Depósitos en entreno, retiros en carrera

La preparación y el entrenamiento son esenciales para alcanzar altos niveles de rendimiento. Mientras más intensa y constante sea la preparación, mayor será la probabilidad del éxito. Esto pareciera fácil de comprender pero asimilarlo y ponerlo en práctica resulta bastante más difícil de lo que se cree.

Entregar un alto nivel de esfuerzo en ambientes de preparación resulta extremadamente difícil por qué en el fondo se sabe que se está trabajando en un ambiente “simulado”. Para alcanzar un rendimiento adecuado durante el período de preparación se debe condicionar la mente para que “integre” que habrá un beneficio futuro gracias a el esfuerzo presente —un tipo de gratificación diferida.

La mejor manera de lograr esto es visualizar el esfuerzo que se hace durante la preparación como un depósito que se está realizando en una cuenta bancaria de la cual después se podrán hacer retiros en el momento de la competencia.

Esta manera de pensar no es nueva. Frases similares han sido utilizadas a través de los siglos. “Mientras más se sude en tiempo de paz, menos sangraremos en tiempos de guerra”, escribió “Nicolás Maquiavelo”.

Mientras más depósitos se hagan y más grande sea cada uno, más fondos habrán disponibles en la cuenta para retirar cuando más se necesite. Si se quieren tener suficientes recursos disponibles para el momento de la verdad, el momento de depositar es hora. Vamos a entrenar.

Consecuencias no deseadas

Toda acción que se toma tendrá consecuencias no deseadas. Algunas positivas, otras negativas. Pero todas ellas no deseadas. ¿Por qué no deseadas? Porque al momento de decidir actuar no se previeron estas consecuencias. Simplemente nunca se tomaron en cuenta.

Hay que aprender a vivir con estas consecuencias no deseadas. Son parte de estar vivos y nos enseñan responsabilidad ya que ser responsable es adueñarte de todos los efectos de tu acciones, hayan sido premeditadas o no.

Por ejemplo, digamos que estás manejando y empieza a llover. No ha llovido en mucho tiempo y el asfalto se pone resbaloso. Ves el semáforo en rojo y gentilmente aplicas los frenos. A tu carro no le importa y sigue avanzando. Sigues patinando hasta que le pegas al carro de adelante. Ser responsable es adueñarte de los efectos del choque aunque no haya sido intencional. En este caso el choque es una consecuencia no deseada de haber salido a manejar ese día.

Lo mismo ocurre cuando sales a un bar con unos amigos a celebrar un cumpleaños y un par de horas después paras conociendo a la persona con la que pasaras el resto de tu vida. Otra consecuencia no deseada —positiva.

Es importante estar al tanto de la mayor cantidad de consecuencias no deseadas que ocurren a tu alrededor. Son muchas. Mientras más atento estés tendrás la oportunidad de ser más responsable con tu vida.

Claro está, que lo mismo ocurre con las consecuencias deseadas positivas. Mientras más crezca tú capacidad de reconocer los efectos deseados y no deseados de tus acciones, mas podrás celebrar tus logros al sentirte directamente responsable ellos.

Durante la vida sucederán millones de cosas a tu alrededor. Algunas te gustarán, otras no tanto. Algunas la habrás causado tú y otras serán obra del destino. El secreto para tener la mejor experiencia de vida posible es aprender a aceptar y agradecer por la ocurrencia de cada una de ellas.

Cuando no hay ganas

Hacer lo que debe hacer es fácil cuando se tienen las ganas de hacerlo. Todo es más fácil cuando el viento está a favor y el sol está brillando. Aunque actuar en estos momentos es necesario para mantener al mundo moviéndose, no es suficiente para lograr la excelencia.

La excelencia viene de hacer lo que se debe hacer incluso cuando no se tienen ganas de hacerlo. Viene de ir en contra de la corriente en un mundo en donde la gran mayoría escoge nadar solo cuando el camino es río abajo.

Esta es la diferencia fundamental entre las personas que logran grandes sueños en sus vidas y las que tienen vidas que se podrían considerar “normales”. Unas alcanzan todo su potencial constantemente cumpliendo mientras que otras cumplen solo cuando les resulta conveniente. Las grandes victorias vienen de actuar cuando no se tienen ganas de hacerlo.

Con esto dicho, no estoy proponiendo que la motivación y trabajar en condiciones positivas sea algo malo. El mensaje tampoco es que hay que buscar adversidad de “gratis” o ir tras luchas que son innecesarias para lograr lo que se quiere.

Simplemente estoy diciendo que habrán momentos en los que no habrán ganas de levantarse temprano. Habrán situaciones difíciles que no se querrán afrontar. Habrán momentos en los que probablemente desearemos nunca haber nacido. Es en estos momentos que se tiene la oportunidad de trascender.

