Aceptación no es indiferencia

El mundo siempre seguirá su camino y los eventos seguirán ocurriendo. La historia se desenvolverá sin tomar en cuenta los intereses personales de nadie. Entonces, ¿Por qué insistimos en poner resistencia?

Resistirnos a que las cosas sean como son nos genera ansiedad y muchas veces enojo. Esta sensación de que el mundo está mal y nosotros estamos bien es muy desgastante. Hay una manera mucho más efectiva de lidiar con aquello que no está alineado con lo que queremos —aceptarlo.

Aceptar las cosas como son es tan difícil porque estamos programados para creer que aceptar algo es lo mismo que ser indiferentes ante ello y que por ende no haremos nada para cambiarlo. Esto no es cierto.

Aceptar las cosas como son es reconocer que algo está pasando y que es independiente de nuestros intereses o expectativas. El evento que ocurre es siempre ajeno a nosotros y a lo que queremos que ocurra. Esta es la naturaleza del mundo en que vivimos.

Si lo que está ocurriendo no nos agrada siempre podemos decidir querer cambiarlo. Y para cambiarlo no tenemos que resistirlo ni luchar en contra de ello. Lo debemos aceptar tal y como es, entenderlo y estudiarlo. Verlo como algo perfecto que simplemente no encaja con lo que queremos. Solo entonces podremos encontrar como participamos en la situación que queremos cambiar y trabajar para dirigirla un poco más cerca hacia donde queremos que vaya.

Enseñar preguntando

El silencio es un regalo muy difícil de dar. Ver luchar a alguien con algo que le cuesta cuando sabemos que se lo podemos resolver tampoco es fácil. Con razón enseñar es algo tan difícil. Va en contra de las programaciones más arraigadas que tenemos.

La mejor manera de enseñar es por medio de hacer preguntas. Las preguntas estimulan el pensamiento y nos invitan a buscar nuestras propias soluciones. Ante una pregunta las conjeturas, ya sean correctas o falsas, empiezan a desfilar por nuestras mentes. No lo podemos evitar. Es gracias a este proceso que aprendemos.

Un verdadero maestro dejará a su alumno luchar con lo que no sabe. Lo verá con compasión y lo acompañará durante el proceso pero nunca le dará la respuesta pues sabe que dar la respuesta interrumpirá el proceso de aprendizaje. El maestro siempre será un guía y buscará hacer las preguntas correctas que ayuden al alumno a concluir su proceso.

No hay nada más gratificante en este mundo que ver cuando los ojos de otra persona se prenden en el momento en que entiende algo por sí misma —y saber que nosotros jugamos un pequeño rol facilitando su proceso. El momento en que se da esa conexión es mágico. Pero para poder llegar a ese momento es necesario pasar por el calvario de ver a alguien luchar con buscar su propia respuesta.

Para poder ayudar a crecer a los que nos rodean tenemos que estar dispuestos a enseñar preguntando. Y para hacer esto tenemos que destruir nuestra programación que nos lleva a no querer ver a los demás luchar cuando sabemos que les podemos ayudar.

Actuar sin ansiedad

Por mucho, la ansiedad es el motivador principal que la mayoría de personas utilizan para llevarse a actuar. Si voy a estudiar para el examen lo voy a hacer para evitar la ansiedad que genero al pensar que voy a perder la clase y no por la ilusión que siento por aprender algo nuevo. Ya saben cómo es.

El precio que se paga por actuar con ansiedad en los momentos más importantes de la vida es demasiado caro. El desgaste psicológico y emocional es desproporcionado a lo que se gana. Aparte de esto, tampoco es sostenible. Cualquier persona que esté operando en base a miedo y ansiedad está sujeta a colapsar tarde o temprano.

Utilizar la ansiedad como motivador principal es algo que se aprende desde pequeños y todo lo que se aprende se puede desaprender. La ansiedad se puede sustituir, con mucho trabajo y reflexión, por visión y entusiasmo. Es posible, al enfrentar cualquier situación, visualizar un resultado alineado a los valores más profundos que tenemos y motivarnos por sostenerlos en lugar de generar ansiedad y miedo por tratar de evitar un desenlace que no queremos. Es posible actuar sin ansiedad.

Lectura y estudio

Este año, por mucho, he leído más que nunca antes. Entre la cuarentena activada por la pandemia y una sed insaciable de querer descubrir más, la cantidad de páginas que he leído a crecido sin parar.

