Cuando no es fácil, vale más

Hacer lo que se debe hacer cuando se tienen las ganas de hacerlo es fácil. Los verdaderos profesionales hacen lo que deben hacer incluso cuando no tienen las ganas de hacerlo. En ellos no pueden nacer las excusas. Esto es lo que hace los hace únicos. Los hace de cierta manera, mejores.

La constancia y compromiso con cumplir, independiente de el nivel de motivación que se pueda tener, es lo que diferencia a las personas exitosas de los demás. Son estas personas, aquellas que logran vencer la comodidad, las que logran llegar más lejos en el camino de la vida.

De cierta manera todo lo bueno que tenemos hoy a nuestro alrededor se ha construido gracias a la perseverancia y tenacidad de unos cuantos. Para poder haber llegado a donde estamos, sin duda alguna, muchas personas hicieron miles de cosas aun cuando no tenían las ganas de hacerlo. ¿Qué mejor manera de honrarlas que nosotros haciendo lo mismo?

La lucha por bajar de peso (mental)

Al escuchar “bajar de peso” inmediatamente pensamos en dietas, ejercicio y ropa apretada. Creanme, yo he estado ahí. Al día de hoy he bajado 130 libras desde que alcance mi peso máximo de 300 libras. Hoy peso 170 libras. Esa batalla ya fue ganada.

Ahora les digo que ganar la lucha por bajar peso corporal es difícil. Requiere de disciplina, autocontrol y constancia. Pero con todo esto, que es bastante, bajar peso corporal es un juego de niños comparado a bajar peso psicológico.

Sí, “bajar de peso” no solo aplica al cuerpo. También aplica para la mente. El peso de pensamientos negativos, miedos, angustias, remordimientos, apegos, dudas, etc. que cargamos con nosotros día tras día es lo más difícil de vencer.

El cuerpo se acostumbra a ciertos hábitos de alimentación y ejercicio. Cuando los hábitos son dañinos, el cuerpo se reciente y en muchas ocasiones sube de peso. De igual manera, la mente se acostumbra a ciertos patrones de pensamiento e interpretación que cuando son destructivos hacen que nuestra experiencia de vida sea pesada y mayormente negativa.

Al igual que cuidamos nuestro cuerpo, debemos cuidar la mente. De esto depende nuestra felicidad. El problema es que, a diferencia de lo que sucede con el cuerpo, con la mente ni siquiera nos damos cuenta que necesitamos bajar peso. Al principio nos resulta imposible ver que estamos mal y que necesitamos cambiar. Tomamos nuestra situación actual como “normal”.

Y no estoy hablando de desordenes psicológicos o psiquiátricos extremos. Estoy hablando de la experiencia diaria que todos tenemos viviendo nuestras vidas. Seamos honestos. Nuestras experiencia no es tan “ligera” que digamos.

Vivimos adictos a la aprobación de otras personas y cualquier rechazo nos desarma por días a la vez. Nuestras mentes están constantemente fabricando historias de horror que nos mantienen ahogados en miedos que nunca llegan. Los errores del pasado jamás nos liberan de culpas que no existen. Nuestras relaciones están manchadas con enojos y envidias. Sufrimos por creer que necesitamos esto o aquello para ser felices. Esto no es cierto. Esta no es manera de vivir.

Bajar peso psicológico requiere que despertemos, que aceptemos que no estamos bien y que deseemos vivir nuestras vidas más cerca de la realidad. Esto resulta ser difícil. Muy difícil. La programación que hemos recibido desde pequeños luchará contra nosotros hasta el final.

Cambiar nuestra psicología es bastante más difícil que bajar 130 libras. De hecho, no podemos bajar 130 libras sin antes cambiar nuestra manera de pensar. Es ahí en donde debemos trabajar primero.

Pero vale la pena. La recompensa de la liberación mental es bastante más gratificante que bajar cualquier cantidad de peso corporal.

Es fácil perderse

Lo único que hace falta es tomar una una mala decisión y todo puede acabar. Nuestras vidas, tanto literales como metafóricas, son extremadamente frágiles. He visto una y otra vez como personas, tras una “mala racha” de decisiones, se colocan en posiciones muy difíciles. Es tan fácil perderse…

Cada uno de los caminos que decidimos seguir tiene destinos totalmente distintos. Puede ser que no lo veamos en el momento pero cada decisión que tomamos, sin importar lo insignificante que parezca en el momento, está determinando de alguna manera el resto de nuestras vidas. Debemos ser cautelosos, muy cautelosos.

Darnos cuenta y aceptar que existe un “efecto mariposa” en cada decisión que tomamos nos ayuda a construir una mejor vida. Primero, a travez de un beneficio interno. Internalizar esta fragilidad nos ayuda a reflexionar un poco más sobre las decisiones y acciones que tomamos en nuestras vidas. Empezaremos a buscar y luchar por seguir caminos que llevan a mejores lugares.