Es acá, cuando no hay ganas, que el espíritu humano puede triunfar y hacer lo excepcional. Es acá, cuando no hay ganas, que se puede hacer lo que los demás no están dispuestos a hacer e inspirar con el ejemplo. Es acá, cuando no hay ganas, que una persona descubre de qué está hecho su corazón. Es acá, en esos momentos cuando no hay ganas, que se define el resto de la vida.

Que gran regalo son todos aquellos momentos cuando no hay ganas…

El riesgo de innovar

Hacer lo mismo una y otra vez nos hace sentirnos seguros. Crea una rutina y es predecible. Nos mantiene en nuestra zona cómoda y requiere de poco esfuerzo. Hay poco riesgo y la probabilidad de fracasar es muy baja.

Pero está es la razón por la cual muchas veces el mundo se detiene. Es lo que causa que cuando las circunstancias cambian nos cuesta tanto reaccionar. Esa búsqueda de comodidad y falta de voluntad para tomar riesgos y experimentar le resulta muy costosa para la humanidad.

Todo el avance de nuestra civilización ha dependido y siempre dependerá de esas cuantas personas que, cómo bien lo dijo Steve Jobs, son lo suficientemente “locas” como para cambiar el mundo.

Es cierto que no todos tenemos la misma capacidad de innovar o encontrar “la mejor manera” de hacer algo. No todos estamos dispuestos a correr los riegos que innovar conlleva. Lo que sí todos podemos hacer es aplaudir a aquellos que toman los riesgos de innovar y brindarles todo nuestro apoyo para que juntos podamos seguir avanzando hacia adelante.

Por favor no olvidemos que son ellos los que estarán creando el mañana en donde todos los demás queremos vivir.

Emprender después de los dinosaurios

Hace 65 millones de años un asteroide le pegó a la tierra y con su impacto extinguió los dinosaurios. Era el período cretáceo y el emprendimiento aún no existía. Pero sabemos que la naturaleza es sabia y que no volvió a evolucionar dinosaurios una vez más. En su lugar evolucionó otro tipo de criaturas más resilientes que eran muy parecidas a los mamíferos y reptiles que conocemos hoy en día.

Aunque aúno tengo total claridad de cómo se va a ver el mundo del emprendimiento en uno año, si sé que va a ser muy diferente —imagino algo mucho más eficiente, flexible y próspero. No creo que después de un “evento de extinción masiva” económico como el que estamos viviendo, el ecosistema de emprendedores vaya a regresar a construir algo parecido a lo que existía antes. Al igual que la naturaleza, los emprendedores encontraremos algo mucho mejor que crear.

Lo tenemos que hacer para poder seguir ayudando al mundo a moverse hacia adelante. El mercado ya no es el mismo. Las personas ya no somos las mismas y nuestro comportamiento como consumidores ha cambiado para siempre. Al igual que la naturaleza hace 65 millones de años, tenemos que desarrollar la siguiente especie de empresas que dominará el mundo.

El reto no es fácil y claro que da miedo aceptarlo. Pero si no nosotros, ¿quién? La vida sigue y queramos o no seguiremos participando de ella. La única decisión que tenemos que tomar es cómo queremos participar: como espectadores o como protagonistas.

¿Qué vamos a emprender después de los dinosaurios?

Soñar es gratis

Hace un par de días tuve la oportunidad de entrevistar a Marcos Antil. Aquellos de ustedes que leen seguido el blog recordarán mi reseña de su libro Migrante. A los que no la hayan leído los invito a leerla aquí.

Durante nuestra plática Marcos mencionó algo que me dejó pensando durante todo el fin de semana. “Soñar es gratis, ¿así que por qué no soñar grande?” me dijo. “Puede ser que sea más difícil lograr un sueño grande que uno pequeño, pero soñar con cualquiera de los dos cuesta lo mismo”.

Hay bastante que desempaquetar en estas pequeñas frases. Lo primero que me viene a la mente es que la imaginación no tiene límites. Realmente se puede imaginar lo que uno quiera. También resulta ser cierto que antes de poder construir algo hay que imaginarlo (soñarlo) primero. No se podrá construir algo que no se imaginó primero. Así que el tamaño de lo que se puede construir o lograr en el mundo está limitado por el tamaño de los sueños que se tienen.

Los sueños motivan. Dan fuerza y son el motor que permite levantarse después de caer. Son estrellas guía que muestran el camino a seguir. Mientras más grande sea el sueño más motivación, más fuerza y más determinación. Una vez más, no tiene sentido alguno no ir tras el sueño grande.

Finalmente, cualquier sueño que valga la pena perseguir requerirá de trabajo y esfuerzo para materializarse. Pero ningún sueño, por pequeño que sea, se cumplirá solo por qué sí. Así que si se va a decidir empezar a trabajar por algo, ¿por qué no trabajar por algo que pueda cambiar el mundo? ¿Por qué no trabajar por un sueño que cambie tu vida? ¿Por qué no soñar y trabajar por cambiar las vidas de los demás?

