Las nuevas laptops de Apple, Unleashed

Inevitablemente mañana continua la saga de la transición de Apple a utilizar exclusivamente sus propios procesadores. Intel se continua desvaneciendo del lineup de dispositivos Apple y las expectativas para el evento de mañana son grandes.

Como consumidor hace varios meses compré una MacBook Air con procesador M1 (pueden leer mi reseña completa acá) y no pudiera estar más feliz con la computadora. Aunque por el momento no tengo intenciones de cambiar esta Air por una Pro, estoy muy emocionado por ver que nos va a mostrar Apple mañana.

Los rumores indican que mañana básicamente veremos las primeras MB Pro con procesadores Apple. Se espera que estas nuevas laptops vengan con pantallas de 14 y 16 pulgadas, MagSafe, HDMI y lectores SD. También se espera que podremos ver nuevas versiones de los maravillosos Air Pods. Quién quita y a lo mejor hasta nos liberan la versión final de Monterrey🤞.

Creo que con que con tan solo la mitad de los rumores que andan circulando por ahí resulten siendo ciertos, todos estaremos muy contentos mañana. Queda poco tiempo para el evento Unleashed de Apple así que a dormir un poco y esperar. Ya mañana finalmente sabremos cuál es el siguiente paso en el plan maestro de Apple para transicionar el resto de sus computadoras Pro al veloz Apple Silicon.

No querer pagar el precio

Muchos de los descontentos que experimentamos vienen del simple hecho de que no queremos pagar el precio que cuestan las cosas.

Queremos tener más dinero pero no queremos más trabajo o responsabilidad.

Queremos salud pero no queremos cuidar nuestra dieta ni hacer ejercicio.

Queremos aprender pero no queremos estudiar.

Queremos amor pero no queremos perdonar.

Queremos felicidad pero no queremos soltar nuestros apegos.

Queremos tener una nueva vida pero no queremos soltar la vida que ya tenemos.

Queremos innovación pero no nos queremos equivocar.

Queremos ser los mejores pero no queremos fracasar.

Queremos vivir en paz pero no queremos soltar el enojo que está en nuestro corazón.

Todos tenemos muchas cosas que queremos. Muy pocos estamos dispuestos a pagar el precio que esas cosas cuestan. Esto causa una situación de descontento pues cuando pensamos así creemos que el mundo es injusto y que nos está privando de lo que queremos cuando en realidad lo que está pasando es que somos nosotros mismos los que estamos escogiendo no poner el esfuerzo necesario para aprovechar las oportunidades que el mundo no está dando todos los días.

Ver todas estas oportunidades ir y venir sin sentir que podemos hacer algo para tomarlas no se siente bien, no es una buena forma de vivir. No querer pagar el precio nos limita. Es mucho mejor terminar el día exhaustos y adoloridos pero sabiendo que tarde o temprano esa oportunidad que estamos persiguiendo será nuestra pues estamos trabajando duro para alcanzarla.

El loco mundo en que vivimos

Vivimos en un mundo que es maravilloso. Dentro de este maravilloso mundo que hemos construido juntos hay cosas que simplemente no hacen sentido.

Hoy de 4:30pm a 6:00pm estuve presente en la presentación que dio un finalista a uno de los puestos de programador que estamos reclutando y luego sostuve una reunión con un socio para tomar decisiones de alto impacto respecto a nuestro presupuesto 2022. Todo esto lo hice a distancia desde mi teléfono sobre una red celular. Es maravilloso lo que la tecnología nos permite hacer desde cualquier lugar.

Pero esta no es la parte loca de la historia. Lo más loco de la historia es que desde las 4:10pm hasta las 6:20pm, mientras estuve haciendo todo esto desde mi celular, también estuve sentado en mi carro tratando de moverme tan solo 21 kilómetros. Sí, termine mis sesiones virtuales antes de llegar a mi casa.

En un mundo en el que se puede entrevistar candidatos que están en cualquier parte del mundo y tomar decisiones de muy alto impacto desde un pequeño rectángulo hecho de metal, plástico y vidrio, también se necesitan dos horas y diez minutos para avanzar 21 kilómetros en carro. Definitivamente es un mundo muy loco en el que vivimos hoy.

Prender el switch

Hay un momento en la vida de toda startup en el cual los fundadores deben cambiar de estrategia. A todos nos llega el momento en el cual debemos prender el switch.

Cuando un emprendimiento nace, los recursos se deben cuidar. Cada decisión se debe meditar y se debe ser cauteloso. Esto debe permanecer así hasta el momento en que se comprueba que el ofrecimiento de la startup tiene fit con el mercado.

