Lo que nos causa dolor

Lo que nos causa dolor nos enseña; por más que duela es bueno no darle la espalda y enfrentarlo directamente.

Arreglar lo que nos causa dolor duele aún más, por eso nos resistimos tanto a arreglarlo pero a largo plazo resolverlo es mejor.

Lo que nos causa dolor nos pone a prueba y nos pide que seamos más de lo que creemos ser. Aunque es incómodo, nos ayuda a crecer.

Del otro lado de lo que nos causa dolor están los regalos más grandes de la vida. No vale la pena evitarlos solo porque creemos que no somos lo suficientemente fuertes para poderlos abrir.

Lo que nos causa dolor nos invita a dejar todo tirado y salir corriendo. Rechazar esa invitación es lo que define a los más grandes seres humanos que han pisado este planeta.

Lo que nos causa dolor no es más que un espejo que refleja todo lo que nos aterra. Si podemos enfrentar nuestros miedos, podemos parar el dolor. De esto no queda duda alguna.

Al mismo tiempo, lo que nos causa dolor es real, tan real que a menudo nos paraliza. Pero es cuando estamos paralizados que debemos recordar que somos algo más que nuestro dolor. Somos algo más que nuestros miedos. Somos seres humanos que podemos utilizar el dolor como un peldaño sobre el cual construir nuestros más grandes sueños.

Ladrillos y catedrales

Cuenta una conocida historia de un rey que en un soleado y caluroso día decidió cruzar su reinado para dirigirse a lo que todos consideraban el proyecto más importante de todo el reinado, la majestuosa catedral que estaba en plena construcción.

Luego de una larga cabalgata y un par de horas de cortesías el rey finalmente pudo hacer lo que tanto deseaba, hablar con los hombres que con sus propias manos estaban edificando la gran catedral.

El rey se acercó al primer trabajador que vio y le pregunto, “y tú, ¿qué estás haciendo acá?” La respuesta llegó rápida y sin titubeo alguno, “estoy poniendo ladrillos señor.”

El rey siguió con su recorrido y volvió a hacer la misma pregunta al siguiente hombre que vio. De nuevo, una respuesta inmediata, “estoy poniendo ladrillos señor.”

Esto sucedió una y otra vez. Cada vez el resultado fue él mismo, nuestro rey solo encontraba trabajadores que ponían los ladrillos. Y así pasaron varias horas hasta que finalmente el rey identificó a un hombre que se miraba mucho más feliz que los demás. De hecho, este hombre no solo se miraba de mejor ánimo, también parecía estar poniendo los ladrillos diez veces más rápido que los demás y transmitía una energía completamente diferente.

Muy interesado por lo distinta que se miraba esta persona, el rey se acercó con infinita curiosidad y le preguntó, “y tú, ¿qué estás haciendo acá?” La respuesta una vez más llegó de inmediato pero esta vez la respuesta fue diferente y en ella se encontraba toda la felicidad que este hombre irradiaba: “¡Estoy construyendo nuestra catedral!”

La única pregunta que me queda por hacerte es, en cada uno de tus proyectos, ¿estás poniendo ladrillos o construyendo catedrales?

La grata sorpresa de probar algo nuevo

Este fin de semana probé hacer algo nuevo, algo que nunca antes había hecho. Ahora que llevo dos días haciéndolo me he llevado una grata sorpresa. Aunque nunca antes había considerado hacerlo, lo estoy disfrutando bastante.

El viernes por la mañana terminé de leer “Think Again” de Adam Grant, un fenomenal libro acerca de cómo podemos cambiar nuestra forma de pensar. Al día siguiente, temprano por la mañana, estaba sentado pensando en qué empezar a leer en ese momento. Posiblemente influenciado por Grant decidí leer un libro sobre un tema que nunca antes había leído. Algo que para ser honesto, creí que no me interesaba.

En ese momento decidí tomar el riesgo, leería un libro que alguien me había recomendado pero que para nada me había llamado la atención. Así fue como busqué el libro “The Wizard and the Prophet” de Charles C. Mann y con algo de incertidumbre presioné el botón “Buy Now”. Unos segundos después el libro estaba en mi Kindle, listo para ser leído. Aunque el precio a pagar por el posible error es relativamente bajo ($9.99) la ansiedad era muy grande.

Pero como suele suceder cuando se toman riesgos calculados, las cosas encuentran una manera de salir bien. Quince minutos después estaba cautivado por una novela muy bien escrita sobre el futuro de nuestra especie y la importancia de las decisiones que todo tenemos que tomar sobre cómo queremos que evolucione nuestro planeta.