Este año ha sido muy especial respecto a mi proceso de lectura. Y esto no es sólo por la gran cantidad de libros que he leído. Es porque este año he escogido varios libros y los he leído más de 4 veces cada uno (nunca antes había hecho esto en mi vida). Puedo decir que no solo los he leído, los he estudiado. ¡Y qué diferencia ha hecho!

Mi relación con estos libros ha sido muy íntima. Las lecciones que me han dejado son muy poderosas. Los cambios que están provocando en mí son muy profundos. Cada vez que los leos descubro algo que simplemente no pude ver la vez anterior. Es como que si cada vez que termino de leer el libro me convierto en una persona diferente y cuando esa persona lo empieza a leer de nuevo, lo hace con ojos totalmente frescos que encuentran algo nuevo cada vez.

Durante este proceso he podido ver cómo los libros y sus conceptos parecieran ser cebollas. Puedes llegar entender en un primer nivel pero si tan solo sigues escarbando, siempre habrá otra capa abajo esperando enseñarte algo más. Cuanto puedes aprender de un libro tiene que ver más con la actitud con que lo estudies que con el contenido del libro mismo.

Claro que no todos los libros se deben leer así. Hay libros que se leen por el simple placer de disfrutarlos y poderse transportar a un mundo totalmente ajeno a nuestra realidad en donde podemos pasear por la mente de un autor con que nos hemos llegado a identificar. No hay nada malo con esto y es justo lo que estoy por hacer al leer la serie de Foundation de Isaac Asimov.

Cansancio y satisfacción

El cansancio realmente tiene una mala reputación. Pobre individuo, nadie lo quiere. Pero resulta ser que la mayoría de las veces no es tan malo como lo pintan ser. De hecho, el cansancio en su forma más pura es muy bueno.

El cansancio, cuando es producto de una enfermedad o alguna anomalía física, es una señal de que algo no está bien con el cuerpo y que hay que empezar algún tratamiento. No hay nada malo en esto. Es más, si no existiera esta señal el tratamiento de muchas enfermedades, por poco nocivas que sean, empezaría muy tarde y la sanacion sería más larga y difícil.

El cansancio, cuando es producto de trabajo y esfuerzo es una señal de productividad. Nos recuerda que se utilizó energía en construir algo, en luchar por un objetivo. El cansancio mental y corporal se pueden ver cómo una insignia de honor. Son la evidencia de haberle ganado la batalla a la comodidad y a la inercia que muchas veces hacen prisioneras a tantas personas que ven su vida desfilar desde una cárcel de indiferencia. El cansancio es satisfacción.

Si una persona no experimenta cansancio regularmente es muy probable que no esté logrando mucho progreso en su vida. Crecer como ser humano requiere esfuerzo, mucho esfuerzo. Y realizar esfuerzos es cansado. Si no hay cansancio no hay crecimiento. Este mundo es difícil y subsistir requiere esfuerzo.

Un consejo muy provechoso es cambiar el significado que se le da al cansancio. Si el cansancio se percibe como algo malo y que es producto de haber tenido que hacer algo que no se quería hacer o que no permitió estar en comodidad, no se podrán perseguir las actividades importantes que traen de la mano el crecimiento. Se tendrá una vida difícil.

En cambio, si el cansancio se relaciona con productividad y con un trabajo bien hecho será más fácil perseguir todo aquello que fortalece el cuerpo, la mente y el alma. El cansancio será la señal de que se está logrando progreso y cuando llegue el momento de descansar se podrá experimentar el más dulce descanso por qué estaremos satisfechos de lo logrado.

Mi ambiente ideal de trabajo

Para mí un buen ambiente de trabajo empieza con música. Hay algo acerca de trabajar con música que me ayuda a concentrarme mucho. Preferiblemente prefiero escuchar la música con audífonos. Actualmente estoy utilizando unos Audio-Technica ATH-M40x.

La música que prefiero escuchar para trabajar es principalmente Rock Progresivo o música clásica. También me gusta escuchar música en vivo para entrar en “flow”.

Aparte de estar escuchando música me gusta mucho estar solo para poder hacer mi mejor trabajo. Por estar solo me refiero a no estar cerca de personas que conozco. Me gusta mucho trabajar en lugares públicos como cafeterías en dónde hay más personas y mucha actividad de “fondo”.