En cuanto se válida que el ofrecimiento tiene tracción y que hay un segmento de mercado claramente identificado que está dispuesto a pagar lo que la startup necesita para ser rentable es momento de meter el acelerador a fondo. Es momento de prender el switch.

¿Qué significa prender el switch? Es escoger agresividad sobre cautela. Es escoger ineficiencia sobre austeridad. Es escoger gastar sobre cuidar. En resumen, prender el switch es decidir hacer lo que haga falta para adueñarse del mercado y crecer, crecer, crecer.

El tiempo se va a acabar

Algún día el tiempo se va a acabar y cuando ese día llegue vas a saber que todo “se acabó”. Estoy seguro que ni tú ni nadie quiere llegar a ese inevitable día a suplicar por tiempo prestado para poder hacer todo lo que hoy, con un poco de determinación, pudieras estar haciendo.

El tiempo es preciado y sí, el tiempo, al menos el de cada uno de nosotros, también se va a acabar. Así que hoy, acá, en este preciso instante, que vas a querer hacer, ¿Seguir ignorando que tu tiempo en algún momento se va a acabar o reconocer que tus horas están contadas y empezar a ver el infinito valor que cada hora de vida tiene?

De tu respuesta depende el tipo de vida que tendrás de hoy en adelante. Si decides ignorar el hecho de que tu tiempo en este planeta es finito, miles de oportunidades se escaparan como agua entre tus manos y la maravilla del mundo nunca se manifestará ante tus ojos. Por el otro lado, si escoges reconocer el valor que hay en cada hora de vida que está por llegar algo maravilloso sucederá. Aceptarás con un corazón abierto el hecho de que algún día tu y todos lo que te rodean algún día van a morir y con eso vendrá el regalo más maravilloso que alguien puede llegar a tener jamás: vivir cada día de su vida con la ilusión de hacer sus sueños realidad.

¿Jugar en el trabajo? Algo a explorar

Es impresionante el compromiso que todos mostramos cuando estamos jugando algo que nos apasiona. No importa si lo que estamos jugando es un deporte, un juego de mesa o simplemente un pasatiempo que nos entretiene, la entrega es total.

Si somos totalmente honestos, este no siempre es el caso en el trabajo. Incluso, se puede decir que el esfuerzo que ponemos cuando estamos jugando algo (en dónde no nos pagan) es mucho mayor que el esfuerzo que le poneos al trabajo por el que SÏ se nos paga. ¡Esto no hace ningún sentido!

Me he estado preguntando qué es lo que causa esta situación y cuales son las características de los juegos que nos invitan a dar todo lo que tenemos a cambio de tan solo tener la oportunidad de ganar. Creo que si se pueden identificar claramente estas características algunas de ellas se podrían aplicar al ambiente de trabajo y lograr así dos cosas muy importante: 1) mejorar la experiencia de las personas que trabajan con nosotros Y 2) incrementar drásticamente la productividad.

Para validar esta hipótesis y entrar de lleno en el tema hoy empecé a leer “The Game of Work: How to Enjoy Work a Much as Play” por Charles A. Coonradt. Con lo poco que leí hoy les puedo decir que el libro promete. Muy probablemente en los siguientes días vaya profundizando en lo que vaya leyendo acá en el blog. ¡Estén atentos!

Las palabras no solo son palabras

Ya sea que las palabras sean escritas o habladas, siempre serán más que palabras. La palabra correcta puede levantar a alguien del suelo o hundirlo en una tumba para siempre. Las palabras precisas pueden inspirar la creación de un nuevo movimiento que cambie el mundo o pueden asustar a un joven para que deje el colegio para siempre.

Las palabras no solo son palabras, son herramientas que se pueden usar para bien o para mal. Son armas que pueden despertar guerras o liberar multitudes. Las palabras son la materialización de ideas y la manera en que verbalizamos nuestros sueños. Son como interactuamos con el mundo exterior.

Las palabras son gratis de usar y la gran mayoría de nosotros no tenemos mayor restricción de usarlas a discreción. Esta es una gran responsabilidad que no se limita a usar las palabras para bien. Esta responsabilidad también incluye usar las palabras necesarias incluso en los momentos que tenemos ganas de callar. Las palabras no solo son palabras, también son la prueba que demuestra que tenemos el valor de defender aquello que es importante para nosotros.

No todas las derrotas son iguales

Perder crea carácter, y también lo puede destruir. Perder, más que un resultado adverso, es un estado mental. Es sentirse derrotado. Es una elección.

Créanme, uno puede darlo todo y aún así no lograr el resultado esperado. Me ha pasado mil y una veces. Y esto está bien porque incluso en esos momentos, si jugamos con corazón, nos podemos sentir muy orgullosos al saber que lo dimos todo. Así me estoy sintiendo ahora después de una “dura derrota”.