El conflicto central del libro se da entre los “Wizards” quienes creen que la mejor manera de tener un mundo futuro sostenible es el avance tecnológico y los “Prophets” quienes creen que la única manera de movernos hacia adelante sin perecer es reducir la velocidad de nuestro crecimiento y consumo de recursos.

Aún es muy temprano para decir cómo va a terminar este experimento pero por el momento estoy gratamente sorprendido.

¿Tienes enfrente algo nuevo que quisieras probar? Puede ser que tengas una grata sorpresa esperándote más cerca de lo que crees.

Todos tenemos capacidad para más

“Muy pocas personas corren lo suficientemente lejos con su primer aire como para descubrir que tienen un segundo.”

William James.

Esta cita del gran psicólogo y filosofo estadounidense da mucho en qué pensar. Dependiendo de la situación actual y manera de pensar de cada uno, la cita tendrá un significado distinto. Vale la pena explorar lo que James probablemente quiso decir al escribirla hace ya más de 100 años.

¿Han sentido esa sensación de ya no querer nada más? ¿Han pasado por esos momentos dónde quieren dejar todo y ya no les importa nada? Es precisamente a esas situaciones a las que James se refiere cuando dice “… no corren lo suficientemente lejos”.

“Correr lo suficientemente lejos” significa empujar en los momentos difíciles sin dejar que esos momentos nos derriben. Es seguir adelante cuando el cuerpo cree que ya no puede dar un paso más. Es tomar un momento para calmarnos cuando creemos que ya perdimos la cabeza. Es no dejar que ese proyecto que ya está dando su último suspiro termine de morir. Es no rendirnos para inmediatamente después darnos cuenta que aún teníamos más por dar.

“Segundo aire” en este caso se refiere a esa fuerza interior que no sabemos que tenemos adentro. Es esa adrenalina que invade nuestro cuerpo cuando creemos que estamos acabados y nos permite llegar a la meta. Es esa onza extra de paciencia que nos permite guardar ese grito que tanto daño podría hacer si llegara a escapar. Es esa capacidad sobrehumana de los seres humano de dar un poco más de lo que creen que es posible.

Es imposible para mi entrar en la cabeza de James y saber con exactitud que quiso decir. Esta interpretación me hace sentido. Al fin y al cabo es mi propia es mi propia interpretación. Me tiene que hacer sentido.

En fin, esta es una poderosa cita que nos puede servir de motivación en aquellos momentos cuando creemos que el fin está por llegar.

Sobre el valor de la persistencia

No es de la noche para la mañana que un poco de agua se abre paso montaña abajo para convertirse en un majestuoso rio. Todas las grandes maravillas de la naturaleza llevan tiempo. Pero el paso del tiempo no es suficiente, cualquier resultado grandioso también necesita de persistencia y constancia.

La ciencia de la biomimesis, que estudia la naturaleza como fuente de inspiración para el desarrollo de tecnología humana, nos dice que podemos adaptar esta lección de persistencia de la naturaleza a nuestras propias vidas.

Esta idea me lleva a preguntarme, ¿habrá algo que no podamos lograr si trabajamos en ello diligentemente todos los días? Después de todo, si reconocemos que nosotros mismos como especie somos el producto de millones de años de constancia (proceso evolutivo), es difícil pensar en algún proyecto que no podamos lograr si todos los días le dedicamos el tiempo y esfuerzo que requiere.

La persistencia es tan poderosa porque:

  • Si decidimos hacer algo todos los días sin importar que pase a nuestro alrededor entendemos que somos nosotros los que estamos a cargo de si algo sucede o no. No son las circunstancias las que mandan.
  • La práctica hace al maestro. Hacer algo todos los días exponencialmente mejora nuestra habilidad de hacerlo permitiendo así un crecimiento de productividad exponencial en el tiempo.
  • La carga cognitiva de empezar a hacer algo se reduce considerablemente. Cuando ya se decidió hacer algo todos los días la pregunta, ¿voy a hacer esto hoy?, se vuelve obsoleta. Ya sabemos que la respuesta es siempre SÍ.
  • Construimos nuestra palabra interna. Muchos de nosotros nos mentimos todos los días. Decimos que vamos a hacer algo y luego no lo hacemos. Si esto sucede con suficiente frecuencia destruimos la creencia en nuestra propia palabra y esto afecta nuestro autoestima y por ende nuestra capacidad de hacer lo que queremos hacer. Hacer algo todos los días reconstruye nuestra palabra interna y nuestro autoestima.

Creo que lo que estoy diciendo es que todos tenemos la capacidad de ser consistentes. La perseverancia es parte de nuestra naturaleza. En la persistencia está el secreto del éxito.