El resto de tu vida empieza con los sueños que tengas hoy. No límites hasta dónde puedes llegar por no querer soñar en grande. No tengas miedo y deja libre tu imaginación. Después de todo, soñar es gratis sin importar el tamaño del sueño que quieras alcanzar.

Música y emoción

Que poderosa es la música. Nos puede transportar en tiempo y lugar con tan solo susurrar una nota. Puede hacernos sentir dueños del mundo o revivir el dolor de haberlo perdido todo.

Las emociones son el motor del ser humano. El estado emocional que llevamos con nosotros a cualquier situación determina grandemente nuestra experiencia del momento y los resultados que podemos obtener.

Entonces, si la música nos puede ayudar a cambiar nuestro estado de ánimo y nuestro estado emocional determina la calidad de experiencias y resultados que obtenemos, ¿podrá la música darnos una mejor experiencia de vida y mejores resultados?

Mi respuesta es sí. Siempre en el momento que más lo necesito voy a buscar motivación en los versos, acordes y melodías de las canciones que tienen un lugar especial en mi corazón. Al día de hoy, nunca me ha defraudado.

La manera en que escuchamos música ha cambiado mucho en los últimos años. Cambiamos comprar un disco y sentarnos a escucharlo 10 veces seguidas por tener acceso a 42 millones de canciones en todo momento. Sin embargo, la emoción sigue allí.

Las maravillosas apps que hoy tenemos —Apple Music, Deezer, Spotify, etc.— son herramientas de doble filo. La selección es tan grande y las sugerencias están a la orden del día. Todo esto puede hacer que la emoción se puede empezar a diluir.

Por lo menos en mi caso, a veces paso meses tratando de descubrir la siguiente banda que me va a “cambiar la vida”. Tal vez he encontrado 6 ó 7 bandas de ese nivel en los últimos 10 años y en el camino escuché mucha música que no me prendió.

Pero estas apps también hacen cosas maravillosas como permitir crear playlists, ver que cosas están escuchando tus amigos y avisarte cuando tu banda favorita ha sacado material nuevo.

Particularmente los playlists son herramientas fenomenales para el manejo del estado de ánimo. Se pueden utilizar para hacer ejercicio, trabajar o afrontar situaciones difíciles. No importa que emoción quieras amplificar, siempre puedes crear o buscar un playlist que te de un empujón en la dirección correcta.

Para que puedan conocer un poco mejor la música que me motiva y escucho cuando estoy escribiendo, les comparto mi playlist “Motivated State”.

¿Quién da el primer paso?

Hay situaciones complejas que se dan en todos los momentos de la vida. Estas van desde los pequeños problemas en que se meten los niños con sus travesuras hasta las terribles encrucijadas de vida o muerte que a veces nos tocan vivir cuando somos adultos.

No importa que tanto las tratemos de evitar, estas situaciones se estarán presentando una y otra vez a la puerta de nuestras vidas. Son parte de estar vivos.

Rara vez estas situaciones pueden ser resueltas por una sola persona a la vez. Usualmente la resolución de algo así requiere de colaboración. Y la colaboración a su vez requiere de alguien que empiece a tomar acción.

En realidad lo que muchas veces pasa es que cuando algo así está ocurriendo y varias personas están involucradas, muchos optan por esconderse detrás del el anonimato de la muchedumbre y esperar que alguien más resuelva la situación.

El problema de esta manera de operar es que se crea una carrera para ser el ultimo en actuar. Nadie quiere hacer nada mientras todos esperan a que alguien más tome cartas en el asunto.

Está claro que pensar así detiene considerablemente la resolución de problemas y limita las posibilidades de encontrar una pronta solución.

El otro lado de la moneda es estar dispuesto a dar el primer paso, siempre. Es dejar de sentarse para esperar a ver quién va a ser el valiente que va a levantar la mano de primero. Es decir “yo” cuándo se necesita.

Quienes hayan visto o leído el libro de el “Señor de los anillos” podrán recordar la escena cuando la comunidad del anillo se está formando en Rivendel. Todos están en una gran discusión inútil sobre quién debiera llevar el anillo a Mordor hasta que Frodo con gran humildad y miedo en su rostro dice “yo lo llevaré”. A esto es lo que me refiero con decir “yo”.

Dejemos por un lado el miedo, la flojera y las ganas de pasar desapercibidos. Cambiemos todo esto por el poder de tomar acción, ser protagonistas en nuestras propias vidas y hacer todo lo que se pueda dentro de nuestro rango de acción.

La proxima vez que no esté claro quién va a dar el primer paso, recuerda que la respuesta correcta siempre es “yo”.