Segundo, por medio de un beneficio externo. Entender lo fácil que es perderse y reconocer que nosotros mismos podemos caer en cualquier momento nos regala una mayor empatía para con los demás. La compasión que podemos experimentar por una persona que ha cometido errores se multiplica. En general, nuestras relaciones con otras personas mejoran. Un mundo de ayuda y unidad se abre ante nosotros. Es algo verdaderamente maravilloso.

La fragilidad y poder que cada decisión que tomamos tiene pudiera parecer algo peligroso que debiéramos querer evitar. Y sí, como ya lo mencionamos, debemos ser cautelosos. Pero todas las monedas tienen dos lados. Al igual que cada decisión puede acabar con todo, una buena decisión también puede dar a luz a una nueva vida en cualquier momento. Una vida mejor que cualquier otra vida que nos pudiéramos haber imaginado. La decisión correcta le puede dar vuelta a la vida más complicada en un instante. Usualmente esta decisión es comprometerse a cambiar.

Si, es fácil perderse, pero es igual de fácil encontrar la luz. Solo debemos saber escoger.

Escasez y valor

Valoramos aquello que es escaso. Lo que es abundante y fácil de obtener no tiene valor. No estoy refiriéndome a teorías económicas. Tan solo estoy describiendo como veo que las personas viven a nuestro alrededor.

Aquel joven enamorado que daría su vida por conquistar a su pareja —nunca será valorado. Él describiría su amor como un amor incondicional. Y es cierto. Puede ser que su amor SEA incondicional. Y esto es precisamente lo que le quita todo el valor. Si no hay nada que su pareja pueda hacer para perder este tipo de amor, ¿qué tan valioso es en realidad?

Lo opuesto sucede con la vida. Es valiosa porque todos la vamos a perder. Si nos detenemos a pensar un poco, la vida es realmente escasa. Creo que no darle el más alto de los valores a la vida es una seña de perturbación.

Es momento de estar atentos y reconocer aquello que es escaso. Es momento de buscar lograr cosas difíciles y embarcar en proyectos imposibles. La hora de hacer aquello que pocos han logrado ha llegado. Seamos de los pocos, seamos de los escasos. Es la única manera que seremos valiosos y dejaremos nuestra huella en este mundo.

La recta final

Todo proceso en la vida tiene una recta final. Sin importar si el trayecto fue un sprint desenfrenado o una larga y tediosa maratón, todo termina con una recta final.

El año escolar tiene su recta final —quien no recuerda la presión infinita por ganar el final y no “dejar retrasadas”. El proceso de venta mensual tiene su recta final —90% de las ventas se cierran en lo últimos 3 días del mes. Los entrenos físicos tienen su recta final —esas últimas repeticiones en las que cada músculo del cuerpo está que prende fuego.

Como todo, la vida en sí también tiene su recta final. En este caso particular hay dos problemas. Primero, nunca se sabe cuándo llegará esa recta final ya que no podemos saber cuándo vamos a morir. Y segundo, pasamos los días olvidando por completo que nuestras vidas tienen una recta final.

Pareciera ser que las rectas finales obedecen al principio de Paretto. Su duración aproximada es del 20% del proceso total y requieren un 80% de la energía utilizada. Es por esto que son tan emocionantes.

Entrar a la recta final significa que estás cerca de la meta. No es el momento para abandonar. Este momento requiere que des lo mejor de ti. Si no completas la recta final no cumplirás tu objetivo. Ahora piensa, ¿como vivirías hoy si estuvieras en la recta final de TU VIDA?

En dónde está la mirada

La mente y el corazón tienen una capacidad casí infinita de enfoque. Se pueden enfocar con tanta intensidad en cosas tan particulares que a veces perdemos la perspectiva. Por ejemplo, alguien nos alza la voz y en un instante olvidamos por días lo maravillosas que son nuestras vidas.

Aprender a direccionar nuestro enfoque no es algo que sepamos hacer. Es más, la gran mayoría del tiempo ni siquiera nos damos cuenta en qué estamos enfocados. Rara vez estamos conscientes si estamos enfocados en un pensamiento, una emoción, en algo que alguien nos digo o en un futuro que no sabemos si se hará realidad. Pasamos nuestras vidas “dormidos”.

Lo bueno es que la capacidad humana de enfoque tiene una característica muy peculiar. Es extremadamente flexible y, con un poco de práctica, la podemos dominar completamente. Imagina tu capacidad de enfoque como una luz que al mismo tiempo puede enfocarse en un solo objeto o ampliarse para iluminar toda una habitación. Y no solo esto, también la puedes direccionar a cualquier objeto que quieras.