No hay razón alguna por la que constantemente tenemos que dañar nuestra credibilidad en nosotros mismos. Todos podemos empezar a hacer algo que nos ayude todos los días empezando hoy.

Hace falta que los colegios le enseñen a los niños a construir y vender

El material que se enseña en los colegios es muy amplio. Se enseñan habilidades básicas como la lectura y la escritura. También se enseñan ciencias fundamentales como la matemática y la física. Todo esto es muy importante. Son los cimientos que los niños necesitan para poder operar como seres independientes en nuestra sociedad.

Adicionalmente a estos fundamentos, hay una cascada de conocimientos adicionales a los que los niños son expuestos. Qué tan útiles sean para ayudar a que los niños se preparen para tener un buen futuro, no lo sé. Lo que si sé es que hay dos habilidades que, al menos desde mi punto de vista, están notoriamente ausentes del material que generalmente se está impartiendo.

Creo que toda persona, independientemente de su género, profesión o intereses, debe aprender a construir y vender si es que quiere lograr acumular cierto nivel de éxito profesional. En mi experiencia estas dos habilidades fundamentales no se enseñan de manera consciente y sistemática en los colegios.

Por construir me refiero a la habilidad de poder tomar una idea que se tiene y materializarla en el mundo físico. Podemos pensar en la capacidad de idear un proyecto, planearlo, alocar recursos, ejecutarlo y llevarlo a cabalidad. También podemos pensar en la capacidad de identificar un problema y construir una solución viable al mismo. Construir.

Por vender me refiero a la habilidad de poder influenciar a otras personas para que vean algo desde un punto de vista similar al nuestro. No solo me refiero a vender un producto (intercambiar algo por dinero). Me refiero a poder vender una visión que tenemos para lograr que otras personas nos ayuden a hacerla realidad. Me refiero a poder transferir la urgencia de que algo que es importante y que debe ser resuelto. Me refiero a la capacidad de crear comunidad.

Me resulta muy difícil pensar en una situación en la cual una persona que cuenta con estas dos habilidades no pueda salir adelante y me preocupa lo poco que veo que se desarrollan a nivel general en los colegios. Sí, la literatura es importante. Me fascina leerla. Sí, la música y la cultura son partes elementales del desarrollo espiritual del ser humano. Los deportes nos completan. No quisiera ver qué los niños dejarán de estar expuestos a todas estas maravillas.

Tan solo quisiera ver que los niños aprendan a resolver problemas interesantes de una manera sistemática. A manejar proyectos. A crear soluciones. A liderar a otras personas y a contagiar a otros con el entusiasmo de de sus sueños. Solo así podrán maximizar sus oportunidades de ser exitosos y de construir un mundo futuro mucho mejor.

Querer algo mejor

Unos de los más grandes beneficios de tener la oportunidad coachear a otras personas es el constante recordatorio de que todos queremos algo mejor. No hay nadie que no quiera mejorar. Nadie está en la situación perfecta. Todos estamos luchando contra algo que no nos deja crecer.

De cierta manera esta es una realización que trae mucho alivio. La constante batalla para no sentir que somos suficientes es muy real. Es una realidad desgastante y en los casos de algunas personas, incluso devastadora. Recordar que todos también quieren algo mejor y que hay algo que no los deja obtenerlo es reconfortante.

Para nada estoy sugiriendo que compararnos con los demás y sus luchas internas es el camino que debemos seguir para sentirnos mejor. Más bien lo que estoy diciendo es qué reconocer que los demás también se sienten de manera similar y poder vernos en ellos a veces nos hace sentir acompañados. Esta similitud elimina el sentido de soledad que a veces nos aísla y no nos permite seguir luchando por lo que todos en el fondo queremos lograr: Tener algo mejor.

Todos somos complices

¡Oh! Qué fácil es culpar y jugar el rol de víctima. Tantas cosas que no queremos en nuestras vidas. Tantas situaciones que queremos que fuesen diferentes. Tantos cambios que quisiéramos hacer. Pero, “No podemos, no hay nada que se pueda hacer. El mundo es taaaan injusto.”

Pero todos estos pensamientos no son ciertos. Tan solo son excusas que nos llevan por el camino que mejor se siente y que nos alejan de cualquier oportunidad de llegar a hacer los cambios que “decimos” que queremos. Todas estas narrativas cuentan nuestras vidas desde el punto de vista más débil que existe: el de la víctima.

El antídoto más efectivo para este veneno que está estrangulando nuestra sociedad por la garganta se encuentra en responder la siguiente pregunta que Jerry Colonna sugiere:

¿Cómo estoy siendo complice de aquello que digo que no quiero en mi vida?

