Las fronteras realmente no existen. Son una construcción artificial de la mente humana. Lo mismo ocurre con el concepto de país. Sin la presencia de la inteligencia humana, también deja de existir. No existen en el mundo natural. ¿Quién de nosotros, si despierta de la nada en un avión, podría decir sobre que país está volando con tan solo ver el paisaje?
Y aún así, estos conceptos que se utilizan como etiquetas limitan tanto lo que las personas pueden o no hacer. Si alguno recuerda los DVDs tendrá presente el dolor que fue el tema de las famosas regiones. Region 1, Estados Unidos, Región 4, Latinoamérica, etc. Si la región de el DVD no hace match con la del Player, no puedes ver la película —¡no estás en la latitud y longitud correcta para ver esta función!
Por alguna razón las personas insisten en diferenciar, incluso a su propio detrimento, el trato y privilegios que los demás pueden tener en base a tantas etiquetas arbitrariamente establecidas, limitando así, el desarrollo y progreso de nuestra sociedad.
Por ejemplo, hace unos minutos Epic no me permitió darle dinero a cambio de un juego que están vendiendo porque cuando mi hijo creo su cuenta dejó Estados Unidos (país seleccionado por omisión) como nuestro país de residencia. Mi método de pago es de Guatemala y obviamente las etiquetas de País no concuerdan y por ende el juego no se puede comprar.
Dada la gravedad de la situación (que quiero actualizar mi dirección en una cuenta de juegos digital), no puedo simplemente cambiar mi país en el sitio de Epic. Debo escribir un ticket a soporte y esperar que me autoricen el cambio. ¡Nos van a verificar! En fin, tristemente vivimos en un mundo donde etiquetamos todo y es la conformidad con estas etiquetas lo que determina, en gran parte, la fortuna que muchos tendremos. Lastimosamente esto ocurre en situaciones realmente más serias —incluso de vida o muerte— que no poder comprar un videojuego.