Personas que admirar

Los grandes personajes de la historia nos inspiran, algunos de nuestros conocidos también. Cada uno de nosotros tiene sus propios héroes que admirar. A algunos de estos héroes los conocemos, a otros no.

Es muy reconfortante saber que en cualquier momento podemos voltear a ver a estas personas qué admiramos, subirnos en sus hombros y subir nuestro nivel de juego gracias a su ejemplo e inspiración.

Creo que parte de ser una mejor persona es encontrar cada día más y más personas que admirar. Mi recomendación es no solo buscar personajes “famosos” o históricos con los que puede costar un poco más sentirse identificado. En mi experiencia hay muchas personas que admirar en nuestras familias, círculos de amistad y relaciones profesionales. Tan solo debemos detenernos a conocerlas un poco mejor.

También creo que más que una carencia de personas que admirar lo que nos detiene hoy en día es una carencia de ganas de admirar a los demás. Cuando veo a mi alrededor veo muchas ganas de querer pasar por encima de los demás y ser el mejor a costa de todo. Es muy difícil rendirle reconocimiento suficiente a alguien como para poderle admirar cuando se cree que uno ya es el mejor.

La humildad, admiración e inspiración van de la mano. El proceso de ser mejor empieza con la humildad y el reconocimiento de que no se es el mejor. Esto nos permite admirar a aquellas personas que han logrado cosas que nosotros aún no hemos podido hacer. Al ver con un corazón abierto que otro ser humano ha logrado hacer algo que nosotros aún no hemos podido lograr nos sentimos inspirados. Inspirados sin duda alguna podemos hacer mucho más. Ve y busca más personas a quienes admirar.

Inspiración audiovisual

Vengo regresando de una reunión con un grupo de amigos. A pesar de que ya es muy tarde no sé cuánto tiempo me llevará lograr conciliar el sueño. Mi estado de ánimo está muy “acelerado” y mi mente viene a mil por hora.

Adicionalmente a la buena plática y poder compartir con amigos que no miraba ya en más de una año, el hecho de haber estado viendo videos de músicos que me gustan mucho en concierto me llevó a otro nivel. Ver estos conciertos que se grabaron décadas atrás me ayudó a accesar un idealismo y unas ganas de querer cambiar el mundo que no había experimentado en ya mucho tiempo.

Me gusta creer en la idea de que somos nosotros los que estamos en control de nuestro estado emocional todo el tiempo. En que no es el mundo externo el que determina cómo nos sentimos. Sin embargo creo que es ingenuo ignorar que existen ciertos detonadores que nos pueden ayudar a accesar estados emocionales que resultan ser útiles en cualquier momento.

Uno de estos detonadores es el material audiovisual. Las imágenes y los sonidos son dos de los más potentes estimulantes para el ser humano. Un canción puede ponernos a llorar o a dar de brincos de felicidad. Una película nos puede hacer reír o temblar del miedo. En mi caso que les comparto hoy, un concierto de Bon Jovi me puso de nuevo a soñar.

No hay nada mejor que tomar el control de nuestras propias emociones y la manera más fácil de hacerlo es encontrar los detonadores correctos que nos ayuden accesar lo estados emocionales que queremos experimentar. Cuando todo lo demás falle recuerda que un buen video te puede ayudar a sentirte tan ispirado como te quieras sentir,

Incluso cuando no tienes ganas

Las personas que logran lo que quieren en sus vidas son aquellas personas que hacen lo que deben hacer incluso cuando no tienen ganas de hacerlo. Hacer lo que hay que hacer es fácil cuando se tienen ganas de hacerlo. El secreto es actuar en los momentos difíciles cuando cada fibra de nuestro cuerpo grita “¡No más!”.

Debemos reconocer que la experiencia de perseguir nuestros sueños no será igual todos los días. Habrán días más difíciles que otros. Es en estos días es que las personas que de verdad queremos nuestros sueños nos distinguimos de aquellos que meramente aparentan quererlos. Los que realmente los queremos hacemos el trabajo aunque no tengamos ganas.

Construir una vida de la que podamos estar orgullosos requiere que estemos dispuestos a subirnos a la montaña rusa emocional que es enfrentar a la realidad día tras día. Este es un camino que no tiene ni descansos ni escondites. En este camino cada día trae nuevas sorpresas y retos que superar. No importa que cartas nos tenga preparadas el destino, si queremos llegar a triunfar, debemos dejar la comodidad y las excusas a un lado para así poder llegar hasta el final.

