Problemas que resolver siempre hay. Situaciones que se puedan solventar para que un equipo esté mejor nunca faltan. Oportunidades para tomar la batuta y decir “yo me encargo” abundan. Lo que escasea en el mundo empresarial de hoy son personas que digan “yo lo hago, yo agarro la responsabilidad”.
La persona que propone y busca soluciones cada vez que ve un problema se vuelve indispensable. Aquel que toma la responsabilidad tiene el control. La persona que juega el rol de sirena de alertas pero rara vez toma la iniciativa de resolver pierde relevancia. Aquel que busca limitar su responsabilidad pronto dejará de existir.
Las soluciones son el producto del trabajo de personas responsables. Resolver un problema primero requiere que alguien decida adueñarse de la situación. A las personas que se adueñan de los problemas se les conoce como “responsables”. Cuando un persona responsable y comprometida ve un problema, podemos estar seguros de que el problema se resolverá.
Muchas veces le huimos a la responsabilidad. Cargar con el peso de ser nosotros los que vamos a resolver puede ser incómodo. Decir “yo” da miedo. Pero ser una responsable es el camino más seguro que hay. Decir “yo” es la mejor manera de asegurar que las cosas salgan como queremos. Cuando nosotros agarramos la responsabilidad de resolver lo peor que puede pasar es que después de mucho trabajo finalmente logremos solucionar.