La píldora amarga (ánimo Fluffy)

Muchas de las medicinas y tratamientos médicos son desagradables. Las medicinas saben mal y a veces tienen fuertes efectos secundarios. Los tratamientos a menudo son dolorosos y muy incómodos. Aún así, tomamos las medicinas y nos sometemos a los tratamientos porque sabemos que son el precio a pagar para luego disfrutar de la cura.

Pareciera ser que en una broma de muy mal gusto que el universo nos está jugando, este patrón de molestia -> mejora está presente en todos lados. Como que no hay cura sin molestia previa.

Para tener un cuerpo fuerte, antes debemos pagar con la incomodidad e incluso, el dolor del ejercicio. Poder tener las cosas que queremos requiere de arduo trabajo. Todo en este mundo tiene un precio, incluyendo la salud.

La píldora amarga no es agradable, de hecho, es espantosa. Pero a veces es necesario tomarla. Es muy sabio aceptar que todo lo bueno en la vida tiene un precio que hay que pagar.

No es lo mismo ver una situación difícil como un derecho de piso a pagar que como una injusticia del universo. Anda, tómate la píldora amarga, es el único camino para llegar a donde sea que quieres ir.

Pd. Cómo me gustaría que el Fluffy se pudiera sentar a leer este post. Así entendería que su rasurada y medicina de hoy (píldora amarga) fue necesaria para que su piel pueda estar mejor de hoy en adelante.

¡Ánimo gatito!

Energia 0, hora de recargar

Hoy ha sido un día particularmente difícil. Mis niveles de energía han estado muy bajos. En general, he cumplido con todo lo que me he prepuesto pero el esfuerzo necesario para lograrlo ha sido demasiado grande.

Es raro, no me siento mal. Es cierto, el fin de semana no descansé to lo que hubiera querido pero no logró identificar algo que me pudiera tener así. Cada paso que he dado hoy se ha sentido como una tarea titánica designada solo para los dioses de antaño.

Estos momentos, aunque son incómodos, nos enseñan mucho. Nos muestran lo mucho que podemos hacer aunque no estemos en óptimas condiciones. Nos enseñan a sobrellevar dificultades y a salir adelante aunque las ganas no estén ahí. Nos enseñan a sacar la cabeza del agua.

Es probable que esta sensación venga más de un tema mental / emocional que de una situación física. Los días han sido largos e intensos. He tenido mucho que hacer y la cantidad de energía mental que he estado utilizando es grande. Estoy drenado.

Sí, creo que eso es. Al menos esta vez lo estoy identificando a tiempo, antes de quemarme. Ya va siendo hora de tomarme un tiempo para mí y recargar.

Sin darse cuenta, hay mi espalda

¿En cuántos problemas nos metemos y ni siquiera sabemos por qué? ¿Cuántas veces caemos una y otra vez sin tener la presencia para ver lo hoyos en que estamos cayendo? Justo esto me estuvo pasando durante los últimos meses. Y fue mi espalda la que pagó un precio infinito por ello. A ver les cuento.

Desde ya hace un buen tiempo vengo experimentando fuertes dolores de espalda baja. En algún momento escribí acerca del cambio de colchón que hice tratando de resolver. En fin, los dolores me han seguido molestando y hasta hace unas horas seguía sin saber por qué.

Durante las últimas semanas los dolores estaban siendo tan intensos que empecé a pensar en comprar una silla nueva. De hecho, los dolores eran tan fuertes que en algún momento de desesperación consideré una silla Herman Miller que vi en línea.

Bueno, pues ayer ya no aguanté. El dolor era tan fuerte que empecé a ver qué podía hacer para aliviarlo en lo que podía ir a comprar una silla nueva. En mi desesperación fui por una toalla para ponerla sobre el respaldo lumbar de la silla. Regresé con la toalla y en ese momento fue que pude ver el hoyo en el que he venido cayendo una y otra vez por meses. Nunca antes lo había podido ver.

Al momento de poner la toalla me di cuenta que el “mesh” completo del respaldo de la silla estaba totalmente desprendido del marco de la silla. ¡Sí! Tenía meses de pasar mi día completo trabajando en una silla prácticamente sin respaldo. Mi espalda baja estaba haciendo contacto directo con el marco de plástico del soporte lumbar. Eso es todo lo que tenía de apoyo. ¿Será que de ahí venían las molestias?

