No importa cuanto se apodere la obscuridad de los corazones de los hombres, la luz de la esperanza siempre se mantendrá viva en un rincón escondido de la tierra en donde nadie jamás la podrá apagar.
Puede ser que lleguemos a ver el día en que casi todos sucumban ante el odio y la maldad más cruel que nos podamos imaginar pero mientras siga existiendo un solo corazón que pueda albergar un poco de esperanza, la humanidad siempre volverá a ver otro amanecer.
Es en estos momentos, aquellos que parecen ser los más obscuros e interminables, en que confiar que todo va a estar bien es el único camino sensato que podemos tomar. Si sabemos que tarde o temprano nos va a tocar caminar entre las tinieblas más tenebrosas que nos podemos imaginar, ¿Por qué no preparar desde hoy nuestra antorcha de la esperanza para que nada la pueda apagar?