idealismo y unas ganas de querer cambiar el mundo que no había experimentado en ya mucho tiempo.

Me gusta creer en la idea de que somos nosotros los que estamos en control de nuestro estado emocional todo el tiempo. En que no es el mundo externo el que determina cómo nos sentimos. Sin embargo creo que es ingenuo ignorar que existen ciertos detonadores que nos pueden ayudar a accesar estados emocionales que resultan ser útiles en cualquier momento.

Uno de estos detonadores es el material audiovisual. Las imágenes y los sonidos son dos de los más potentes estimulantes para el ser humano. Un canción puede ponernos a llorar o a dar de brincos de felicidad. Una película nos puede hacer reír o temblar del miedo. En mi caso que les comparto hoy, un concierto de Bon Jovi me puso de nuevo a soñar.

No hay nada mejor que tomar el control de nuestras propias emociones y la manera más fácil de hacerlo es encontrar los detonadores correctos que nos ayuden accesar lo estados emocionales que queremos experimentar. Cuando todo lo demás falle recuerda que un buen video te puede ayudar a sentirte tan ispirado como te quieras sentir,

El segundo primer día de clases

Cuando yo era niño el primer día de clases del año era algo especial. Nunca pude tener dos en un mismo año. Aunque la resistencia de querer ir día tras día al colegio era grande, las ganas de volver a ver a los amigos después da las vacaciones de fin de año siempre ganaban. Volver al colegio dolía, pero al menos estaríamos ahí en buena compañía, eso era lo especial.

Hoy fue el segundo primer día de clases en el año para mi hijo —espero que ya no tenga más. El brillo en sus ojos, la alegría en su voz y la ilusión en su corazón me dicen que para él regresar a clases hoy fue más dulce de lo que jamás lo fue para mí.

La mano invisible dicta que la escasez es lo que hace que algo sea valioso. Pareciera ser que los niños que no han podido asistir regularmente a clases valorarán su privilegio de ir al colegio mucho más que cualquier generación anterior a ellos. Y esto es algo maravilloso.

Muchas personas que me conocen dicen que soy un optimista perdido y que a todo le veo algo positivo. ¡Acá voy otra vez!

El impacto que el último año ha tenido en nuestro hijos no se podrá cuantificar hasta dentro de algunos años. Lo que si sé es que estos niños valorarán infinitamente a sus amigos, profesores y oportunidades académicas. Después de todo, lo que cuesta vale y para ellos la pandemia convirtió al colegio en un lingote de oro que siempre querrán cuidar.

¡Feliz regreso a clases Chris!

Banderas y grama

Ahora que ya es tarde y me estoy preparando para dormir, el dolor en mis piernas me trae a la mente la imagen de banderas y grama. Pareciera no haber relación alguna entre el dolor de piernas y las banderas y grama. ¡Pero sí que lo hay! Déjenme les cuento.

La goma que une al dolor de piernas con las banderas y la grama son los niños. Llenos de energía y entusiasmo, con ganas infinitas de vivir la vida y sin reparo a ensuciarse, los niños pueden pasar horas jugando con banderas en la grama. Para un adulto la situación es diferente. No importa que regularmente haga ejercicio como lo hago yo, las horas de banderas y grama tienen un efecto muy real en las piernas.

Así que hoy tomaré las 2 horas que pasé jugando Flag Football con mi hijo y sus amigos como una advertencia. Si quiero seguirles el ritmo de acá en adelante tengo que entrenar aún más y seguir fortaleciendo mi cuerpo.

Puedo ver muchas horas más de banderas y grama en nuestro futuro y no me las quiero perder por nada. A entrenar se ha dicho.

Viejos amigos en fin de año

El tiempo pasa y marcha sin piedad. Los años se hacen agua entre nuestras manos, dejando una sensación de vacío que marchita el corazón. Es cierto que lo único que tenemos es el tiempo presente, pero observar como el reloj se lleva nuestro tiempo aquí, lo queramos o no, causa cierta nostalgia que solo un viejo amigo puede sanar.