En mi defensa, al menos ya me había dado cuenta que el soporte lumbar era lo que me estaba causando tanto dolor. Sin siquiera haberme tomado la molestia de revisar la silla, llevaba semanas ajustando la altura del soporte para tratar de sentirme mejor. En algún momento decidí, incorrectamente, que la altura del soporte era el problema y en ningún momento pude ver más allá.

Pues en lugar de poner la toalla sobre el soporte lumbar todo lo que hice fue colocar el “mesh” de regreso en su lugar. La silla es buenísima, cómoda y hoy he pasado un muy buen día. Ese era todo el problema. Aún tengo dolor pero es residuo de las horas que pasé sentado contra un marco de plástico.

¿Cómo pude pasar tanto tiempo con tanto dolor y no darme cuenta que la silla estaba desarmada? No lo sé. Falta de presencia supongo. Al menos cada vez que me vuelva a doler la espalda podré recordar esta gran lección:

Para poder resolver un problema crónico, el primer paso es darse cuenta de que se tiene un problema que hay que resolver.

Fuera de proporción (no seas hiperbólico)

Si no se tiene cuidado, la mente humana puede ser el más grande amplificador que existe en este planeta. Puede tomar cualquier cosa y multiplicarla 100 veces hasta convertirla en una quimera indomable. En otras palabras, uno de los pasatiempos favoritos de la mente es sacar las cosas de proporción.

Desafortunadamente, no hay mente humana que pueda percibir la realidad tal y como es. Todos tenemos mecanismos de percepción personales que toman los estímulos externos y los “traducen” en experiencias internas. Son estas experiencias lo único a lo que le podemos llamar realidad. Es en base a estas experiencias que reaccionamos. En realidad, estas experiencias son lo único que podemos percibir.

Ah, la mente, fiel ángel guardián cuyo único trabajo durante millones de años ha sido mantenernos a salvo. ¿Cómo no ser hiperbólica cuando su razón de ser es protegernos? Es algo tan natural. Pero todo esto no quiere decir que sacar las cosas de proporción siempre sea la mejor opción.

La mente es maravillosa, se puede autoregular. Con un poco de práctica la mente aprende a observar sus propios pensamientos. Cuando la mente llega a este punto, la multiplicación, el ruido y la distorsión se hacen evidentes a el “observador”. Lo único que queda es claridad y paz. El mundo se percibe tal y cómo es y las situaciones se pueden atender por lo que son, no por lo que la mente hiperbólica las pinta ser.

Esto hace toda la diferencia del mundo. En este estado de lucidez hasta las situaciones de vida o muerte que se pudieran llegar a afrontar se perciben de una manera más serena, cristalina. Es irrefutable, todo lo que sucede tiene consecuencias. Algunas son buenas, otras malas. Lidiar con ellas frenéticamente nunca ayudo a alguien.

Percibir cualquier evento tal y como es no es lo mismo que restarle importancia. Manejar una situación de peligro o riesgo con calma no quiere decir que seamos indiferentes a lo que está pasando. Mantenernos centrados no quiere decir que no vayamos a resolver.

Recuerda, reaccionar con miedo, ansiedad y premura porque nos “vamos con la finta” de la historia exponencial que nos está contando nuestra mente NO quiere decir que estemos lidiando con la situación en una manera efectiva. Tan solo quiere decir que estamos reaccionando en una manera muy similar a la que lo pudiera hacer un pequeño animalito.

Los beneficios de un poco de adrenalina

Los beneficios de un poco de adrenalina

La adrenalina es fantástica. Reconozco que no estoy ni cerca de estar capacitado para dar una descripción bioquímica de cómo funciona. Lo único que sé es que es una sustancia que libera el cuerpo humano en ciertas condiciones de estrés o emoción que le dan un “boost” a todo el cuerpo.

Un poco de adrenalina dilata las pupilas, sube la frecuencia cardiaca, sube la presión sanguínea, expande el paso de aire por los pulmones y direcciona la sangre a los músculos incrementando así la fuerza. Todas estas reacciones nos permiten lograr más. Mientras no haya una constante exposición a la adrenalina, sus efectos nos pueden ayudar a tener un mejor rendimiento.