Si la sesión de trabajo va a ser de más de unas dos o tres horas prefiero trabajar en mi computadora de escritorio y mi silla en la oficina de la casa. Mi computadora preferida para este tipo de sesiones es la iMac 5K de 27“. Para sesiones más cortas prefiero moverme de mi escritorio y trabajar en mi laptop (MacBook Pro de 13”). Usualmente después de un tiempo me gusta cambiar de espacio físico.

El reflejo me molesta mucho y no me gusta tener luz pegándole directamente a cualquier monitor que esté utilizando. Me gusta trabajar en lugares exteriores siempre y cuando no tenga el sol a mi espalda. Si estoy trabajando adentro prefiero ambientes un poco más obscuros y luz artificial blanca.

Café. Este es el componente final que termina de definir mi ambiente ideal de trabajo. Mi bebida favorita es el Latte. Me gusta tomarme un buen café durante unos 45 minutos mientras trabajo en una tarea específica. Prefiero los cafés intensos con sabor fuerte. Me gusta que la bebida este muy caliente y no le agrego azúcar.

Así que ahí lo tienen. Mi ambiente ideal de trabajo: Rock Progresivo con unos buenos audífonos, sin personas que conozca cerca, en mi iMac con mi silla o en una cafetería con mi MacBook Pro. No al reflejo directo y siempre acompañado de un intenso Latte.

¿Cual es tu ambiente de trabajo ideal?

El truco más formidable de la mente

La mente es realmente impresionante. Prácticamente no hay nada que no pueda hacer. Si vemos a nuestro alrededor, todo lo que la humanidad ha construido es producto de la mente humana.

Empezando con el lenguaje, pasando por la matemática y finalizando con la expresión artística, no hay nada creado por el hombre que no tenga su origen en el poder de la mente. La mente tiene muchos trucos como poder hacer que sintamos un olor con tan solo recordar un lugar, nos puede ayudar a motivarnos al recordar un resultado positivo y nos permite imaginarnos cosas que aún no existen para que las podamos construir. La mente realmente es maravillosa.

Pero, ¿saben cuál es el truco más formidable de la mente? Nuestra mente nos puede convencer de que necesitamos de algo, cualquier cosa, para poder ser felices. Me parece increíble que la mente puede llegar a hacer esto y así causar tanto dolor y sufrimiento.

¿Alguna vez has perdido algo y te dijiste que nunca podrías ser feliz sin ello (una relación, un trabajo, una posesión, etc.)? Y luego pasó algo de tiempo y zas, volviste a ser feliz sin tenerlo. Tal vez ni te diste cuenta del cambio pero sí, pudiste volver a ser feliz sin aquello que considerabas esencial para tu felicidad. Esto nunca lo podrías haber creído así en el momento en que lo perdiste.

Puede ser que lo olvidaste, lo lograste sustituir, ¿o que se yo?, el punto es que nunca realmente lo necesitaste para ser feliz. Todo el tiempo estuviste engañado por tu propia mente y tu programación para creer que necesitabas de eso para ser feliz.

Este tipo de creencias se llaman apegos. Un apego es justo eso, una falsa creencia de que necesitamos de algo o de alguien para ser felices. Los apegos nunca son reales y no son más que historias muy enraizadas en la programación de nuestra mente que nos hacen creer que nuestra felicidad depende de que las cosas en el mundo exterior ocurran de cierta manera.

Así que ahí lo tienen. El truco más formidable de la mente no es ni el cálculo matemático ni el álgebra lineal ni la capacidad de escribir la divina comedia o de construir un rascacielos. El truco más formidable de la mente es hacernos creer que nuestra felicidad depende de algo más que nuestras propias ganas de ser felices. ¡Increíble!

Cuando no necesitas del premio

Cuando verdaderamente amas lo que haces no necesitas del premio. Cuando lo que te importa es sentarte a trabajar sin pensar en que dirán los demás, entonces no necesitas del premio. Cuando lo que quieres es saciar tu propia curiosidad de saber hasta dónde puedes llegar, entonces no necesitas del premio.

Dejar ir el premio es muy difícil por qué desde que tenemos uso de razón nos enseñan a que hacer algo “bien” amerita un premio. Ya sea que lo que obtengamos venga en la forma de un gesto amoroso de nuestros padres, el reconocimiento de un profesor o la aprobación de nuestro hermano mayor, el premio siempre está esperando cautivar nuestro corazón.

Y es precisamente este tipo de premio que prende nuestras más profundas emociones el que es más difícil de soltar. Es tan poderoso que nos vuelve adictos y nos lleva a confundir la majestuosidad de lo que hacemos con la vacía aprobación del mundo exterior.