Felicidad sin condiciones

Ayer escribí sobre cómo todos queremos lo mismo, ser felices. Hoy escribo sobre cómo, aunque todos queremos ser felices, también condicionamos nuestra felicidad.

Si le pregunto a cada uno de ustedes, ¿quieres ser feliz?, la respuesta de más del 99% de ustedes será un rotundo “sí”. Ahora, si vuelvo a preguntar, ¿quieres ser feliz más que cualquier otra cosa?, una vez más la mayoría de ustedes responderían que sí. Entonces, si ser felices es lo que más queremos, ¿Por qué tan pocas personas en el mundo reportan ser verdaderamente felices?

Porque insistimos en condicionar nuestra felicidad. Cada uno de nosotros tiene un conjunto de reglas internas que determinan cómo queremos que sea el mundo para que nos demos permiso de ser felices.

“Ser feliz es lo más importante para mí pero solo si mi ropa no se mancha en el camino al trabajo. Lo que más quiero es ser feliz pero solo si mi hijo saca buenas calificaciones en el colegio. Quiero estar feliz cuando regreso del trabajo a mi casa pero solo si todo salió bien en la oficina.” Y así una y otra vez. Quiero ser feliz pero antes “necesito” que el mundo se alinee a mis expectativas.

La realidad es que nos importa más que las cosas sucedan tal y como queremos que sean que ser felices. Si la felicidad fuera nuestra prioridad número uno, escogeríamos ser felices a pesar de que las cosas no salgan como queremos.

¿La moraleja de la historia? Si quieres ser feliz, ve y sé feliz —sin condiciones. Congela una sonrisa en tu corazón y experimenta felicidad independientemente de lo que pase. De lo contrario lo que estás buscando es que algo salga cómo quieres y no ser feliz. Recuerda, en el fondo lo que todos queremos es ser felices.

Todos queremos lo mismo

Algunos de nosotros queremos ser emprendedores, otros quieren ser médicos. Algunos prefieren la academia y otros los gimnasios. Hay quienes están cómodos bajo la presión empresarial y otros buscan refugio en el santuario de los monasterios. Todo esto es irrelevante, tan solo son sutilezas superficiales. En el fondo, todos queremos lo mismo.

El mundo moderno ofrece opciones casi infinitas de realización. Lo que nuestro corazón anhele, lo podemos obtener. El secreto está en conocernos lo suficientemente bien para identificar cuales son nuestras prioridades y conectar con lo que queremos en realidad.

Las apariencias engañan y todo lo que podemos ver son los comportamientos de los demás. Es imposible conocer sus verdaderos anhelos y aspiraciones. Todo lo que podemos hacer es aproximar cuales son sus deseos en base a sus acciones y palabras. Pero todo esto solo son palabras al viento que al final del día no tienen peso alguno porqué todos queremos lo mismo. Nuestras acciones solo son distractores de la verdad.

Resulta muy difícil creer que todos queremos lo mismo porque cada persona en el mundo con la que interactuamos se comporta de manera distinta. Lo que sucede en realidad es que cada quien se comporta de la mejor manera que puede para al final obtener lo mismo que todos queremos: ser felices.

El precio del éxito se paga por anticipado

Nada en este mundo es gratis. Recuerdo una frase que leí hace más de 20 años en un libro de Harvey Mackay que iba algo así “Puedes tener todo lo que quieras en la vida. Solo hay dos requisitos que tienes que cumplir. Uno, debes estar dispuesto a pagar el precio completo de lo que cuesta lo que quieres y dos, debes estar dispuesto a pagarlo por anticipado.”

Cuánta sabiduría en una sola frase. Las cosas cuestan y nadie nos las va a regalar. Ya sea dinero, tiempo, esfuerzo físico o adversidad emocional, todo tiene un precio. Si no cumplimos con pagar la factura completa, simplemente no obtendremos el resultado que buscamos.

Aunque sea obvio hay algo que muchos de nosotros ignoramos. El trabajo que nos lleva hasta donde queremos llegar se tiene que hacer antes de llegar. Es decir, el precio del éxito se paga por anticipado.

Indestructible

Las personas indestructibles no están hechas de acero. No son super héroes o fenómenos de la naturaleza. Simplemente son extremadamente determinadas.