Durante los últimos días he tenido la suerte de poder ver a unos cuantos de estos viejos amigos y también de escribirle a algunos otros. ¿Que más puedo decir? Es un verdadero privilegio poder tomar unas cuantas horas fuera de la rutina y utilizarlas para estar con quienes compartimos crecer.

El año esta por terminar y esto sin duda alguna es una metáfora para lo que la vida es. Un ciclo que inevitablemente llegará a su fin. Tal vez esto es lo maravilloso de la vida. Qué es escasa, preciada. Es como poder pasar tiempo con viejos amigos, un regalo que no se puede despreciar.

Los amigos del colegio

Justo ayer escribí sobre algunos recuerdos que vinieron a mi mente. Los recuerdos eran acerca del tiempo de vacaciones de fin de año cuando no estaba en el colegio. Hoy no puedo dejar de pensar en las amistades que desarrollé en el colegio. Me acabo de dar cuenta por qué he estado pensando tanto en eso.

Actualmente estoy realizando entrevistas buscando nuevo talento para Ubiquo. Me gusta mucho seguir el marco de referencia Who para realizar las entrevistas. Una de las preguntas principales de la entrevista Who es: “¿Cuales fueron los puntos altos que recuerda en secundaria?

Sin excepción alguna TODOS los candidatos me han mencionado historias relacionadas con sus amigos del colegio. La gran mayoría aseguran que se siguen relacionando con sus amigos del colegio, en algunos casos, hasta 25 años después. Los mejores momentos en el colegio de todos tuvieron que ver con us amigos.

Subconscientemente creo que he estado pensando en esa época del colegio gracias a la constante referencia de todas estas personas que he estado entrevistando. No solo eso, las referencias tan cariñosas que han compartido conmigo sin duda alguna resuenan con mis propias experiencias.

Los amigos que hacemos en el colegio son muy especiales. Pasamos tanto tiempo juntos y nos acompañamos los unos a los otros en las primeras búsquedas de nuestra identidad. Nos ayudamos a encontrarnos como personas y crecemos juntos. Nos apoyamos y nos hundimos al mismo tiempo. Eso sí, cuando realmente nos necesitábamos, siempre estábamos ahí para ayudarnos.

Nos molestamos a morir pero también sabíamos que no podíamos vivir el uno sin el otro. Podíamos pasar semanas sin hablarnos pero siempre sabíamos que al rato volveríamos como que si nada hubiera pasado. Tal vez en el momento no lo supimos pero estábamos con la mejor compañía del mundo, estábamos con nuestros amigos del colegio.

Frío y las vacaciones del colegio

Está empezando la época de frío. Con ella llegan algunos recuerdos de mi niñez. Principalmente el inicio de las vacaciones del colegio —momentos que en ese momento parecían ser eternos.

Recuerdo que era tiempo de salir de casa con el sol y regresar bajo el obscuro manto de el anochecer. ¿Qué tanto hacíamos con los amigos de la vecindad? No les puedo decir con certeza pero las horas se hacían agua entre nuestras manos.

Sé que había mucho deporte en nuestra rutina. Juegos interminables de futbol y carreras de bicicletas. ¿Quién podría olvidar lo intensa que era la famosa carrera de “La Vuelta a Vista Hermosa”? También nos perdíamos por horas en los barrancos cercanos en donde explorábamos, entre ríos de agua negra, las maravillas de la naturaleza.

Ya más cerca del final del año el frío se intensificaba y los días se hacían más cortos señalando la cercanía de la quema del diablo. Recuerdo que unas semanas antes de cada 7 de diciembre salíamos todos los días con nuestras bicicletas a buscar y recolectar basura para la tradicional fogata.

Conforme las montañas de basura crecían con los días, el olor a pólvora se empezaba a apoderar de las calles. La quema de cohetes, “volcancitos” y “canchinflines” había arrancado.

¡Qué momentos aquellos! Hoy, con este frío que desciende sobre mí, los recuerdos están más vivos que nunca. Hoy recuerdo viejos amigos, olor a pólvora, frío y vacaciones.