Aprender a utilizar esta cualidad humana no es fácil y requiere mucha práctica. Ala vez, los beneficios de cultivar esta habilidad son infinitos. Tan solo imagina cosas tan simples como poder enfocar toda tu atención en lo que te motiva a querer alcanzar tus metas en lugar de estar preocupado por lo que los demás puedan pensar de tu nuevo proyecto.

En realidad tu vida depende totalmente de en donde esté puesta tu mirada. Si quieres ver mierda en todos lados, experimentaras tu vida como mierda. Si ves maravillas en todos lados, tendrás una vida maravillosa. El primer paso es darte cuenta que siempre estás enfocado en algo y que tú eres el que decidió enfocarse en eso.

El futuro será lo que tu quieres

Hoy eres libre de escoger lo qué quieres hacer. Las decisiones que tomes en este momento determinarán en gran parte el futuro que tendrás mañana. Decisiones difíciles, vida fácil. Decisiones fáciles, vida difícil.

Recuerda, puedes tener el futuro que quieres. Tan solo debes cumplir con dos requisitos:

  1. Tienes que estar dispuesto a pagar el precio completo de lo que quieres lograr para tu futuro y
  2. Tienes que estar dispuesto a pagarlo por anticipado

Si cumples con estos dos requisitos, puedes estar seguro de que tendrás el futuro que quieres. Puede ser que hayan piedras en el camino o que el precio final de tu compra sea un poco más alto de lo que inicialmente creíste. Pero si estás dispuesto a hacer el trabajo, el futuro será lo que tu quieres.

El momento de comprar es ahora. No puedes comprar algo que está en el pasado. Para tener el futuro que quieres no te puedes perder en lo que ya pasó. Tan solo debes voltear a ver hacía atrás para aprender de tus errores y fracasos.

Hoy es el momento de decidir. Hoy es el momento de construir el futuro que quieres tener. Hoy, no mañana, no ayer; hoy. Recuerda que si hoy no tienes ganas de hacer nada, también estás construyendo el futuro que quieres. No hay a dónde escapar.

La buena vida

Si lo que estás haciendo ahora fuera fácil, todos lo estarían haciendo. Si fuera fácil, no sentirías ese fuego en el corazón que no te deja descansar. Si fuera fácil, te sentirías vacío.

Si aquello que quieres lograr fuera fácil de alcanzar, no tendrías que luchar por obtenerlo. Tan solo irías a tomarlo y ya. ¿Qué logro hay en eso? Te sentirías vacío.

El problema es que estamos confundidos. Nos enseñaron mal desde que éramos pequeños. Nos enseñaron que la buena vida es una vida de comodidad en donde no existen los problemas. Nada podría estar más lejos de la verdad. La buena vida nos exige y nos invita a crecer por medio de retos y vicisitudes. Nos ayuda a encontrar las personas que estamos destinados a ser. Cada obstáculo que llega es en realidad un regalo para pasar al siguiente nivel.

Hasta que nos desprendamos de esta falsa realidad y dejemos de buscar una vida fácil como objetivo principal no podremos ser felices. Una vez más, la buena vida no es fácil pero es la única que vale la pena vivir.

En búsqueda de la excelencia

“Somos lo que repetidamente hacemos”, decía Aristoteles. “La excelencia no es un acto, es un hábito”.

¿Qué es lo que repetidamente haces en tu vida?

  • Tener pensamientos que generan ansiedad
  • Rendirte ante tus miedos
  • Enojarte
  • Acomodarte
  • Ignorar todo lo bueno que pasa en tu vida
  • Desconectarte
  • Culpar
  • Descuidar tu cuerpo, mente y espíritu
  • Desarrollar nuevas habilidades
  • Mostrar compasión
  • Enseñar
  • Ser agradecido
  • Apreciar todo lo que tienes en tu vida
  • Ejercitar tu cuerpo, mente y espíritu
  • Aprender
  • Exigirte cada vesz más
  • Reflexionar
  • Tomar responsabilidad

Sin duda alguna algo estás repitiendo. ¿Qué vas a repetir de hoy en adelante?

No habrá un mejor momento

El inicio de grandes proyectos en la vida nos paralizan. Una de las razones por las que postergamos estos proyectos es por qué dudamos si es este el momento correcto para actuar.

Nunca estamos seguros si este es el momento adecuado para empezar una familia o fundar una nueva empresa. No sabemos si mudarnos a otro país ahora o si será mejor esperar hasta el otro.

Y así empezamos a racionalizar miles de historias de por qué este no es el momento adecuado. La realidad es que para estos cambios trascendentales nunca hay un momento perfecto para empezar. Siempre encontramos una excusa de por qué esperar.

Pero estos proyectos que son los que hacen que nuestras vidas sean maravillosas no necesitan de un momento adecuado para nacer. Requieren de un salto de fe. No habrá un mejor momento que hoy para empezar.