La alegría de competir

Es difícil encontrar competencia más feroz que la que se ve en las olimpiadas. Los atletas que ahí compiten son los seres humanos más competitivos en la faz de la tierra. Cada persona que está ahí ha intercambiado años de su vida por entrenos de alto rendimiento, dietas altamente exigentes y un estilo de vida completamente dedicado a lograr una sola meta: ganar una medalla olímpica.

Y aún así, en la gran mayoría de casos, se puede ver una gran alegría en las caras de los atletas que no ganan al ver cómo otro atleta que ha pasado por lo mismo que ellos disfruta de la victoria. Pareciera ser que el placer que estos atletas de alto rendimiento obtienen viene de una sana competencia y no del resultado final.

Esto hace toda la diferencia. Es increíble la cantidad de atletas que logran romper sus récords personales en las olimpiadas gracias a que tienen la oportunidad de competir con los mejores del mundo. El que un atleta pueda encontrar la inspiración en un rival para así poder dar lo mejor que tiene es algo fenomenal. Esa es la alegría de competir con alguien.

Las dos maneras en que el dinero motiva a las personas (aumentos salariales)

Es imposible negar que el dinero motiva a las personas. En la gran mayoría de sociedades modernas el dinero es sinónimo de supervivencia. Sin dinero es prácticamente imposible sobrevivir. Llegar a cubrir nuestras necesidades básicas es un gran motivador.

Al mismo tiempo, conforme los ingresos de una persona crecen, el dinero se empieza a convertir en un indicador de cuánto éxito una persona ha alcanzado en su vida. Mostrarnos a nosotros mismos y a los demás lo mucho que hemos logrado también un gran motivador.

Así que ahí lo tenemos. Dependiendo de la situación económica de cada persona el dinero puede servir para cubrir las necesidades básicas y mitigar el miedo e inseguridad que vienen con la escasez de dinero o también puede servir como un indicador interno y externo de auto realización.

En otras palabras, dependiendo de en dónde se encuentra una persona en un momento dado dentro de la pirámide de necesidades de Maslow, la motivación para obtener dinero puede ser totalmente distinta.

Fig 1. La pirámide de necesidades de Maslow.

Es importante entender este fenómeno, especialmente al momento de presentar aumentos salariales en una empresa. Las personas que están buscando cubrir las necesidades de la parte de abajo de la pirámide medirán una oferta en términos absolutos del aumento a recibir. i.e. Voy a pasar de ganar 1,000 a 1,500. Es importante para las personas en esta situación saber en términos absolutos cuanto más podrán comprar con el aumento.

Por el otro lado, las personas que ya tienen cubiertas las necesidades básicas de la pirámide y para quienes el dinero se empieza a convertir en un indicador de éxito medirán el aumento en términos porcentuales. i.e. Voy a crecer mis ingresos en un 15%. Esto se traduce en que este año seré 15% más exitoso que el año pasado.

El significado que cada persona le da al dinero no es predecible y los seres humanos somos muy complejos. Nadie puede predecir con exactitud qué es lo que exactamente motivará a quién pero lo acá presentado creo que es una aproximación bastante cercana a la realidad en la mayoría de casos. Vale la pena tomarlo en cuenta a la hora de calcular planes de compensación y aumentos.

CHAD, la receta para imponerse en un Home Run Derby

Estoy terminando de ver el impresionante despliegue de supremacía que Pete Alonso acaba de dar en el Home Run Derby 2021. Es el segundo año consecutivo que gana pero lo que hizo este año es un monumento a la excelencia.

Después de haber visto lo mucho que se estuvo divirtiendo durante toda la noche y haber percibido la confianza infinita con que tomó cada swing es imposible no querer tratar de entender como una persona puede llegar a tal nivel de rendimiento y mantenerse así de sereno bajo tanta presión. Este es mi intento de tratar de describir lo que Alonso trajo hoy a la mesa.

Esos últimos 6 Home Runs consecutivos que pegó para vencer a Trey Mancini en la final solo se pueden pegar cuando alguien tiene una combinación perfecta de CHAD (Confianza, Habilidad, Actitud y Diversión).

  • Confianza: Creer en sí mismo. Saber que el trabajo previo se ha hecho bien y que todas esas horas de entreno no dejarán fallar a un verdadero campeón a la hora buena.
  • Habilidad: La capacidad de hacer algo al más alto nivel. Es algo que se desarrolla por medio de miles de horas de práctica y que requiere de mucha dedicación. Es poder hacer lo que hay que hacer mejor que los demás.
  • Actitud: Enfrentar la situación que se debe superar desde un punto de vista de superioridad. Hasta cierto punto es reconocer el nivel de habilidad que se ha desarrollado y hacerle saber a todo el mundo que se ha llegado hasta acá para ganar.
  • Diversión: Disfrutar de lo que se está haciendo y no permitir que la presión del momento interfiera con pasársela bien. Es saber que al final del día lo más importante es disfrutar del momento y que el resultado final tan sólo se puede influenciar, nunca controlar.