Creo que las derrotas que más duelen no son aquellas en las que casi se gana, son aquellas en las que se sabe que no se entregó todo lo que uno tiene para dar. Son aquellas en las que nos rendimos antes de tiempo. Son aquellas en las que nos reusamos a pelear. Son aquellas en las que nos entregamos antes de siquiera haber empezado. Son aquellas en las que culpamos y no reconocemos nuestra propia responsabilidad.

El resultado final siempre está fuera de nuestro control pero el corazón con que decidimos jugar siempre es algo que podemos controlar. Nadie nos puede quitar la pasión con que realizamos cada lanzamiento y la alegría con que esperamos cada jugada por venir.

Tener el privilegio de competir a alto nivel es algo que se debe honrar. No se debe tomar a la ligera. Las derrotas vendrán, eso nadie lo puede evitar. Lo que sí podemos evitar es sentirnos mal cuando perdamos asegurándonos de que juguemos cada juego con todo el corazón.

No todas las derrotas son iguales. Unas son más amargas que otras e incluso hay algunas derrotas que nos pueden destruir. Por el otro lado también hay derrotas que nos enseñan y nos enseñan a crecer. La buena noticia es que antes de cada partido podemos decidir como queremos jugar y con eso estamos asegurando que si llegamos a perder nos podemos sentir bien porque jugamos con el corazón hinchado de valentía y ganas de luchar.

La fuerza que corre por nuestras venas

El poder que cada uno de nosotros tiene adentro es inmenso. Todos venimos de un linaje de luchadores incansables que hicieron lo imposible para que nosotros pudiéramos vivir. De lo contrario no estaríamos acá.

Sin importar qué tan poco sepamos de nuestra historia familiar lo más seguro es que nuestro árbol genealógico esté repleto de héroes anónimos. Y su sangre corre por nuestras venas.

Si regresamos tan solo 2 ó 3 generaciones atrás, sin duda alguna encontraremos que muchos de nuestros antepasados pelearon en guerras que hacen que la pandemia que estamos viviendo hoy parezca un juego de niños. Y sí, las futuras generaciones también admirarán los grandes esfuerzos y sacrificios que nosotros estamos haciendo en este momento. Nosotros también seremos los héroes de las generaciones que vienen.

Vivir una vida completa es una tarea heroica y si nuestros papás y abuelos no fueran héroes, nosotros no estaríamos acá. ¡Qué seguido olvidamos esto! Nos enfrentamos a un pequeño obstáculo o contratiempo y nos sentimos impotentes. Tenemos una dificultad que resolver y nos damos por vencidos antes de siquiera intentar dar el primer paso. Y no solo esto, en nuestra vida diaria también nos reusamos a vernos como potentes agentes de cambio en el mundo. Constantemente negamos nuestro linaje.

¿Qué mejor día que hoy para recordar la infinita fuerza que corre por nuestras venas y honrar lo que nuestros antepasados hicieron por nosotros al decidir ser valientes ? Es momento de seguir su ejemplo. El valor que tanto admiramos en las acciones e historias que nos contaron sobre ellos cuando éramos pequeños vive en nuestro corazón. Somos igual o más valientes y temerarios que ellos. Tenemos que serlo, sus genes están en cada fibra de nuestro cuerpo.

Nuestro nombre y apellido están tan lejos de ser lo único que nuestros padres nos han dejado. Hay tantas cosas más, siendo la más importante de ellas, la fuerza que corre por nuestras venas.

Vivir sin complicaciones es mejor

La vida no es complicada. El trabajo no es complicado. Las relaciones no son complicadas. Somos nosotros los que complicamos las cosas. Si tenemos la elección, creo que vivir sin complicaciones es mejor.

La vida no tiene intencionalidad y fluye siguiendo su camino natural. Cuando escogemos poner resistencia a este flujo perfecto, las cosas se complican. En cada momento tenemos la elección de resistir o aceptar. Las complicaciones vienen cada vez que elegimos resistir.

El capitán a cargo de un barco que insiste en navegar contra el viento no llega a ningún lugar. Luchar contra el viento es complicado. El capitán que acepta que la dirección del viento no está a su favor y ajusta la vela para poder llegar a puerto, simplifica la situación.
Hay momentos cuando todo se complica y nuestra reacción es decir “las cosas están complicadas”. Nos sentimos abrumados y no vemos más que complejidad a nuestro alrededor. Estos momentos son ideales para preguntarnos, ¿A qué me estoy resistiendo? ¿Qué no estoy viendo que está causando este enredo?

Hacernos estas preguntas no implica que decidamos dejar la situación como está. Hacernos estas preguntas nos empodera a soltar nuestros apegos y obtener la claridad necesaria para poder llegar a puerto seguro —de una manera simple y eficaz.