Los supuestos que están detrás de esta pregunta son extremadamente poderosos y nos pueden sacar de una mentalidad de víctima casi de inmediato. No hay nada mejor para sacarnos de estos “berrinches” que responder esta pregunta. Inmediatamente rompe el patrón.

Por mucho que lo queramos pelear, el mundo no es injusto con nosotros. El mundo solamente es, nosotros no le importamos tanto como creemos. Pero esto es una buena noticia porque nos pone en control. Nos recuerda que no somos barcos a la deriva sino que somos agentes autónomos con libre albedrío que siempre pueden controlar sus decisiones y por ende sus destinos.

Nosotros, de alguna manera u otra, hemos invitado aquello que no queremos en nuestras vidas. Lo que sí queremos tambien. Somos cómplices con el mundo de que exista. En el momento que aceptamos esta verdad universal podemos dejar de ser cómplices y empezar a sacar todo lo que no queremos de nuestras vidas.

Un mejor idea para las resoluciones de año nuevo

Bien, ya estamos a un día del 2022. Sin duda alguna ya hay muchas personas pensando en sus resoluciones de año nuevo. En este preciso instante hay millones de posibles resoluciones flotando en las mentes de tantas personas que quieren una mejor vida a partir del año que viene. Y todas sus esperanzas están puestas en que cuando el reloj le pegué a las 12:00 de alguna manera su fuerza de voluntad incrementará y esta vez sí van a lograr todos los cambios que quieren hacer y que nunca antes han podido lograr.

Mi experiencia me dice que cambiar comportamientos, adicionalmente de requerir de mucha voluntad, en el mejor de los casos tan solo es algo temporal. Tratar de cambiar lo que hacemos sin antes cambiar quienes somos es un acto de violencia. Por eso es que esta táctica no funciona.

Un opción bastante más compasiva y, por qué no decirlo, más efectiva es trabajar en nosotros mismos y así poder dejar atrás todos esos aprendizajes, programación y creencias que no nos dejan lograr lo que queremos alcanzar. ¿Qué pasaría si en este nuevo año que está por llegar nuestras resoluciones se centraran en dejar de ser quienes creemos que somos para convertirnos en quienes realmente somos? Creo que así sí podríamos empezar a tener un poco más de lo que verdaderamente queremos en nuestras vidas.

Ven, cada vez que no podemos hacer algo la realidad nos está diciendo que aún no somos el tipo de persona que lo puede lograr. ¿Y nosotros qué hacemos? Nos regañamos, nos castigamos y dejamos nuestro sueño guardado en una gaveta por el resto de nuestras vidas. Esto no funciona. Es una mejor idea ver honestamente que es lo que nos falta como personas (quienes somos) para poder ir y obtener lo que queremos. Esto muchas veces significa más desaprendizaje que cualquier otra cosa. Duele vernos bajo esta lupa pero es la manera más efectiva de crecer.

En fin, les deseo un muy feliz 2022 a todos y espero que esto les sirva para ver sus resoluciones de año nuevo en una luz totalmente distinta. Sospecho que esto pudiera ser todo lo que están esperando para realmente tener el año que tanto desean tener.

La importancia de la herramienta correcta

Ayer les conté sobre mi frustración instalando una chapa inteligente. Hoy les cuento que ya la logré instalar. Aparte de que el proyecto me ayudo a crecer mi habilidad para manejar la frustración, también aprendí sobre la importancia de tener la herramienta correcta a la mano.

Resulta ser que uno de los tornillos de la chapa que quería reemplazar estaba sobado y parecía prácticamente imposible de quitar. Esto hasta que hice un par de búsquedas rápidas en YouTube y descubrí los extractores de tornillos y como usarlos. Claro, un extractor de tornillo requiere de otro par de herramientas para funcionar bien, un taladro y una broca de metal. Estas tres herramientas en conjunto parecían ser el secreto para poder terminar el trabajo.

Así que me fui a la ferretería más cercana y compré las tres herramientas. Ayer pasé más de tres horas tratando de quitar ese desgraciado tornillo con un desarmador. Hoy, en menos de 10 minutos ya lo había quitado. ¿Cómo? Utilizando las herramientas correctas para el trabajo.

Una buena computadora, el software adecuado, la silla ergonómica, el Internet que cubre tus necesidades, el tractor ideal, el carro que se ajusta a lo que debes hacer, un extractor de tornillos, un taladro y un broca de metal; todas herramientas correctas que hacen toda la diferencia.

Cualquier persona que dice tomar en serio su efectividad y productividad debe empezar por hacer un inventario de las herramientas a su disposición. Si cualquiera de ellas no es la herramienta ideal para el trabajo lo primero que debe hacer es cambiarla.