Usualmente el cuerpo produce adrenalina en respuesta a algún estímulo externo que se interpreta como miedo, ansiedad o euforia. Considero que optimizar nuestras respuestas a estos estímulos es una buena habilidad a desarrollar. Principalmente me refiero a poder experimentar estos estímulos sin tener reacciones emocionales negativas y así poder gozar de los beneficios físicos de la adrenalina sin tener las desventajas que nos traen las malas reacciones emocionales.

Un poco de adrenalina en los momentos que necesitamos dar un poco más es un diferenciador muy importante. Nos permite ejecutar sprints cortos de alto rendimiento en los momentos que más lo necesitamos. Un poco de adrenalina nos convierte en Super Man y nos da las fuerzas necesarias para a veces hacer lo imposible.

Cuando se sobrepasan los límites

El viernes por la noche me encontraba en el hospital. Todo está bien conmigo, estaba donando sangre para un familiar. El proceso se dio relativamente rápido y en menos de dos horas ya estaba de regreso en mi casa.

Dada mi avanzada edad de 45 años (😉) decidí, sin tener idea de cuál es el protocolo médico correcto, esperar que pasará un día después de la donación para salir a correr mi entreno de 13 kilómetros. No fue una buena idea hacerlo tan pronto.

Hoy por la mañana, alrededor de 35 horas después de haber estado en el hospital salí. Los primeros 5 kilómetros estuvieron bastante bien, todo parecía normal. Empezando el sexto kilómetro empecé a sentir que se me adormecía la mano izquierda. Cerca de llegar al séptimo kilómetro la sensación de “adormecimiento” se había esparcido a los pies. Decidí parar.

Afortunadamente en este punto de la ruta de hoy solo estaba a dos kilómetros de mi casa. Me detuve a agarrar un poco de aire y empecé a caminar lentamente de regreso a casa. Llegué sin mayor novedad, comí un poco y me hidraté bien. 30 minutos después salí con mi higo a un juego doble de Slowpitch. Tampoco fue una buena idea.

Ahora estoy acá sentado agradeciendo que es domingo y que tengo tiempo de recuperarme de las dos bobadas que hice hoy por la mañana. Me siento extremadamente cansado y con bastante sueño. En mi cabeza todo esto se debe a la donación del viernes. Espero que así sea. Supongo que debo seguir reponiendo hidratación y dormir un poco.

Bueno, pues en los últimos días he estado escribiendo acerca de cómo sobrellevar obstáculos y lo importante que es no darse por vencido. En cómo vivir esa noción estoica de siempre entregar el máximo que tenemos.

Pues hoy le quiero poner un asterisco a eso de no darse por vencido. Es importante reconocer los límites que tenemos. Nadie es omnipotente y todos tenemos un punto de quiebre. Es sabio saber escuchar y ser inteligentes. Hay cosas que simplemente no podemos hacer, al menos bajo un set de circunstancias dadas. Tenemos que entender que hay momentos para luchar y también hay momentos para descansar. Me voy a dormir un poco.

A veces esperar es la mejor opción

Vivimos en un mundo que insiste, una y otra vez, en condicionarnos a que cualquier cosa que deseemos la debemos tener ahora. Entre la gratificación inmediata que generan las redes sociales, el constante bombardeo publicitario y el acelerado ritmo de vida que llevamos, esperar simplemente ya no es una opción.

Esta falsa sensación de que todo se debe resolver en este preciso instante esta causando estragos en la salud mental de muchas personas. Las noches se vuelven infinitamente largas cuando ni siquiera se puede esperar a que llegue el amanecer.

Son muy pocas las situaciones, fuera de emergencias muy serias, las que requieren ser resueltas de inmediato. De hecho, la gran mayorías de situaciones que una persona debe afrontar en su vida se pueden resolver de mejor manera con calma. Pero no, insistimos en escoger el camino de la premura y la ansiedad. Nos negamos a dejar las cosas ser y sentarnos unos cuantos días a pensar. Actuamos con el único fin de poder sentir la satisfacción de que al menos “hicimos algo” AHORITA. Esto definitivamente no es una manera sana de vivir. Definitivamente, a veces esperar es la mejor opción.