Alguien a quien admirar

Hay una fuerza más poderosa que un millón de bombas atómicas detonadas al unísono. Es la misma fuerza que durante millones de años le ha estado dando forma al planeta tierra. Es el motor de todo; la razón de ser de todas las maravillas que hay a nuestro alrededor.

Esta fuerza es la motivación. Ese fuego interno que sentimos cuando estamos inspirados y que despierta el infinito poder del alma. No he visto nada más poderoso que un ser humano motivado.

La motivación nace de el deseo de materializar una visión interna que aún no existe en el mundo externo. La cristalización de esta visión es la chispa que enciende la hoguera. Si la visión es clara, la motivación será grande. Si la visión es difusa, habrá poca motivación.

Para que una visión se pueda cristalizar es necesario tener un punto de referencia, un norte hacia el cual apuntar. Este norte viene necesariamente de las experiencias e interacciones que una persona pueda tener. Por ejemplo, resulta imposible pedirle a alguien que ha vivido toda su vida aislado en el amazonas que desarrolle una motivación para ser broker en Wall Street o jugador de futbol del Real Madrid.

Es por esta razón que tener a alguien a quien admirar es tan importante. La admiración hacia una persona —sin importar que sea real o ficticia— nos da una conexión muy especial con alguien que “quisiéramos ser” o algo que “quisiéramos poder lograr”.

Todos podemos recordar ese héroe de nuestra niñez que nos motivó a hacer algo que no creíamos que era posible lograr. Yo recuerdo a Ryne Sandberg —segunda base de los Cachorros de Chicago— quien sin el saberlo, me cargó en sus hombros hasta llevarme a jugar en la pre-selección de Baseball de mi país.

Hoy en mi vida adulta sigo encontrando motivación en las personas que admiro. Encuentro mucha fuerza en emprendedores como Ben Horowitz y Steve Jobs. En términos de paz y serenidad me refugio en personas como Michael Singer y Anthony de Mello. La paciencia y gentileza que quisiera tener la modelo en la persona de mi esposa Elena.

Tener alguien a quien admirar —lo conozcas o no— es una fuente de motivación inagotable. Mira a tu alrededor y busca. Encuentra esas personas que despiertan lo mejor en ti y pasa tiempo con ellas. La admiración es tu pasaporte directo a una vida llena de motivación.

Todos pueden ser héroes. Hoy.

A lo largo de la historia de la humanidad siempre han habido momentos devastadores. Guerras, desastres naturales, plagas y otro sin fin de problemáticas que han requerido de héroes para ser superados.

Al leer “héroes” y “momentos devastadores” en la misma frase saltan muchos nombres rápidamente a la mente. Para mí algunos de estos nombres son: Marco Aurelio, Winston Churchill, Reina Isabela, Gandhi, Napoleon, Cleopatra, George Washington, Simon Bolivar, etc.

Cualquier persona que quiera saber un poco mas acerca de cómo estos grandes personajes vencieron los retos de sus tiempos solo debe buscar sus nombres en Google y listo. También puede comprar cualquiera de los cientos de libros que han sido escritos acerca de ellos.

Pero lo que el internet y los libros de historia han dejado olvidado por siempre –tal vez porque es algo imposible de registrar– son las historias de los millones de hombres y mujeres que han dado forma al mundo desde el anonimato.

Estas son las historias de los millones de almas que a su propia manera vivieron y murieron como héroes; cargando con valor y dignidad los pesos que la fortuna los destinó a cargar. Almas que nunca se rindieron y siempre lucharon por construir un mañana mejor. Almas a las que no les importó el precio que tuvieran que pagar por llegar a ver, como dijo Martin Luther King, Jr., “la tierra prometida”.

Todos estos millones de almas nos recuerdan que ser héroe no solo es liderar a tu país hacia su independencia; también es unir a tu familia y llenarla de felicidad. Ser héroe no solo es guiar a tu imperio a dominar el mundo; también es tomarte el tiempo de guiar a un niño por el camino del bien. Ser héroe no solo es darle esperanza y motivar a todo un país en tiempo de guerra; también es darle esperanza el desamparado que cree que el mundo está por acabar. Ser héroe no solo es pelear por los derechos y la libertad de tus compatriotas; también es actuar libremente y defender tus creencias sin importar lo que piensen los demás.

Estamos en un momento histórico en el cual el mundo que tendrá la humanidad mañana depende de cómo cada uno de nosotros se comporte hoy. Esto no está en las manos de los “líderes” políticos y los futuros héroes sobre los cuales algún día se escribirán libros. El pequeño mundo que cada uno de nosotros tiene a su alrededor necesita de lo mejor que tenemos en nuestro corazón.

No olvidemos ahora que todos pueden ser héroes. Hoy.