Cuando no necesitas del premio eres feliz. Cuando ya no necesitas del premio has encontrado verdaderamente quién eres y de que estás hecho. Cuando no necesitas del premio empiezas a vivir para ti y esto te permite poder vivir para los demás. Hasta que dejas de necesitar el premio, empiezas a despertar.

La batería humana

Al igual que los electrónicos que hoy se han apoderado de buena parte de nuestra vida, nosotros también necesitamos recargar. La vida ocurre y nosotros inevitablemente nos involucramos en los sucesos que ocurren a nuestro alrededor. Este proceso natural nos cansa y en ciertos momentos hasta nos llega a quemar.

A pesar de que la descarga es a veces dramática, rara vez nos damos cuenta de lo que realmente está ocurriendo. Podemos decir cosas como “hoy quiero dormir un poco más” o “esta fue una semana dura” pero no estamos conscientes del grado de recuperación que nuestros cuerpos nos están pidiendo.

La mejor manera de dar lo mejor de nosotros mismos es estar en un estado óptimo emocional, mental, y físico. La única manera de alcanzar este estado es a través del descanso y la recuperación.

Volviendo a la analogía de los electrónicos, por lo menos yo, siempre sé cuánta batería le queda a mi teléfono y a mi computadora. Hasta hace poco no era lo mismo con mi cuerpo y mente. No tenía ni idea de en qué estado estaban y que hacer para recargarlos.

Es extremadamente fácil confundir un desgaste emocional, mental o físico con no querer hacer cosas que usualmente nos gustan hacer, sentirnos abrumados o querer dormir más de lo normal. Cuando constantemente experimentamos este tipo de situaciones lo más posible es que necesitemos recargar.

Para mi recargar usualmente involucra estar solo. Soy una persona extremadamente social pero las interacciones sociales me cansan. Pasar tiempo a solas me repone mucho. Durante ese tiempo solo me gusta leer, ver televisión (documéntales o deportes) y simplemente estar tirado en una cama viendo al techo. Ahora también paso bastante tiempo meditando. Lo que sí ya he identificado es que es ese tiempo a solas lo que más me repone.

Así que, al igual que estamos pendientes de las baterías de nuestros electrónicos, es importante que también empecemos a cuidar la batería más importante que tenemos: nuestra batería humana.

Lo difícil es bueno

La verdad es que si fuera fácil cualquiera lo podría hacer. ¿Con cuánta gente tendrías que competir si todos pudieran hacer eso que estás soñando construir? Cuando algo es difícil se vuelve escaso y por ende valioso. Que eso que quieres sea difícil es bueno.

Es bueno por qué solo las personas tan dedicadas como tú pueden aspirar a lograrlo. Son muy pocos los que lo pueden lograr. Es bueno por qué usualmente cuando algo es difícil es por qué el resultado vale la pena. La recompensa al final de un camino difícil no solo puede cambiar el mundo, también te puede cambiar a ti para siempre.

Que algo sea difícil es una buena noticia. Quiere decir que estás trabajando en algo te te está poniendo a prueba. Que vas a crecer durante el proceso independientemente del resultado que llegues a tener. Quiere decir que no estás haciendo algo a medias y que estás buscando hacerlo con excelencia. También quiere decir que lo que has decidido hacer es algo importante. Y trabajar en algo importante es lo que le da significado a tu vida. Trabajar en algo difícil te da propósito a ti y a los que trabajan contigo.

El mundo necesita, hoy más que nunca, que haya personas trabajando en los problemas más difíciles que tenemos que resolver. ¿Quién va a coordinar a los vecinos del condominio para que se pueda construir el parque en donde los niños pueden jugar afuera? ¿Quién va a fundar esa empresa que le va a dar empleo a 6 personas muy capaces que hoy están buscando ingresos? ¿Quién va a abrir ese restaurante que incentiva a sus visitantes a comer saludable? ¿Quién va a encontrar la cura definitiva al cáncer? ¿Quién va a componer esa canción que motivará a toda una generación a cambiar el curso de la historia?

Hay muchas cosas difíciles por hacer y por definición hay pocas personas para hacerlas. Mi intención hoy es hacer la difícil tarea de lograr que alguien que lea esto empiece a ver las dificultades que tiene enfrente como buenas noticias y resuelva un problema para que el mundo sea un poco mejor.