Muy bien hecho Sr. Alonso.

Una visión más grande

Las visiones que cada uno de nosotros puede construir en su mente dependen grandemente del entorno al que estamos expuestos. Hasta cierto punto, las visiones que tenemos del futuro y de lo que es posible están limitadas por la cultura en que crecemos.

Esto no quiere decir que tener una visión de un futuro mejor y mucho más grande de lo que las personas que nos rodean tienen sea imposible. Soñar es gratis y con tan solo exponernos por breves instantes a como otras culturas y personas hacen las cosas nos puede abrir las puertas a mundos muchos más grandes de los que jamás antes habíamos podido imaginar.

Me parece muy interesante como tantas personas se “venden barato” no por su falta de habilidades sino que por su falta de visión. Los proyectos, empresas y vidas que construyen no se acercan a alcanzar su verdadero potencial simplemente por no poder pensar en grande.

Nuestras habilidades son mucho más grandes de lo que creemos. Tenemos más capacidad de la que creemos. Podemos tener un impacto mucho mayor en el mundo de lo que creemos. Podemos tener vidas mucho más plenas de lo que creemos. Podemos construir empresas mucho más exitosas de lo que creemos. Podemos ser mucho más generosos de lo que creemos. Y todo esto empieza con una cosa, con una visión más grande.

La percepción de nuestras capacidades

Las creencias que tenemos sobre cómo funciona el mundo determinan lo que creemos que es posible o no. En gran parte, este conjunto de postulados que formamos adentro de nuestras cabezas, son las guías que determinan nuestras acciones.

Para bien o para mal, lo que creemos verdadero define el mundo en el que vivimos y cómo operamos en él. También, hasta cierto punto, lo que creemos define nuestra identidad y el tipo de persona en que nos convertimos a través de nuestras acciones.

No todas nuestras creencias tienen el mismo peso sobre cómo operamos en el mundo. Unas pesan mucho más que otras. Ayer empecé a leer un libro que se llama Mindset. El argumento central del libro es que las creencias que tenemos respecto a nuestras capacidades son de las más importantes de entender y evolucionar.

Básicamente existen dos tipos de creencias que los seres humanos tenemos respecto a nuestras capacidades. La primer creencia (Mindset Fijo) cree que las habilidades son innatas y muy difíciles de modificar. Un pensamiento clásico que tienen las personas que operan con este tipo de creencia es, “Si nací con cierto nivel de inteligencia, eso es todo lo que tengo y no hay mucho que pueda hacer para cambiarlo. Si no puedo hacer algo mejor lo dejo así y busco otra cosa que sí pueda hacer.”

La segunda creencia respecto a nuestras habilidades (Mindset de Crecimiento) cree que las habilidades no vienen desde nuestra concepción, son fácilmente modificables y se pueden crecer por medio del trabajo y el esfuerzo. En este caso un pensamiento típico puede ser algo como, “No puedo hacer esto pero si le dedico el tiempo necesario puedo llegar a hacerlo y salir con más destrezas del proceso.”

Ambas maneras de ver el mundo influyen grandemente cómo afrontamos las distintas situaciones que a cada uno de nosotros nos tocará vivir. Sin duda alguna, ambas tienen sus pros y sus contras pero por lo que llevo leído del libro pareciera ser que el Mindset de Crecimiento puede ser bastante más saludable y nos puede llevar a tener vidas más ricas en todos los aspectos que tradicionalmente consideramos importantes.

Seguro que en los siguientes días, mientras profundice más en el libro, estaré escribiendo más a detalles sobre este interesante tema que nos puede hacer mejores a todos.

Un ritmo lento sin parar

Hay días en que el cuerpo no está en condiciones óptimas para trabajar. Tal vez se está enfermo, desvelado o la presión que se siente está diluyendo el enfoque mental. Las reservas de energía están bajas, el cansancio apremia y la velocidad con qué se pueden hacer las cosas es lenta. Aunque esto no es ideal, es mucho mejor que detenerse por completo. En estas condiciones, bajar el ritmo de trabajo sin llegar a detenerse, lejos de ser una forma de mediocridad, es una señal de fortaleza, perseverancia y compromiso.

Como lo he dicho ya en otras ocasiones, hacer lo que se tiene que hacer cuando se tienen ganas es fácil. Las personas que pueden hacer lo que deben hacer cuando ni las condiciones ni los resultados son los óptimos son las que se llegan a destacar. Las personas promedio simplemente se detienen cuando el viento no sopla a su favor.

La excelencia es una virtud que fuertemente recomiendo desarrollar. También reconozco que ser perfecto y hacer todo lo que se hace con excelencia todo el tiempo es una utopía que ninguna persona puede cumplir. Lo que sí se puede hacer es mantener un alto grado de excelencia cuando es posible y durante los momentos adversos y difíciles lo mejor que se puede hacer es llevar un ritmo lento pero sin nunca llegar a detenerse por completo.