Cansancio, el mejor secreto para dormir bien

Está muy de moda creer que dormir bien es uno de los pilares fundamentales de una vida saludable. Hay muchos estudios y literatura científica que respaldan las creencias populares. Yo concuerdo que dormir bien es extremadamente importante.

Con esta popular tendencia de reconocer el impacto positivo del sueño en la salud inevitablemente vienen un sin fin de consejos, métodos, productos, estrategias y hasta remedios caseros de cómo poder dormir mejor. Ha nacido toda una industria alrededor de la calidad del sueño y la cantidad de sugerencias con que somos bombardeados es abrumadora.

Bueno, yo no me quiero quedar atrás así que también quiero compartirles el secreto que yo he encontrado para dormir mejor: Para realmente dormir bien lo mejor que pueden hacer es llegar extremadamente cansados a la cama. Cuando una persona está muy cansada, su cuerpo necesita reponerse y naturalmente descansará profundamente. Nadie puede negar lo regenerador que es una noche de sueño después de un gran desvelo o un largo y productivo día de trabajo.

Un corolario de esta teoría es que una persona cansada o hizo mucho ejercicio o trabajo bastante o hizo ambas cosas durante el día. Esto implica que la persona cansada llega a la cama con un alto grado de satisfacción por haber logrado hacer muchas cosas durante el día. ¿Qué mejor para dormir bien que tener una mente tranquila que sabe que el día se aprovechó al máximo?

Correr como entrenamiento para la voluntad

Aunque en ningún momento me detuve por completo, desde que empezó la pandemia he reducido considerablemente la cantidad de kilómetros que corro a la semana. Y con esa reducción de kilómetros mi resistencia y fuerza también se han visto deteriorados.

Por ejemplo, hoy salí a correr 4 kilómetros. Hace año y medio esta distancia era solo un calentamiento. Hoy fue una lucha constante poder completar esa corta distancia. Y así es, lo que no se usa se pierde. Al mismo tiempo, construir resistencia física requiere de mucha constancia y voluntad. ¿Qué les puedo decir? La resistencia física se pierde en un abrir y cerrar de ojos.

Y así es como hoy llego a hechar de menos algo que ya daba por sentado, una excelente condición física. No me mal entiendan. Para nada estoy mal. Si tuviera que correr 10 ó 15 kilómetros creo que lo podría hacer. Lo único que estoy diciendo es que el precio que mi cuerpo está pagando por cada kilómetro que corre hoy está bastante caro.

Esto no está del todo mal. Creo que es una buena oportunidad para volver de nuevo al principio y no solo ejercitar mi cuerpo sino que también ejercitar mi voluntad. De volver a luchar contra esos pequeños dolores musculares e incomodidades que el cuerpo presenta cuando se le exige un poco más de lo normal. De sentir cómo a veces el aire hace falta y las piernas y la espalda por momentos se niegan a colaborar.

Sí, en estas siguientes semanas correr no sólo será un entrenamiento físico, será un entrenamiento de voluntad. Cuando logramos vencer al cuerpo, también podemos vencer cualquier otro obstáculo que se presente en nuestro camino.

Es momento de volver a trabajar la mente, el espíritu y el cuerpo como uno.

El silencio que habla

Todo el tiempo hay ruido adentro de nuestras cabezas. No importa qué tan recio sea, si no ponemos atención nunca nos daremos cuenta de que está ahí.

Es este ruido el que muchas veces no nos deja pensar con claridad. Es este ruido el que nos confunde y nos genera ansiedad. Es este ruido el que nos habla mañana tarde y noche acerca de todo lo que está mal. Es este ruido el que después de cada fracaso nos grita que no servimos para nada.

Pero hay un silencio muy especial que yace más allá de todo este ruido. Es un silencio maravilloso, tan silencioso que en él siempre se pueden escuchar murmuraos de palabras de sabiduría. Es un silencios que trae consigo paz y tranquilidad, que nos arrulla en sus brazos y nos recuerda que somos algo muy especial.

Hay un silencio que habla, que tiene todas las respuestas y siempre sabe qué decir. No es un silencio vacío, al contrario, es un silencio que está lleno con todo lo que existe en el universo. Es un silencio que si, estamos dispuestos a escuchar que dice, siempre nos servirá de guía en nuestras vidas.

Shhh, calla el ruido. Cierra los ojos. Busca dentro de ti y escucha el silencio que te quiere hablar.