Para mí, la determinación es la habilidad de poder fijarse un objetivo y hacer todo lo posible por alcanzarlo sin en los momentos difíciles perder la convicción de que eventualmente el éxito llegará. Aunque parezca ilusorio, conozco varias personas que se comportan así. Incluso, yo mismo a veces puedo ser determinado. Ser indestructible es algo ue se puede hacer todos los días.

Ser indestructible no es nada más que reusarse a perder. Es no considerar darse por vencido, incluso cuando ha sonado la campana final. Es levantarse cuando los demás escogen quedarse en el piso. Ser indestructible es no detenerse hasta terminar lo que se empezó. Ser indestructible es decir “esto va a suceder porque yo decido que suceda.” Ser indestructible es cuestión de actitud.

Días largos

Cuando los días son largos, el avance es sustancial. No sé porque a veces tenemos resistencia a entregarnos de lleno y comprometernos ha darlo todo hasta el final. Trabajar en lo que nos apasiona durante largos días es un privilegio, jamás un castigo.

Creo que el secreto está en escoger bien qué es lo que escogemos hacer con nuestro tiempo. Trabajar en algo que está bien hecho, en algo que nos enorgullece, es muy diferente a trabajar en algo mediocre que no nos importa. Todos queremos formar parte de algo grandioso, de un proyecto exitoso. Siempre, de alguna manera u otra, nos identificamos con lo que hacemos y si lo que hacemos no refleja lo que aspiramos ser, lo días largos serán interminables de verdad.

El problema nunca son los días largos. El problema son las cosas vacías que hacemos durante esos días. Encuentra ese proyecto del que anhelas formar parte y jamás en tu vida volverás a ver un día largo como un castigo o algo de que escapar. Al contrario, cada día largo en el que puedas trabajar en tus sueños será la más dulce recompensa que tendrás.

Luz interior

Cada uno de nosotros tiene una luz interior que con el paso del tiempo cambia de color. Al cabo de unos cuantos años, la luz interior con que nacemos es irreconocible de la luz que le presentamos a los demás.

Esta luz natural, quien realmente somos, lentamente abre paso a una luz artificial que trata de dar forma a quien creemos que debemos ser para encajar, para pertenecer. Desde que somos muy pequeños aprendemos qué es lo que debemos hacer para conformar con las expectativas de nuestra familia, amigos y sociedad. Cambiamos de color para sentirnos cerca de los demás.

Y así embarcamos nuestro camino por la vida, tratando de iluminar el camino por donde vamos con una luz que está muy lejos de quienes somos en realidad. Una luz que aunque se siente extremadamente natural y propia no es realmente nuestra. Tan solo es la combinación de millones de expectativas ajenas que han dado forma a una falsa identidad que confundimos con nuestra luz interior.

La buena noticia es que nunca nada ni nadie puede extinguir completamente nuestra luz interior. Siempre la podemos recuperar. Todo lo que debemos hacer es ver, escuchar.

Tenemos que estar atentos a todos esos momentos en que sentimos que nos desgarramos por dentro y que nuestra vida se desarma sin piedad. Es en estos momentos que nuestro subconsciente nos está gritando y nos dice que algo no está bien. Que no estamos actuando de acuerdo a quien realmente somos, que estamos lejos de nuestra luz interior.

Si prestamos atención pronto aprenderemos a escuchar y a reconocer nuestra luz interior. Este es el único camino a la verdadera felicidad pues solo es cuando actuamos en sintonía con nuestra luz interior que podemos iluminar nuestro propio corazón.

El piano en tu espalda

Hay días que se sienten más livianos que otros. Hay momentos en los que hacer lo que se tiene que hacer es fácil. Hay otros en los que tan solo pensar en empezar es una batalla campal. Todo da vueltas alrededor de el piano en tu espalda.

Verás, el piano que sientes que estás cargando en tu espalda en realidad no existe. Es un producto de tu imaginación. Todo lo que sientes y piensas, por real que te parezca, tan solo está ocurriendo dentro de tu cabeza. Sí, también aplica a ese peso que no te deja moverte por este mundo con libertad.

Si te quieres sentir un poco más liviano para así poder llegar un poco más lejos, todo lo que debes hacer es soltar el piano —cambiar tu manera de pensar. Todo ese peso que sientes solo existe porque tus pensamientos le han dado inercia y masa. Cambia tus pensamientos y soltaras el ancla que no te está dejando avanzar.