A prueba

De vez en cuando las cosas cambian. Y estos cambios nos ponen a prueba. Ponen a prueba nuestra determinación y la capacidad que tenemos de seguir haciendo lo que nos prometimos que íbamos a hacer.

Estas pruebas son momentos importantes en nuestras vidas. Nos revelan de qué estamos hechos. Nos muestran sin sutileza alguna la cruda realidad de qué podemos y que no podemos hacer.

Muchas personas pasan sus vidas tratando de evitar estas pruebas. Pero no debemos olvidar que Seneca dijo “no hay nombre más infeliz que aquel que nunca afronta adversidad pues nunca se le permite probarse a sí mismo.”

En el fondo todos queremos ser mejores. Todos queremos saber quienes somos y cuales son nuestros límites. La única manera de saberlo es poniéndonos a prueba.

Por hoy, otra prueba ha sido superada exitosamente.

La paradoja del esfuerzo

“Debes ponerle más esfuerzo a algo para que parezca que requiere de poco esfuerzo. Cuando te das cuenta de esto, empiezas a hacer las cosas de manera diferente”.

— Sahil Bloom

Hoy he decidido también poner la cita original en inglés porque creo que se pierde el espíritu de la misma con la traducción.

“You have to put in more effort to make something look effortless. When you realize this, you start doing things differently”.

— Sahil Bloom

Han sido muchas la veces en mi vida que he visto a alguien hacer algo que a mi me cuesta mucho con una facilidad increíble. Y si, cada vez mi reacción inicial es siempre pensar “dichoso, que fácil es hacer X para él o ella”. El pensamiento de Sahil me invitó a reflexionar. En realidad lo más probable es que esta persona ha invertido una buena cantidad de tiempo y esfuerzo para hacer que lo que está haciendo parezca ser tan fácil.

A todos se nos olvida lo mucho que al principio nos costaba hacer cosas que ahora dominamos y nos parecen ser tan fáciles. Montar una bicicleta, manejar un carro, gerenciar una empresa, batear una pelota, escribir un artículo. Nada es fácil sin práctica, tiempo y esfuerzo.

Y es esto lo que olvidamos cuando vemos a alguien hacer algo con mucha facilidad. Olvidamos que esa persona ha trabajado mucho para llegar a donde está. Esa envidia que a veces sentimos al ver cómo alguien domina lo que hace debe ser sustituida por una saludable admiración. Una admiración no por la facilidad que está demostrando sino una admiración por todo el trabajo que hay por atrás que permite que lo que está haciendo parezca ser tan fácil.

Creer que se puede

“Ya sea que creas que puedes o que no puedes, estás en lo correcto”, solía decir Henry Ford. Creo que esta manera de pensar tuvo mucho que ver con lo que este hombre pudo lograr durante su vida.

Este hombre lideró la revolución industrial e inventó la producción en serie. La manera de funcionar de las fábricas y la industrialización en general cambió radicalmente gracias a sus contribuciones. Todo lo que hizo fue extremadamente visionario y los cambios que introdujo a la manera de producir en el mundo fueron extraordinarios.

En retrospectiva es obvio que este hombre tenía una capacidad casi infinita de creer en que las cosas podían ser mejores y que era él quien las iba a materializar.

La energía necesaria para lograr este tipo de cambios tan solo puede venir de una fuerte convicción en que construir un mundo mejor es posible. Sin esta convicción no hay energía, no hay cambio y todo sigue igual. Así que ya sea que creas que puedes o que no puedes, estás en lo correcto. Gracias por el consejo Henry.

La vida no es corta

Nadie sabe cuánto tiempo tendrá en este planeta. Pueden ser solo segundos o más de 100 años lo que estemos por acá. Si hay algo que es imposible de predecir es precisamente esto: cuánto tiempo va una persona a vivir.

Es común escuchar el consejo que nos dice que debemos aprovechar nuestro tiempo porque “la vida es corta”. Esto no es cierto. La vida no es corta. Lo que pasa es que demasiadas personas desperdician una gran parte de ella.

Hay personas que pasan solo 14 ó 15 años vivos y construyen vidas trascendentales que cambian el mundo para siempre. Hacen todo lo que sueñan y más. Me resulta difícil creer que las vidas de estas personas sean cortas. Aprovechan cada segundo que tienen a su disposición antes de expirar.

Y también hay personas que viven más de 80 años y deciden ver cómo las agujas del reloj dan vueltas y vueltas sin hacer mucho más que eso con su tiempo disponible. Creo que estas vidas tampoco son cortas. Simplemente son vidas que se han desperdiciado.

Todos estamos acá por alguna razón pero ninguno sabe cuánto tiempo tendrá disponible lograr su misión. Lo único que podemos hacer es dar lo mejor que tenemos en cada momento para que cuando suene la campana, sin importar cuántos años tengamos, nadie pueda decir que nuestra vida fue corta o insignificante.